Por aquel entonces, Alipio Loderrocha era todo un proyecto de gloria local. A su vertiginosa y deslumbrante técnica digital se unían un estilismo capilar muy la-vie-bohème y un carácter quecarácter que al alimón provocaban en las damas de la Sociedad Filarmónica El Visón Armónico un arrebolado éxtasis facial que solía fluir hacia el pensamiento profundo. “Con lo mono que es, y lo genio, y lo joven, y los dedos que tiene… ¡Aaaaayyyyyyy!”. El coro de arreboles había llegado hasta las mecénicas orejas de Lagaviota MacMoney, que se propuso impulsar la carrera del muchacho per aspera ad astram, que diría Clementi. O en roman paladino, que le iba a joder bien jodido enviándolo a un conservatorio, soviético en todos los sentidos, del que volvería transfigurado en un nuevo Rubinstein.
Andaba Rukaegos por aquellos años intentando sobrevivir a las no menos ásperas condiciones del “Conservatorio Provincial de Música Chuchi el de la Abadía”, donde entre charleta y charleta con un profesorado por el que hubieran pagado en bloque un sustancioso fichaje los de Dónde Estás Corazón y que resultaba harto útil para conocer los últimos excesos y anécdotas del who-is-who santanderino, intentaba que sus dedos pre-sonaran a Brahms, Beethoven, Mozart y demás chupipandi musical con sorprendente inhabilidad.
Marijó Pelines, su musa y profesora en el último año de la procelosa carrera fue quien le comunicó a Rukaegos la maravillosa nueva. “No te lo vas a creer, pero aprovechando unas vacaciones en casa de Alipio Loderrocha, hemos decidido organizar unas superchachis masterclases de esas o como se diga, y cada profesor va a llevar a lo más granado de su producción. O sea, tú, en lo que a mi repertorio de alumnos se refiere. Vas a ver todo lo que aprendes”.
A mí, claro, se me plegó y desplegó el ego en varias sesiones, mientras me veía ya como una especie de Rukaegos Polloni marcando idem y deslumbrando al mundo mundial sabiamente dirigido pos los consejos de Loderrocha. Y tras muchas dudas, decidí debutar ante la fama con mis ex - pléndidas versiones (debidamente contrastadas ante las amistades y la vecina sorda del primero izquierda) de Bach (“Concierto Italiano”) y Beethoven (Sonata número 17, también conocida como “La tempestad”).
Llegó el momento, qué momento, de demostrar quién era Rukaegos. Y me acomodé al piano para mi primera sesión de masterclass o como se diga con un Alipio Loderrocha al que ya había visto gritar, amenazar y defenestrar a varios precedentes (que no se les olvide lo del carácter quecarácter). Y listo para obnubilar al auditorio, ataqué –con saña- el Concierto Italiano de Johann Sebastian San Bach.
Terminé el primer movimiento harto satisfecho de mí mismo, con apenas un par de deslices insignificantes fruto sin duda de los nervios. Como Loderrocha no decía nada, presumí que había entrado en trance estético y pasé página para meterme con el delicado movimiento lento. “Bien, bien, espera, espera”. Me dijo el genio. “Mejor vamos a trabajar un poco este movimiento. Vuelve a tocarlo desde el principio, pero ahora trata de articular”. Mirele y mirome, ambos a dos sonrientes cual tortolillos, asentí a sus dulces y exquisitos requerimientos, regresé al principio y ataqué de nuevo el hermoso allegro. Channnnnnn falasidoredofasi(bemol)mireredo, Channnnnn…
“No, no, no, no, no, que no, que te he dicho que articules” profirió en un tono algo menos dulce Loderrocha, sin duda sorprendido de que su inteligente apreciación no hubiera sido respetada al primer intento.
Quiero alegar en mi descargo que por aquellos tiempos, en el Chuchi el de la Abadía una clase de música tenía mucho parecido con el concepto “tomar la lección”. Vamos, que mientras dieras las notas más o menos en su sitio y lo llevaras cada día un poco más rápido todo estaba bien. Un concepto técnico tan elemental como el de “articulación” nada tenía que ver con la praxis docente, de tal manera que ante la orden de “articular” y la dificultad para preguntar “¿y eso qué es?”, destruyendo así todo sentido a mi presencia entre las estrellas del firmamento pianístico local, uno volvía al teclado intentando no desfallecer, controlar los nervios y of course articular.
Channnnnnnnnnnnnnnnnnn
No pasé del conocido primer acorde en Fa Mayor. “PERO TE ESTÁS RIENDO DE MÍ O QUÉ. TE HE DICHO QUE ARTICULES, JODER”.
Channnnnnnn”QUE NO QUE NO, QUE ARTICULESSSSSSSSSSSSSSSSSSS”
Ch...
QUITA Y DÉJAME A MÍ A VER SI LO ENTIENDES QUE PARECES IDIOTA”
Me da un violento manotazo en la diestra, me empuja fuera de la banqueta, se sienta, agita el estilismo capilar la-vie-bohème con estudiada genialidad y comienza con el acorde inicial y tres notas. Channnn falasidooooo. “ASÍ, ES ASÍ, ¿LO ENTIENDES EH, LO ENTIENDES?”. Yo no he entendido nada, claro, pero digo que sí con la cabeza, claro, y me dispongo a repetir lo que ha hecho él que según mi falta de juicio es lo mismo que había hecho previamente yo.
Chaaannnnnnnnnnnnnnn
Enloquecimiento absoluto de Loderrocha. NOOOO NOOO NOOOO NOOOO NOOOOOO. ES QUE NO ME HAS ESCUCHADO NO ES ESOOO NOOOOOOOO. PERO QUÉ HACE AQUÍ ESTE IMBÉCIL. NOOOOOOOOOOOOO.
Nunca le agradeceré bastante al reloj el haber marcado las seis menos diez pm, momento exacto en el que yo debía ceder mi asiento a una nueva víctima. Un segundo antes de que el humillado Rukaegos comenzara a llorar y gritara sollozando “Quiero ir con mi mamáaa”.
Alegué una caída accidental que me había destrozado la muñeca para evitar más gritos por no articular debidamente la sonata de Beethoven. Y regresé la semana siguiente a la rutina de las clases con Marijó, que eran sin duda menos geniales, pero al menos se cursaban en idioma conocido. Me pidió Marijó el Concierto Italiano, que pasé con la correcta y pobre destreza habitual, de corrido y esperando que como de costumbre me dijera la profe “muy bien, la semana que viene un poco más rápido”. Cuál no sería mi sorpresa al escuchar en lugar de la reconfortante frase:
“Bien, bien, no está mal. Ahora empieza de nuevo y trata de articular”.
Qué gran artista perdió el mundo, sniff.
3 comentarios:
"Eres máaaalo,Miniyoooo". Entendido.
Qué voy a ser malo, simplemente aprendí a palos a articular ;)
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