Hoy hace justo un año que te anunciaron que el segundo tumor había ganado, que el oncólogo desistía de seguir luchando y apostaba sólo ya por paliativos para esperar en paz la llegada de la muerte.
Desde el diagnóstico, avanzada la primavera, y la operación, que dejó algunos riesgos abiertos pero mucha, muchísima, esperanza, habíamos vivido alrededor del cáncer. El miedo primero, la alegría después cuando a pesar de la quimio y de sus efectos ibas recuperando peso, alegría, te ibas sintiendo tan bien que ya te soñabas en Rivera y Montevideo durante las Navidades, rodeado de quienes te querían. De quienes te querían en el lado de allá. Vinieron luego la decepción y la alarma, el anuncio terrible de que el cáncer se había reproducido con renacida y especial violencia, que habría que programar un nuevo tratamiento mucho más agresivo. Escribiste en tu Facebook entonces "Colores, la vida son colores. Eso pongo en mis días". Y luego los golpes del nuevo cóctel de quimio que prácticamente te arrasó, con efectos tan duros que hubo que retirarla temporalmente, ingresarte, mandarte a descansar de nuevo a casa... Las señales eran ya tantas. Te miraba preocupado, de reojo, mientras veíamos alguna tontería en la televisión y me decías "No me mires así, porque me estás asustando. Yo voy a vivir, tengo muchas ganas de vivir, estoy ahora tan bien que no voy a dejar de luchar y además te quiero mucho". Pero poco a poco tu cuerpo, bellísimo, menudo, iba desapareciendo, quedándose en una pura voluntad de seguir, a pesar de llevar tiempo ya desfallecido.
Tantas ganas de luchar, tantas ganas de vivir, que te quedaste estupefacto con la noticia de que no había ya más futuro. "Pero doctor, entonces ¿me está diciendo que me voy a morir?", como si no lo entendieras, como si el diagnóstico no fuera posible. Y le pediste un medicamento fuerte, casi experimental, del que te había hablado un día. Porque si sólo quedaba una esperanza abierta entre diez millones de posibilidades, ibas a apostar por ella.
Volverán esta tarde las horas oscuras, las llamadas de teléfono para que Milagros y Maika se acercaran para estar contigo, para que Vito, Ángel, Isabel, tuvieran tiempo de acompañarte mientras yo me escabullía al pasillo para empezar a llorar, llamaba a Uruguay y trataba de consolar a tu madre y a tu hermana, avisaba a Marcelo, me acercaba a casa para recoger lo imprescindible en una pequeña mochila para aguardar en Valdecilla unos días que al fin resultaron ser sólamente unas pocas horas.
Volveré a quedarme impregnado de tu tristeza, a asombrarme de tu serenidad. Volveré a preguntarme por qué, por qué tenías que marcharte con 32 años ("Si esto me pasa porque le hice mal a alguien, le pido perdón" llegaste a susurrar). Volverás a dormirte mientras te digo una y otra vez "te quiero, pequeñín", gracias a un calmante, mientras te aprieto la mano como si así pudiera insuflarte un poquito de calor, una pizca de vida, un aliento de tiempo. Volverás a despertarte alarmado a las cinco de la mañana, volverás a pedirme que te ayude a incorporarte un poco, y volverás a morirte entre mis brazos en una madrugada fría que no se acaba nunca.
Volverán la tristeza, la intemperie, el desamparo. Volverán esas lágrimas que no han querido marcharse desde entonces. Volveré a sentir como el corazón se me hace puro dolor. Y volverá el esfuerzo titánico para caminar, para no dejarme caer, para intentar levantar futuros y proyectos que serán ya sólo para uno.
Como volverá la necesidad de sostenerme en pie porque dicen que uno no termina de morirse mientras alguien lo recuerda. Y sé que desde este dolor que no se apaga, desde esta nostalgia infinita, desde esta vida vacía, vas a seguir viviendo. Porque no sé, no quiero, no puedo, no voy a olvidarte.
13 comentarios:
En estos momentos te deseo PAZ.
Cierra los ojos y escucha...
http://youtu.be/elzh8cUOImc
Regino, ahora solamente puedo enviarte un beso muy fuerte y tenderte mi mano.
Fernando Z
Igual Regino, igual. Con mi hermana entre mis brazos, y eso, pidiéndome que no le soltara la mano para no irse sola Y cuando se fue, qué soleda más grande Regino rodeado de tanta gente. Cómo te entiendo!!! y qué díficil es esto!!
Un abrazo!!
Gran resumen del sufrimiento.
Un saludo.
Si pudiera darte un día más con tu amor,lo haría.
Lo siento amigo mio. Un abrazo fuerte.
Lo siento mucho.
Emocionante. Siempre se quedan, así que mira a tu alrededor, tal vez le veas detrás de una puerta, como aquellas pequeñas cosas de las que hablaba Serrat. Muchos besos, guapa.
Hola, Regino:
Aunque soy escritora, en estos casos se me bloquean las palabras y me aprietan más el nudo de la garganta :(
No sé si te vale un simple:
¡Lo siento mucho!
La muerte de alguien tan jóven es una tremenda injusticia y si además, era tu Amor, ¡es la mayor del mundo! Pero yo no creo que alguien muera por una especie de castigo; creo que venimos a este extraño planeta a cumplir ciclos de aprendizaje, nada más...
A mí me consuela pensar en todo lo que aprendí con el ser querido que se fue... y que nos volveremos a encontrar, seguro... El alma es sabia...
Un fuerte abrazo que espero te reconforte un poquito...
Muchas gracias. El camino siempre va lento, lleno de memorias, lleno de dolor. Pero la vida continúa y no queda más remedio que hacerse con el timón de nuevo. Esta noche, un concierto en Santander servirá como memoria. Pero cuánto queda...
Regino, un beso muy muy fuerte y todo mi cariño de verdad.Javi.i
No te conozco de nada y he aterrizado aquí por casualidad, por esas cosas de la red. Pero después de leer esto y llorar de emoción, me da la sensación de que no puedo irme sin decir algo, aunque no se me ocurre realmente qué se puede decir. Gracias por compartirlo y espero que la vida te trate maravillosamente en este 2012 y en todos los años que vengan. Otro Javi.
Muchas gracias para los dos javis. He tenido un poco desatendido el blog un par de semanas y por eso no había contestado. Me alegro de que hayas llegado hasta aquí, y de que te haya podido tocar un poquito esa vieja fractura. Ojalá que el 2012 sea propicio para todos :)
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