miércoles, febrero 16, 2011

MOMENTOS ESTELARES: AL ANULAR EL ANULAR



No fue la impecable imitación del disco rayado durante un concierto en las Escuelas de Madernia el más y emocionante momento estelar del bueno de Rukaegos vinculado a su impecable trayectoria como concertista. Porque está claro que a cualquiera le puede pasar que después de la primera sección de una preciosa sonata en re mayor de Mozart se te olvide cómo empieza la segunda y entonces repitas la primera pero te vuelvas a olvidar de cómo coño sigue y entonces repitas la primera y entonc y entonc y entonc y entonc ces dejes de repetir después del cuarto intento y con una profesionalidad impecable te levantes, saludes muy, pero que muy, digno y te vayas a llorar al retrete de servicio.

Tuvo su miga también el inicio de la carrera de Derecho en la Universidad de Cantabria, en la que a un delegado de facultad ocurrente se le iluminó la sesera ideando una celebración ideal de la muerte del santo patrón, San Raimundo de Penyafort, con un recital de canto y piano en el que la voz de barítono aficionado del catedrático de Derecho Romano y Decano del centro repasaría su repertorio bien asentada su voz sobre los privilegiados dedos pianísticos del mismo delegado díscolo de primer curso que ya le había organizado tres huelgas, dos sentadas y un té con pastas. Sonaron Schumann, Schubert y Verdi. Y peligró la nota de Derecho Romano porque el memo del decano se perdió (¿por qué todo consiste siempre en que hay alguien que se pierde?) en mitad de una aria del Don Carlo, le echó la culpa a Rukaegos y amenazóle por medio de su fecunda esposa con tomar represalias. Mira que siempre pensé que fue ahí mismito, en el cambio de tonalidad del Aria de la Cripta donde se me escapó la matrícula de honor, sniff.

Pero no, el momento más momento estuvo dedicado a Haydn. Y no ocupó tiempo de concierto sino forma de examen. El examen del segundo curso de Música de Cámara (¡hala, chavalín, ánimo que este examen y el de octavo y terminas la carrera!) y el bellísimo Rondó Finale All'Ongarese del Trío HOB XV/25 en Sol Mayor, conocido popularmente como Trío Gitano. Que mira que me salía a mí perlado e impecable el fraseo del estribillo del rondó si-do-re-si-do-la - si - sol - la -fa sostenido - sol - si -re, con una digitación lógica que implicaba atacar el primer do y varias notas más con el cuarto dedo, de mal nombre anular. Un dedo siempre puñetero, y si no que se lo digan a Schumann, que acabó con él gangrenado por entrenarlo más de la cuenta.

El caso es que después de un excelente recorrido por las páginas de Haydn, al llegar el espectacular final y producto o bien de los nervios propios de un examen o bien de una maldición premonitoria de Esperanza Aguirre o un aquellarre del Fraile Infinito, quién sabe, el dedo anular se decidió por fin y sin consultar con nadie a anular su capacidad para subir y bajar. Atacado de radical pacifismo se negó a atacar las teclas y militante de la causa de los derechos humanos, decidió detener la ejecución de la partitura.

A partir de ese momento, todo fue naufragar, que cantaría Aute. Puesto que el mardito dedo no funcionaba, y el mardito pasaje en el que se trababa el dedo se repetía unas chiqucientas veces, después de tres intentos infructuosos de comenzar de nuevo (Da Capo, gritaba muy musical ella la violinista) continuamos con la ejecución (esta vez en el más literal de los sentidos) del rondó un poco a la manera de un finalista de los cien metros lisos al que le faltan el tobillo derecho y la nalga izquierda: A trancas y barrancas, con un discurso musical cojo de cojones, trastabillado y, ¡ay! digno merecedor de una nueva oportunidad con un nuevo trío (esta vez de Mozart y sin florituras anulares) para repetir el curso.

Si es que mira que es bonita la obra, pero que todavía no puedo escucharla sin recordar al Horowitz que nunca fui, ay.

1 comentario:

Antonio Fernández Munárriz dijo...

Para cualquier celebración siempre hay una canción del gran Aute. La música clásica también es Luis Eduardo Aute.

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