Desde las elecciones de mayo, la educación pública ha regresado (¿se fue alguna vez?) al primer plano del debate social e ideológico. En esta ocasión me temo que además revestido de toda una estrategia de agresión al modelo y al personal docente que de alguna manera apenas sirve para ocultar oscuros intereses.
Me encuentro en mi Timeline de Twitter una reflexión del (modo irónico on) siempre ponderado y objetivo Alfredo Urdaci (modo irónico off) en la que apunta lo siguiente: "La enseñanza no es pública/privada: es buena o mala. La mano estatal, sin calidad ni exigencia, genera una escuela irrelevante".
Aclaro antes de nada que no sigo a Urdaci por prescripción facultativa, bastante alterados tengo ya los nervios sin lecturas innecesarias. Y no tanto por sus contenidos como por sus modos. Pero como si tengo algunas relaciones entrañables y amicales en el Lado Oscuro, como ese clásico de las redes sociales cántabras que es Óscar San Emeterio, pues ya se encargan ellas de tanto en tanto de pegarme los sustos pertinentes, y más ahora que contamos con la cercanía de Halloween.
En principio, imagino que muchas personas dirían que nada que objetar a los reducidos caracteres de Urdaci. Aunque sin necesidad de contextualizar con otros tweets del mismo emisor que nos darían mucha mayor información, la aparente neutralidad oculta algunas falacias y matices interesados.
En primer lugar, claro que sí existen la enseñanza pública y la privada. Y además, la mediopensionista (vulgo concertada). Y no es casualidad que la enseñanza pública proceda de toda una serie de sensibilidades sociales, de apuestas y a veces hasta de revoluciones que a lo largo del tiempo han tratado de garantizar una igualdad mínima, una apuesta por el futuro abierto y las posibilidades humanas y laborales también de quienes no venían favorecidos desde la cuna y que, según ciertos falaces discursos liberales, cuentan con esas mantillas de encaje blanco como mérito propio. La educación es y ha sido la única opción, el único patrimonio, el único horizonte de la gran mayoría de la sociedad, de muchos niños y niñas que sólo gracias a la existencia de la apuesta pública han podido proponer su esfuerzo, su talento, su trabajo como fuerza para competir con quienes oponen, además o en exclusiva, relaciones y privilegios. Y una vez más, resulta curioso que el falaz Liberalismo no apuesta por una escuela competitiva en la que todos los estudiantes cuenten con idénticas, al menos parecidas,posibilidades.
Frente a esta escuela pública, existen los centros de quienes prefieren apostar por el mantenimiento de un statu quo familiar privilegiado, exclusivo y excluyente. Y no faltan ni en España ni fuera los ejemplos perfectos de cómo no es necesariamente el mérito el que abre la puerta de esos centros, y que incluso los sostenidos con fondos públicos han decidido evitar la presencia de inmigrantes en sus aulas, o la de repetidores, o la de alumnos con necesidades especiales,o la de estudiantes procedentes de entornos sociales que, en un curioso ejercicio de cinismo por parte de las direcciones, "se verían relegados o marginados por sus compañeros al no poder tomar parte en todas las actividades o vestir de una manera determinada". Frase estupenda de la directora de un concertado de cuyo nombre no quiero acordarme, religioso y teóricamente social y abierto, para justificar un estracto de la cuenta corriente de los padres primerizos que intentaban encontrar plaza para su niña de tres años.
Claro que sí existe la enseñanza pública, la que garantiza la igualdad, la que llega a los barrios en los que nunca intentan implantarse ciertos modelos y ciertos empresarios educativos, la que llega a los pueblos más apartados y llega con los mejores recursos materiales y humanos posibles.
Hay una segunda falacia, oculta tras la oposición educación buena y mala. De entrada porque tras esos dos términos curiosamente morales y sobre los que la charla coloquial seguramente estaría de acuerdo, hay una sutil manipulación que en estos días quiere hacer equivaler buena con privada. Y de nuevo sería pertinente recordar que la selección del profesorado es mucho más exigente y objetiva en la escuela pública, que los equipamientos son en no pocas ocasiones mejores. Y que frente a la idea gobernante en quienes la atacan de que es una educación "ideológica" la única ideología que vale en ella es la del pluralismo, porque las visiones del mundo de sus profesores es plural y por lo mismo plural su acercamiento al aula. Frente a centros en los que se defiende una identidad basada en el "ideario del centro" y a los que curiosamente las huestes neoliberales nunca acusan de ser ideológicos.
Doy un paso más. Existe un compromiso del estado para sostener una educación igualitaria, eficaz, de calidad. Y con mejor o peor tino, esa es la pública. ¿Debe el estado sostener la privada? Una pregunta abierta que cuestiona opciones como la del cheque escolar o la de las desgravaciones fiscales a quienes estudien en la privada o la concertada. Y es que yo cada vez tengo más claro que debe haber pluralidad en la oferta, que me parece correcto que existan centros privados sostenidos exclusivamente por las aportaciones de las familias, me parece correcto que existan centros concertados siempre que puesto que reciben asignaciones públicas sean igualitarios y acepten ciertas reglas del juego (como porcentaje de alumnos inmigrantes equivalente) que evidentemente puede exigir quien paga, sin que eso suponga menoscabo de sus "idearios". Pero sobre todo, considero que el estado cumple desde un apoyo exigente, firme y sin cuestiones ni recortes a la enseñanza pública. Que es la suya, es la que le compete, es la que abre cada día la puerta a los sueños de todos.
2 comentarios:
el estado nos da las migajas. esta crisis nos sirve para concienciarnos de lo que el poder nos está robando y aniquilando. a ellos les da igual lo público, lo tienen todo atado y bien atado, y nada les perturba.
es triste, pero es...
la educación pública? más de lo mismo. Y derecho que se va... dudo que vuelva.
diego
http://alestedeleden.blogspot.com
El Estado debe garantizar una educación pública, gratuita, laica y de calidad.
Y nada más.
Publicar un comentario