lunes, febrero 22, 2010

LA MEMORIA Y EL DOGMA


Leo siempre con interés los escritos de Félix de Azúa, tanto los más relacionados con su propio proceso creador como aquellos en los que se revela como analista y articulista sutil y agudo. Y eso aunque muchas veces discrepe de sus postulados.

Publicaba Azúa hace un par de días en El País un artículo titulado "A favor de la memoria histórica" que suscribo casi en todos sus extremos, pero que al mismo tiempo me ha parecido sustentado sobre algunos prejuicios que no me parecen del todo justos para una lectura de la actualidad. Así que con la modestia de quien se sabe en todo inferior a un maestro como él, me voy a atrever a escribir en mi blog un par de reflexiones nacidas de la lectura de su artículo que podéis leer también en su blog y que os paso a enlazar:


Nos habla Félix de Azúa sobre la memoria histórica y la pone en relación con un libro de Tony Judt que no he leído, aunque probablemente lo haga, del que Azúa extrae sobre todo algunas consideraciones sobre las brutalidades perpetradas "desde la izquierda" a lo largo del S.XX y sobre todo sobre las personalidades que igualmente "desde la izquierda" permanecieron mudas ante el horror y hasta lo justificaron en no pocas ocasiones. A partir de ahí, y con el objetivo siempre latente pero claro de identificar el sustento que desde "la intelectualidad" se ha venido dando a los totalitarismos de izquierda con el que en el solar patrio apoya movimientos y decisiones en clave nacionalista, nos expone algunos ejemplos de cómo quienes se atrevieron a hablar contra los discursos de la "izquierda oficial", y no sólo de la que apoyaba a los regímenes extremos de la misma, se les atacó o se les ninguneó en lo que para Azúa es una muestra de una realidad "izquierdoide" y de la falta de coherencia, consistencia o incluso existencia de algo llamado "izquierda".

Muchos son los frentes abiertos, pues, y complicado tratar de hacerles frente en un espacio que no debería abusar de los lectores aunque de costumbre lo haga. Pero en fin, trataré de no alargarme mucho y en todo caso, dejar algunos frentes abiertos "a futuro".

El primero de ellos es la evidente confusión a lo largo de todo el texto de Izquierda con Comunismo, o en todo caso con las lecturas que de los textos clásicos del Movimiento Obrero se realizaron desde regímenes totalitarios. En este sentido, creo que Azúa elude hablar deliberadamente de toda una tradición del Socialismo democrático en Europa, una tradición que arranca incluso al margen del pensamiento marxista con la Comuna de París y Louis Blanc, pero que trazaría sus líneas maestras sobre todo en los procesos que acabarán dando forma al Cristianismo social, la Social Democracia y las constituciones que abren el camino para el Estado Social, con la de Weimar a la cabeza. Desde el campo de las ideas, no es ni justo ni ajustado equiparar totalitarios con demócratas. Pero al fin y al cabo, este fleco formaría parte de uno de esos debates que no tienen un final preciso. ¿Qué es derecha y qué es izquierda? Seguramente cada uno aplicaría términos diferenciales propios, seguramente cada uno tendría que aportar su propio diccionario de significados antes de entrar en un debate a oídos cerrados, pero en fin.

Y de hecho, para mí es importante la relación histórica de la Izquierda con los avances y transformaciones que nuestras sociedades han venido experimentando en el campo de las libertades civiles, en el de la igualdad, en el de la ampliación del círculo de la dignidad humana. Porque de la misma forma que Azúa articula un pensamiento izquierdista (izquierdoide) que ha permanecido mudo a veces, entusiasta otras ante las diversas versiones del Socialismo totalitario (Cuba como ejemplo propuesto entre otros), parece olvidar que también han sido los movimientos que en cada momento de la historia contemporánea, desde la Ilustración hasta nuestro presente más actual, podríamos vincular con la izquierda del momento, o al menos con las fuerzas de carácter progresista que se resistían o planteaban nuevas voces ante el Conservadurismo, caracterizado siempre por la defensa acérrima del statu quo, las que han dado forma a muchos, la mayor parte de los valores que hoy consideramos patrimonio común de la ética universal, recogidos muchos en la propia Declaración Universal de los Derechos Humanos.

