martes, enero 15, 2013

¿QUIÉN ABANDONA?


No parece una pregunta baladí en este país que cuenta entre los avales de esa Marca España que al parecer tanto preocupa al gobierno con el indudable mérito de ser el país de la Europa occidental que peor trata a los animales, el más cruel e indecente con sus mascotas, el que sólo con las cifras comprobadas a través de instancias oficiales y sin que se pueda saber el número real de muertes y abandonos, lidera ante el espanto de los demás europeos la carrera del maltrato.

¿Por qué España, qué ocurre aquí que no exista en otras latitudes del viejo continente, quién abandona, quiénes abandonan o justifican y encubren los abandonos? Sobre el porqué, voy a limitarme a recordar que España hace del maltrato animal fiesta y señal de identidad, que una buena parte de la clase política, una buena parte de los ciudadanos, una buena parte de la intelectualidad o de los rostros populares mira hacia otro lado, cuando no aplaude abiertamente y con orgullo, apoyándose en el “arte”, la “historia”, la “cultura”, la “identidad” o la “tradición” lo que no es más que sadismo engalanado para el placer de los más bajos instintos de las peores personas. ¿Por qué íbamos a dar valor, pues, a la vida o al bienestar de un animal, qué responsabilidad iba a esperarse de nosotros? Lanza al toro, campanario al burro, degollina al ganso, sebo al cerdo, espolón al gallo, río al gato y piedra al perro. Olé y olé.

Pero ¿quién?

Abandonan, por supuesto, los dueños. Los que deberían ser compañeros de los animales que eligen para tomar parte en sus tiempos y sus vidas y acaban siendo sus verdugos miserables. Esos dueños que no cumplen las leyes vigentes, que no alimentan adecuadamente, que no se preocupan de la salud, siquiera de las vacunas, que no implantan el chip identificador ni esterilizan a sus animales para poder así saciar con nuevas y diminutas víctimas su voracidad y su irresponsabilidad.

Abandonan los cazadores, y con ellos muchos de quienes tienen cerca un animal sólo por motivos prácticos, y que no otorgan valor alguno a quien, sin embargo, les sirve con presteza y con eficiencia. Que no tenga el perro un accidente, que no muestre nervios o miedo, que no envejezca. Porque la crueldad humana encontrará mil formas peores que la del abandono o el tiro para que el perro pague con dolor su jubilación, sin que de nada valga abogar por la entrega y el trabajo bien hecho durante años. No, para ellos el perro no vale ni la bala con la que, al menos, acabarían rápido.

Pero ojo. Abandonan las administraciones locales, los ayuntamientos. Que no sólo no ofrecen espacios, indicaciones, información y apoyo para la tenencia responsable de mascotas sino que penalizan y acosan, hasta el punto de que en buena parte del territorio patrio sale más barato abandonar o apalear a un perro o gato que dejar que corra un rato en un parque o una playa.

Abandonan quienes deberían educar para el civismo y alientan y consienten, por ejemplo, carteles como el que durante años presidió la puerta de un colegio de Santander, un dibujo realizado por un grupo de peques autodenominados “los mataperros”. Y sí, mal los dueños que ensuciaban el patio del colegio cada tarde con los excrementos de sus mascotas. Pero no más profesores, dirección, alumnos y familias de ese dibujo impresentable. Abandonan los medios, que rara vez se ocupan de los excesos y rara vez lo hacen desde un análisis frío, objetivo e iluminador. Y que sin embargo celebran fiestas y cacerías y demás ceremonias del dolor.

Abandonan las autoridades regionales, los gobiernos autonómicos, que miran con indiferencia la dura realidad, que permiten la cría indiscriminada que, sin embargo, nunca admitirían en otras especies, que controlan armas y permisos de armas pero pasan de largo ante la realidad, estado y suerte de los perros, aunque se les llene la boca, eso sí, de declaraciones públicas de amor a los animales. Que no mueven medio músculo, que no encuentran medio minuto para hacer cumplir las normas que ellos mismos han elaborado no tanto para la protección animal como para tranquilizar sus sucias y culpables conciencias. Y que además estrangulan, presionan e ignoran a quienes, las sociedades protectoras, hacen el trabajo de concienciación, de denuncia y de rescate que deberían hacer ellas.

Y abandona, claro, la administración del estado, el gobierno, desde sus tres poderes. De nuevo con la indiferencia, con la pasividad, con la comprensión con maltratadores. Esa administración que sólo prevé penas pacatas e ineficaces en los ámbitos civil, penal y administrativo, sin asumir la seriedad del problema, penas tibias que además se esfuerza en no cumplir. Y valga como ejemplo ese juez que considera que no hay delito en arrojar a un pobre spaniel a una sima de 30 metros porque el animal no murió. Olé, señoría. O la subida del IVA veterinario sin excepciones para las protectoras que sirve sólo para estrangularlas aún más y hacer más difíciles las opciones de rescate.

¿Abandonarán también las instituciones europeas a gatos, perros y demás animales con la desgracia de “trabajar” como mascotas de los españoles? Hay denuncias interpuestas contra nuestro país, por otros países y por grupos animalistas de otros países, escandalizadas ante las cifras de muerte y abandono que se manejan. Yo espero que no, espero que Europa por una vez haga lo que debe y de un fuerte espaldarazo a la Marca España con una sanción ejemplar, que haga temblar a todos y cada no de los antedichos y tantos más como ellos. Y que los pudra, que nos pudra, de vergüenza.

(Nota: Entre tanta miseria humana, las protectoras y los animalistas dan un contrapunto de luz y de trabajo. Agradezco a Sos Setter la foto, que tomo prestada de su web, en la que se aprecia el estado, tumor, desnutrición, tristeza en que recogieron a Rocky Balboa, este pointer que hoy está felizmente recuperado y en espera de adopción. Como les agradezco su trabajo, les agradezco a la loca de Gin. Y como agradezco a Rocky Balboa sus ganas de vivir y la alegría y felicidad que hoy contagia).

3 comentarios:

BRUNO dijo...

Me gustaría poder decir que a España le faltan siglos para comprender lo básico que es el respeto a los animales, pero no puedo hacerlo: en lugar de avanzar hacia eso retrocedemos... y muchos muy felices de hacerlo, que es lo peor.

Mar Cano Montil dijo...

Querido Rufino:
Me has emocionado hasta las lágrimas, sabes que amo, adoro a estos seres angelicales que tantas cosas me están enseñando y tanto han aportado a nuestra existencia (la gran mayoría de las veces, ramplona e inconsciente...).

Sí, Rufino, existe un sinnúmero indecente e insoportable de españolitos cañís que se lamentan más de perder en los mundiales que del maltrato animal o de las cacerías atroces que aún se pergeñan entre barbudos petulantes y borrachos.

Abandona el ser tipo 'protozoo' que todavía no sabe lo que significa la empatía o que el mal/dolor también puede alterar su organismo y su plácida y bárbara vida. ¡Qué divertido sería ver a un grupo de cabras lanzando a un cazador por un campanario! ¿verdad? ¡Tampoco es eso! Pues eso, ¡aprendamos!

Abandona, en realidad, el que hace mucho tiempo ha sido abandonado en su más prístino y certero derecho: el de ser persona.

Un abrazo de año nuevo.

Anónimo dijo...

No se si

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