lunes, diciembre 03, 2012

ANTISISTEMAS EN EL GOBIERNO

¿Liberales? Resulta difícil descubrir en este momento rastro alguno de Liberalismo en el gobierno ultramontano que más bien no-capitanea en estos momentos la nave España pero que aprovecha las tormentas financieras internacionales y la sed de venganza contra todos los avances sociales y cívicos de legislaturas anteriores para implantar ese credo ultraconservador que apenas habían podido disimular pero que les crece como colmillo vampírico cuando tocan poder.

Del Liberalismo, que en sus orígenes fue una apuesta por el progreso social, una lucha contra la arbitrariedad del poder bien asentada sobre la idea de la división de poderes, de los mecanismos de control y de la generación de espacios de inmunidad y defensa del espacio individual, poco o nada encontramos (ya ni siquiera ese anarco-liberalismo de las escuelas económicas más radicales que tanto gustan, dicen, a la Condesa Consorte de Murillo) en la realidad de un gobierno empeñado en destruir a través de la perversión institucional el sistema del Estado Social y Democrático de Derecho consagrado en la ya tan depauperada Constitución Española de 1978, que llegará esta semana a su trigésimo cuarto aniversario apoyada en un tacataca de incierta solidez.

De ninguna manera se puede considerar liberal a un gobierno que desprecia al Parlamento y sus funciones constitucionales, que gobierna a golpe de decreto a sabiendas de que una holgada mayoría absoluta convierte a Congreso y Senado en meros comparsas del Ejecutivo. A un gobierno que promueve hacia altas magistraturas del estado, precisamente a las que en el entramado constitucional deberían realizar la labor de control de desafueros y desviaciones de poder, a miembros señeros del clan, de independencia ya no discutible sino evidentemente nula, como a Soledad Becerril, Marquesa de Salvatierra (les pierde la titulitis, ya ven), elevada a la distinción de Defensora del Pueblo, aunque parece que no acaba de entender ni cuáles son sus atribuciones ni quién debe ser el centro de sus desvelos. Como a Andrés Ollero, quien difícilmente podrá aportar una visión jurídica neutral o al menos equilibrada, siquiera en apariencia, tras años como diputado del PP (y sin entrar en otras dependencias).

Me preocupan mucho más, si cabe, las agresiones contra las esferas de la privacidad, como la planteada reforma de la legislación sobre interrupción del embarazo que quiebra incluso el viejo consenso de mínimos plasmado en la vieja ley, al impedir a las mujeres víctimas de violación ejercer su derecho a una maternidad libre y querida. Y todavía más las reformas encaminadas a impedir la propia defensa, la vieja idea de la inmunidad personal, de los ciudadanos. ¿Liberales quienes convierten en delito grabar, fotografiar o registrar por cualquier medio las agresiones y excesos de las fuerzas de orden público? Se avala así no solo la arbitrariedad sino la impunidad y la brutalidad. ¿Liberales quienes introducen toda una serie de trabas y muros, económicos por supuesto, para acceder a la administración de justicia? De nuevo una agresión sectaria (y clasista) contra quienes menos pueden y menos tienen que convierte en imposible el sistema de garantías establecido en nuestra legislación y avalado por la opción del recurso a instancias más altas del Poder Judicial. O esa cadena perpetua revisable que sin justificación alguna más allá de la propia hipocresía de quienes indultan a los ricos para cebarse en los pobres en un sistema penal qu

Las disculpas son muchas, a cuál más kafkiana. Sí, cada vez tiene uno más la sensación de encontrarse prisionero en El proceso o en El castillo. Desde el racarraca de la herencia recibida a las posibilidades sobrepasadas o las penurias económicas. Pero ni bastan ni convencen para ocultar la cruda realidad, la de que el Partido Popular pre-totalitario de Mariano I desde la desfachatez y la demagogia ha decidido tomarnos a los españoles como rehenes y destruir desde la amenaza, el miedo, la demagogia, la mentira y la inestabilidad un sistema lleno de defectos, sí, pero cargado también de virtudes, que llegó con la Constitución y que hasta ahora había encontrado caminos para seguir adelante.

Y es que ya lo decía Machado, Hay que ver, don Manuel, cómo son los liberales.

4 comentarios:

BRUNO dijo...

"Neocons" en lo económico, Nacional-católicos en lo social.
Éstos simplemente son los "servilones" del Siglo XIX que han cambiado el absolutismo monárquico por el económico, y que aún se mueven en ese calendario como su "director espiritual" el Caudillo de las Españas, el general Franco.
También veo muy destacable su absoluta ineptitud, lo que me lleva a pensar que, desgraciadamente, el pueblo español en más de su mitad aún grita lo de "vivan las caenas".
Desolador.

S dijo...

http://fvierna.wordpress.com/

Saludos desde mi buhardilla.

Unknown dijo...

Q
ue bien lo has explicado. Mejor imposible.

Molina de Tirso dijo...

Totalmente de acuerdo. El problema (o uno de ellos y no el menos importante) es la confusión. Si llamamos liberalismo a una cosa desde el punto de vista social y a otra, completamente opuesta, desde el económico, es lógico que la gente (los votantes, no lo olvidemos) se haga un auténtico lío. Y, como es lo que conviene al poder, todo perfecto. Uno de los requisitos de la democracia debería ser facilitar la cultura política, que la gente sepa qué está votando realmente. Que, aunque parezca mentira, en una gran mayoría no lo sabe.
Eso cuando todavía no éramos rehenes del todo del gran imperio económico mundial, ahora votar tiene menos sentido que antes. Pero sigue siendo importante saber, entender, y la confusión empieza por los términos y sigue por todo lo demás. Así nos va el pelo... y lo que queda.

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