lunes, octubre 01, 2012

RONDANINI






Tiene ya el poema casi un año, pero no lo había compartido en el blog. Sigo buscando el tono que me permita hablar de Leo en mis poemas sin descontrolar demasiado palabras y emociones, y bueno, puede que esté aquí un principio de ese tono. El poema recrea el último instante, ese justo en el que se marchó mientras lo sostenía entre los brazos para ayudarle a incorporarse un poco.

RONDANINI

Un cuerpo se desploma sobre un cuerpo.

Hay que afianzar los pies sobre la tierra
y arquear las rodillas con el ángulo
necesario para que no se rompa
la imagen nebulosa pero firme,
la imperfección del mármol que se enreda
en su propio silencio.
                                   Llueve afuera.

Un cuerpo se desploma sobre un cuerpo.

Hay que extender las manos, abrazarlo
sin fe, acompañarlo en su desmayo
contra una cama blanca y extranjera
en la que será sólo peso muerto
mientras el hospital –las cinco treinta-
despierta poco a poco.
                                   Llueve afuera.

Un cuerpo se desploma sobre un cuerpo.

Se desploma. Elige la ceniza,
abandonar la carne y detener
–veintisiete de octubre- el calendario,
caerse contra ti, marcarte a frío
igual que te marcaba a fuego entonces
la piel con piel de hierro.
                                   Llueve afuera.

3 comentarios:

Olga Agüero Oláiz dijo...

Absolutamente turbador, excelente, frío y cálido a la vez.

Olga dijo...

¡Hermoso!

Montse dijo...

Una vez mas, me sobrecoge.

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