Da un poco de miedo escribir sobre nuestro democrático Poder Judicial, desde que aquel político dijera lo de que "La Justicia es un cachondeo". Así que no vamos a decir eso, tampoco vamos a decir que el sistema de acceso a la judicatura deja bastante que desear, ni que la formación de los jueces tiende más a establecer un orgullo de clase que un servicio público, ni que resulta chocante que estando prohibida la militancia política de la judicatura no haya empacho en que sean amigos o confidentes de unos y otros, o de que militen en instancias religiosas o sociales que pueden condicionar y de hecho condicionan sus fallos puede que más incluso que las ideas políticas. Nada de eso.
Pero sí que después de muchos relatos en la misma dirección voy a escribir sobre la falta de educación, el nulo respeto a las formas que tan importantes son en todo procedimiento, de ciertos titulares de juzgados varios. Y lo voy a concretar, qué le voy a hacer, ando cabreadillo, en un episodio reciente del que apuntaré algunas cosas sin dar muchas más pistas.
De manera general, cuando un caso llega a los tribunales, y salvo excepciones dolosas o temerarias que estoy seguro existen pero también que configuran una ínfima parte de lo analizado en nuestros tribunales, hay dos intereses en conflicto que de una manera u otra, con mayor o menor parte de razón, tienen sus argumentos válidos y respetables para intentar un fallo favorable. No voy a ser tan inocente como para pensar en Montesquieu y en el tópico de "la boca muda de la ley". Porque de hecho hace mucho que dejé de creer en el Ratoncito Pérez. Pero sí voy a recordar que nuestra tradición histórica llamaba a los jueces "oidores", y que éste era un nombre bien adecuado a uno de los elementos esenciales de su trabajo: oír, escuchar a las partes antes de determinar cuál de las razones en conflicto era más fuerte. De la misma manera, me apetece recordar que la función judicial en Roma (patria y maestra de nuestro Derecho) estaba revestida de "auctoritas", de autoridad, entendida como una sabiduría socialmente reconocida.
Poco oidora y menos revestida de autoridad se me figura la jueza que en días pasados tuvo entre sus manos y pequeño pleito que afectaba a una asociación de la que formo parte. Un conflicto laboral de pequeña escala que probablemente nunca tuvo que haber llegado a los tribunales y en el que tengo absolutamente claro que la llamada "buena fe" estuvo siempre de parte de la asociación, mientras que las maniobras oscuras y puñaladas traperas corrieron siempre por parte de la contratada. Aún así, cuando pasó a juicio creo que la asociación tenía claro que el fallo no le iba a ser favorable, pero había varios puntos en conflicto acerca de la cantidad adeudada (por eso no hubo acuerdo previo). Quiero decir que no voy a entrar en el contenido material de la sentencia, por más que me sorprenda que haya una condena en costas (algo relativamente poco habitual) para un litigante que había actuado en todo momento con claridad y buena fe y, tal vez, con un exceso de inocencia.
Lo que sí me resulta indignante y fuera de todo límite admisible fue el comportamiento de la señora que se sentó en el estrado (bueno, vamos a pensar que fuera la jueza). Mientras la abogada de la asociación leía sus alegatos, se dedicaba a mostrar cara de fastidio, interrumpir y cotorrear con la secretaria, en una exhibición no sólo de indiferencia y desinterés, sino viniendo a mostrar que nada de lo que la abogada pudiera decir en el juicio oral podría cambiar la decisión con la que ella sin duda había entrado ya en la sala. Comentarios como el "llama por teléfono a la contratada a ver si es verdad que ha recibido este ingreso, que no me fío" al recibir los comprobantes oficiales de una transferencia continúan mostrando en forma y tono un desprecio hacia una de las partes desalentador e injustificable.
Y para rizar el rizo, cuando la abogada intenta hacer unas preguntas a la Presidenta de la asociación, se permite el lujo de decir, igualmente de muy malos modos, "Y usted ¿quién es?¿la presidenta dice?" para mirar con la misma actitud de inquisidora borde el expediente y espetar con displicencia y superioridad "Bueno, vamos a dejarle a usted que sea presidenta".
Vuelvo a resaltar que el contenido material de la sentencia está fuera de la causa de este artículo. Pero como socio de un colectivo, como votante de la presidenta democráticamente elegida (algo que no podría decir en su favor la magistrada Juezabel), me siento insultado por esa forma de tratar a nuestra representante.
La democracia es en buena medida procedimiento, formalidad. Y ese carácter se acentúa en las situaciones de resolución de conflictos, donde las formas son esenciales. Que nuestra judicatura pretenda tener Auctoritas cuando cuenta con educaciones tan cuestionables como la presente suena a broma. Porque sólo desde el respeto hacia los demás se puede exigir el respeto hacia lo que uno es o representa.
Pero vista la impotencia con la que la asociación y su presidenta hubieron de enfrentarse a los malos modos y falta de rigor profesional de la, vamos a dejar que sea, magistrada, sumada a tantos casos y actitudes similares, no es de extrañar que en España los jueces compitan con los políticos en el dudoso honor de ser los grupos de quienes más desconfían los ciudadanos.
4 comentarios:
(Uno..dos..probando..).MIENTES,BELLACO!.La judicatura es la más bella profesión.Delicada y equilibrada muestra del magnífico y nunca bién ponderado bienhacer de sacrificadísimas personas que con premura y equidad resuelven nuestras estúpidas querellas.Malvado e ingrato populacho que osa gratuitamente afirmar que son corporativos y cuasi endogámicos por alguna huelguita de nada y por semejanza de apellidos...(¿Ha quedado bién grabado?.A ver si me va a"caer"álgo,¿eh?...)
¿Mientes bellaco? ¿En casa del tío Maragato mataron un gato?
Confiesa, cobarrdepecadorr: ¿cuánto te ha pagado Juezabel para que abjueres de tus principios y trates de salvarte con semejante peloteo? :P
La verdad es que nada,pero me parece bueno a veces vendarse antes de la herida...
Como tu dices, más allá de entrar en el fondo del asunto que no discutes, las formas son más que importantes. Imagino el "trago" para la Presidenta de la Asociación y para quienes estabais prestándola su apoyo.
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