viernes, junio 09, 2023

DON´T PRAY FOR ME, ARGENTINA


 



    Llegan, con los calores de junio, las convocatorias, noticias y actividades vinculadas a la celebración del Orgullo LGTBI+. Y con ellas, algunas tradiciones ya debidamente estabilizadas, como el difundido "Bingo del Orgullo", para ir rellenando  tu cartón con las patochadas que Heteroworld On Fire escupirá de red en red, de conversación en conversación, de congreso de cuñaos en congreso de cuñaos. Si eres el primero en encontrate con clasicazos como "Pero si ya se pueden casar, ahora qué quieren", "¿Y por qué no puedo yo celebrar el Día del Orgulo Hetero?", "¿Dime qué derechos os faltan?" y nuevos hits como "Estos lo que buscan es la paguita" o "Ahora hay más de esos porque están lavando el cerebro a los niños en los colegios". Sin olvidar, claro, el sufrimiento de tantas mujeres aterrorizadas al ver los espacios femeninos por una turba de mujeres trans chonis y furiosas violando, asesinando y practicando rituales satánicos que ríete tú de aquel Holocausto caníbal del cine setentero.

    Por mi parte, ya me han explicado que con este careto feo necesitaré pagar a chaperos si quiero tema con alguien, me han  definido como La poetisa en un foro del Diario Montañés y me han llamado "pedófilo" varias veces por Twitter. 

    Pero en los temas del bingo voy, por el momento, retrasado. Aunque, eso sí, he descubierto que ahora, con sus líderes ultrafanaticoides muertos de envidia porque se hable de junio como Mes del Orgullo y dé la impresión de que ya no es de su propiedad todo el año, se nos han llenado las redes de católicos de curioso pelaje, proclamando junio como Mes del Orgullo Cristiano y tratando de quedar como guays y acogedores anunciándonos que rezarán mucho por nosotros, para que no sigamos empeñados en esta vida que nos hace tanto daño (la vida de follar maromos y tal, imagino que quieren decir).

    Estos presuntos católicos, muy en la onda de organizaciones transparentes y modélicas como las Avutardas Cristianas, HazteOrín, el Forro de la Fajilla y El Yunque, deberían quizás mirarse a sí mismos antes de juzgar a los demás. Y es que a lo mejor es necesario recordar que Santa Madre tiene una historia muy propia y muy poco ejemplar, que no es como para enorgullecer a nadie. Que en las tropas citadas la carencia de caridad, amor al prójimo, comprensión de las bienaventuranzas y práctica de las obras de misericordia resulta tan evidente como alarmante (¿católicos? Juas). Que sus mensajes y prácticas vienen (y con financiación paguito-chiringuitera) de organizaciones protestantes y evangélicas (¿católicos? Juas), acompañadas, además, de la negación de la ciencia y la exaltación del terraplanismo. Joyas.

    Uno, que aunque solo sea por respeto a su propia familia y a su historia personal tiene cierto respeto y cariño, a pesar de todo, por las cosas de Santa Madre, la Santa Madre de verdad, no la prostituida por los dinerucos de Banon, pues suele estar atento a las partes buenas, como el discurso blandito de Francisco (menos da una piedra, Santidad), que desde luego se percibe refrescante frente a las proclamas de odio camuflado en Juan Pablo II y en Benedicto Equis Uve Palito. También en los movimientos de algunas comunidades de base, algunas órdenes, algunas parroquias, algunos teólogos y teólogas y hasta las conferencias episcopales de Bélgica o Alemania, tratando de conquistar una Iglesia Católica más inclusiva o al menos un poco respetuosa. Esa transición, aunque parece que los del Orgullo Cristiano no se han enterado, ya es una realidad en muchas iglesias luteranas, episcopalianas, cuáqueras, universalistas, veterocatólicas, etc, cada vez más comprometidas con el respeto a la diversidad y que en junio (y más) también alegrarán sus templos con los colores del arco iris. 

    Pero también uno es capaz de recordar cuál es, a día de hoy, la doctrina oficial, hipocritona donde las haya: Nos respetan como personas (en general, en sus huestes y ministros este punto es falso) pero odian nuestro pecado (lo de los empotramientos y tal, pero imagino que también besos, caricias, acompañamiento, solidaridad, ternura y toda práctica asociada al concepto "pareja"), y eso odio a nuestro pecado sí que lo cumplen a rajatabla. Al menos, cumplen el 50%, ya es un logro.

    De todas maneras, a mí lo que de verdad me resulta molesto es esa obsesión que tienen de rezar por nosotros. Como si quisiéramos o necesitáramos la vana palabrería de semejante tropa de fariseos. No quiero que recéis por mí, ni en junio, ni en noviembre, ni en febrero. No quiero que vuestro vicio, vuestra intolerancia y vuestro fingimiento se ocupen de mi vida pasada, presente o futura ni un solo segundo. Diría más, no os lo consiento. ¿Que las personas a las que quiero, hay muchas que son creyentes, necesitan por alguna razón rezar por mí? Se lo agradezco. Desde el corazón. Porque nacen del cariño y del respeto. Porque no implican que tenga que negarme, ocultarme, torturarme, para no molestar la blancura de sus sepulcros. Porque ni juzgan, ni someten, ni humillan. 

    Pero a vosotros, fariseos, sí, fariseos, idénticos a los que Jesús apartaba con ira de su camino, sepulcros blanqueados que os creéis mejores que los demás, pero solo sois podredumbre, no os quiero  cerca. No recéis por mí, os lo prohíbo. Ya compartiremos los infiernos, pero hasta entonces, vade retro, hipócritas.

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