CRISPACIÓN, ACOSO E INSTITUCIONES
Hay una constante en esa crispada oposición de algunos (muchos) dirigentes del Partido Popular que me preocupa. Entregados a los santones mediáticos, indignados por la pérdida de un poder que consideran patrimonio suyo, no parece que nada frene su decisión de regresar al gobierno (España o Cantabria, qué más da) al precio que sea.
La labor de la oposición es esencial en el funcionamiento de las democracias occidentales. Así se suele entender en todos los países de nuestro entorno cultural, hasta el punto de que en el sistema británico se oficializa la labor de "Jefe de la Oposición", y con la Pérfida Albión como modelo, en los tiempos de Felipe González se dispensó igual tratamiento a Manuel Fraga. La labor de la oposición se debe articular como un contrapeso a las decisiones del Gobierno, que sin esta voz impondría una suerte de pensamiento único, allí donde estas puedan ser controvertidas, estúpidas, sectarias, desafortunadas o ideológicas. Los ciudadanos contarían así con diferentes prismas con los que realizar su propio análisis de la realidad y dispondrían de información para tomar sus propias decisiones. Es también labor de la oposición, no menos esencial, la de apoyar al Gobierno cuando éste debe afrontar graves cuestiones de estado, aportando a sus bases sociales serenidad allí donde las pasiones pueden provocar confrontaciones indeseables. O al menos, tranquilizar el debate y llevarlo a ese diálogo que es una de las raíces sobre las que se afirma todo nuestro sistema.
Pues bien, aunque tal vez no se haga demasiado hincapié en lo que voy a escribir, el Partido Popular en los últimos meses ha decidido cruzar una frontera peligrosa y poner a todas las instituciones de nuestro sistema democrático en cuestión, convirtiéndolas en diana de sus acusaciones permanentes, descalificándolas cuando en el ejercicio de sus funciones toman decisiones que no satisfacen al 120 % a los intereses partidarios de los populares, tomándolas como rehenes allí donde todavía pueden ejercer un control político, y en todo caso tratando de enviar a la sociedad el mensaje de que todo forma parte de un entramado corrupto, de un golpe de estado con el que al parecer un gobierno que ellos consideran ilegítimo intenta violentar la Constitución, romper España (pronúnciese Ejppáñña) y dinamitar los fundamentos de las instituciones, y en especial del Poder Judicial.
Y sin embargo ... Ese asalto al Poder Judicial, como a otros marcos institucionales, más parece estar siendo realizado desde el Partido Popular con la siempre inestimable colaboración de la Iglesia Católica (algunas declaraciones recientes, como las del Obispo de Jaca-Huesca, dan miedo) y sobre todo las de unos santones mediáticos que han perdido el norte, si es que alguna vez lo tuvieron (lo que faltaba, un viejo terrorista como Pío Moa dándonos a los demás lecciones de democracia).
Desde esa parte de la sociedad que pudiéramos definir como progresista, teníamos aceptado que el Poder Judicial es una institución, a día de hoy, marcadamente conservadora. La edad de gran parte de quienes ostentan los máximos grados en la carrera judicial, su formación, su obligación de tomar siempre la ley como punto de estabilidad y de referencia que provoca una cultura resistente al cambio, marca esa tendencia que, en cualquier caso, puede no ser mala cuando se asienta sobre los fundamentos legales y no sobre creencias o ideas. Que la boca muda de la ley que quería Monstesquieu es inútil, lo sabemos o deberíamos saber todos. Y que la estabilidad de nuestras conquistas orbita muchas veces alrededor de esta presencia judicial que serena o debe serenar los cambios, también.
Por eso me preocupa que llevemos ya un tiempo excesivo e indencente sin poder renovar el Consejo General del Poder Judicial, porque el PP parece que sólo está dispuesto a posibilitar su renovación cuando llegue de nuevo al Gobierno y su mayoría pueda decidir de nuevo quiénes ocupan esos sillones. Y así ponerlos a su servicio, como ha venido haciendo con su actual Presidente, Francisco José Hernando. Uno de esos que parece negarse a ejercer de juez y se divierte más jugando a la política y tratando de situarse más allá del bien y del mal para así reventar las decisiones del Poder Ejecutivo y las del Poder Legislativo que no sientan bien a su religión y sus ideas políticas.
Me preocupa que hayan puesto con la recusación de Pablo Pérez Tremps bajo sospecha al Tribunal Constitucional, donde les preocupa que haya magistrados capaces de analizar con rigor la Constitución pero no recusan a quienes públicamente dijeron en su día que no creían en ella (entre los magistrados que se mueven a dedo de Génova hay alguno de éstos).
