Como les suele ocurrir a las baladas, Rise like a phoenix , la canción con la que Conchita Wurst ganó para Austria Eurovisión 2014 gana fuerza después de la primera audición. En esa primera vez, me pareció una balada correcta, sin más, muy bien cantada por una peculiar mujer de estupenda voz y aspecto incómodo. Hoy tengo que decir que sin que se haya convertido en mi favorita del festival, es una canción que me resulta agradable y que en todas las fases ha estado defendida con auténtica pasión y calidad por Conchita.
Hago esta introducción para aclarar que me parece justo el triunfo de Austria, a pesar de que me hubiera gustado que el trofeo pasara a Holanda o Suiza. Y porque algunas de las reflexiones que ahora voy a escribir podrían hacer creer lo contrario, al apuntar que Conchita Wurst ha sido paradójicamente beneficiada por los altos niveles de estupidez de la homofobia militante que lleva días bramando por las redes sociales (en España twitter ha dado mucho asco, con memos anónimos y mamarrachos con barba conocidos a lo Antonio Burgos, y TVE se ha cubierto de gloria dando eco a voces que no la merecen). La polémica suscitada viene de largo, desde el momento en el que Thomans Neuwirth / Conchita Wurst consiguió la clasificación para representar a Austria. En su país parece que la gente se sentía avergonzada y en el Este arreciaron las voces que pretendían incluso impedir la emisión de la participación austríaca por considerarla contraria a la Ley Putin contra la propaganda homosexual.
En España, imagino que habrá sido igual en otras partes, la ignorancia, la intolerancia y los prejuicios se han basado en la crítica a la "mujer barbuda" , al "maricón con barbas" y eso por utilizar sólo los previsibles y suaves, acompañados de una exhibición de barbaridades sobre gays y sobre transexuales.
Quizás sea esta la primera reflexión que me importa. ¿Transexuales? ¿Por qué ese ataque a las personas transexuales? Conchita Wurst no es una mujer transexual. No estoy muy seguro de qué parte de la sentencia "Conchita Wurst es un personaje construido por un cantante para salir con él a un escenario" no entiende la gente. Nunca ha dicho Thomas Neuwirth que se sienta mujer, procede de un entorno cultural en el que las mujeres transexuales tienen la oportunidad de realizar con normalidad su transición hacia su identidad correcta. De hecho, tengo la impresión de que una mujer transexual jamás construiría su imagen pública con barbas, ya que suele ser habitual en primer lugar que mujeres y hombres transexuales huyan del estereotipo de género del que escapan y apuesten por un hiper-desarrollo de los caracteres propios del sexo por el que han luchado. Sin olvidar el efecto sobre el vello corporal de la hormonación.
El resultado de la transformación (transformista, drag queen o el clásico travestí podrían ser cajas más adecuadas si nos empecinamos en clasificar y ordenar una realidad que tiende a infinita) de Thomas en Conchita es un resultado incómodo porque rompe los estereotipos, porque de alguna manera denuncia los estereotipos, porque propone una belleza no normativa y vinculada no a la aprobación social sino a una decisión individual a partir de una visión individual. Aspectos que, como apuntaba el otro día en Facebook el bueno de Toño de Celis, nos recuerdan algunas premisas básicas de la llamada Teoría Queer , en su empeño por escapar del binarismo de género, por luchar en favor de una diversidad que no admite demasiadas puertas, por creer que en el camino del respeto a la realidad social, cultural, sexual de las personas la quiebra de "lo normal" siempre es provocadora y obliga a la reconstrucción de nuestros parámetros de evaluación y conocimiento de la sociedad. Porque no sé si ella lo sabrá (estoy seguro de que sí) pero probablemente la calificación que mejor encajaría con Thomas / Conchita sería la de cantante queer (rara).
Los desvaríos previos al Festival de los putines de guardia han favorecido sin duda toda una movilización de simpatía hacia Conchita Wurst, una simpatía que además se ha afirmado sobre la indudable calidad de la canción y de la intérprete, y que ha concluido con la victoria para Austria en un festival en el que la media de televoto y voto técnico ha supuesto un menor peso de las amistades geoestratégicas y una votación un tanto insólita en muchas ocasiones. La simpatía por Conchita en un festival tan querido para el público gay como el que nos ocupa, ha tenido también otras dos consecuencias: por un lado, creo que las declaraciones, bastante infumables, sobre la austríaca del cantante armenio de cuyo nombre me acuerdo pero no me da la gana escribirlo le han perjudicado en las votaciones (también, que conste, sus interpretaciones bastante menos notables que la de Wurst o que lo que escuchábamos en el video promocional). Y ha sido sorprendente el abucheo generalizado cada vez que Rusia recibía algún punto, una evidente manifestación de que muchos ciudadanos europeos no queremos compartir nuestros espacios con países que cultivan la homofobia de estado.
En España, por ignorancia o por mala baba, la prensa seguirá presentando a Conchita Wurst como una especie de monstruo de circo, y en las redes mucha gentuza dará rienda suelta a su odio y a su incapacidad para enchufar la mononeurona. Mientras tanto, la reina de Austria, como felizmente la definieron tras la primera semifinal los presentadores del certamen, hablará con prudencia y modestia, como ha venido haciendo, de una lucha constante que ningún odio podrá parar para que cada uno pueda elegir quien es, quién quiere ser. Con la corona y el cetro de Eurovisión, verdaderos, bien aferrados a sus falsas barbas y su cierta voz.
1 comentario:
Pues resulta que estaba en una reunión de viej@s amig@s tranquila, y en el pub donde se celebró en su segunda parte tenían puesto el Festival.
Cosas de mi "aislamiento voluntario": ni siquiera sabía que el dicho Festival se continuaba celebrando, y reconozco que me impresionó Conchita. Curioso aspecto cuando menos.
Su canción me pareció anodina y, curiosamente y aunque no las escuché todas tomé opción por la holandesa y la suiza como tú. (¿Vuelvo al country?).
Una pareja que miraba también la tele con mucha más atención que yo hizo un comentario sobre Conchita muy desagradable mientras actuaba, (concretamente la parte "femenina" de esa pareja heterosexual); y viendo que ninguna de mis amigas contestaba lo hice yo.
¡En buena hora!.
Casi hubo que echar mano de Fuerzas de Pacificación, pues el "macho alfa" salió rápidamente en defensa de la "hembra beta" (que no había sido en absoluto ofendida en mi comentario o eso creí yo).
En fin. Sábado noche en Botinburgo.
¿Mi comentario?. Pues "¿Y qué mas da que sea lo que sea y que lleve o no barba?".
Saludos.
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