jueves, junio 15, 2023

JUNTO AL MAR DE LOS MUERTOS


 
    Fue en 1972. en el Mar Jónico, a solo 200 metros del pueblo calabrés de Riace. Un submarinista se alarmaba al detectar en el fondo lo que él imaginó un cuerpo humano. En realidad, la primera de dos estatuas en bronce, del S.V antes de Cristo, conocidas hoy como Estatua A y Estatua B, de valor extremo, al tratarse de dos de las cuatro únicas estatuas en bronce que nos han llegado desde la antigua Grecia, junto al Auriga de Delfos y al Poseidón del Cabo Sunión. Los Bronces de Riace. Dos guerreros, sobre cuya interpretación han corrido ríos de tinta y que hoy exhiben sus perfectos cuerpos en el Museo de la Magna Grecia, en Reggio di Calabria.

    Fue en 2017. Visité por cuestiones artístico-profesionales Reggio di Calabria. Como no podía ser de otra forma, aproveché una mañana libre para acercarme al museo, con el apremiante deseo de disfrutar de esa oportunidad para encontrarme con dos obras de tal impacto emocional. Quién sabe, pudieron ser parte de un grupo de guerreros embarcados, que simbolizaran... ¿cómo adentrarse en la mente de su autor, con tan poca información? En una de las guías sugerían, en pleno arrebato poético, que así, como nuestros guerreros de Riace, habrían sido Ulises-Odiseo y sus compañeros de peripecias. Me persiguió esa idea cuando me acerqué hasta el mar, al balcón sobre el Mediterráneo desde el que vislumbrabas frente a tus ojos, en la tan cercana isla de Sicilia, el terrible Etna, morada de Polifemo, el cíclope. Girabas el rostro a la derecha y sentías a lo lejos la silueta de Scilla, el pueblo cortado a cuchillo sobre un acantilado, que ha mantenido hasta hoy el nombre de uno de los monstruos, Scilla y Caribdis, a los que se enfrenta Ulises, uno a cada lado de un paso estrecho, el hoy Estrecho de Mesina, claro. Unos monstruos que convierten al mar en pesadilla hasta entregarle los cuerpos de los marineros atrapados en cruenta ofrenda. ¿Llegaron así hasta el fondo del Jónico nuestros dos guerreros?¿Se habían convertido en bronce dos de los compañeros del héroe de La Odisea?

    No pude evitar un temblor ante la presencia tan real de aquellas historias que leía ya de pequeño y que me habían acompañado toda la vida, hasta llegar allí, al borde del Mediterráneo. No pude evitar una lágrima, cuando se me vino a la memoria un viejo verso que duerme en un viejo y mal poema mío, "Recuerda el mar el nombre de todos sus ahogados", y otra lágrima más, mientras me invadía el frío de diciembre en Calabria, al sentir la presencia de miles y miles de personas ahogadas estos años, tratando de huir de la guerra, del hambre, de la indignidad, de la miseria, rumbo a una Europa opulenta, vieja en insolidaria, que se regocija en su superioridad moral y sus valores, capaz de ¿vivir? tan vieja, seca y repulsiva como una Christine Lagarde de baratillo ajena, indiferente, incluso activamente hostil, ante este nuevo Holocausto.

    Ha sido este 2023. Ayer. Cuando de nuevo un naufragio ha rasgado todos los velos de todos los templos. Unos pocos supervivientes y demasiados muertos, muertos que se ahogarán también en el mar del olvido y extraviarán allí sus nombres. Niños, muchachos, mujeres, hombres, vidas que ya no están, esperanzas que ya no serán, relojes que dejaron de contar los minutos. Gentes sin nombre, gentes sin número. Dicen que hubo alertas, y que de nuevo la petición de auxilio encontró oídos sordos en las almas secas. 

    El barco había sido avistado en aguas internacionales, no lejos de la ciudad griega de Pylos. De Pilos, la patria del rey Néstor, el argonauta que recibió y acogió a Ulises en su derrota. Que una patrulla ofreció algún tipo de ayuda, pero eligieron proseguir su viaje (¿cuánto les habría costado a cada uno una plaza hacinada en el viejo pesquero? ¿qué familiares les aguardaban?¿cómo podrían justificar su fracaso y su regreso al punto de partida?¿tenían, siquiera, un lugar al que regresar?) y no mucho después volcaron sobre la Fosa de Calypso. De Calipso, de la ninfa que amó a Ulises y trató de retenerlo.

    Ulises y su viaje. Ulises y la muerte en cada gota de agua del Mediterráneo, ya para siempre rebautizado como Mar de los Muertos. Ulises en Calabria olvidando cuerpos que se hacen bronce. Ulises en Pilos, al viento de la desesperación. Ulises en la Fosa de Calypso, despojado de memoria y de sueños.

    ¿Por qué leer a los clásicos? Se preguntaba póstumamente Italo Calvino. Quién lo puede saber. Quizás para poder explicar el dolor y la desolación, para hacer soportable el horror que nunca podrá serlo. Quizás solo para no morir esta tarde de tristeza.

6 comentarios:

Leopold Estapé dijo...

Brillante texto. Gracias....

Anónimo dijo...

Que triste, que en lugar de ayudar y acoger a estas personas, se les de la espalda se mire para otro lado y se los deje morir en tantos mares y en tantas fronteras. Como diría Gloria Fuertes: Que mal género, es el género humano!

Anónimo dijo...

Muy bueno Regino. Triste realidad.

Anónimo dijo...

Desde luego, q pena d mundo hemos creado, pobres y apaleaus y ahogaus.Q pena Regino.
P. Fuentesfrias.

Mamen Sánchez dijo...

Fantástico Regino

Agata dijo...

Me encanta

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