Puede ser que las ausencias se vayan acumulando hasta pesar demasiado, puede ser que ese peso en realidad sea el de los años o el de las decepciones. Pero en esta especie de balance obligado de fin de año, que se ha retrasado un par de días, al echar la vista atrás tengo la sensación de que 2012 fue el año en el que me rendí. Un año líquido, como la modernidad de Baumann, lleno de escollos a los que te vas adaptando y que vas integrando dentro de tu propio itinerario.
Es cierto. No he conseguido sobreponerme a la muerte de Leo hace ya dos años, tan absurda, tan injusta. Y puede que los esfuerzos por no caer y por mantener cierta apariencia de fuerza o al menos de serenidad, con tanto desgaste propio y tantas manos amigas apuntalando, diera fruto y se frenara el batacazo, pero al tiempo dejara en suspenso esa sensación de que ya no. De que en lo personal van cerrándose capítulos y de que probablemente la soledad, la íntima, la del hogar, haya llegado para quedarse. Lo cual no es necesariamente malo, pero sí desolador. Recuerdo unos versos prodigiosos de Ada Salas, cargados de silencios. "Ya no será la paz: / Han besado mis ojos / tu terrible desnudo". Versos en los que puedo leer a Leo, la pasión, la intimidad, la enfermedad, la despedida, la sombra.
Glenda era uno de las últimas realidades compartidas, ella que tantas veces buscaba calor interponiéndose entre nosotros en el sofá o en la cama. Y ahora se ha marchado también, en paz, con la mirada vieja y agotada, sin sospechar toda la nostalgia que deja. Como se marchó la Galería DelSol St. Un espacio bello, humano, vivo, en el que aprendía a cada exposición, en el que me hacía mejor con cada conversación compartida con Javi, con Violaya. Con Fernando, con Fernando Zamanillo, esa persona grande de corazón grande y sabiduría grande a la que Santander se le quedó demasiado pequeña hace muchos muchos años pero que no quiso marcharse y optó por no rendirse nunca. Y que sigue en la brecha sin que a sepamos demasiado bien abrazarle, o animarle, o mostrarle nuestra gratitud por ser como es, por estar donde está, por enseñar y buscar y apostar y arriesgar.
Como se marcharon también muchas esperanzas y muchas apuestas en el mismo viaje en el que gentes, ideas y organizaciones decidieron atrincherarse y esperar en vez de ventilar, abrir, regenerar. Y prefiririeron el rito al don profético. Dejándonos también desorientados, confundidos y cansados, víctimas de esa especie de enfermedad del desafecto. Mientras la intemperie se agudizaba y los valores y modelos en los que creemos son salvajemente golpeados cada día, y el revanchismo y el rencor de quienes nos ¿gobiernan? se cebaba con tantas cosas importantes y hasta procuraban el golpe parlamentario ad personam , en esa miserable intervención de leticia díaz, pergeñada probablemente en otra mesa hipócrita, la de chabela gómez, que no voy a perdonar.
Por supuesto, claro, la luz, toda esa luz que también estuvo en el 2012. Sería injusto no recordar tantos instantes felices, tantas palabras felices, tantas sonrisas. Amigas y amigos sembrando cariño y cercanía, incluso desde la lejanía de las redes. Mis alumnos, y sobre todo mis alumnas, de literatura universal, de español para extranjeros, de música, mis grupos de lectura de pueblo en pueblo, mal que pese a las dos de arriba. La pesadez de Glenda, más tierna y frágil, más cercana puede que por eso, que nunca, sin renunciar nunca a su alegría, y la locura de Gin. Ese refugio que encontré como cada verano en la UIMP y su aire fresco y diferente y que no sé si será posible de nuevo en el 2013.
Pero entre todos no han conseguido frenar la caída, la desazón, la sensación de cansancio y de desamparo. Ese no estar en el tiempo correcto, en el lugar correcto, en la actitud correcta, en la vida correcta. Ese decidir que ya ha terminado el tiempo de buscar y de pelear y de que ahora les corresponde a otros intentar hacer mejor algún pedacito de mundo.
Son esos, ellos y ellas, quienes tienen la energía para estar indignados, quienes tendrían derecho a hacer afirmaciones como la que nos deslumbró en Casablanca de que "el mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos". Porque ante este mundo que se derrumba , otros nosotros hemos perdido ya los trenes y hasta la referencia de las estaciones. Y no vamos a dejar de luchar, porque está en nuestra sangre, en nuestra manera de ser y de estar. Pero lo vamos a hacer, lo voy a hacer, desde la desesperanza, desde el enfado, desde la decepción ... desde la derrota.
¿Merece la pena hacer planes para estos meses que acaba de inaugurar el calendario? Habrá que buscar compañía para Gin. Habrá que empeñarse en las clases, en la poesía que está volviendo a reclamar paso. Habrá que seguir soñando en probar suerte por otros lares, quién sabe, y en poder dejar esta ruina que una vez quise "ciudad posible" y que forma parte por pleno derecho del Ya No.
No, definitivamente miro hacia un 2012 de espanto y no estoy indignado, no encuentro fuerza para estar indignado. Solamente triste, muy triste, carente de esperanza.
3 comentarios:
Te leo y me veo totalmente reflejada en ese estado de desesperanza y falta de ilusión.
Yo también quiero creer que mis fuerzas siguen siendo necesarias y que este es el peor momento para rendirme pero cuando se tiene la ilusión justa para pasar el día, sólo queda el aliciente de llegar a la noche pensando en que "al menos hoy, hice cuanto pude".
Al menos, no lloraremos solos.
Un abrazo, mi querido amigo.
Pues en esas andamos, ay .
Abrazote para ti de vuelta.
no vas a dejar de luchar, lo haremos como quieras pero lo haremos, nadie nos va a dejar permanentemente instalados en la desesperanza!yo también estoy cansada, muy cansada....pero siempre he sido rebelde, así que aplícate en tus clases,tus libros, tus alumnas,que aunque sea te "resucito" la Barraca y vamos de pueblo en pueblo!! no estás sólo, te queremos,sabes??
Publicar un comentario