Han coincidido en estos días un par de noticias relacionadas con ese bello principio fundamental de nuestro sistema constitucional que es la igualdad que, como no podía ser menos han desatado las ganas de sangre de las bestias ocultas tras el anonimato de los foros de internet y de las no tan ocultas de ciertos medios cavernosos a los que el odio pesa mucho más que la apariencia de objetividad informativa.
He dejado pasar un par de días, supongo que para intentar no escribir con demasiado cabreo, aunque alguna huella dejamos por los foros de alguna que otra edición digital, ante la verborrea incontenible de todos esos a los que la simple idea de una sociedad que no discrimine provoca alergias en forma de pus facha.
Una de las noticias fue la mera reseña del encuentro sobre políticas de igualdad que el PSOE celebró en Santander el pasado domingo. Que desató toda una sarta de despropósitos centrados, cómo no, en el cuestionamiento de la capacidad de las mujeres para desempeñar labores públicas o profesionales, en la insistencia en que cuando una mujer está en algún puesto directivo es porque se ha discriminado a los hombres y, sobre todo, la autoconcesión de medallas de machos machísimos que a pesar de lo requetemachísimos que son de vez en cuando pasan la aspiradora. Supongo que encima habrá que darles las gracias.
La otra, en la que desde luego el noventa por ciento de los comentarios que pude leer eran dignos de demanda penal, y no digamos ya las barbaridades vertidas (estas al menos a fauce descubierta) en determinados medios que no hará falta que os aclare, fue el anuncio de que la activista transexual Carla Antonelli formaría parte de la lista que Tomás Gómez encabezará para las próximas elecciones autonómicas en Madrid. Un insulto tras otro, un concurso a ver quién mea más lejos con la barbaridad más ridícula, llamadas directas a la violencia, muestras continuas de perfecta ignorancia (periodistas todólogos que confunden travestismo y transexualidad). Y una vez más, la permanente pregunta del "¿qué ha hecho esa?" (un imbécil de los de fauce descubiera hubiera escrito ¿qué ha hecho esa-ese-eso?) y de qué sirve además de hacer de guiño demagógico a los gays.
Vale, que todo eso está muy bien (en realidad no, no está nada bien). Pero tal vez sea conveniente recordar que en los puestos públicos, en las oficinas profesionales y en todos los campos de la sociedad nos podemos encontrar con hombres perfectamente inútiles o incapaces, que están donde están por sus relaciones, por sus parientes, por sus lenguas lamedoras o por supuestamente representar a un colectivo, grupo o barrio. Y recordar también que nunca es noticia que alguno de ellos vaya en una lista, de tal manera que nadie se pregunta qué a hecho ese para formar parte de una lista electoral o para merecer su dimensión pública o su fuero laboral, nunca.
Y ahí está la clave de la cultura machista y discriminadora que continúa pesando demasiado en nuestra sociedad, sobre todo en determinados sectores de nuestra sociedad bien escorados a estribor: No se cuestiona, no nos cuestionamos, qué hace un hombre allá donde quiera que haya llegado, por méritos o deméritos propios o ajenos. Pero si se trata de una mujer, de entrada no sirve y tenemos que analizar bien las causas de su sorprendente ascenso. Eso sí, si ya se trata de un homosexual o una lesbiana, no digamos de una persona transexual, nada justifica su presencia social pública o privada que no sea la demagogia y los guiños electoralistas.
Porque algunos tipejos ladradores deben de pensar que los impuestos que pagamos algunos ciudadanos son menos valiososos que los suyos, que nuestros trabajos nada aportan, que da igual nuestra capacidad intelectual, nuestro trabajo social, nuestra militancia en causas y partidos: nosotros no podemos, no debemos, Carla no puede, no debe.
¿Se hubiera planteado el mismo debate si Tomas Gómez hubiera propuesto para ir en su lista a un supuesto Javier García García, tal vez secretario de la asociacion vecinal de Villaverde Alto? ¿se hubiera cuestionado su derecho a comparecer ante los electores? Todos sabemos que no. Porque a pesar de la que está cayendo, a pesar de la incapacidad mostrada por tantos hombres en estos momentos de crisis y sobre todo en los que provocaron la crisis, sólo nos parece un exceso, un interrogante, un atentado moral, cuando se trata de mujeres. Y si son mujeres transexuales, los berridos se pueden escuchar hasta en la Nebulosa de Orión.
Claro que Carla Antonelli. Por su trayectoria militante de muchos, muchísimos años, en movimientos sociales, no sólo lgtb, por su compromiso militante y público con las ideas de la izquierda, por su conocimiento ganado lucha a lucha y paso a paso en esos años del tejido asociativo, de la sanidad, de la dignidad, de los derechos humanos, de las organizaciones internacionales, de los tribunales. Claro que Carla Antonelli, por el esfuerzo que ha sido para ella cada minuto de su vida frente a vidas más muelles, fáciles y por tanto carentes de aliciente y de formación en la brega, por ser una ciudadana con las mismas responsabilidades, obligaciones y derechos (el de sufragio activo y pasivo entre ellos) que cualquier otro miembro de la comunidad social. Claro que Carla. Claro.
3 comentarios:
Que alguien sea objeto de vejaciones y todo tipo de comentarios asquerosos por el tema de su sexualidad, lo dice prácticamente todo de quien lo hace.
A mí, personalmente, lo que realmente me molesta; es el político o cargo público(o quien sea) que en conversaciones de calle(las banales o de comentario de cualquier tema) mete a colación expresiones homófobas y otras machistas; muy altisonantes y estruendosas para que el que le escucha tome conciencia de lo muy macho que es: Sabiendo(por lo menos un servidor) que es homosexual o bisexual.
Conozco un caso y me rechinan los dientes.
No sé cómo se verá este tema en psicología pero me aplico mi propio ejemplo: Soy heterosexual y no necesito meterme con los homosexuales o transexuales para que “el mundo” me reconozca como heterosexual.
Lo cual me hace llegar a pensar en esta disyuntiva de la psicología: ¿No será que hay algo, por lo menos de bisexualidad reprimida, en todos estos comentarios asquerosos acerca de quién los hace?.
¿No habrá algo de eso, en el fondo?.
Un saludo.
Una salvedad nada más: "...sobre todo en determinados sectores de nuestra sociedad bien escorados a estribor...". No están escorados a estribor porque estos de los que hablas, en su barco, miran de proa a popa, no saben hacer otra cosa, no tienen otro horizonte que lo que van dejando detrás.
Creo que es mas que probable que tengas razón, pues sería demasiado extraño que conociesemos al mismo "supermacho" de los alardes que comentas,A.F.M.. Ami me "tocó" ser hetero y no doy cuartos a ningún pregonero que lo vaya anunciando.
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