Cuando estás al tanto de la realidad, no es raro que te sorprenda la manera en la que la cuentan determinados periodistas, determinados medios, determinados intereses. Pero como yo no soy del gremio, voy a abstenerme de consideración alguna en torno a conceptos como objetividad, informaciones contrastadas y otras quisicosas.
Pero tampoco voy a dejar de pronunciarme sobre un pequeño revuelo vivido esta semana en Cantabria y amanecido en buena medida en las páginas dominicales de El Mundo Cantabria. Porque ese revuelo afecta a una de mis preocupaciones particulares, el maltrato y el abandono de mascotas, de animales de compañía. No creo que a los lectores residentes y mediopensionistas del blog os vaya a pillar de sorpresa. Y es que si algo tienen de bueno las redes sociales es que han roto el monopolio de la información y de la comunicación y nos dan pie a los ciudadanos para difundir nuestras ideas y precupaciones, sueños y banalidades. También nuestras propias versiones.
No siempre es cierto eso de que los políticos permanezcan levitando en una burbuja ajena a la sociedad. A veces tienen los oídos atentos, escuchan, hablan y tratan de transformar esa realidad siempre perfectible que nos preocupa y que denunciamos. Así, la diputada del PSC-PSOE en el Parlamento de Cantabria, Chabela Méndez, escucha desde hace mucho tiempo a activistas vinculados con el mundo del bienestar animal, implicados en la lucha contra el maltrato y el abandono y ángeles para esos miles de gatos y perros que cada año sufren en Cantabria la desgracia de haberse creído aquello de "mejores amigos del hombre". Ha estudiado la situación, se ha documentado, se ha preocupado y desde esas tres patas ha decidido comprometerse en una mejoría administrativa y legal que permita superar un marco francamente ineficaz e insatisfactorio. Un marco de cambio legal que es ya un clamor en todas y cada una de las regiones de España y que ya está atravesando nuestras fronteras: la situación de los animales de compañía en nuestro país provoca estupor y horror en la Unión Europea.
Consecuentemente con esas tres patas, Méndez dio el primer paso obligatorio antes de proceder a iniciativas de mal calado: tratar de completar la información (si la consejera de medio rural Blanca Martínez tiene a bien responder y enfrentarse de una maldita vez al problema) preguntando como parlamentaria al ejecutivo cántabro una batería de preguntas relacionadas con datos de abandono y maltrato, denuncias, situación de centros de recogida, relación con protectoras, campañas de información, situación sanitaria, iniciativas sobre esterilización, control de chips, etc. 24 en total, bastante centradas esta vez en el mundo de los perros aunque son de esperar las que incidan en las particularidades de los gatos. De esas 24, 4 concretaban y pedían datos específicos sobre maltrato y abandono en el entorno de la caza. Y son esas cuatro las que han indignado a un periodista de El Mundo, al periódico como tal (dos editoriales) y a la Federación de Caza.
Les cuento, según El Mundo, Ana Isabel Méndez sólo ha presentado esas cuatro preguntas (en todo momento se ha ignorado deliberadamente la existencia de las otras 20) para protagonizar un ataque que entienden vejatorio y gratuito para los cazadores de Cantabria (10.000 licencias, nos dicen) al afirmar que hay cazadores que maltratan y abandonan a sus perros , y además insultarlos llamándoles escopeteros. Afirma que según el SEPRONA las denuncias sobre abandonos en la caza son mínimas, un 28% (aportan la cifra), por lo que parece absurdo preocuparse por cosa tan nimia. Le exige el medio a la diputada que presente disculpas a los cazadores y, hoy, se regodea con su victoria (de haberlo sido, triste victoria sería esa que para satisfacer determinados egos y status se mea encima de las víctimas, en este caso los perros de caza).
Pero ... Hagamos cuentas. ¿Que el 28% de los abandonos no es relevante? Ese porcentaje supone que uno de cada cuatro perros abandonados lo ha sido por un cazador, supone que si aplicamos criterio de unidades familiares de cuatro por familia habría 40.000 cántabros directamente relacionados con los perros de caza (un 7%) que abandonaría al 28% de los perros. ¿Problema insignificante? Más bien al contrario, gravísimo. Más que suficiente para justificar la especificidad de las 4 preguntas.
Pero hay más, no es cierto que haya ataque alguno a los cazadores y se haya obviado otros maltratos y abandonos: ya dije que las cuatro preguntas de la polémica forman parte de un total de 24. Así que El Mundo miente, o tal vez podríamos decir de forma más precisa que esconde parte de la realidad, justo la que no se ajusta a su tesis. Tampoco es verdad que se ataque, humille o denigre a los cazadores. Las preguntas son asépticas, formales, y se limitan a preguntar por las cifras que se conozcan en la consejería. Si los cazadores, abandonadores del 28% de los perros, se han sentido tan molestos a lo mejor es porque la diputada ha abierto la puerta a una realidad incómoda para ellos.
Tampoco los llama escopeteros. En una pregunta se dice "cazadores y escopeteros", diferenciando pues entre ambos. Es cierto que el término escopetero es despectivo entre los cazadores: a muchos de ellos les he escuchado personalmente echar la culpa de los maltratos a esos escopeteros a los que diferencian de los cazadores cumplidores con la ley y con la decencia. Pero, ella misma lo ha explicado, el uso del término se debe a una confusión terminológica que asume, debería haber escrito perreros, los que dentro de las cuadrillas se encargan directamente del control de los perros. Pero un ruido en la comunicación hizo que se confundiera y pensara que esta función era desarrollada por quienes ella creyó escopeteros.
Hoy, como dije, El Mundo celebra que la diputada haya pedido perdón a los cazadores. De hecho, anoche el director de EMC me envió por twitter un mensaje jubiloso, celebrando esas disculpas a los cazadores. Disculpas que tampoco han existido: no se ha retractado la diputada de sus preguntas, no las ha retirado, no ha hecho matiz alguno y siguen pendientes de respuesta por parte de Blanca Martínez. Con una sola salvedad: ha explicado el error terminológico y ahí sí ha dicho que siente la confusión y la ofensa que con ella haya podido causar. Nada más.
24 preguntas sobre maltrato, abandono y bienestar animal, responsabilidades personales e institucionales están ahora en la mesa de la Consejera de Medio Rural de Cantabria. Mientras tanto, en Cantabria las verdaderas víctimas de esta historia, los perros, continúan en un limbo legal que supone un maltrato institucional y generalizado. Muchos perros de Cantabria, también muchos perros de caza, están en manos responsables que les quieren, les cuidan y les respetan. Muchos otros están en manos infames, también muchos perros de caza. Y sus condiciones de vida, de higiente, de salud, de alimentación, sociabilidad, bienestar son deficientes hasta el escándalo. Buena parte de ellos acabarán muertos a manos de sus propios e indignos propietarios, otros serán entregados en las perreras para ser sacrificados como quien deja la basura en una incineradora, muchos serán echados a la calle, provocando por cierto serios riesgos de salud pública y de seguridad en el tráfico por los que nadie responderá.
Afortunadamente las preguntas siguen adelante. Y tras ellas, tendrán que venir acciones parlamentarias y sociales de mayor calado para acabar con la lacra del abandono. Pero me pregunto, visto hoy El Mundo, ¿de verdad habría que regocijarse así, que festejar que la diputada Méndez hubiera retirado las preguntas? ¿de verdad eso sería una victoria? Pues qué victoria más triste, Félix, Alfonso, qué victoria más triste.
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