Mal se vería que este blog que nació hace ya demasiado tiempo pensando en Santander no iniciara su camino por el nuevo año del señor de 2014 lejos de la capital de Cantabria, aunque no esté ya ni en el corazón ni en el pensamiento la tal ciudad. Mal le parecería además a don Delaserna, a la sazón alcalde de la muy noble y leal, que camina por el mundo para mayor honra y prez de sí mismo dibujando las maravillas de su solar, semejante indiferencia. Así que hablemos de Santander. Y de los pregonados espacios que para el esparcimiento canino ha dispuesto rauda y veloz la Smartcity por antonomasia.
Resulta al caso que don Delaserna haya pasado por Nueva York y hablado ante las Naciones Unidas de Mundo Mundial para proclamar que en lo que se refiere a planificación nada tan grande en esta galaxia y parte de la de Andrómeda como este rincón norteño y recoleto nacido de la cabeza cortada de San Emeterio. Santander está bien-planificada, ¿quién la bien-planificará? El bien-planificador que la bien-planificare buen bien-planificadordelaserna serná, o será, o lo que sea.
Así que empecé yo a pensar cómo coadyuvar a la municipal campaña Pro Planificatio Orbis recordando las plazas y parques calificados y descalificados, los espacios rehabilitados para dar paso a una carretera al año siguiente, los múltiples emplazamientos museísticos de las joyas de la corona y un larguísimo etcétera. Pero como uno ya saben ustedes que tiene la vigilancia canina bien desarrollada, pues no pudo por menos que fijarse en la excelente planificación de los llamados "Espacios para el esparcimiento canino". Ejemplo de inteligencia y buena gobernanza donde la hubiere, suficiente como para dejar patidifusa y perniculimbruda, atónita inclusive, a la ciudadanía toda de la pretenciosa Nueva York. Que por ejemplo ha dedicado una buena parte de los recuperados muelles comerciales de la ciudad para el recreo canino, vallando, implantando espacios para la práctica deportiva, organizando sistemas de limpieza y otras naderías.
Aquí, ejemplares que somos, cuando algunas voces comenzaron a discordar tímidamente sobre el absurdo que suponían algunas normas sobre tenencia de animales, el peligro de otras, la injusticia de casi todas, los Planificantes Sumos iniciaron las habituales campañas de intoxicación para convertir en una especie de para-delincuentes a los propietarios de perros (los gatos, ya saben, no existen. Ni los peces de colores, que de existir probablemente se habrían comido los gatos). A pesar de la intoxicación permanente en los medios del régimen y las ordenanzas que mostraban su brillo intelectual máximo en aquella cresta que por tiempos de Manuel Huerta emitió el doctor Arias, donde se podía demostrar con lápiz y papel que la sanción era mayor por recoger los excrementos del can y arrojarlos a una papelera que por dejarlos reposar sobre la pública vía. Creció el griterío de los propietarios de perros y asociaciones animalistas, para recibir, hace algo más de un año ahora, toda una salva de insultos por parte de Alcalde y concejales a cargo, como si una ciudad inteligente y smart que se precie no tuviera nada mejor que hacer que gastar dinero en perros. En columpios sí. En bicicletas sí. En coches sí. Pero no en perros. Para después de los pertinentes bramidos que dejaron claro que a/ los ciudadanos no tienen ni voz, ni voto, ni opinión, b/ si la tienen son por necesidad malos, cutres y tontos y c/ unos meses después el Ayuntamiento descubrirá de nuevo la pólvora proponiendo lo mismo que aquellos imbéciles vociferantes proponían y además justificando su nueva fe en el servicio y escucha al ciudadano.
Así fue como llegados al punto c/ nos fue anunciada la buena noticia de una red de espacios para el esparcimiento canino, que habrían de resultar la solución a todos los problemas y causa buena para seis o siete fotos. Las obras llegarían rápidas y no habría de terminar el 2013 sin el debido acondicionamiento. Y así fue. Era el amanecer del Sexto Día.
De entrada, dejemos sentado que mejor algo que nada y que hasta podríamos encontrar un par de datos positivos en los dos espacios dos que conozco. El de la foto, en la ladera sur de Reina Victoria, y el del Parque de la Teja, frente a la Facultad de Ciencias. Aunque justo con estas dos salvedades sigue siendo una asignatura pendiente en cuestión de esparcimiento canino como en tantas otras en esta ciudad la del concepto "proximidad". Y es que tal vez no se trate de crear grandes espacios temáticos fuera del alcance cotidiano sino más bien de generar espacios de proximidad que puedan servir para el uso regular de una población que tiene el tiempo más bien justo y agradecería poder cumplir sus ocios y obligaciones sin desplazamiento previo de coche y sin necesitar unas cuantas horas para una actividad que per se no las precisa. En cualquier caso, como uno no está motorizado y además los transportes públicos no permiten el uso con perro, he tenido la suerte de que uno de los espacios, Parque de la Teja, no esté demasiado lejos y otro más, Reina Victoria, me resulte accesible a pie para momentos de ocio más prolongados.
