viernes, septiembre 23, 2011

UN VIERNES PÀRA EDUARDO ECHEVARRÍA


En los pueblos del Valle de Villaescusa se constituyeron a principios del siglo XX algunas de las primeras atrupaciones del Partido Socialista Obrero Español de Cantabria, alimentadas por el compromiso y el deseo de luchar por una sociedad más justa de los mineros y trabajadores industriales que en porcentaje bien relevante lo poblaban. Entre aquellas esforzadas y comprometidas familias se encuentran las raíces de socialistas tan señeros como Ramón Rubial. Entre aquellas familias se sufrió la salvaje represión franquista con más inquina aún que en otras partes. Y fiel a su historia, el municipio de Villaescusa ha otorgado al PSOE la mayoría, muchas veces absoluta, en la mayor parte de las convocatorias electorales sobrevenidas tras la muerte del macabro gallego.

Fue hace ya tiempo cuando un joven militante, Eduardo Echevarría Lavín, comparecía por vez primera ante los electores y ganaba su primera mayoría absoluta. Una mayoría que supo emplear para sostener un desarrollo armónico del municipio, un proyecto integral en favor del bienestar de los vecinos, con una sustancial mejora en infraestructuras y servicios, pero sin perder nunca el espíritu rural y apacible del Valle, negándose, al contrario que los limítrofes, a quedar destruido por la especulación inmobiliaria. Y eso a pesar de su cercanía con Santander y a pesar de que en los alrededores de pronto, dentro de esa espiral irresponsable que se ha convertido en uno de los pilares de la crisis, algunos alcaldes populares celebraban una fiesta estúpida y ataban a sus perros con longanizas. Un ejemplo de cordura, de austeridad y de sentido común la de Eduardo que encaja muy bien con su propio perfil. El de quien antes que otra cosa es persona, buena persona, serena, convencida y capaz.

Pero esa misma cordura fue su perdición. Fueron muy pocos los votos que le faltaron en 2003 para revalidar por tercera vez su mayoría absoluta, pero suficientes para perder un concejal y obligar a la firma de un pacto con un personaje al que como poco y con infinita bondad calificaré de turbio que había llegado al ayuntamiento de la mano del Partido Regionalista de Cantabria. Y de cuyo nombre me acuerdo perfectamente pero no me da la gana de escribir para no ensuciar el blog. Uno de esos personajes que llegan a la política con modos e intenciones zaplanescas, que trata de convertirse en gestor de intereses poco limpios y que al no ser capaz de manipular o forzar a Eduardo Echevarría para que cambiara su proyecto y sirviera a sus enredos, busca la ayuda patidifusa de la portavoz popular para presentar una moción de censura que, en efecto, por un solo voto y sin argumento alguno, traslada el bastón de mando municipal a otro personaje de poca altura que igualmente relego al olvido. ¿Causas de la moción? El desacuerdo con la inactividad municipal que portavoz regionalista y portavoza popular achacaron a una corporación que curiosamente (de nuevo una muestra del talante dialogante y abierto de Eduardo Echevarría) había aprobado todas las mociones, iniciativas y presupuestos por unanimidad. Pero votar contra sí mismos no iba a parar a la pareja de hecho que venía formándose.

En los tiempos que corren y vista la opinión general sobre la clase política, el "acusa que algo queda" llega a ser una peligrosa arma arrojadiza. Y durante los dos años que restaban de legislatura nada se hizo en el Ayuntamiento de Villaescusa para mejorar la vida de sus habitantes, aunque sí se vivieron algunas cazas de brujas y sobre todo se gastó el dinero y el tiempo de los contribuyentes en el enfermizo afán de la popular y el regionalista en levantar cada baldosa, abrir cada carpeta, sondear cada viga, para ver si era posible llenar de mierda y quitarse del medio a Echevarría. A sabiendas de que con o sin moción, el cariño de los de Villaescusa por el que pese a quien pese seguía y sigue siendo su alcalde, el de verdad, no iba a cambiar de rumbo. Y así, con irregularidades, con tramas oscuras que deberían haber tenido consecuencias graves para el regionalista pero que Eduardo no quiso denunciar (y doy fe de que se le podrían haber buscado problemas y he tenido pruebas en la mano), empujando a la agrupación socialista de Villaescusa a trabajar sólo con el diálogo y la entrega a los vecinos. Sin enturbiar más las aguas de la ría y sin cambiar un solo día la serenidad noble de su gesto. Con esa mezquindad, decía, presentaron una denuncia contra Eduardo Echevarría acusándole de los delitos clásicos desde el clásico y miserable "calumnia, que algo queda".

Me da mucha rabia recordar cómo fue el desarrollo de los acontecimientos. Haber sido testigo cercano de cómo Eduardo Echevarría y las concejalas y concejales de su equipo sufrían por las mentiras y el acoso del tramposo regionalista y su marioneta popular. Rabia de ser espectador de los infames ataques y de intuir las malas horas de Eduardo y de su familia, de su siempre atenta y excelente esposa, viendo la honra y el trabajo de años puesta en almoneda. Orgulloso también de comprobar cómo se enfrentaba a la prueba con sencillez, con cierto fatalismo, con total dignidad, desde la seguridad de que todo era nada más que humo, que nada había en sus muchos años de gestión impecable que pudiera justificar siquiera un proceso y mucho menos una condena.

Eso es lo que dijo hace unos meses la fiscalía, que no había siquiera indicios que permitieran abrir un procedimiento penal y que no presentaba cargo alguno. Y eso lo que por alguna razón que se me escapa una jueza no quiso atender, manteniendo la carpeta y el calvario abiertos durante otros tres meses, para dar carpetazo pocos días después de las municipales confirmando que allí no había nada oscuro, nada turbio, rastro de delito alguno. En el ínterin, unas municipales en las que se repiten resultados, en las que el PSOE es a pesar de todo el partido más votado bajo el liderazgo sabio y prudente de Eduardo Echevarría, de nuevo a pocos votos del concejal que le hubiera otorgado la mayoría absoluta. ¿Casualidad? Quién sabe qué hubiera pasado si la carpeta se hubiera cerrado un mes antes de las elecciones en vez de un mes después. Qué les hubiera pasado a la marioneta popular y a su sombra regionalista y oscura, si se les hubieran pedido las cuentas de las treinta monedas de las arcas públicas gastadas en mancillar a quien está muy por encima de semejantes gentes.

Esta noche, en el hermoso pueblo de Liérganes, nos vamos a encontrar muchos amigos y sin embargo compañeros de partido de Eduardo. Para brindar con él por los años de gestión eficaz, sobria, modélica y limpia, para celebrar que las nubes de Mordor se hayan disipado, para renovar con él los votos de la amistad. Porque no es verdad que todos los políticos sean, seamos iguales. Y la mirada limpia de Echevarría, esa que la alcaldesa no tuvo el coraje de sostener el día de la moción de censura (estuve allí, yo lo vi), es de las que hablan por sí solas.

Porque eres una gran persona, porque no te merecías, porque no os merecíais, estos años de duda y de persecución, porque ni ella, ni él, ni medios indignos que se frotaban las manos condenándote por anticipado se han molestado siquiera en pedir disculpas, porque todos sabemos que la envidia es el necesario tributo que el vicio rinde a la virtud, por todo eso estaremos esta noche contigo. Con las copas, la sonrisa y el cariño bien bien cargados.

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