Como otros años, me sumo a la convocatoria mundial del Blog Action Day, convencido de que la posibilidad de tejer redes, de hacernos presentes a partir de las herramientas que nos proporcionan las TIC, de empuñar la palabra se encuentran entre esas pequeñas herramientas que nos permiten apostar por ese otro mundo posible.
Para este 2013, nos han propuesto escribir sobre los derechos humanos. Sobre esos espacios de inmunidad que con el esfuerzo de tantas y tantas generaciones se fueron edificando para proteger a todo hombre y mujer de la arbitrariedad del poder, de los poderes. Esos espacios que fueron creciendo y ganando espacio para tratar de garantizar la dignidad, el control de cada persona sobre su propio plan de vida y sobre sus libres aspiraciones. Esos espacios que cada vez más seguros de sí mismos apelaron a la responsabilidad intergeneracional.
Esos mismos espacios que aparentemente fortalecidos por tantas declaraciones ampulosas y vanas en bocas mentirosas, incapaces, impotentes en el mejor de los casos, se rompen con tanta facilidad, con tanta frecuencia, haciendo añicos nuestras esperanzas.
No lo puedo evitar. Leí esta mañana en el diario que frecuento una historia más sobre la expulsión en Francia de gitanos procedentes de países del este de Europa. Una historia con un nombre propio sobresaliendo, el de Leonarda Dibrani, una romaní de quince años que llegó a Francia huyendo de la guerra y el racismo de Kosovo y más tarde de los asaltos a campamentos gitanos en Italia. Una romaní cuyo nombre es hoy un nuevo rostro de la vergüenza de Occidente en general y de ese país que un día tejió una revolución para que la primera generación de los derechos humanos fuera una realidad y que escribió que los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos.
Leonarda Dibrani. Quince años, muchos de ellos sometida a la exclusión social y huyendo. Alumna brillante, como su hermana mayor, en un liceo francés. Detenida con modos indecentes durante una excursión escolar, en presencia de todos sus compañeros de clase como si se quisiera poner en escena la vergüenza que al parecer Leonarda debería sentir sólo por pertenecer a una familia que apostó por una vida mejor, que intentó conquistar la dignidad, que quiso que sus miembros fueran libres e iguales en dignidad y derechos. Trataron de obtener los malditos papeles como refugiados, cumplían todos los requisitos establecidos por el propio estado francés para regularizar la situación de quienes entraron sin papeles pero se han integrado en la sociedad francesa. El padre tenía trabajo, tenían vivienda habitual, los niños estaban escolarizados, los más pequeños sólo saben hablar francés. Pero el racismo que nos late tan hondo, el odio a la miseria que nos recuerda que nuestro pasado bienestar estuvo edificado sobre el dolor de millones de semejantes, fueron más fuertes. El padre fue deportado y a pesar de que la familia lo ha desmentido una y otra vez, pidió la reunificación familiar (la madre ha afirmado que eligió permanecer con los hijos en Francia para que Leonarda y sus hermanos tuvieran futuro).
La cuna de la Ilustración, de la racionalidad, de los derechos del hombre y el ciudadano se plegó sobre sus propios miedos, sobre su propia miseria, sobre esa creciente ola de intolerancia que lleva a las más altas expectativas a Marine Le Pen. Y optó por traicionar esa historia, por traicionar su memoria más digna. Sin procedimientos, sin garantías, sin formas mínimas para ejecutar una decisión más que cuestionable. Tomada desde los despachos y los alientos de quien dice ser de izquierdas, hijo de emigrantes sin papeles, de republicanos españoles que también cruzaron un día la frontera en busca de la seguridad, de la dignidad de los derechos.
Aunque quizá lo peor de todo sea renovar la consciencia de que hoy, en todo el mundo, muchos millones de Leonardas han visto aplastado su futuro porque otra vez, ¿acaso dejaron de hacerlo alguna vez?, los viejos y repulsivos poderes siguen haciendo de los derechos humanos papel mojado para poder seguir haciendo de nosotros sus tristes marionetas.
1 comentario:
Realmente triste y escandaloso lo que ha ocurrido en Levier, Francia. Ahora, todos son gritos al cielo pero el mal ya está hecho. Aunque creo que Leonarda regresará a Francia, simplemente por la movida que se ha montado y el apoyo de un gran sector de la izquierda.
En cuanto a los republicanos españoles, internados en campos de concentración,poca ayuda tuvieron más bien hicieron falta cuando se declaró la segunda guerra mundial y faltaba mano de obra y combatientes.
Salud!
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