¿Quiénes han venido luchando en tiempos recientes por la emancipación de la mujer, por su incorporación en perfecto plano de igualdad a todas las dimensiones sociales? ¿quiénes han apostado por las integraciones y diálogos con la diferencia cultural? ¿quiénes por la construcción de caminos que permitan sortear y superar las limitaciones de las personas dependientes, la apuesta por su autonomía cuando ésta es posible? ¿quiénes los que intentan educar y transformar los imaginarios sociales para excluir viejos prejuicios como los tristemente vigentes aún contra homosexuales, lesbianas o personas transexuales? Claro que no son luchas exclusivas desde la izquierda, claro que a veces la izquierda nos duele tanto como la derecha (seguramente más) en ciertas afirmaciones o comportamientos cortoplacistas o envejecidos en cualquiera de los interrogantes aportados. Pero no es menos cierto que son movimientos y avances tejidos esencialmente en el ámbito progresista, y que enfrente han tenido y tienen a las fuerzas del espectro conservador, incluso las más moderadas.

Habla Azúa en su artículo de cómo la izquierda italiana miraba hacia otro lado con largos silencios y dudas cuando Primo Levi hablaba en sus terribles textos sobre el Holocausto, sobre la experiencia de los campos de concentración. Pero puede que en esa duda no hayan estado solos los izquierdistas italianos, porque el negacionismo actual (no el de los años 50) no se encuentra entre las filas de la izquierda. De la misma manera que tampoco son las filas de la izquierda las que todavía hoy ignoran o se empecinan en no considerar víctimas del Holocausto a los homosexuales. ¿Sería justo acusar a Azúa de mirar hacia otro lado por no recordar tantas luchas y tantas tragedias recientes o contemporáneas, la propia mencionada de los homosexuales en sus textos, en este texto? No lo creo.

De la misma manera que no lo es acusarnos a quienes planteamos una mirada progresista hacia nuestro entorno de mostrar afecto por la dictadura cubana (yo no lo hago), negar las barbaridades de los Gulag (yo no lo hago), criminalizar a Estados Unidos por el hecho de serlo (junto a las cosas que no me gustan de Estados Unidos están las que les reconozco y las que admiro). Y así un largo etcétera.

Y es que me da la impresión de que cuando Azúa habla de cierto dogmatismo a la izquierda, lo hace con la mirada puesta en una intelectualidad vieja, de otro tiempo, de otro siglo. Que tiene poco que ver con la realidad del hoy, y mucho tal vez con los propios fantasmas de quien firma el texto.

6 comentarios:

Marga de Quevedo dijo...

A mi a pesar de que este articulista me suele gustar y es de mi quinta,tambien me chirrió un poco su lectura,pero pensé que quizá le faltó espacio para puntualizar.
Gracias,profe por tan sentidas y claras puntualizaciones.
Hoy hay clase.Bien

Marga

BRUNO6 dijo...

Muy interesante y de acuerdo contigo y con Marga.A veces este hombre me sorprende un poco desagradablemente y no llego a entender ciertos pequeños"bandazos".

j. Cabezon dijo...

El artículo de Azua me pareció muy interesante. Mi opinión es que Azua nunca ha sido un dogmático y de ahí que en ocasiones alguna opinión suya pueda parecer más o menos heterodoxa, aunque habría que añadir que heterodoxa respecto a quien o a qué.
Muy bueno tu comentario.
En todo caso,y perdona que aproveche la entrada, para sumamrme a quienes califican al régimen cubano de dictadura (sin más adjetivos).
Escéptico

Nacho dijo...

Felix de Azua se referia a la obra de Tony Judt, en concreto a sus retratos de intelectuales franceses desde la epoca de entreguerras hacia adelante. En especial, el caso de Camus, aunque en Judt el tema se trata a fondo en la relacion Sartre con el anterior y con Aron. De hecho Azua no se confunde, dado que no es nada original (tampoco lo intenta, lo cual le honra): la referencia izquierda no es de Azua si no de Judt,

En aquel tiempo muchos de esa tradicion socialista democratica que mencionas acribillarin dialecticamente a aquellos intelectuales que levantaron la voz contra Pol Pot. Decian aquellos socialistas franceses de inmaculada tradicion democratica que nada malo podia venir de esas ideologias.

