Que algunos líderes del Partido Popular hagan de la descalificación, la demagogia tramposa y airada o la trola la esencia de su actividad política no es nuevo. Y que entre ellos algunos como Cospedal, González Pons, Mayor Oreja o Trillo brillan con oscura luz propia tampoco. Basta ver las simpatías que despiertan entre los más cavernarios medios del Tintorro Party para darse cuenta de que que su función es la de mantener al lado ultra del alma popular firme y en alerta, y que poco o nada les importan las consecuencias de sus voces y sus actos, nada la crispación generada, porque su único objetivo es la recuperación de un poder que en España, como en Cantabria, consideran les fue otorgado por el dedo divino (previa instancia, supongo, de la Conferencia Episcopal) y arrebatado con malvadas artes por el perverso PSOE.
La anteúltima de González Pons ha sido una declaración respetuosa y democrática hacia los votantes del adversario principal. Esa declaración en la que afirma que hay que ser muy idiota para querer que el PSOE continúe gobernando. Luego lo arregla en twitter diciendo que le atacan los malvados con mentiras porque él nunca ha insultado al PSOE y los medios le corean diciendo alborozados que San Pons ha pedido disculpas.
No deja de tener cierta razón el pavo valenciano, porque no ha sido al PSOE sino a todos sus militantes, simpatizantes y votantes a quienes ha dirigido el insulto. Pero en el fondo somos muchos los que nos consideramos aliviados al saber que semejante personaje tiene tan mala opinión de nosotros. Que en la tradición ilustrada española se encuentra la preocupada fábula del oso bailarín al que horroriza el aplauso del iletrado cerdo ("Mas ya que el cerdo me alaba, muy mal debo de bailar"). Así que procedo a proclamarme con voz alta y clara idiota absoluto. Algo que por lo demás ya saben los lectores de este modesto blog.
Soy idiota, sí. Y lo soy porque sé cuáles son los valores que defiendo, sé cuál es el modelo de sociedad en el que me gustaría vivir, sé cuales son las actitudes y las razones que me mueven y me convencen. Idiota porque sé discernir de entre las diversas opciones políticas que se me presentan cuál es la que mayor porcentaje de encuentro tiene con esos valores y razones. Idiota porque hago uso de mis derechos ciudadanos, de esos poderes que la democracia (real, sí) me otorga como la libertad ideológica, la libertad de expresión, el derecho al sufragio, la libertad de asociación, y en virtud de los mismos elijo de manera madura y consciente que me gusta el proyecto del PSOE para la próxima legislatura (con luces y sombras, claro, faltaría más), que me parece que Alfredo Pérez Rubalcaba sería un buen Presidente del Gobierno y que, como por cierto a una buena parte de los españoles, me parece más fiable, más trabajador, más responsable, más sólido que Mariano Rajoy. Soy idiota porque hasta el momento nadie me ha podido convencer de que hubiera alternativas serias y realistas a las medidas dolorosas (y puede que algunas equivocadas) que el ejecutivo de José Luis Rodríguez Zapatero ha tenido que tomar para que España pudiera bandear de la mejor manera posible la crisis mundial provocada por la avaricia y la tiranía de unos supuestos mercados tras los que se enmascaran nombres y apellidos, intereses mucho menos vagos. Idiota porque creo que se está y se ha estado atento a los movimientos sociales (después, por cierto, de un equivocado pero más aparente que real alejamiento de la calle) y que esa escucha activa será capaz de modificar las desviaciones, de alumbrar los rastros de sombra y de enderezar el rumbo allí donde sin duda se ha torcido la ruta prevista.
Soy idiota, en fin, muy idiota, porque sé que no me gustan quienes no me ofrecen alternativas o soluciones coherentes, quienes perdidos en un batiburrillo de liberalismo, conservadurismo, democraciacristiana y demás corrientes tan contradictorias entre sí en tantos campos no aciertan sino a proponer lo mismo y lo contrario unas pocas veces, las más a ignorar las preguntas y en un tiempo que exige serenidad y firmeza proponer tan solo vaguedades y escaqueos escandalosos. Que no me gustan quienes no son capaces siquiera de sentir respeto por quienes no pensamos como ellos, quienes no amamos como ellos, quienes legítimamente discrepamos de su mirada sobre Cantabria, sobre España, sobre el Mundo. Porque aunque ellos se crean poseedores de la única verdad, somos muchos los que hemos elegido transitar por otros caminos. Y entre esos muchos, habrá votos legítimos y conscientes que quieren que el PSOE permanezca al frente del Gobierno de España, y que, mal que le pese a Pons, merecen tanto respeto como cualquiera.
2 comentarios:
Apunta¡¡¡Yo IDIOTA compulsivo.....
Prefiero ser idiota que ilusa.
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