martes, septiembre 13, 2011

LOS DERECHOS Y EL MIEDO


Uno de Economía sabe más bien nada. Lo que significa que nunca se va a dedicar a predecir el futuro justificando extraños comportamiento en unas cifras oscuras e ininteligibles. Y mucho menos proferir un sonoro "ya lo avisé" cuando el futuro sea exactamente el contrario del enunciado por el gurú de turno. Pero eso no me libra de albergar ideas en la cabeza tan tontas como las de cualquier economista, y más ahora que nos ahogan los análisis y los contraanálisis cada día en cada página de periódico, en cada minuto de televisión, en cada estado de las redes sociales.

El atentado contra las Torres Gemelas y los que siguieron alimentaron una especie de paranoia oficial y colectiva que nos impelía a ver en el extranjero quién sabe qué malevo espía, apuntalaba discursos y comportamientos xenófobos, racistas y sobre todo islamófobos que cortaban y cortan toda posibilidad de diálogo sensato y que se emitían y emiten como arma arrojadiza contra cualquier discurso garantista. Un miedo que ha servido para que en el cómodo y medroso occidente renunciemos a algunos de esos derechos que pretendemos sagrados e inviolables en aras de un cierto concepto de seguridad. Ha sido tan fácil como volver a agitar el fantasma del miedo para que admitamos espionajes sistemáticos, tratos humillantes y degradantes en los aeropuertos o medidas que derogan o atenúan las garantías sobre las que se asienta nuestra otra seguridad, la jurídica.

Que el odio por lo que el Estado del Bienestar significa, por sus avances igualitarios, por las ideas que le dieron forma, se encuentra enquistado en aquellos actores sociales e ideológicos que fueron preteridos por la construcción de un modelo más equitativo no resulta nuevo. La furia neocón ha trabajado duro para que lleguemos a identificar nuestra libertad con la de esos agentes de esos famosos y anónimos "mercados" parecen gozar de todo derecho aunque para eso tengan que pisotear los nuestros. Porque sus méritos, sus esfuerzos, sus relaciones, sus intrigas, sus familias, sus mafias, sus chantajes, sus prevaricaciones, sus abusos así parecen dictarlo. Y puede que haya algo de esa masa resentida en el discurso que estamos tejiendo alrededor de la traída y llevada crisis.

Hablaba esta mañana con un amigo de nos recuerdan a cada segundo que es necesario revitalizar el consumo para que la empresa pueda volver a engrasar su maquinaria, pero al mismo tiempo nos achacan una vida de fiesta por encima de nuestras posibilidades. Sobre todo se nos asusta sobre el terrible estado de cosas con titulares alarmistas que no siempre casan con lo que los datos que los mismos mercados y sus esbirros aportan. Los mercados y sus manos negras piden reestructuraciones, adelgazamientos y quisicosas varias para poder recuperar su confianza. Pero de manera invariable, cada vez que los gobiernos o las estructuras supranacionales se rinden a su nuevo tiránico deseo, las bolsas se desploman, las deudas se disparan, el miedo crece y de pronto los oráculos del Mercado regresan para pedir nuevos sacrificios.

Y se me ocurrió pensar que al mismo tiempo que el cine de catástrofes, el recrudecimiento de los discursos imperialistas, la obsesión por la seguridad acabaron provocando que la sociedad se asustara y renunciara a los derechos civiles ganados con tanto dolor, cada día que pasa parecen querer helarnos un poco más las esperanzas, amargarnos la vida, asustarnos y asustarnos hasta que estemos tan seguros de que el sistema se va a romper, de que no hay otros caminos, de que el fin del mundo que conocemos acecha, que nos tendrán rendidos, mansos y dispuestos a aceptar cualquier sacrificio que se nos exija en el altar de la estabilidad financiera. Y esos sacrificios se resumen en uno, la desarticulación del sistema del bienestar y con él del sueño de una sociedad más igual. Han comenzado ya, ya están atacando los engranajes básicos de la enseñanza pública y poniendo piedras en los de la sanidad. Pero no se van a quedar parados, nunca se van a dar por satisfechos, mientras su estrategia del miedo siga dando resultado.

1 comentario:

Agata dijo...

Tengo la impresión de que me voy a despertar sudando y me daré cuenta de que he estado en una pesadilla.
O que me van a "tocar los palillos" y despertaré de la hipnosis.
¿A que no sabes qué palabra me ha salido en "verificación de la palabra?
BLAKE (será por el Anthony)

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