Quedan ya unos pocos poemas por rematar, dos llamadas de teléfono para el diseño del libro y para su portada, que me gustaría que estuviera inspirada en la foto que acompaña este texto y que es una de las imágenes de Leo que han generado poemas para "33 Instantáneas".
Se cumplirán en julio cinco años desde la publicación de "La mirada caliza", cinco años en los que no ha sido fácil escribir desde el abismo, pero en los que de nuevo la escritura tenía algo de grito ganador a medida que eras capaz de controlar el resultado. Cinco años, tiempo más que suficiente para que la necesidad de publicar sea ya urgencia, para que los poemas que habéis ido conociendo en este tiempo pesen demasiado y sea preciso apartarlos para que afloren otras palabras, otras emociones, otros tiempos, quizás, quién sabe, los que hablen de la soledad, la serenidad, la contemplación con un punto estoico y otro punto cínico.
Si unimos esa urgencia de ser al carácter privado, íntimo, doloroso de lo que el libro contiene, quizás se pueda entender que esta vez no tenga ganas ni humor de enviar los poemas a un certamen tras otro, en espera de suerte y de colocación del libro en alguna colección de campanillas. O lo que es lo mismo, de que desde hace ya un año, cuando empezaba a tomar clara forma, haya una fuerte decisión de optar por la tan mal vista auto-edición: Mis recuerdos, mis poemas, mi dinero, mis reglas.
Y es que la otra opción habitual en el denostado estado de las autonomías es acudir a financiación y colecciones públicas. Muchos sabéis que mi compromiso político ha devenido en un doble problema. Por un lado, desplantes, exclusiones, censuras y putaditas varias por administraciones populares con las que francamente ya no quiero trato alguno, ni siquiera con la de mi municipio natal y residencial. Por otro, no me parece conveniente dar cuartos al pregonero para que saque cantares con lo que aquí el menda se aprovecha del poder de los amigos cuando cambia el tercio.
Hace unos pocos días, precisamente, unos amigos se han puesto en contacto conmigo para pedirme un libro de poemas, un libro que podría incorporarse durante este año a la colección que lleva ya dos o tres años en funcionamiento y que vive avalada por la Consejería de Cultura de Cantabria.
He dicho que no.
No hubiera sido necesario esperar a nuevos con complejo de Adán. De hecho, se trata de valores viejos, muy viejos, que me fueron perfectamente comunicados en la educación familiar y escolar. Que a lo mejor uno viene de casta, pero de buena casta. Lo que no voy a negar es que el exhibicionismo adánico sí puede tener algo que ver con este artículo, porque me estoy cansando de que parezca que aquí solo existe la honestidad cuando los edénicos nos la cuentan (la practiquen o no, que esa es otra historia). Y contra el viejo adagio evangélico de "que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda", voy a agradecer la propuesta, pero voy a dejar claro desde ya y con publicidad que no voy a participar en la colección. Tanto por el abismo íntimo que supone para mí "33 Instantáneas" como por el hecho de que la colección viene financiada precisamente desde esa sociedad regional en la que ahora mismo me encuentro trabajando. Y aunque mi actividad como poeta tenga nula relación con mi actividad profesional o política, considero que quedaría feo publicar un libro propio pagado con dineros de todos. Cierto, me han intentado convencer con este argumento, que tengo tanto derecho como cualquier otro poeta a estar presente en la colección. Pero las formas son importantes, las ropas de la mujer de César son importantes, y aunque sé que recibiré como ya ha ocurrido buenos ataques acusándome de aprovecharme de mi posición y mis influencias, me quedo mucho más tranquilo sabiendo que los anónimos de turno simplemente no tendrán razón.
A lo que de verdad importa: A finales de marzo (qué bonito si coincidiera con el cumpleaños de Leo) o principios de abril habrá libro. Ya os estoy esperando.
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