Mientras algunas cabezas preclaras continúan de pancarta en pancarta como si de artistas en busca del bolo veraniego se tratara, otras muchas se preocupan por transformar la sociedad española y hacerla más habitable. O como dijo el Presidente Rodríguez Zapatero, con ocasión hace dos años de la reforma del Código Civil en materia de matrimonio, "más decente".
El Congreso de los Diputados ha aprobado ayer, como siempre sin el apoyo de un partido que cada vez parece más volcado en la bronca y menos en la ciudadanía, una Ley de Igualdad que no deja de ser polémica y, por qué no, cuetionable. Pero que también es necesaria y viene a ser instrumento de ayuda, de educación, de transformación, de camino hacia un futuro, ojalá bien cercano, en el que acabemos olvidándola por innecesaria y obsoleta.
Venimos de una cultura patriarcal y heterocentrista en la que el papel de la mujer ha sido siempre lateral, ancilar, secundario. Pero también en una cultura que poco a poco y con considerable esfuerzo se ha ido abriendo y en la que la mujer ha ido conquistando un espacio que por dignidad y derecho le corresponde.
Cuando se habla de medidas en las que la mujer se promociona, incluso a través de medios correctivos, siempre se escuchan, también entre las propias mujeres, ideas como las de "no tienen que estar ahí si no lo merecen", "no quiero ser una cuota", "la libertad debe permitir al empresario bla bla bla". Pero se obvia las dificultades que tantas mujeres encuentran para conciliar su trabajo y su vida, para compartir tareas con sus compañeros. Se elude la mayor tasa de desempleo entre las mujeres, se mira hacia otro lado cuando se evidencia que sus salarios son inferiores a pesar de ser iguales las tareas, se callan las causas del llamado techo de cristal, se tuerce el gesto cuando se conoce la práctica de tantas empresas (también en Cantabria) de despedir a las mujeres embarazadas o incluso se justifica. Y un largo etcétera.
Las mujeres empujan con fuerza. Y como afirmé hace unos días en el Foro de Feminismo organizado por la Dirección General de la Mujer del Gobierno de Cantabria (pequeño paréntesis, al parecer a algunas de las asistentes les molestó que intervinieran en el coloquio dos hombres, pero eso también es igualdad), los hombres deben, debemos aprender a pensarnos, aprender a destruir los estereotipos machistas que también dificultan la vida a nuestros hijos y los hacen deudores de una tradición y de unas conductas impuestas. Los hombres debemos aprender a reconstruir lejos de esos tópicos asfixiantes nuestra propia identidad y a luchar por nuestro espacio en una sociedad en la que ellas, vosotras, os imponéis con vigor, con compromiso, con esperanza, con ganas, con esfuerzo.
Ese es el reto de la igualdad. Creemos imágenes positivas, aprendamos que todas las personas que tenemos alrededor, todas esas buenas gentes que nos han dado el aliento de la vida, que han compartido escuela, trabajo, vida, amistad, amor tienen igual dignidad, iguales derechos. Llenémonos de oportunidades y aprendamos a elegir nuestro camino sin entorpecer ni anular los suyos. Aprendamos en compañía. Seamos más. Seamos más iguales.
¡Enhorabuena, chicas!¡Enhorabuena, chicos! Hoy hay un poco más de luz sobre nuestras cabezas.
(ufffff, cómo cuesta usar lenguaje no sexista y además evitar el no muy literario todos y todas, jejeje, pero creo que lo he conseguido)
4 comentarios:
Pues que quieres que te diga: estoy contigo... A mí lo de las cuotas me repatea un tanto el hígado, pero de momento, en este querido país nuestro, o se obliga al personal a tragar a las féminas en los trabajos, o siempre mediará la excusa de que un tío que pasaba por allí tenía mejor CV. Con ley y todo tendremos que seguir soportando el proteccionismo secular de algunos, o el desdén estulto de los imbéciles sin cuota... En un siglo tal vez estemos algo mejor -si es que no nos hemos cargado antes la bola esta en que vivimos, claro, que esa es otra cuestión...
Ah, y gracias por evitarnos el lenguaje políticamente correcto de los os/as. Arghhhh.
Qué tal Ana, cuánto tiempo sin verte (por el blog, jejeje, que en directo tuvimos una estupenda cena gagaísta en fechas bien recientes).
Pues sí, yo creo que las medidas para impulsar la igualdad son educativas, nos preparan para un futuro en el que estoy seguro se harán innecesarias. Cuando yo andaba por las secundarias (allá por el Pleistoceno) mis compañeras de clase pensaban en estudiar para ser profesoras en el mejor de los casos, aunque luego muchas hicieron otras carreras y hoy se desenvuelven profesionalmente en campos variados. Pero también conocí a las que terminaban el BUP y ya no seguían porque ahora tocaba buscar marido.
Hoy, por fortuna, muchas habéis ido abriendo todos los caminos. Y una niña puede mirar a su alrededor y elegir su mitad del cielo. Sin límites.
Llegará el día en que no habrá cuotas, porque un cien por cien de hombres o un cien por cien de mujeres lo será evaluando capacidades, pero capacidades construidas desde posiciones equitativas en el reparto de cargas y oportunidades.
Let the sun shine in.
Por cierto, voy a incurrir en el tópico feminoide de la tía consumista: he visto una camisa preciosa para ti en el escaparate de esa tiendita de Calvo Sotelo que te gusta. Es diviiina.
(Esto va por quienes piensan, con razón, que las mujeres sólo pensamos en trapitos: qué le voy a hacer, esto me pasa por no terminar ni la EGB...)
jajajajajaja, si a mi Chica Escada le gusta tendré que darme una vuelta por allí. Qué le vamos a hacer, dicen que los gays sólo pensamos en ropas, colonias y chulazos (una de las tres es verdad).
Besucos, reina
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