Leo en el blog del alcalde de Santander que somos lo más de lo más en actividad y propuestas culturales. Me da que voy a comentar su artículo mañana o pasado, porque la verdad es que no lo veo. Supongo que los números cantan… aquello que les ordenan cantar, pero algunas realidades pueden resultar tirando a tozudas. Pero oigan, que sí, que seguramente sea yo que miro la realidad santanderina con ojos de pitufo gruñón.
Por ejemplo, seguro que soy yo, cabezón y tergiversador, el único que sigue sin ver que el Ayuntamiento de Santander y otras instituciones culturales públicas y privadas de la ciudad y de Cantabria se han volcado históricamente con el parvo legado musical que nos llegó de aquellos que fueran maestros de capilla de la catedral santanderina, con especial hincapié en el que tal vez fue el mejor de sus titulares, Juan Antonio García de Carrasquedo. Y como quiero confirmar que soy yo el malo y no la realidad, me dispongo a consultar la edición crítica de la obra de Carrasquedo cuando… , mejor dejo lo de edición crítica y me limito a las partituras editadas cuando… Oh, wait! que dicen ahora por las redes sociales, que no hay edición alguna.
Gran cosa ésta, me digo, porque fue hace ya muchos muchos años cuando la musicóloga norteamericana Lynne Kurzeknabe aterrizó por Santander, tuvo conocimiento de la existencia de García de Carrasquedo y se puso durante muchos años manos a la obra de archivo musical en archivo musical (los de Santander estaban esencialmente arruinados) hasta conseguir transcripciones y datos suficientes para que su coro (Coral de Santander, Camerata Coral de Santander, Camerata Coral de la Universidad de Cantabria según qué tiempo histórico) diera nueva vida a la producción del compositor clasicista e incluso tuviera la oportunidad de realizar dos grabaciones, con el soporte económico del Aula de Cultura de Caja Cantabria (O, tempora, o mores) y de la Universidad de Cantabria, respectivamente. Y algunas pocas ayudas más, como de refilón y más por afinidades personales que por compromisos institucionales, de bastante poca monta.
Porque, seamos serios, Carrasquedo sólo importó, sólo importa a Kurzeknabe, que dedicó muchos años de su vida a su legado, al histórico de cantantes de la Coral/Camerata, que hicimos nuestra esa pasión en diferentes momentos, y muy poca gente más, casi toda de fuera de Cantabria, pero sin olvidar por aquí a gente como Jesús Maza, José María Ureña o Rafael de la Sierra.
El caso es que el mejor homenaje que se le puede hacer a un creador es la publicación y difusión de su obra. Y si hablamos de este peculiar afrancesado de los últimos años del XVIII y primeros del XIX, hablamos de una oportunidad pendiente y tal vez al límite. Porque los años no pasan en balde para nadie, para Kurzeknabe tampoco, y cada vez es menor el tiempo que queda para por lo menos poder poner orden en su trabajo y digitalizar sus transcripciones. Puede que ella ya no pueda (o ya no quiera) enfrentarse sola a tal trabajo, puede que ya los sistemas informáticos de escritura musical le hayan pasado de largo, puede que sólo ella sea capaz de organizar los papeles tal como los tiene, me consta, perfectamente organizados en su cabeza.
Puede, ay, que para mañana sea tarde. Que un día el alcalde de Santander, o el Presidente de Cantabria, o sus responsables culturales, o las instituciones que dicen que velan por la cultura piensen que ha llegado la hora de Carrasquedo, pero para entonces sea necesario empezar otra vez de cero. Al menos de tres con cinco, y eso siempre gracias a que Kurzeknabe habrá dejado con mayor orden o desorden datos, referencias y copias almacenadas.
Así que mientras el alcalde y los suyos engordan de satisfacción porque somos en cultura lo más de lo más, García de Carrasquedo vuelve hoy a morirse, a languidecer lentamente, esperando un remedio que hoy por hoy no toca.
Al fin y al cabo, dirá De la Serna, ya le pusimos calle al ilustrado ese. Que parece que no se conforman con nada, oye ya.
1 comentario:
(Esteban Sanz Vélez)
Regino, completamente de acuerdo con lo que planteas. Parece mentira que todavía, después de 30 años del "descubrimiento" de Carrasquedo por Lynne, no tengamos una triste edición que llevarnos a la boca... (y no solo de este músico, de bastantes otros también de interés). Sin embargo no estoy seguro del todo de que la culpa principal en este caso sea del alcalde o demás políticos, al menos no en primera instancia (daría mucho para hablar este particular)... Nadie, ni los que se supone que deberían estar más interesados en este tipo de cuestiones (músicos, profesores de conservatorio, estudiantes de música, aficionados, asistentes regulares a conciertos...)demandan este tipo de cosas como necesarias (tu entrada en el blog es una honrosa excepción). Una pequeña muestra: hace 3 años desapareció el Centro de Documentación e Investigación de la Música en Cantabria (CDIMC) perteneciente a la Fundación Botín, del que yo fui coordinador entre 2008 y 2012, Centro precisamente dedicado a cosas como la que tu planteas de Carrasquedo (de hecho hice bastantes esfuerzos, Lynne te lo puede confirmar, por conseguir esa publicación Carrasquedo aunque finalmente no se consiguió). En dicho Centro, durante esos años (en realidad desde mucho antes, pues se fundó en 1996, con Julio Arce al frente), se llevaron a cabo un montón de iniciativas, seguramente todas ellas mejorables y ampliables pero en cualquier caso objetivamente necesarias y planteadas con rigor. Estas son algunas: Recuperación de los archivos de Miguel Ángel Samperio, de Arturo Dúo Vital, de Sixto Córdova, de Antonio Gorostiaga, de Eustaquio Gurruchaga... (Para quien le interese, está todo catalogado y se puede consultar on line en http://biblioteca.fundacionmbotin.org/ABSYS/abwebp.exe/G0 y físicamente en la biblioteca de la Fundación); Algunas publicaciones ¡pocas para las que yo hubiera querido!, como por ejemplo el libro de Julia Lastra sobre Dúo Vital que es un antes y un después en el conocimiento de este autor; Programación de obras de autor cántabro en conciertos no solo de intérpretes cántabros y no solo en la Fundación (También en el Palacio, etc.); Estrenos de jóvenes y no tan jóvenes compositores cántabros; Ediciones discográficas y también de partituras; Publicación de artículos en prensa intentando precisamente "despertar" la demanda de aquellos que se supone más interesados en este tipo de temas, a los que aludía más arriba; Un proyecto de investigación de la historia musical de Cantabria por un nutrido equipo de investigadores (Lo llamamos Proyecto Amphoras y se quedó a unos pocos meses de una primera publicación!)...
Pues bien, el CDIMC se cerró (por decisión de la dirección que creo que legítima pero equivocadamente no lo consideró prioritario dentro del conjunto de las otras muchas iniciativas que despliega la Fundación), y no hubo la más mínima muestra de sensación de pérdida por nadie. Nada de nada, ni una pregunta, ni una petición de revisar la decisión, ni unas líneas en un periódico, ni un pequeño análisis de lo que, al cerrar el CDIMC, se estaba dejando de atender y perdiendo desde un punto de vista cultural... NADA... Por eso, yo me pregunto al hilo de esta entrada de tu blog: ¿Para qué ¡o para quién! necesitamos entonces una edición Carrasquedo? Un abrazo
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