Hace tiempo que no comparto alguno de mis poemas en el blog, así que he decidido castigaros con este poema concebido como unidad pero fragmentado en pequeños espacios desde los que la memoria trata de reconstruir el curso del Ebro ... y otras cosas. Puesto que son diez los fragmentos, los comparto en dos entradas. Espero que os guste.
Para Frantic Hetfield, encontrada por segunda vez a orillas del Ebro.
la caricia del agua.
Lenta y constante.
se alimenta de sombras
bajo la tierra, busca
una herida en la cueva,
una grieta caliza,
un resquicio que anuncie
la nueva fuente a tiempo
para iniciar el viaje
y roturar los surcos
que violará la furia
de su deseo joven.
y se desborde el sueño.
sus molinos de piedra, sus terrones,
sus cuadras de penumbra, su rutina
de conquistar el pan de cada día
contra el frío de aquellas tierras altas
dejaron que sus pies se consolasen
en la corriente limpia que cortaba
la piel de la ciudad como un cuchillo,
lastimaba la piel, tensa y crujiente
como un pastel de hojaldre.
-Se quedaron
varados en su orilla tantos muertos,
tantos cuentos de vieja, tantos cantos
trenzados con rabel y pandereta
a la orilla del Ebro, tantos niños
que serían los padres de los padres
de los padres de estos niños pequeños
que ahora mojan sus manos en el agua
y aprenden a soñar risas de río…
IV. (Pantano)
como esta que apacienta el bronce de las carpas
es preciso domarla, transformar el paisaje
en un espejo manso que guarde la memoria
de todas las ciudades que de cuento en leyenda
ha devorado el agua: los muros orgullosos
de la vieja Vineta, a la orilla del Báltico;
las campanas que llaman desde el mar de Bretaña
a rezar por los muertos de la ciudad de Ys;
los metales preciosos y las gemas brillantes
que hablaron el idioma perdido de La Atlántida.
La torre solitaria de Llano de Las Rozas
y su sombra de piedra flotando entre las truchas,
las algas, los cangrejos, los fantasmas de sangre
que lloran en el fango, bajo la superficie.
fugaz, el gesto altivo
de la garza que aguarda
sobre la roca, al sol
perezoso de marzo,
el frugal alimento:
el barbo se revuelve
y salpica con gotas
asustadas los juncos
de la orilla cercana.
majestuosa aparta
como un remero el viento.
Brilla una luz de plomo
sobre su dorso: el río
también cuenta la historia
de la vida y la muerte.
1 comentario:
Hay días en que una necesita encontrar belleza en su vida y, mira por dónde, se encuentra con alguien dispuesto a regalársela.
Muchas gracias, amigo. Un placer encontrarnos, y reencontrarnos, a orillas de nuestro querido Ebro.
Un besote.
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