Una lectura de Judt, profesor en Nueva York y ahora lamentablemente postrado en cama por una enfermedad degenerativa, siempre es recomendable. a muchos os sorprenderia (es mejor que Azua, eso os lo aseguro)

Por cierto, yo escogeria con mas tiento los ejemplos, el de la Comuna de Paris me ha sorprendido especialmente. La primavera del 1871 no se si fue democratica, pero si algo confusa. Caray, que era 1871. vale que el socialismo haya cambiado pero en los 1848s, 1870s o 1930s era un tanto revolucionario. No pasa nada, es la historia. Yo me alegro de que el socialismo haya cambiado. Por que no siempre fue asi. Recurda Rukaegos los idus de marzo (del 34, segun creo).

Rukaegos dijo...

Gracias por vuestros comentarios, Marga, Bruno y Jesús, aunque me vais a permitir que me centre en responder a Nacho.

Como he dicho no he leído aunque probablemente lea el ensayo de Judt. Y nada tengo que objetar ni a su valoración acerca del comportamiento infame de los intelectuales que desde cierta izquierda justificaron las atrocidades de Ceaucescu, Stalin o como tú apuntas Pol Pot, ni tantas otras. Y que para hacerlo además acosaron a viejos compañeros de ideas y proyectos que tal vez fueron más avispados, más inteligentes o más humanos en su comprensión de la barbarie. A cada lado, a la izquierda sí pero también a la derecha ha habido quienes en nombre de valores, ideas, programas o militancias han justificado el horror.

Y no es ahí donde he planteado algunas reservas ante el artículo de Félix de Azúa, sino más bien en aquellos momentos en los que parece confundir aquella izquierda dogmática y vieja con otros movimientos y otras realidades, en las que tomamos parte muchas personas que ni justificamos a Pol Pot (o a Castro) ni lo hemos justificado nunca. Y es que sigo creyendo que hay una parte de prejuicio, de experiencia personal o de viejas experiencias que lastran esa parte del análisis de Azúa en El País.

En el 48 había muchos revolucionarios, Nacho, también los liberales, como en el 30 o en la Revolución Francesa. Algunas veces las revoluciones han sido necesarias para transformar regímenes y sociedades agotadas y probablemente perversas. A veces no ha sido bueno el resultado, otras sí, y siempre el proceso ha sido violento a doble banda y por tanto y como mínimo cuestionable. En mi referencia a la Comuna de París, habrás visto que lo hago en relación al personaje de Louis Blanc, acusado por los "socialistas científicos" de utópico, entre otras cosas por plantear la aceptación del sistema parlamentario, de la regulación del trabajo en el ámbito republicano, y que trató de moderar los postulados de la Comuna. En todo caso, la Comuna sirvió para unas reformas importantes y justas en la legislación laboral francesa. Pero insisto en que la alusión tenía más que ver con la presencia en ella de Blanc y con él de una de las figuras originales de la tradición del socialismo democrático.

Y es que no creo que a estas alturas de la película tenga que justificar que las lecturas totalitarias de la realidad no me gustan, ni unas ni otras.

Nacho dijo...

No no tienes que justificar absolutamente nada en ese campo. Ni creo haber yo puesto en duda ese punto

El problema en todo esto es la elevacion a mito de un sueno. Pardiez, claro que habia liberales (que tiene que ver poco con el termino utlizado en estos momentos por cierto) en esos actos; tambien monarquicos con tintes revolucionarios, si la ocasion era propicia.

Esa es la razon por la que ver en la actualidad "herederos" de aquellos resulta algo tan discutible. Ni tengo a ti, por poner un ejemplo, como heredero de Largo Caballero, ni a Rajoy como heredero de Franco. Pero es precisamente lo contrario lo que vemos; y es a esta forma de ver las cosas a la Judt (un personaje gloriosamente promiscuo y socialista hasta las pestanas) se lanza.

Es por eso por lo que no es menos mito un PSOE comprometido desde su fundacion con la democracia (que los annos 20 y los 30 eran los 20 y los 30 en Espana, en Italia, en Rusia y en Tombuctu y eso de la democracia era una cosa bien discutida por casi todos) que el de una derecha cavernicola y fascista.

Estas formas de ver las cosas, estos totalitarismos del pensamiento son contra los que la historia nos deberia poner en guardia, y no los que determinaran una forma de ver la historia segun el gusto del pensamiento de cada uno

Un abrazo

PS. No hay revolucion que haya sido visto como necesaria cuando irrumpe en la vida de las personas. Estan son vistas como tales solo con el beneficio del tiempo. Yo, personalmente, me guardo de visiones romanticas sobre las revoluciones.

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