Uno, que todavía conserva cierta inocencia impoluta, bien que muy muy en el fondo, y que cultiva ese viejo jardín que identifica con melancolía a la juventud con la felicidad perdida, fue todavía capaz de sorprenderse y de concebir ciertas esperanzas al conocer el nombre del nuevo y flamante Ministro de Educación y Etcétera, José Ignacio Wert. Un poco perdidos sus pasos en el tiempo, lo recordaba como compañero de militancia en una vieja y romántica aventura ochentera, como un profesional prestigioso y como un opinante sensato.
Ya sé, ya sé que gira el Mundo gira en el espacio infinito. Que hemos crecido, acumulado desencantos y perdido pelo. Que la sociedad inició un giro conservador un punto alarmante y riza ahora el rizo cuestionando algunas de esas conquistas que creíamos asentadas e irrenunciables. Y aunque uno, testarudo como es por capricho de las estrellas y los toros, ha conservado más o menos a salvo sus grandes principios y sus líneas maestras, ¿por qué iba Wert a hacer lo mismo?
Hemos vuelto a encontrar a Wert, en fin, en uno de esos lugares del gobierno en el que son precisos talento y cintura para tratar de una vez de lograr ese pacto por la educación que los populares boicotearon a un Ángel Gabilondo que, desde luego, jugaba en una liga muy superior a la de Wert, y que sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes de este país, este, empecinado en aprobar por los pelos y ni eso en la convocatoria de septiembre. En un gobierno conservador, muy conservador, que parece que no hizo en su día los deberes y que ahora se nos muestra más sectario y estupefacto que resolutivo y capaz. Y no había de dejar el sociólogo de aportar su granito de arena a las perlas cultivadas y rancias del día.
Ya nos ha anunciado Wert que se acabó la malvada y perniciosa asignatura de Educación para la Ciudadanía, esa que creó un grave conflicto en las conciencias de unas cien familias en todo el estado. Porque, nos dice el brillante y lúcido ministro, es una asignatura que adoctrina. No adoctrinan los profesores de francés que se ríen ante sus alumnos de esa sandez del "mariconio" (si son maricones, cuando se soban habrá que llamarlo así, decía sonriente y feliz Cayo hace unas semanas). No se adoctrina cuando se imparte doctrina (oh, paradoja) en las clases de religión. No se analizan conceptos polémicos en Historia, Literatura o Ciencias. Sobre todo si tenemos en cuenta las delicadas y cristalinas mandíbulas de HazteOír, el Foro de la Familia y otras secciones del Cristianismo integrista más rancio, que ya no para mientes incluso en introducir cortaypegas de los discursos de sus primos integristas evangélicos, como la negación de la Evolución, no digamos ya de un Big Bang que por definición negaría (oh, blasfema perversión de descreídos) la existencia de Dios (Hawkings dixit).
Pues eso, que a don Wert le parece provocador, adoctrinador y polémico el contenido de Educación para la Ciudadanía. Y por eso, cual Reina de Corazones, ha bramado "que le coooooorten la cabeza". Y propone en su lugar una Educación Cívica, para así cumplir las recomendaciones de Europa acerca de la necesidad de una formación social y política básica en el currículo obligatorio. ¿Educación Cívica en vez de Educación para la Ciudadanía? ¿Cuáles serán los puntos perversos del temario y los textos? Incapaz ha sido Wert de responder a esta pregunta, y cuando explica entusiasmado lo que contendrán sus cívicos evangelios desgrana, sin saberlo (sancta ignorantia) precisamente el temario del que de boquilla abomina.
Le han preguntado tanto a don Wert que identifique esos temas polémicos (para HazteOrín y los chicos de Benigno Blanco son esencialmente lo que llaman "ideologia de género", vamos, que resulta perverso hablar de la igualdad entre los sexos a los adolescentes, para prevenir entre otras cosas la lacra de la violencia machista, y más perverso aún decir que hay diversos modelos familiares, y que entre ellos se incluyen las familias homoparentales, cuando todo el mundo sabe que lo que de verdad hace falta es una lluvia de azufre como en Sodoma). Y como ha llegado a curarse en salud diciendo que en sus evangelios cívicos también se hablará de diversidad sexual, claro que a lo mejor es para comprender y sanar, pues seguimos in albis.
No no no, in albis no. Gracias a la SER y a algún medio más, hemos conseguido saber que los párrafos que demuestran el maligno programa adoctrinador no es un decreto ministerial, no una resolución judicial ante los recursos presentados, no un debate parlamentario, no un temario ni un perfil docente. No. Son dos frases, dos. Extraídas de un libro llamado "Educación para la ciudadanía" y publicado por Akal que no sólo NO es un libro de texto de la asignatura (si así fuere, habría varias decenas de textos alternativos, por cierto) sino que es una obra de pensamiento, extremadamente crítica desde la izquierda con Educación para la Ciudadanía desde una perspectiva marxista clásica y que nada tiene que ver con los contenidos del programa, los índices de los libros de texto, con la realidad. Pero que han sido esgrimidos con intencionada doblez por los defensores de las Católicas Dignidades por los movimientos integroides antedichos.
En fin, que por complacer a los ultras, que seguirán siendo insaciables con o sin cabeza de la EPC, cambiará una asignatura por su idéntica don Wert. Con los costes asociados a tan destacada necesidad patria en un momento tan complejo. Demostrándonos que le ministerio le queda grande. Porque si toma sus decisiones sin siquiera saber de lo que está hablando, sin haberse leído un sólo documento oficial sobre la materia, sin haber tocado la práctica docente, menudo ministro. Es más, si en sus sesudas investigaciones la única prueba que justifica sus absurdos palabros es la referencia al Marxismo revolucionario del libro de Akal, sin siquiera contrastar el dato ... menudo sociólogo.
Estos del gobierno popular sí que son hordas marxistas. De las de Groucho. Pero sin gracia.
4 comentarios:
Miente, y lo sabe.
El gran problema que van a tener estos "centristas" como Wert y Gallardón (ambos mimados por la progresía oficial y miembros de la afamada "yeguada Cebrián"),es que como bien dices las organizaciones ultracentristas son literalmente insaciables y lo quieren todo. No se van a contentar con arreglos tibios.
Bueno, Gallardón no ha sido centrista, ni siquiera con comillas, nunca en su vida. Otra cosa es su habilidad para el teatro y para maquillar el olor a rancio. Ahora es cuando de verdad está en sus salsa.
Viniendl Wert de Prisa, no hay de qué extrañarse.
Hace poco ojeé un libro de religión católica actual. Ilustraciones y maneras de contar las historias bíblicas, que nada han evolucionado desde mi época. Lo mismo de siempre. Aterrador panorama fundamentalista desde las aulas.
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