lunes, noviembre 02, 2009

HONRAS, ESPOSAS Y ESCARNIOS


Mucha palabra y mucha tinta estos días en torno a las imágenes difundidas por los medios en las que se mostraba a los (presuntos) chorizos de las tramas catalanas con las esposas puestas en el momento de ser detenidos. Han sido numerosas y furibundas las críticas hacia el Gobierno por estas imágenes que supondrían una vejación hacia los detenidos y, según la judicatura catalana, añadirían una pena de escarnio que no está contemplada en nuestra legislación penal. Y así las protestas se suman a las que los coros peperos entonaron hace unos meses cuando fueron suyos los (presuntos) chorizos exhibidos.

Se me ocurren algunas reflexiones al hilo del debate. Y la primera de ellas tiene un cierto acuerdo con algunos de los extremos en los que se apoyan las críticas serias. Porque es verdad que en este santo país llevamos tiempo olvidándonos de algunas de las garantías esenciales del Estado de Derecho. Una de ellas, la presunción de inocencia, que vendría siendo sistemáticamente vulnerada no por los agentes gubernamentales sino por unos medios que cada día más hacen dudar si no de la ética profesional de los periodistas (de una buena cantidad de periodistas) sí de la ética empresarial de las corporaciones mediáticas. Los juicios paralelos, las hordas vociferantes que esperan a los detenidos, las condenas sin paliativos de tanto opinador profesional con tanta admiración por su propia vanidad como ignorancia de las leyes, empiezan ya a apestar más allá de lo razonable. Otra, el sometimiento al principio de legalidad, que compromete a los poderes públicos pero parece no ser demasiado apreciado entre los mismos medios que, en efecto, tienen la costumbre de obtener audiencia y réditos sometiendo a escarnio público a los detenidos que les interesen en cada momento, sin necesidad de esperar a juicio o condena algunos. Y es cierto lo que dicen los jueces en Barcelona: no hay pena de escarnio o vergüenza pública en nuestro Código Penal (por más que a Revilla I, El Inefable, además de Cantabria "le pongan" las exhibiciones públicas de indignidad: lo mismo se anima a proponer la recuperación del cepo medieval).

De hecho, me pregunto en qué situación quedarían la imagen, el honor, la intimidad (derechos igualmente reconocidos en nuestro ordenamiento constitucional y dotados además de protección reforzada) en caso de que pudieran demostrar su inocencia y no hubiera condena. ¿Quién podría reponer el daño causado?

Pero ...

Nuestra Constitución también consagra el principio de igualdad ante la ley. Me pregunto por qué medios, opinantes, partidos y judicatura nunca oponen reparo alguno cuando la exhibición impúdica del detenido tiene como sujeto pasivo a un chorizo del común, a un delincuentillo de poca monta o, simplemente, a un ciudadano más. Porque a parecida humillación se sometió a las mujeres que habían interrumpido su embarazo en Isadora, y a ver quién soluciona esa vejación ahora que se ha constatado que ninguna abortó de manera ilegal.

Y es que siempre en nuestro sistema, en nuestras sociedades, los ladrones de guante blanco han sido visto por poderes fácticos varios en la categoría de "uno de los nuestros". Simpáticos comilitones que cayeron en desgracia por falta de cuidado en actividades más extendidas de lo que nos pensamos y en las que el poder mete la zarpa siempre que puede. Que es con frecuencia. Así que no basta con que con el dinero trincado tengan la posibilidad de pagar los mejores abogados de su circunscripción, justo esos a los que los demás ni podríamos soñar en tener de nuestro lado. No basta con que los frutos de la rapiña nunca aparezcan. No basta con que en prisión, llegado el caso, suelan recibir un trato privilegiado. No basta todo eso para dejar claro que los chorizos de cuello blanco no son de este mundo. Además hay que respetar su dignidad y su imagen, pobrecitos, aunque no la de cualquier otro mortal.

Sería deseable que las noticias relacionadas con el ámbito penal fueran tratadas con más seriedad por los informadores (siempre) y que se pusiera un plus de cuidado en las fuerzas del orden para evitar excesos en la propagación de imágenes (siempre). Pero creo también que quienes han sido servidores públicos y han aprovechado en su propio provecho y en el de sus clanes el poder desempeñado no ven cuestionado su honor o su imagen por una foto con las esposas puestas. Su nombre descendió al barro por propia decisión en el mismo día en que sus bolsillos empezaron a engordar con el trabajo ajeno. Así que o todos romanos o todos cartagineses. Pero el coro de plañideras con solidaridad de clase de estos días me parece mucho más bochornoso que las imágenes en sí.

4 comentarios:

fermin dijo...

Por encima de todo debiera prevalecer la presunción de inocencia, para todos, moros y cristianos.
No sería la primera vez que el mediático juez se la tiene que envainar. Menos publicidad y más recursos para la justicia. Y puestos a pedir más transparencia en las empresas, patronatos, fundaciones y demás engendros de las administraciones.
Así lo ve un modesto conserje-escuela.
Saludos, paisano

Diana. dijo...

Se supone que el daño al honor, la imagen, etc. está hecho desde el momento en que una persona es acusada y detenida no sólo desde en el momento en que muestran una imágen esposado...Otra cosa es que sea únicamente ahí donde empiece a asomar algun resquicio de vergüenza, en el caso hipotético de que tengan, en este tipo de delicuentes. Sea como sea, poco les dura y les importa. Y el regodeo de los medios en la frivolidad y no en lo serio es al que nos tienen acostumbrados (es un decir) a los televidentes/lectores de información (sobre todo la TV, que es más vistoso). La ética nunca es ni será algo de carácter priotario en ningun tipo de "empresa" con fines lucrativos.
un saludo

Anónimo dijo...

Que raro, no?. Cuando en sus muñecas llevaban Rolex o Tag Heuer de cientos de miles de euros no pasaba nada pero ahora que lo que llevan son esposas sí incomodan.
Ya.

Rukaegos dijo...

Buen apunte, Patricia. Supongo que los Rolex indicaban que dentro de la estructura ellos eran de los que ponían la bota para pisar a los demás, pero la sensación de estar cogidos y pisados les resulta tan nueva como incómoda. Y eso que yo tengo una pulsera monísima que me regaló un amigo que imita la forma de unas esposas y tiene un toque super perverso.

Diana, así es: siguiendo la lógica que escuchamos estos días, simplemente no se habría detenido a la pandilla ésta (y similares) para evitar dañar su buen nombre. Hoy escuché a un tertuliano profesional defender que habría que clasificar a los detenidos en tres o cuatro categorías y a los "menos peligrosos" (o sea, a los que más roban y con más descaro) tratarles de manera más discreta. Lo mismo se refería a que fueran a detenerlos con la limusina de la policía, que es superdigna y superdiscreta. Eso sí, sorprendentemente todos los medios que difundieron las imágenes pretenden decir que la culpa de la emisión de las mismas es de la policía.
Fermín, sobre la situación de la justicia no sé si decir algo, que luego acaba uno en chirona como Pedro Pacheco. Contra los largos brazos de la cosa nostra mejor mantenerse a distancia. Pero aunque tienes razón, se tengan los medios que se tengan, llegará un momento que al chorizo habrá que empaquetarlo y llevarlo al trullo. Y ahí, vuelta a empezar. Porque me imagino que para detener a los pobres esposados la judicatura habrá tenido en la mesa papeles pelín comprometedores.

Saludos a los tres y gracias por los comentarios :)

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