EL MUERTO. UN POEMA DE JOSÉ HIERRO
No es sólo el cariño que tuve siempre por Pepe el que me ha hecho sentir siempre temblores ante la belleza de tantos de sus poemas. Sino su capacidad para conmover desde la verdad de su mirada. Hoy, día de Todos los Santos, y después de la liturgia familiar de la visita al cementerio, había pensado en una narración jocosa de nuestro recorrido habitualmente poco ortodoxo por Ciriego en busca de la tumba de Carmen Amaya, alrededor del "barrio gitano" o comprobando que esas parientas malas malísimas no aprovecharon Halloween para escapar del nicho.
Pero me invadió la memoria de pronto un poema extraordinario de Hierro. "El muerto". De su libro "Alegría". El poema que, espero, alguien leerá antes de que definitivamente me vaya.
EL MUERTO
Aquel que ha sentido una vez en sus manos temblar la alegría
no podrá morir nunca.
Yo lo veo muy claro en mi noche completa.
Me costó muchos siglos de muerte poder comprenderlo,
muchos siglos de olvido y de sombra constante,
muchos siglos de darle mi cuerpo extinguido
a la hierba que encima de mí balancea su fresca verdura.
Ahora el aire, allá arriba, más alto que el suelo que pisan los vivos,
será azul. Temblará estremecido, rompiéndose,
desgarrado su vidrio oloroso por claras campanas,
por el curvo volar de los gorriones,
por las flores doradas y blancas de esencias frutales.
(Yo una vez hice un ramo con ellas.
Puede ser que después arrojara las flores al agua,
puede ser que le diera las flores a un niño pequeño,
que llenara de flores alguna cabeza que ya no recuerdo,
que a mi madre llevara las flores:
yo querría poner primavera en sus manos).
¡Será ya primavera allá arriba!
Pero yo que he sentido una vez en mis manos temblar la alegría
no podré morir nunca.
Pero yo que he tocado una vez las agudas agujas del pino
no podré morir nunca.
Morirán los que nunca jamás sorprendieron
aquel vago pasar de la loca alegría.
Pero yo que he tenido su tibia hermosura en mis manos
no podré morir nunca.
Aunque muera mi cuerpo, y no quede memoria de mí.
7 comentarios:
Yo también creo que hay gente que no mueren nunca.
Los que han sentido, han creado y han dejado sus vivencias de alguna manera u otra en el mundo.
Se van sus cuerpos, pero sus presencias y sus herencias, no.
Definitivamente, hay gente que no muere nunca.
En contraposición a los que están muertos en vida.
No cononocía el poema de Hierro, pero es una pasada.
Gracias por acercármelo.
(Hubiese sido perfecto para hace unos días)
Un acierto traer hasta aquí, en un día tan señalado, un poema tan conmovedor. Gracias.
Qué bonito, Ruka, qué bonito.
En la merienda-cena familiar que tuve ayer hablamos sobre la muerte, nada menos, y fue sumamente interesante confrontar las opiniones-sensaciones de hermanos, padres y cuñados. Al dejar el comedor e ir al salón, dimos la conversación por zanjada, y comenzamos a hablar sobre la organización de la Navidad de este año... Y entonces, ante las propuestas disparatadas que íbamos lanzando (al final se impusieron tres a camino entre lo esperpéntico y lo cortesano), nos dieron tales ataques de risa que, en fin... De algún modo, espero, hicimos cierto el poema de Hierro.
Si me permites, dos recomendaciones al respecto: un hermoso poema de Claudio Rodríguez sobre la alegría que se titula "Lo que no es sueño" y, de Hierro, el estremecedor poema que dedicó a los amores entre Marta de Nevares y Lope de Vega y que tituló "Lope. La noche. Marta". Lo uso siempre en las clases sobre Lope, habiéndoles puesto en antecedentes sobre la locura y la ceguera de Marta, y siempre les llega a los alumnos, es un valor seguro. Puede parecer metodología poco rigurosa, pero te aseguro que para hacerles entrar en la compleja retórica barroca de los maravillosos sonetos de Lope, anécdotas, o "bocados de realidad" que diría otro, se hacen imprescindibles.
Un abrazo.
Gracias a los cuatro por la visita y los comentarios. Y siento que hubiera sido necesario el poema hace unos meses, rojoeselcolor, por lo que eso implica :(
Elena, Hierro fue, es, grande. Y Lope, la noche, Marta es el poema que siempre elijo cuando quiero explicar cómo escribía, cómo era su manera de trabajar las texturas del lenguaje. Y con ese final, "Abre tus ojos verdes, Marta, que quiero oír el mar" me encuentro siempre con la lágrima al borde. También me ocurre con otros, "Mis hijos me traen flores de plástico" del "Libro de las alucionaciones" o "King Lear en Los Claustros" del "Cuaderno de Nueva York". Decía HIerro que su leiv motiv era una tremenda realidad: Dámaso Alonso con la cabeza ya perdida en su lecho de muerte, tomando la mano de su esposa y, ante Hierro y otro poeta, creo que Dionisio Cañas, le dijo "No recuerdo quién eres, pero sé que te he querido mucho".
Tuve también la suerte de conocer en persona a Claudio, buen poeta y mejor hombre. No caigo ahora en el poema que dices, pero lo buscaré esta noche para leerlo a tu salud.
¿Te acuerdas de nuestro Pepe mano a mano? Bella tarde, lluviosa... Beso.
... aynss ...
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