Y por junio. Y por ...
Aprecio a Gregorio Peces Barba por su habitual ponderación, por su fino intelecto, por su largo compromiso con la libertad, la democracia y los derechos humanos, por su cercanía a las inquietudes de los jóvenes desde su trabajo académico. Porque para mí es y será don Gregorio. Con ese don que se otorga a pocas personas, sólo a los maestros.
Por eso me sorprendió el pasado sábado en El País una tribuna en la que dentro de un collage de reflexiones postelectorales se refería con cierto enfado al 15M y aceptaba como sospechas válidas algunas sobre la pérdida de inocencia del movimiento por los episódicos brotes violentos. Supongo que en buena medida afectado por la propia percepción de injusticia de un luchador que tras años y años de compromiso se tropieza con unos jóvenes que le increpan acusándole de "fascista y explotador de los pobres".
Pasa a considerar que en un país serio no se puede contestar la actitud y personalidad de personajes como Emilio Botín, que dota de miles de becas al año a la juventud española. Pero si bien entiendo en cierto modo una cercanía dolida al incidente, su defensa de la figura de Botín responde más a una amistad o proximidad personales. Y creo que en cierto modo es una buena muestra de la propia desconexión entre las instituciones y sus actores con una sociedad que ha decidido despertar del letargo y que propone sus propios protagonistas.
El 15M y sus alargamientos continúan desatando pasiones, ríos de tinta, reflexiones de todo pelo. Continúan algunos entusiasmos tal vez demasiado complacientes combinándose con las llamadas a la actuación policial rotunda desde el Tintorro Party o los consellers catalanes. Continúa la implicación un tanto descolocada de muchos ciudadanos con convicciones firmes y organizadas que sin embargo entienden las razones y la razón del 15M con el enfado vivo de quienes piensan que fueron las asambleas, acampadas y manifestaciones la mejor ayuda para la debacle socialista y la toma del poder por el PP, y que se muerden las uñas cada vez que escuchan aquello de la igualdad entre el PP y el PSOE.
Recibo en este sentido un documento sindical en el correo electrónico en el que de una forma más serena que en el artículo de don Gregorio, algunos activistas de largos años de trabajo y ninguno de figurinismo o de beneficio en la esfera sindical que de nuevo muestran su dolor y su desconcierto al verse proyectados como causa, marioneta y perversidad general del mismo sistema contra el que llevan años de lucha.
Y sigo sin saber muy bien cómo encontrar el tono para hablar en mi blog de ese despertar de la conciencia cívica que ha estremecido España en los dos últimos meses, que ya se venía gestando, y que acojo sobre todo como oportunidad de transformación, de cambio profundo, de recuperación de valores perdidos y de encuentro con unas puertas abiertas capaces de devolvernos la ilusión. No comparto algunas máximas, y creo que algunos de sus postulados son irreales, naïves, pero yo también fui joven asambleario en otras edades y entiendo la dinámica de las organizaciones horizontales. Pero creo que algunos de sus pilares han de ser escuchados, tomados en cuenta, porque son razonables, porque son racionales y porque tras ellos, o mejor delante de ellos, se habla de una sociedad y de un mundo que me gustan. A los partidos, a los denostados tantas veces con razón partidos, les corresponde hoy dar respuestas. Porque sólo con esas respuestas será posible generar un nuevo tiempo de diálogo y de contrato en el que la distancia cierta entre la casta política y la ciudadanía se diluya. Porque don Gregorio sabe mejor que nadie que en el esquema clásico aristotélico de las formas de gobierno al que limita el ejercicio del poder a la voluntad de unos pocos no se le conoce como Democracia. Cuando son los mejores los que mandan, se conoce como Aristocracia. Cuando ni siquiera ese beneficio de la excelencia se puede conceder a la casta gobernante, se trata de una Oligarquía.
¿Somos capaces de tramar ese nuevo pacto social? ¿De modificar la ley electoral, de equilibrar los costes de la crisis de manera que no tengamos la percepción, la certeza, de que quienes la provocaron se están lucrando y están además imponiendo sus esquemas de especulación y piratería financiera? ¿De limitar los privilegios, de explicar con cercanía y eficiencia cómo se trabaja, cuándo se trabaja y por qué se trabaja, y explicarlo no a la prensa y los comités partidarios sino ante los votantes cara a cara? ¿Somos capaces de creer en una sociedad civil activa y comprometida? ¿Somos capaces, y esta idea va más para los movilizados de mayo que para la casta, de participar, reivindicar, estar presentes en las luchas civiles y las organizaciones que gestionan los intereses cívicos y la estructura política para avivarlas, abrirlas, democratizarlas, acercarlas, a pesar de que quienes sí hemos estado en ellas nos hayamos sentido tantas veces tan solos?
Muchas preguntas abiertas y por el momento pocas, ninguna, respuestas. De momento, me quedo con un dato positivo: Una generación que muchos consideraban apática, materialista y perdida ha sido capaz de encontrar un discurso para luchar contra la profunda desesperanza que les hemos estado legando. Ha sido capaz de atraer a miles y miles de personas, a una multitud variopinta de edades, preocupaciones, iras y sueños, para caminar con tropiezos, con vacilaciones, sin tener tal vez muy claro el final del viaje, pero con la seguridad del que ha despertado y ha tomado conciencia de su poder, de su valor y de su dignidad. De su condición de ciudadano y no de súbdito.
3 comentarios:
Tenía muy pocas dudas de lo que puede significar el 15-M,tu análisis me las ha despejado,todos los que creemos en una sociedad mejor tenemos la obligación de ayudar a mantener su espíritu. un fuerte abrazo
Ante la situación económica y social es natural la protesta.
El 15-M ha creado escuela. La idea de la negación de liderazgo y el papel de las asambleas ha descolocado a muchos.
Si la situación no cambia veremos más cosas. Lo normal es protestar. Una sociedad aletargada y dormida no consigue avances ni los defiende.
Bienvenida la protesta.
Más vale un 15M en mano que el resto de los días volando...
Digo yo.
Publicar un comentario