jueves, agosto 10, 2006

LA CIUDAD Y LA GENTE


Me encuentro con Chusca por la calle del Medio, unos segundos antes de pasar delante del escaparate de Harmonia Mundi y caer, otra vez, en la tentación y comprarme el oratorio "Saúl" de Händel, en la supongo que luminosa lectura de René Jacobs al frente de Concerto Köln y el RIAS Kemmerchor. Me sonríe y dice: "En verano, Santander también existe". Me quedo un poco estupefacto y apunta "Mira qué cantidad de gente".

Te haces consciente de pronto de toda la vida que bulle alrededor. Hay muchos turistas este año. Además, el buen tiempo ayuda a vestir las caras indígenas con una sonrisa, a aligerar las ropas y exhibir los cuerpos viles (pero bueno, qué comen los chicos de hoy para estar tan impresionantes), a callejear sin rumbo disfrutando del verano.

Y es que una ciudad es lo que es su gente. Y en espacios de clima tan cambiante, la cantidad de luz, la presencia de la lluvia, la oscilación de las temperaturas, nos marcan más allá de lo quepensamos. De nuestra cercanía al mar, de nuestras norteñas brumas, de nuestros cielos tanto tiempo encampotados nos vino esta melancolía escénica que a veces nos abruma. Es cierto que somos reservados, pero no creo que sea cierta esa leyenda que nos quiere altaneros, cerrados o megapijos. Mi frecuente deambular por Santander me presenta hombres y mujeres correctos, educados, con cierta timidez y habilidades comunicativas no muy desarrolladas. Pero la mayor parte de las veces buena gente, gente a la que merece la pena acercarse, con cosas que decir y que sentir. Un paisanaje reservado, tal vez distante, para una ciudad puede que demasiado gris y ensimismada.

Y al hilo de todo este rollo ... tres reflexiones.

La primera, que me parece difícil crear una conciencia ciudadana, unos mayores lazos de solidaridad y convivencia amable, una dosis mayor de sonrisas cotidianas, de intercambios de cortesías y miradas si no contamos con un tejido fuerte de espacios ciudadanos. Sí, contamos con plazas y parques, seguramente desaprovechados, pero pocos centros cívicos y culturales, una pobre red de instalaciones deportivas y asociativas, y en consecuencia, una oferta pobre todavía de actividades que impulsen la participación ciudadana y que inviten a santanderinos y santanderinas a descubrir nuevas formas de ocio en compañía.

La segunda, reconociendo que es un problema complejo y que por tanto me limito a apuntar, que algo estará pasando en nuestras ciudades, en nuestra ciudad, para que la violencia entre adolescentes haya ido dejando de ser una anécdota para ser parte de lo que consideramos como "normal" en nuestras calles, sobre todo los fines de semana. ¿Puede tener algo que ver con las carencias apuntadas arriba? Seguro, aunque no en exclusiva.

Tercera y última. Nuestra gente cada vez es más diversa. Me encanta pasear por Santander y comprobar que también aquí escuchamos hablar con acentos diferentes, que hombres y mujeres de todo el mundo han desembarcado en nuestras calles y están compartiendo con nosotros nuestras vidas. Están presentes en el mundo del trabajo y del ocio, en los colegios y los barrios, en iglesias y partidos. Y retomando de nuevo la carencia 1 y para prevenir un crecimiento del problema 2 ... ¿no sería hora de desarrollar de manera sistemática, habitual e intensiva políticas de encuentro y convivencia para que nos aprendamos un@s a otr@s? Tenemos tantas cosas que decirnos y que aprender, que no entiendo como esta gran riqueza humana del nuevo Santander se puede pasar por alto. Nuestra ciudad será más plural, más habitable, más rica, si aprendemos a convivir hombro con hombro, ahora que todavía estamos a buen tiempo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesantes los comentarios, estoy de acuerdo. Santander es otra ciudad en verano, tiene otro color y calor. Es increíble pasear cualquier día entresemana por la noche y ver un ambientillo muy bueno. Qué pena que en invierno no queda nada de eso, debería ser siemrpe verano pero con menos turistas en las playas y precios más asequibles....jajajajaja

ESE dijo...

Queridos Ruka y Miss, por mi enclaustramiento laboral no puedo disfrutar ni de esos colores ni de esas riadas humanas pero no dudo que ahora somos más y mejores. No en todo. Como se apunta aquí el tema de la violencia gratuita suma enteros y nadie parece tomar cartas en el asunto. Mucha foto de autobombo pero soluciones reales pocas. Es cierto que hace tiempo arrastramos prejuicios y es un problema de fondo que se basa en los otros, en aquellos que se quedan en la superficie de palabras vacías que alguien arroja para mal general. Hay que ir al individio, conocerle, disfrutarle y ver esos matices que Santander y algunos santanderinos tienen –está mal que diga tenemos– para deleite propio y ajeno. Con gente que apunta y resuelve ideas seguro que esto cambiará. Ánimo porque sé que ambos tenéis cuerda para rato y para tornar estos males menores. Besos de fin de semana.

Anónimo dijo...

Y hablando de pensares, sentires y solidaridades, ¿me vas a enviar, dado que el plazo temporal ya ha vencido,los poemas corespondientes a otras tantas fotos de los campamentos de refugiados saharauis para que el proyecto solidario del libro de fotos+versos, en beneficio del pueblo saharaui pueda realizarse en tiempo y forma?

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