Grandes días, grandes frases, grandes desafueros esperamos en Cantabria de nuestra flamante Consejera de Justicia, Leticia Díaz. Que en los períodos ante-presupuestarios ha brillado con propia llama y destacado por su fácil verbo y su desequilibrado sentido de la objetividad que debería ser horizonte de toda administración capaz de representar, de intentarlo al menos, a toda la ciudadanía.
En la estela de Ana Mato, cuestiona que se hable de violencia de género, porque la infancia estaría entonces desprotegida por la Ley Integral, y reivindica que se hable de violencia doméstica. Confundiendo causas, situaciones y en consecuencia conceptos, en una alteración interesada que dificultará la lucha contra el maltrato al ignorar su raíz más profunda, el machismo, y que provocaría confusión legal, al encontrarse, como ella bien sabe o debería saber, ya que se define como experta en protección a menores, la violencia contra la infancia debidamente codificada en el Ordenamiento jurídico español, con sus propias medidas. El cierre de los pisos de acogida para mujeres víctimas de maltrato, sin tener antes prevista una alternativa, acusando a las organizaciones que los gestionaban de ser el brazo armado de la peligrosa ofensiva socialista-feminista, sin importar que se tratara de organizaciones con amplia profesionalidad y experiencia, de prestigio reconocido en Cantabria. O que tamaño dislate nos haya descubierto, oh sorpresa, que las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl y Cáritas Diocesana son peligrosos quintacolumnistas del más feroz Marxismo. Rematando en radio con la bonita reflexión de que la violencia que de verdad debe preocupar es la violencia contra los no nacidos. Un desafuero que sólo podría ser explicable en los labios martinezcamineros. Pero es que doña Leticia (Díaz, no se me confundan) más parece prestar atención a los documentos episcopales que a la legislación vigente y los intereses generales.
Así que antes de que imponga el rezo del Ángelus en su dominio consejeril, he tenido la fortuna de hallar un soneto sin padre que vagaba, como el polvo de los Kansas, en el viento.
Y que reza así:
LETICIA, MON AMOUR
Entre un gobierno gris y provinciano
brilla la consejera de Justicia,
católica cabal, dulce Leticia,
la de la cruel espada entre la mano.
Apura en el recorte, grano a grano,
como una hormiga enferma de avaricia,
que en ella es natural y no malicia
cortarte los derechos por lo sano.
Si no eres de su secta, eres sectario;
si no eres un cigoto, nada vales;
Dios te ampare, si sufres vil violencia.
Por ti, a lo más, musitará un rosario,
mientras de tu refugio afuera sales
sin protección. Señor, ¡danos paciencia!.
5 comentarios:
¿Es "opusina", aspira a serlo o viene averiada de fábrica?.
(Excelente y divertido soneto. Debiera recuperarse el arte de criticar e incluso agraviar en verso).
La etiqueta exacta la desconozco en este momento, yo la conocí en su época de guitarrista a lo Alabaré alabaré.
Lo de los versos ... creo que abro sección nueva con lo de Flor de Sonetos. Aunque arranqué con unas coplas de Esperanza Recortera hace unos meses jejeje
Eres un monstruo...
Lo sé Quique: UUUUHHHHHH ;-)
Es que la derecha rancia es muy peligrosa en este país. De sobra es sabido que la derecha tiene actitudes muy hipócritas y sus actuaciones en su vida privada es la misma que la izquierda, pero su discurso es el contrario. Ya lo sabemos: para tener dominaditos a los ciudadanos, echan mano del orden.
Este gobierno es vergonzoso: no porque sean de derechas o de izquierdas, sino por su ignorancia, por su poca visión y por la mediocridad, todo ello bañado de los colores de cagada de gaviota.
En realidad, me averguenzo de la clase política de este país, de los de hoy y de los de mañana. Son los tontos de clase, y todos lo sabemos. Y no hacemos nada.
Y los seguimos votando.
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