sábado, octubre 26, 2013

CAMBIO DE DOMICILIO


Algunos amigos se sorprenden cuando les cuento que ya no vivo en Santander. Y eso a pesar de que ya eran muchas y claras las pistas que había ido dejando en el día a día real y virtual entre las cuales no fue la menos evidente el cambio de nombre de este blog al que tanto quiero y tanto debo. Si, este que se llamó en su día Un Santander Posible , como todavía consta en su link, antes de transformarse en la habitación del caos. 

El Santander Posible se devino en mi consideración Imposible primero, profundamente Antipático más tarde, Inhóspito ahora. Algo que me sorprende si pienso en todo lo que he querido a mi ciudad natal, y, vamos a dejarlo aquí que todavía me quedan algunas historias sorprendentes por contar que no sé si contaré, lo que arriesgué por ella o a lo que renuncié. Santander es la terra patris , el lugar en el que mi familia se desarrolló durante generaciones maternas y paternas, un conglomerado de calles, de objetos, de recuerdos que te impregnan casi a cada paso. Al menos en la mitad sudoriental de la ciudad. Santander es también, lo fue y lo sigue siendo, el contenedor de muchas personas a las que quiero o aprecio. Familia, amigos, alumnos, compañeros de aventuras variopintas de otros tiempos y de estos. Pero ha ido creciendo dentro de mí cada vez con más fuerza la sensación de ser extranjero, una sensación que se ha hecho más fuerte cuando las últimas decisiones sobre el futuro de la ciudad han ido dando forma a un proyecto vacío, que no me gusta pero que no tiene vuelta atrás. Ante el silencio y complacencia de santanderinas y santanderinos.

Así que me he ido. Son muchas las razones que hacen difícil el cambio físico, por no decir imposible. La cobardía, seguro, entre ellas. También las responsabilidades adquiridas, la edad, algunos afectos. Y aunque no descarto salir algún día de aquí, vivo o muerto, he decidido plantar mi casa en un lugar más amable. Y he recuperado algo de aquello que los historiadores de la posguerra hispánica denominaron el exilio interior. Desaparecer hacia dentro. Vivir mi tiempo mental, mi realidad afectiva y emocional, donde me dé la gana, sin atarme a la tierra ni a la realidad sensible. Me quedo, pues, con las responsabilidades, cada vez menos, y los afectos. Elijo de Santander ya tan sólo una parte de su gente y me la apropio para llevarla conmigo. Corto compromisos y cierro puertas traseras, quemo naves y construyo cierta evidente esquizofrenia en la que mi cuerpo quedará, ¿cuánto tiempo? atado a este universo limitado que llaman Santander, mientras mi mente, mis sueños, mis intereses, yo, a un tiempo nos proyectamos en el espacio hacia fuera y hacia dentro. Lejos, en cualquier caso, sea la dirección cual sea.

Así que ya lo sabéis, y aclaro las dudas de quienes me habéis mirado extrañado ante la broma del "Ya no vivo en Santander". Porque hablo completamente en serio. Vivo dentro de mí. En un territorio al que algunos estáis invitados. Cada vez más definido, cada vez más lejano, ya no Santander, eso es claro, creo que tampoco Cantabria, puede que ni siquiera España. 

Y es que al final quienes se empeñaron en hacer de este lugar, de estos lugares, tierra muerta y cansada han ganado la partida. Me rindo y me voy. Hacia dentro.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una pena, quizá algún día encuentre un camino, pista o ruta para que tengamos el encuentro pospuesto hace ya años.
Un fuerte abrazo, majo.

BRUNO dijo...

No me extraña en absoluto, y te felicito por la decisión de "mudarte".
Yo mismo inicié ese camino hace tiempo, al principio involuntaria y casi imperceptiblemente, hace años de buen grado y conscientemente.
Santander, ciudad inhóspita.
Hace tiempo mis amig@s saben que la llamo directamente "Botinburgo". (Y las postales llegan).
Saludos y buen viaje de exilio.

Frantic St Anger dijo...

Ay, querido. ¿Por qué te crees que yo me mudé a la frontera hace tantos años? El único inconveniente es que al ser un cruce de caminos todo está sólo de paso pero nada me impide saltar de un lado a otro sin tener que pagar por ello y eso resulta de lo más liberador.

Un besote.

Anónimo dijo...

Es una lástima, porque esa ciudad tiene mucho encanto y es preciosa!

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