Jugando pues con los dos espacios conocidos, voy a plantearme una serie de interrogantes para determinar el nivel de la Smart-Planificación.
1. ¿Hay espacio suficiente? Si apostamos por espacios de proximidad mejor que por grandes núcleos temáticos, desde luego no podemos tener grandes exigencias de espacio. Así que diremos que sí, que los perros pueden correr y jugar en ambos recintos. Unos metros más no habrían venido mal, pero digamos que aquí, correcto.
2. ¿Está el espacio debidamente señalizado y delimitado? Pues de aquella manera, oigan. Unas cuantas tablas de madera colocadas a la buena de Dios permiten intuir dónde empieza y dónde acaba. La mala señalización, el hecho de que la valla no sea continua, genera espacios problemáticos en los que resulta difícil saber si el perro ha sacado la pata fuera del perímetro infografiado pero no marcado. Aprobado raspón.
3. ¿Qué tal andan de cercanía y accesibilidad? Lo dicho, sólo unas partes muy concretas de la ciudad pueden presumir de tener a mano (puede que a pata fuera más acertado) uno de estos espacios. En cuanto a la accesibilidad, espero que si alguna persona mayor, o con discapacidad, intenta acceder con su perro al espacio de Reina Victoria me avisen para poder grabarlo. Podría ser más viral en el youtube la imagen de la buena señora despeñándose tras su perro que la lección de matemáticas de Quico Rodríguez Argüeso.
4 ¿Equipamientos? Cero en Reina Victoria, ni siquiera una mala papelera, dos con cinco en La Teja (una papelera expendedora de bolsas que no hay y un banco). Por otro lado, ni siquiera hay un camino que permita al dueño entrar en el recinto sin necesidad de meterse en barro hasta la rodilla si ha llovido. Claro suspenso.
5 ¿Seguridad? Pues me parece que aquí la inteligencia municipal puntúa negativo. Las verjas que no-delimitan los espacios son tan anchas que entre una estaca y otra cabrían tres mastines españoles, dos loberos irlandeses y media docena de dogos alemanes. Tal vez hayan utilizado como medida el Ego de don Delaserna, que probablemente no encontraría paso. Quiero decir que si las vallas no cierran todo el perímetro y además daría igual que lo cerraran dado el hueco entre estaca y estaca, ni hay seguridad para el viandante con miedo a los perros que se encuentre fuera del recinto, ni hay seguridad para quienes estemos dentro: un estímulo cualquiera lo suficientemente intenso podría hacer que un perro perdiera el control y escapara. Estímulos tan difíciles de encontrar como un petardo, una perra en celo, un gato o una paloma, etcétera. Muy, muy mal.
6 ¿Funcionalidad? Se supone que se trata de espacios para el esparcimiento canino. Si como parece no hay previsto mantenimiento ni limpieza, si se transforman en un barrizal casi por vocación, y sobre todo si están, al menos estos dos, en cuesta y al lado de una carretera, lo que significa que el mero hecho de lanzar una pelota pueda acabar con pelota y perro estrellados contra un coche en la Avenida de los Castros provocando un accidente mortal, pues me temo que tampoco acabo de ver neurona activada alguna. Otro suspenso.
De todo ello me permito concluir que aunque, como dije, el algo sea más tangible que la nada, me temo que no vaya a servir el mínimo esfuerzo realizado para resolver problema alguno. Los perros seguirán paseando con sus dueños por donde solían de forma habitual, casi diría que por su propia seguridad. Mientras agudas inteligencias municipales continuarán preguntándose por qué los perros no se lo pasan bomba en tan suculentos predios.
Smartcity, sí claro. Planificación ejemplar, sí claro. Don Delaserna y su equipo, por supuesto.
Gracias por nada.
1 comentario:
Se te ha olvidado añadir que en breve tendremos a los miles de litroneros esos que según el ayuntamiento no tenemos,dejando estos espacios cono pocilgas,que es su habitat natural,y nuestros perros volveran a las carreras furtivas...hasta que ese señor que dices,u otro igual o más iluminado,visite otra ciudad así como de quedar bien en una conversación, y se le ocurra copiar otra genial idea,pero adaptada al cutrerio endémico de nuestra fauna política
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