Ha pasado este blog que también es vuestro por uno de sus silencios más largos. Prudencia, descanso, exámenes... son muchas las razones. Pero algún día tenía que regresar, y no deja de ser una pena que tenga que ser, una vez más, por la lgtbfobia enquistada en nuestra sociedad.
Conozco a algunos integrantes de la Peña La Pera, y me consta que son buena gente, y para muestra ahí tienen retratada por Sane para El Diario Montañés su paella solidaria de este año. La Pera es una de esas peñas que se forman para dar vida a las fiestas locales, las de Santander en este caso, y a las que nunca me acercaré en esencia porque no soy de ruidos y multitudes y desde luego porque no pienso ir a echarme unas risas mientras torturan a un toro.
Debo añadir a las dos razones antedichas, que me resultaría molesto, incómodo, humillante, desfilar por las calles de mi ciudad canturreando el manido "maricón el que no bote". Sobre todo, porque desentonaría en tan sofisticada coreografía, tan delicada letra, tan dulce música, permaneciendo quieto cuando digan que hay que botar, botando cuando digan que hay que pararse, arriba cuando pregonen abajo y abajo cuando corresponda ir arriba. Al fin y al cabo, como soy maricón tendré que realizar los gestos contrarios a los marcados por la tropa heteruzo-festiva a la que hoy como ayer le debe de parecer que ser como yo es lo peor que le puede ocurrir a una persona. Así se lo debieron de transmitir sus ancestros y así se lo comunican a sus hijos mientras vociferan por los desfiles de la fiesta, niños y mayores en plena horda verde, "maricóoooon el que se mueva va va va".
Tenéis razón, toda la razón: Soy un amargado que siempre está cabreado, al que le parece mal todo y que no sabe divertirse. Tenéis razón: estoy obsesionado viendo insultos y agresiones donde no los hay, hombre, si todos los de La Pera tienen muchísimos amigos gays y hasta a lo mejor alguno andaba saltando o no saltando, agachando y desagachando, en el maremoto verde. Es verdad: es una broma festiva y son miles de personas las que las gritan en sus fiestas locales de Gata a Finisterre y además de La Pera lo cantan otras peñas. También tenéis razón: no boto porque soy maricón, qué novedad, so listos.
Pero permitidme que siga pensando que unas fiestas en las que matan animales por pura diversión, unas fiestas en las que el alcalde me ataca en su pregón por preocuparme por cuestiones que a él le resbalan (como casi todas las importantes), unas fiestas en las que las peñas desfilan agrediéndome, de forma consciente o inconsciente, me resulten ajenas, cada vez más ajenas. Qué hartura de tradiciones populares divertidísimas, de costumbres populacheras, de gente que no sabe disfrutar sin hacer daño, qué hartura.
9 comentarios:
Bah!. Ni caso.
No ofende quien quiere, sino quien puede.
Un abrazo nada "festivo", sino solidario.
Pues sí, Bruno, pero no estaría de más una campaña entre las peñas para que renovaran su mochila coplera y abandonaran de una vez Atapuerca.
¿Una campaña de "civilización" de peñas de taurinófilos?. Bromeas.
Creo que aún tendrán que pasar generaciones para que el "a divertirse...AR!" deje de ser una llamada al "vale todo".
Mientras, otro abrazo y buena suerte.
No se puede decir mejor que Séneca: "La prueba de lo peor es la muchedumbre"
Rotundo. Por algo los clásicos son clásicos :-)
Totalmente de acuerdo.
Todo pasa simple y llanamente por un tema de EDUCACIÓN, educación con mayúsculas. Pero no sólo en Santander, en todos los territorios.
Recuerdo de niño mirar extrañado a la gente que le hacía gracia algunas chirigotas del Carnaval gaditano, yo no lo entendía, me parecía algo bochornoso en muchas ocasiones, con algunas coplas terriblemente zafias.
Pero no sólo es un tema de LGTB, es algo universal: en el deporte, en las fiestas populares con el tema del maltrato animal, en la política... parece que hay algunos foros en dónde los instintos más cavernícolas del ser humano tienen barra libre. Y lo más lamentable, muchas veces con la aquiescencia de la mayor parte de la sociedad aparentemente.
Y si, yo también me declaro amargado cuando veo a alguien vaciar su cenicero del coche en la carretera, cuando intentan provocar con trapos y banderitas patrióticas, cuando la gente no respeta las normas de circulación... si, lo sé, seré amargado, pero sólo pido un poco de educación.
Un abrazo y no se apriete demasiado el nudo del pañueluco de fiestas, compañero... ;)
Tienes toda la razón, David. Supongo que era una de las misiones de la defenestrada Educación para la ciudadanía explicar a los adolescentes por qué no se debían proferir determinados gritos o cánticos, por qué el respeto es mejor que la humillación para acercarnos a los demás.
Y la educación, ah, la educación, esa vieja amiga jubilada, va a necesitar un post para ella sola. Cuánto se la echa de menos.
Saludos no-festivos (sigo haciendo objeción de conciencia este año jajajaja)
Efectivamente, eres un amargado que siempre está cabreado y busca sacar punta a lo que haga falta para así sentirte agredido y poder agredir tú con tus comentarios. En la vida no todo es blanco o negro Regino, existe el gris!
Bueno, lo de que siempre estoy cabreado es probable que lo diga alguien que me conozca tirando a cero, y lo de amargado ya lo he dicho yo para anticiparme a las previsibles reacciones. Estoy seguro de que si el canto famoso fuera "Puta la que no bote" ninguna mujer se sentiría agredida, como tampoco habría problema alguno si se cantara "moro de mierda", "sudaca" , "mongólico" o "sucio negro". Pero el caso es que a la hora de elegir el insulto "divertido" desde hace cierto tiempo el mundopeña hispánico eligió, no por casualidad, me temo, "maricón".
Y sí, los insultos agreden, qué le vamos a hacer, es su función sociolingüística. Otra cosa es que quienes no se ven agredidos no entiendan por qué los demás se sienten afectados.
Eso sí, no acabo de ver cuál es la línea de gris en este caso: ¿"Mariquituso pero con cariño y sin ánimo de ofender el que no bote" ?
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