Estamos a sólo cuatro días de las elecciones generales convocadas por la incapacidad real o estratégica de líderes y partidos para dar respuesta a un nuevo escenario, uno de tablero fragmentario en el que alguna vez habrá que darse cuenta de que ni hay gobiernos ni hay leyes sin sumas suficientes. Diría más, que no hay reformas de calado sin acuerdos grandes y a muchas bandas. Y mira que se lleva tiempo hablando de la necesidad que muchos sentimos de reformar una constitución que sirvió para el mundo complejo de 1978 pero que a lo mejor no es adecuada o precisa o suficiente para el tiempo postmoderno de 2016.
Yo sigo pensando en que una izquierda moderada, dialogante, abierta, comprometida con las causas sociales y los derechos civiles, con las personas en suma, es el modelo que mejor encaja con mi ser y mi estar en el mundo, así que volveré a votar al PSOE. Con muchas reservas, con muchos matices, con mucho cuidado, pero es ese el espacio desde el que me gustaría que se encabezaran las transformaciones que sí o sí hacen falta hoy en España, esas las propuestas en las que me veo mejor representado. Aunque ya sé que en un tiempo complejo, en buena medida tenso, lleno de tensiones interesadas, no son precisamente las apuestas dialogantes o moderadas las que se ven impulsadas.
El caso es que si en los 70 canturreábamos lo de Love is in the air, ahora habría que versionar un Vote is in the air, hablamos mucho en las redes, algo menos en la calle, de política, hacemos apuestas, cábalas, cerramos puertas y trazamos líneas rojas que más adelante borramos y volvemos a trazar, según lo que unos medios más manipuladores, menos plurales y menos fiables que nunca, o unos líderes que decidieron cambios de publicidad o de estrategia después del último capítulo de Juego de Tronos, nos vayan contando. Así que no es extraño que por el Facebook algunos amigos me hayan preguntado ese inútil qué haría yo el 27.
Vamos allá. Por supuesto, doy por sentado que todos los lectores tenéis claro que hablar de pactos en serio, más allá de postureos, es una actividad lógica a partir de la noche del 26 al 27, una vez repartidas cartas y escaños y con el croupier del casino gritando su "hagan juego". Las encuestas ofrecen datos contradictorios o al menos interpretaciones confusas cuando están sin cocinar y divertidas sorpresas una vez cocinadas, por lo que de momento lo único claro es que nadie tendrá mayoría absoluta y nadie tendrá mayoría suficiente para marcar ritmos y jugar con cierta ventaja. Con esto como premisa, me planteo algunas hipótesis.
1. ¿Hacia la gran coalición? Por las filas de Unidos Podemos se intuyen los sueños húmedos de todos los que firmarían ahora mismo esa alianza que hemos visto con cierta frecuencia en países sobre todo de Centroeuropa y casi siempre con la finalidad de contener a la ultraderecha. Supongo que por esas filas hay mucho rehén de discursos fabricados hace unos años con cierto éxito de crítica y público, pero no por eso menos falsos. El PSOE ha clamado hasta la saciedad contra esa opción, y desde luego sus acuerdos en ayuntamientos y comunidades autónomas, sea liderando la propuesta, sea como soporte, no han ido precisamente en esa dirección.
Por mi parte, creo que no aportaría nada a España la continuidad en el gobierno de los trileros del PP y de remate sería una catástrofe para el PSOE. En todo caso, creo que quienes pusieron en marcha la "doctrina Trillo" (recuerden, esa fantástica estrategia que consistía en salir a la calle cada día contra el gobierno socialista, en negarse a pactar hasta una mínima coma incluso aunque fueran cuestiones tan importantes como la lucha antiterrorista, y macarrear a las instituciones del estado, desprestigiándolas al dejarlas durante años en estado de interinidad y cortocircuitando sus renovaciones), quienes llevan cuatro años de agresiones continuas contra la ciudadanía y contra los rivales políticos, no pueden presentarse ahora como adalides de la razón, la moderación y el diálogo, no pueden ni deben esperar que los demás olvidemos con tanta rapidez sus escasos talentos democráticos. Quizás cuando haya purgas importantes, y cuando sean capaces de regenerarse y de ofrecer una imagen limpia, decente, puedan encontrar compañeros de tertulia y opciones de acuerdos. En lo que a mí respecta, hasta ese futuro que entiendo imposible, de ninguna manera.
2. ¿Puede haber una suma de escaños razonable para una investidura con acuerdo PSOE-C's? No me voy a molestar en analizarla: no se va a dar esa circunstancia (hablo de mínimo 165 escaños). Creo que fue un error cuyos motivos no acabo de comprender esa propuesta sin números tras el 20D, un error que sólo puedo justificar a partir de la siguiente premisa (que no descarto): alguien tenía que someterse a una investidura para que pudiera haber nuevas elecciones a pesar de una situación casi diabólica en la que no salían las cuentas por ningún lado. Lo contrario hubiera supuesto una perpetuación de la interinidad de Rajoy en el gobierno. Ni Freddy Kruger me produce tanto miedo.