Me preocupa que las decisiones judiciales sean exaltadas hoy en los periódicos si dicen lo mismo que el Partido Popular y que sean denostadas y anatemizadas mañana, cuando el mismo órgano y los mismos jueces avanzan en una dirección no grata a Los Genoveses.
Me preocupa ver a diputados nacionales y autonómicos, a senadores y concejales perdidos en el insulto, haciendo el payaso, gritando y mostrándose indignos del sueldo que los españoles y las españolas les pagamos. Dan vergüenza (y no sólo los del PP, que a veces otros grupos juegan, jugamos con idénticas reglas).
Me preocupa, en fin, y mucho, que hoy estén en cuestión todos los pilares esenciales del entramado constitucional. Eso es lo que cada vez está más en el sentimiento de la sociedad, en ese todo es igual, en el todos son iguales, en el menuda mierda que regresa a nuestros jóvenes, a nuestros mayores, y que escuchamos con furia por nuestras calles.
El PP, la COPE y compañía están jugando una partida tramposa y peligrosa, asentada sobre la mentira o la duda miserable en no pocas ocasiones. Todo les vale para volver al poder y para imponernos su modelo. Pero no se dan cuenta, o no les importa, que la semilla de la desconfianza que están sembrando se alimenta sola. Están criando, alimentando y dejando crecer un monstruo que también les devorará a ellos. ¿Serán capaces de darse cuenta, de reflexionar, de recuperar la cordura? Siento escribir esto: Creo que no.
4 comentarios:
vas mejorando. solo decir que la actitud del pp actual se dirige por mal camino. ojala en el futuro se avance hacia un poder judicial totalmente independiente tanto del legilativo como del ejecutivo.tantas cosas pueden enseñarnos los estadounidenses...
sin embargo, no perdamos la esperanza. en el pp acabaran renovandose. y existe una ley de partidos que no permitira la formacion de partidos politicos que no busquen la convivencia pacifica... vamos que los aguiluchos se quedan fuera.
en fin, sigue asi, y suerte
crees que hay alguna esperanza para todo esto que leo en tu blog, en el mio, en lo que veo a diario aquí y allá y adentro y afuera?
Porque lo del pp es un sintoma, pero nada muy diferente a lo que ocurre en otras partes, aqui por ejemplo la oposicion y el gobierno parecen llegar a acuerdos, parecen que no se pelean tanto, no se ve esa obsesion que yo veía alla entre el pp y el ps de odio infinito, pero hasta me parecía honesto ese odio, como bien español...ya sé que es horrible lo que estoy diciendo, no me hagas mucho caso
Jugando con el ordenador he voisto un concurso de una sociación Aletheya. ¿ Sabéis algo de esta? Me parece interesante.
Algo sí que sé, jeje. Y gracias por preguntar porque no sé si las chicas de Aletheta (que leen el blog) me perdonarán no haberme ocupado todavía de ellas. Y de un proyecto interesante, inteligente y aventurero, de esos que dejan a las claras que todavía hay pasión en este valle de lágrimas, y que los libros merecen esa pasión de vida.
Mencionaré sólo dos nombres, que creo que son las grandes almas del proyecto Aletheya, pero por favor, si me olvido de más gente, lo siento. Blanca Gutiérrez Morlote, profesora de secundaria de lengua y literatura, responsable de la biblioteca del IES Ría del Carmen y mujer mágica. Cuando se habla de lo mal que está la enseñanza, se suele olvidar que no todo el profesorado es capaz de implicarse hasta revolucionar el corazón y la mente de sus alumnos. Y creo sinceramente que los alumnos y alumnas de Blanca tienen todo un tesoro en ella. Y Paz Gil, de la Librería Gil. Otra mujer que ama los libros, que sabe de libros, que proyecta su amor por la literatura casi con cada palabra.
De esas pasiones salió ese fascinante proyecto de crear clubes de lectura crítica, en una especie de concurso que ayudaría a leer con otros ojos, a analizar, a disfrutar, a desnudar los libros en busca siempre de ese sentido que late más allá. Una aventura participativa, en red, aprovechándose de los recursos que internet nos ofrece. Y contando con la colaboración de la Obra Cultural de Caja Cantabria.
Si estáis interesados en saber más, su web es www.aletheya.com.
Y estoy seguro de que muchos jóvenes leerán más y mejor gracias a Paz, a Blanca y a Aletheya.
¿Veis como si hay un Santander posible? El que nosotros queramos llenar de vida.
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