Hace hoy justo dos años nos anunciaba el doctor Rivera que el cáncer de Leo continuaba activo, y se estaba manifestando de nuevo con una especial virulencia. Anunciaba una quimio mucho más agresiva y la entrada en un nuevo tiempo de incertidumbres.
Leo quiso un par de días después una foto después de pasear un poco al sol, delante de la casa de los Calderón, vestida ya con los colores del otoño, con ese talento suyo para la escenografía, con esa obsesión por dejar rastro fotografía tras fotografía como si algo le dijera que le quedaba poco tiempo. Aunque no dejó ni un sólo día de luchar, aunque siempre estuvo convencido de que superaría la guerra a pesar de que ese 27 de septiembre de 2010 hubiera perdido una batalla importante. ¿Cómo olvidar sus ojos de asombro, su voz temblorosa y casi infantil preguntando en un susurro al doctor si de verdad no quedaba esperanza, si se iba a morir, cuando sólo tres semanas más tarde la realidad volvió a golpear duro? O tal vez quería simplemente evitar preocupaciones a quienes le quisimos, a quienes le queremos. De nuevo, ¿cómo olvidar ese "yo me voy a poner bien, porque quiero vivir, porque tengo ahora muchas cosas por las que vivir, así que no me mires así que vas a preocuparme" cuando no podía evitar mirar de reojo con los ojos asustados cómo día tras día se iba convirtiendo en apenas una pizca.
Esta foto, la última foto de Leo, la compartió en su Facebook escribiendo "La vida son colores. Colores. Eso pongo en mis días. Y les doy gracias a todos porque me ayudan a conseguirlo".
La vida y la muerte marcan nuestros calendarios. Sólo la vida y la muerte con seguridad nos dejan fechas exactas para el recuerdo. Pero el 27 de septiembre de 2010, el 27 de septiembre, se ha quedado también clavado en la memoria. Tal vez porque desde entonces Leo y yo hemos estado muriendo cada día. Tal vez porque desde entonces el tiempo se ha parado y la vida se ha quedado para siempre sin colores.
1 comentario:
El otoño con estos colores a veces nos trae nostalgia de tiempos vividos. Pero la gente a la que se recuerda a diario nunca desaparece.
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