3. ¿Se puede articular una mayoría a la izquierda con superioridad de votos y escaños a favor del PSOE? Está claro que a mí es la opción que me gustaría, a partir de unas negociaciones claras, de unos proyectos compartidos y bien definidos en los que la regeneración pública, la mejora de la calidad democrática de los procesos y las instituciones, y sobre todo la defensa de las libertades cívicas, la dignidad de las personas y el estado del bienestar tendrían que ser las banderas centrales. Se me escapa si es una posibilidad, aunque no lo creo desde que escuché a Carolina Bescansa afirmar que Podemos quería pactar con el PSOE si (me parece muy importante ese si que estos últimos días se está omitiendo) y sólo si Podemos supera en escaños al PSOE. Son dos las posibilidades que se abren, una coalición, en la que tal vez sería inteligente que el PSOE supiera las primeras propuestas antes que las redes sociales y las ruedas de prensa, por aquello de tomarlo en serio, y sería justo equilibrar responsabilidades; la otra, un gobierno muy controlado, muy débil y muy obligado a negociar cada coma con una oposición parlamentaria fuerte pero constructiva desde Podemos.
Por diferentes razones creo que se tendría que trabajar en la primera dirección, sobre todo si tenemos en cuenta la profunda desconfianza de Podemos hacia el PSOE y que de alguna manera la segunda de las opciones abriría en parte la posibilidad de esas famosas geometrías variables que podrían llevarnos a un Congreso en estado de guerra permanente.
4. ¿Cabe esa misma mayoría del punto anterior pero con sorpasso de Unidos Podemos? No se va a producir esa pasokización que desde los telones morados sueñan algunos en estado de levitación, pero sí es un escenario posible (imaginemos un 90 U-P's / 80 PSOE o combinaciones parecidas con una diferencia un poco mayor o un poco menor). La estrategia de acoso permanente en las redes sociales y en los medios de Unidos Podemos contra el PSOE y casi contra todos y cada uno de sus militantes y simpatizantes en la red ha conseguido entre otros resultados una cierta antipatía en las bases socialistas, a las que habría que sumar los recelos de algunos barones (no sin justificación en determinados casos), la militancia contra la coalición morada de gran parte de la vieja guardia, las presiones de medios de comunicación, etc, pueden hacer difícil que el PSOE dé el paso. En definitiva, si para el tercer escenario la desconfianza de Podemos con respecto al PSOE no da buenas vibraciones, aquí es justo al contrario, porque esa misma desconfianza está en el PSOE con respecto a Podemos.
Pero si se diera ese paso de facilitar un gobierno presidido por Iglesias, creo que no sería inteligente la fórmula de la coalición. Si algo está hoy fuera de discusión es el talento para la propaganda o el tiempo invertido en preparar para televisión y un ejército en las redes por parte de Podemos. Un gobierno en el que las responsabilidades de tipo estratégico, comunicativo y organizativo estuvieran en manos moradas y las áreas sociales fueran responsabilidad del PSOE (viene a ser la idea que Iglesias no propuso a los socialistas pero sí en rueda de prensa en enero) acabarían con la imagen de un gobierno gestionado en todo por Iglesias y sus aliados y relegaría a los ministros y ministras del PSOE a la percepción de meros funcionarios de nivel más o menos alto. Les aseguro que en Cantabria algo deberíamos saber de acuerdos parecidos y sus resultados.
Así que en mi opinión sería otra la apuesta sensata: que el PSOE planteara sus condiciones (entre las que por razones diversas deberían estar la presidencia del Congreso y una dirección independiente para RTVE y otros medios públicos) y de ser aceptadas apoyara la investidura de Iglesias para pasar a la oposición y desde allí trabajar para esa exigencia de cambio que hoy late en la mayor parte de los ciudadanos, de manera que pudiera impulsar políticas igualitarias, cívicas, que pudieran contribuir a una salida de la crisis fortaleciendo a los sectores más desfavorecidos y a las clases medias, y que dieran capacidad para evitar posibles excesos (lo siento, yo tampoco me fío, y he escuchado demasiadas cosas en el último año que no me tienen precisamente tranquilo).
5. Me queda la posibilidad de que sumen mayoría C's y PP. Creo que es una posibilidad menor que las anteriores. En todo caso, la dejo al margen porque por un lado no dudo de que si los números salen, no cabrían en sí de gozo ni azules ni naranjas, y por el otro porque en este caso no tengo nada que ver. Aunque por desgracia tendría mucho que sufrir.
No hay comentarios:
Publicar un comentario