lunes, noviembre 16, 2009

PELIGRO: ANIMALES SUELTOS




Algunas veces nos levantamos con el optimismo subido, miramos por la ventana y somos capaces de convencernos de que nuestra ciudad, nuestro mundo, han cambiado, han dado importantes pasos cualitativos en la evolución moral y social. Olvidando que ellos continúan entre nosotros, apostados en la barra de un café, en un transporte público, entre la multitud de un sábado por la noche, hablando en voz alta y escupiendo su desprecio. Convencidos de ser portadores de alguna santa verdad universal unas veces, de tener gracia otras. Cargados de alcohol a veces, a veces agitados por los desvaríos de algún rebuznador político o mediático, pero con la lección bien aprendida por sí mismos la mayoría de los casos.

Suelen ser hombres, pero ojo con algunas representantes femeninas de la horda. En sus bocas cualquiera que sea diferente puede encontrarse con el pozo séptico de las fobias sociales. Poco importa que seas mujer, extranjero, homosexual, de otro credo, de otra raza, de otra estética: encontrarán la injuria apropiada para intentar estropearte unos minutos, para provocarte enfado o tristeza, quién sabe si conseguir un gesto o una réplica que les permita pasar del gruñido al zarpazo.

Durante algún tiempo estuvieron ocultos en sus cavernas, o eso parecía, pero parece que desde que ciertos radiopredicadores salieron del armario han cobrado fuerza y pasean más ufanos y orgullosos de su propia ignorancia que nunca.

Sí. Es posible que no sean tantos, que no importen tanto sus intentos de humillar, ridiculizar o despersonalizar a cualquiera que pueda toparse con ellos. Es posible que el sábado me encontraran un punto más sensible o menos duro de lo conveniente.

Pero sigo preguntándome por qué una persona tiene que salir a la calle para trabajar, hacer su vida, divertirse, y tiene que incorporar a su rutina las babas de estos hijos de ... austhralopitecus. Por qué tienes que regresar a tu casa enfadado por no haberles plantado cara mientras se reían evaluando el rol sexual de esos dos que acaban de pasar, quién es el soplanucas y quién el muerdealmohadas, simplemente porque esa noche para llegar a casa necesitabas atravesar su horda bien atravesada en medio de una acera cualquiera del Santander real.

Tened cuidado: están entre nosotros.

4 comentarios:

Diana. dijo...

Jamás entenderé el empeño que ponen algunas personas en hacer alarde de su propia miseria.
Cómo deciamos "ayer", menos mal que cada vez son menos.
Un abrazo

BRUNO6 dijo...

Ojalá cada vez sean menos!. Muchas veces no estoy tan seguro. Excelente artículo,Regino.

Agata dijo...

No puedo con la hipocresía,amigo mío.No puedo con los "golpes de pecho" que se dan en misa y luego van dando "golpes" a diestro y siniestro.Bien sea a sus esposas por no tenerles la comida a la temperatura estipulada o bien sea a los que son diferentes a ellos.Y los golpes que les dan a los últimos son también dolorosos y bajos.Ay...Golpes que me duelen a mí como si me los hubieran dado con puños de cementos.Sólo espero que alguna vez PAREN y dejen vivir a todos.Pero la imbecilidad tiene poca solución.

Anónimo dijo...

No merecen la pena, el disgusto que te han dado esos "troles" aunque entiendo la impotencia del momento, pero a veces es mejor que rebuznen solos y no enfrentarse a semejantes especímenes, "no hay mejor desprecio..." en el fondo están llenos de complejos y envidias de ver a los demás felices... LA CUADROS-KURDOS

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Un Santander Posilbe by Regino Mateo is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
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