sábado, enero 01, 2011

IMBÉCILES SIN FRONTERAS: DEMETRIO FERNÁNDEZ TRAS LA BUSCA DE LA PANTERA ROSA


Resulta refrescante descubrir que nada cambia aunque cambien las páginas de los calendarios. Y que por esos mundos de Dios se mantiene viva esa insana competencia por ingresar en la ya famosa y planetaria ONG "Imbéciles Sin Fronteras" que una tarde de especial mala leche amaneciera en este blog.

Y conste que ni tengo especial inquina por el episcopado católico ni doy prioridad a las declaraciones tonto-homófobas en el acceso a la ONG, pero es que unos y otros lo ponen realmente fácil. Y si se suman los dos factores, podemos encontrarnos con perlas como las proferidas por Demetrio Fernández, obispo de la Córdoba lejana y sola y cráneo privilegiado donde los haya. Un tipo que en la homilía del pasado domingo 26 insultó a sus feligreses al explicar que él sabía de buena fuente, porque el ministro del papa para la familia, Ennio Antonelli, se lo había dicho que "La UNESCO tiene programado hacer homosexual a media población".

Sería fácil seguir los símiles tan caros a los obispos y sugerir que las ovejas tienen que ser muy borregas para seguir las enseñanzas de semejante pastor, pero tampoco es que eso vaya a asombrarnos a estas alturas y después de haber leído "Rebelión en la Granja".

Tomarse el tiempo de leer la magistral pieza de oratoria completa merece la pena. Sobre todo para comprobar que no es el famoso "laicismo radical" el que está haciendo que las filas del rebaño muestren cada día más bajas no cubiertas, sino la profunda indigencia moral e intelectual de quienes deberían ser sus guías y no pasan de hundirse en una en efecto radical imbecilidad. La falta de comprensión básica de conceptos y terminología sobre la sexualidad llegaría a ser poco más que una cláusula de estilo en un textículo episcopal, pero la proclamación de la maldad diabólica de la UNESCO en su propósito por convertir (sic transit Gloria Swamson) a la mitad de la población mundial en homosexual sólo podría haberse pasado por alto sin un fortísimo escándalo o una aún más fortísima carcajada de haberse leído la homilía en la festividad de los santos inocentes.

Claro que al final esta patulea rabiosa, de tanto afirmar que la homosexualidad tiene cura, se puede reconvertir, acaba convencida de que es posible dar la vuelta a la orientación sexual como a un colchón cualquiera, escondiéndose tras columnatas y confesionarios estremecida de pánico ante la posibilidad de que el malvado ojo de la UNESCO se fije en sus reverencias y las posea de perversa homosexualidad.

De todas maneras, lo que debería dar miedo es que a día de hoy sea mucho más fácil convertir a un tipo cualquiera en obispo que a un heterosexual en gay. Y que a esos obispos que llegan a calzarse la mitra sin educación, serenidad, cultura o inteligencia básicas se les den altavoces con los que equivocar a sus fieles.

Eso sí, si de verdad existe alguna receta en el Necronomicón para invertir chulazos, rogaría a su eminencia que me la facilitara, que estoy pensando ahora en algunos super hiper mega monos a los que me encantaría explicar algunas buenas nuevas.

Hay que ser imbécil, don Demetrio, pero muy imbécil, para firmar declaraciones como esas sin ruborizarse siquiera.

Señor, qué tropa.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí hay que ser imbécil, la verdad... Qué cosas. Cómo estamos, todavía...

Antonio Fernández Munárriz dijo...

Fue terrible descubrir el gran secreto que escondía la orden “Legionarios de Cristo”.

Unido a esto, la asquerosa marea de pedofilia que ha inundado la iglesia de muchos países. El tema sexual es un tabú.

Yo fui a un colegio de frailes y aunque ni sufrí, ni fui testigo de ningún abuso sexual; desde la distancia lo veo como una educación ética y moral deplorable. No solo en materia sexual.

Los buenos sentimientos, la piedad, el amor, la entrega por el prójimo y cualquier otra virtud, afortunadamente; no es patrimonio de ninguna religión o ideología. Traspasa fronteras, razas y culturas.

A día de hoy tratar como enfermos mentales a los homosexuales es un insulto.

Ya se sea homosexual o no. De la misma manera, yo me siento atraído por el sexo femenino; un homosexual me podría tratar como un enfermo. De igual manera, alguien que renuncia al sexo, como un sacerdote o monja; alguien podría pensar que Freud tendría un gran trabajo de psicoanálisis analizando sus motivaciones.

El “laicismo radical” es una frase hecha que se arroja con violencia cuando alguien habla de libertad religiosa. Que en los colegios no se adoctrine ni se exhiban símbolos. Que la educación concertada debe de desaparecer porque el estado no puede financiar lo privado. Que la libertad es enseñar en libertad y no coaccionarla con las ocurrencias de frailes, monjas y un Papa.

A estas alturas, resulta casi de ciencia-ficción leer y escuchar ciertas cosas.

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