lunes, enero 13, 2014

ELLOS SIEMPRE GANAN


Recuerdo a Leo. Lo recuerdo tumbado, desconcertado, devorado por el cáncer. Recuerdo su mirada al escuchar al médico que no había esperanza, recuerdo su pregunta "¿Pero entonces quiere decir que me voy a morir?". Recuerdo que pidió que le aplicaran un tratamiento experimental, terriblemente agresivo, porque él quería vivir, porque él tenía muchas cosas por las que vivir y quería luchar hasta el último segundo. 

Recuerdo sobre todo, poco después, los dos solos, su mano ya casi inexistente entre la mía, cómo decía en un susurro "Diosito, si me pasa esto por algo malo que hice, pido perdón, pero no sé qué pudo ser: nunca le hice mal a nadie, nunca quise el mal para nadie". Sí, eso dijo Leo, que era una persona buena, atenta, frágil. Leo, al que los dos hijos de puta de la foto habrán enviado a su infierno, regocijándose porque otro maricón ha caído víctima del castigo de su dios de los ejércitos. Venido para proclamar la victoria de la gentuza como ellos.

Recuerdo haber tratado de contener la calma estos días, después de escucharles (no era la primera vez que presenciaba por internet su show pornográfico: hay que conocer al enemigo) cómo arremetían contra Pedro Zerolo y se regodeaban ante su anuncio de cáncer, concediéndole menos valor que a un animal, recordando que así actuaba su dios, enviando la peste a los impíos y a los sodomitas. Vomitando palabras llenas de odio.

Recuerdo, al final, haber llorado. Sí, haber llorado como Mercedes, como algunas otras buenas personas que conozco, que han sufrido en persona o en la de sus seres queridos la violencia del cáncer. Lagrimas de impotencia al ver cómo casi cada día se reinventa la humillación, se proclama el estigma, se nos recuerda que alrededor, cada vez que salimos a la calle, podemos tropezarnos con un Armando Robles, con un Jesús Calvo, con un miserable que desearía golpearnos hasta la muerte pero que debe conformarse rumiando un insulto, esperando la oportunidad para llenarnos de dolor y de mierda.

Es la estrategia del matón de patio. La del matón que sabe que sus actos y sus palabras son impunes, que podrán cosechar como mucho una levísima repulsa social que a sus mandíbulas de cristal les parece un ataque en toda regla pero que se queda en eso, en gallinero gritón que se apagará pronto y hasta la próxima. La del matón tarado que sabe que la víctima recibirá sin duda apoyo y consuelo. Pero también la del matón que sabe que hace daño, que renueva la injuria, que mete con saña el dedo en nuestros ojos y lo retuerce hasta que el dolor resulta insoportable. Al fin y al cabo ¿no nos hemos construido sobre el insulto, no hemos luchado tratando de levantar la cabeza, de afirmar la frente, de conquistar nuestra dignidad contra el desprecio que nos rodeaba? ¿no hemos tenido que inventarnos de nuevo tantas veces hasta convecernos de que no era cierto que fuéramos escoria, que no es amor ni farsa nuestro amor, que a nadie importa ni ofenden nuestros deseos y nuestros cuerpos?.

Toda esa lucha quiebra, sólo unos momentos, cuando ellos regresan. Porque sus insultos, su indignidad, su saña, son la completa historia de todas las violencias. Porque en sus bocas babosas habitan la Inquisición y los triángulos rosa, las lágrimas de Wilde y la sangre de Matthew Shepard, la peligrosidad social y los electro-shocks, las grúas de Irán y las alimañas rusas alimentadas por las leyes de Putin, el holocausto de las mujeres transexuales en medio mundo y las violaciones correctivas. Son también nuestros insultos, nuestras amenazas. Son también un escupitajo contra la memoria de aquellos que quisimos, de aquellos que nos quisieron, de quienes lloraron a nuestro lado podridos por las enfermedades que las ratas como Armando Robles, los reptiles como Jesús Calvo celebraban como castigo divino.

Nuestras lágrimas no importan, nuestro dolor no importa. Nosotros, al fin, deberíamos estar acostumbrados, es cierto que lo estamos, y que sabemos cómo volver a levantarnos. Lo hemos hecho de caídas abismales, ¿por qué iba a impedirnos caminar un simple tropezón?. No les importan a ellos, que las buscan, y que las seguirán buscando. El uno, que se dice "periodista" y "buen cristiano" para vergüenza de los periodistas y de los cristianos buenos y malos, desde su tribuna hedionda de Alerta Digital. El otro, que se dice sacerdote católico, para vergüenza de los sacerdotes y de su Iglesia, desde la parroquia leonesa en la que seguirá haciendo el mal porque ya ha dicho su obispo que mejor que no hable de política, pero que no tiene queja de su labor pastoral.

Recuerdo a Leo, su dolor, su tristeza, sus palabras. Su bondad. Y me doy cuenta de que yo no soy como él, no soy bueno. De que ahora mismo saldré de casa para comprar dos botellas del mejor champagne para tenerlas frías y preparadas. Porque prometo brindar por la muerte de estos dos canalas, que espero de corazón sea lenta y dolorosa. Y prometo invitaros a todos a la fiesta.

Así haremos puntos, más puntos, para ganar ese infierno al que nos condenan y en el que nos encontraremos con todas las buenas personas que algún día se cruzaron con nosotros en el largo camino de la vida. Porque al parecer el paraíso está reservado para las almas más sucias.

5 comentarios:

BRUNO dijo...

He encontrado el vídeo. Acabo de verlo. Completo.
Iba a escribir que no tengo palabras, pero si las tengo, y la más suave es "alimañas".
Un asesino "civil" y otro "religioso", soy de los que opinan que lo mismo el que mata que el que llama a matar.
Lamento a veces que no me guste el champagne, bebida para celebrar por antonomasia; pero prometo celebrar su muerte a mi manera.
¡Prometido!.

Teresa dijo...

Acabo de ver el video. ¡Madre mía!
Que prefieres Taittinger o Roederer?

Rukaegos dijo...

Estaba pensando en Pommery pero admito sugerencias.

Bruno, te dejamos que vengas con el trago que más te guste :-)

Amélie dijo...

También me uno al brindis...me encanta el champagne, un simple Moët me vale.

Anónimo dijo...

Yo no quiero que se mueran. Al contrario. Que vivan mucho tiempo su infeliz y amargada vida.

Licencia de Creative Commons
Un Santander Posilbe by Regino Mateo is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
Based on a work at unsantanderposible.blogspot.com.