Como a Su Majestad debió de resultarle divertida, ajena y deliciosamente plebeya la polémica suscitada hace algunos años, cuando se hizo público su heroico asesinato de un oso borracho por Transilvania, continúa según hemos sabido estos días dedicándose a gastar dinerales ajenos en la regia actividad de la matanza de fieras, tan cara a las testas coronadas que, por puro homenaje a sus raíces, parecen sentir una vampírica y enfermiza predisposición hacia las armas y la sangre.
Una actividad que la Casa Real debe de sospechar especialmente antipática, ya que se ha venido guardando silencio sobre las cacerías reales. O especialmente hipócrita, ya que no es de recibo que quien figura como Presidente de Honor al frente de uno de los más reconocidos organismos conservacionistas internacionales, el World Wildlife Fund (ADENA en España) tenga como pasatiempo abatir especies en peligro de extinción, caso de los elefantes africanos. Diga lo que diga la legislación de Botswana, diga lo que diga el discurso en vigor del poderoso caballero don Dinero.
Pero con la mala pata que persigue a don Juan Carlos en su ya provecta edad, una pata que pisa a la virulé y le hace rodar, rodar y rodar (cosas de las rancheras, pero ya se sabe que sigue siendo el rey), vienen los accidentes, las caderas resquebrajadas y las fotos prontamente retiradas de las webs en las que al parecer colgaban desde hace tiempo pero que el vertiginoso ritmo de la red ha sabido salvar para mostrarnos, provocando que la discreta reserva real se haya convertido en real escándalo a voces.
Me considero republicano, por pura racionalidad y por pura coherencia con el modelo de sociedad que me gusta y que defiendo. Puedo entender que se haya querido mantener una institución premoderna en la Constitución Española por miedo a seguir otros pasos, puedo entender menos el pacto de silencio que los medios españoles parecen haber firmado y seguido durante años para mantener la imagen de la Casa Real limpia e inmaculada ante la ciudadanía. Pero llega el momento en el que deberíamos plantearnos si de verdad queremos una monarquía, y en el que las manchas que siempre se nos han ocultado van quebrando las grietas de la realidad y accediendo al conocimiento común para demostrarnos que los Borbones han vivido siempre en los mundos de Yupi, fuera del mundo, cumpliendo con las funciones constitucionalmente encomendadas pero al mismo tiempo saltándose las normas gracias a sus privilegios y a la condescendencia con la que políticos y periodistas continúan guardándolos. Los devaneos del rey se fueron colando por las rendijas; también acabamos por enterarnos de que había amistades peligrosas cada vez que saltaba una red turbia de evasiones o favores; luego vino la reina a romper la debida neutralidad, para hablar con desparpajo de decisiones políticas y de derechos cívicos que a la señora parecen no gustarle; aparecieron los escándalos de la nueva generación, y con ellos la sensación de que definitivamente no todos los españoles somos iguales ante la ley. Y ahora se nos hace dolorosamente presente un rey dedicado a esconderse detrás de un arma,bien acompañado y guardado, para asesinar fieras en África, un asesinato que no puede tener otro sentido que el de acumular macabros trofeos que pongan cachondo a su propietario, en una demostración material de poder, de dinero, de impunidad, así como de gusto hortera, de crueldad y de hipocresía.
No sé, ya no sé si me creo, si es cierto que la monarquía garantizó la estabilidad en los difíciles años de la Transición. No sé si es cierto, no sé si me creo ya, el papel tantas veces resaltado de don Juan Carlos en la noche del 23-F. Pero sí sé que un rey que en unos momentos tan difíciles para sus súbditos se dedica a marcharse de safari, un rey que ignora la profunda repugnancia que su afición implica para tantos españoles, un rey que actúa clandestinamente, un rey incapaz de medir la moralidad de sus acciones, un rey que no tiene reparo en presidir conferencias para salvar la biodiversidad por la mañana y en acribillar osos, búfalos y elefantes por la tarde, es un rey que debería ir pensando seriamente en pasar a la reserva. A la del Sherengueti, por ejemplo. Y llevarse con él a la familia y a la institución.
6 comentarios:
Me atrevo a recomendar a quien le interese el tema de la famosa "Transición"(modélica, faltaría más) el libro de Gonzalo Puente Ojea "La Cruz y la Corona",ed. Txalaparta. Escribe en el alto y claro sucesos perfectamente documentados de aquellos tiempos que han traído todo ésto.
Creo firmemente que, cuando termine más pronto que tarde esta época que será registrada en los libros de Historia como "2ª Restauración Borbónica" (y por nuestro bién espero que última), se proclamará la Tercera República (y espero también que definitiva); el gran problema es que esta cleptocracia teledirigida que padecemos ha cambiado los lemas "Libertad,Igualdad y Fraternidad" por "Mercado,Competitividad y Déficit 0" con el aplauso de los que dicen representarnos en un Parlamento vacío e inútil... para los representados.
Ya el General Prim advirtió sobre los males que los Borbones habían traído a España... En el Siglo XIX!!!.
¡Qué razón tienes! ¿para cuando unos nuevos pactos de la Moncloa que renueven estas instituciones que huelen a naftalina?
Paloma
Siempre que pasa algo en la Casa Real, sale a relucir el 23 F, en esa fecha actuó como le correspondía, y creo que España ya ha pagado con creces esa actuación, dejemos que el pueblo decida Monarquía o República.
María:
Sobre el 23-F te recomiendo que leas "uUn Rey a Golpes" que, aunque censurado (le costó un serio disgusto legal al periodista Pepe Rey) circulapor la red y en el que se establecen los puntos oscuros del golpe; y la novela/ensayo "Anatomía de un Instante" de Javier Cercas en la que no se culpabiliza al Gran Cazador Blanco, pero si se le responsabiliza de propiciarlo.
Saludos.
"Maria Carrera":
Si te interesa el tema del golpe del 23-F te aconsejo leer "UN REY A GOLPES", censurado como corresponde a una democracia como la nuestra y que le costó un serio disgusto penal al periodista Pepe Rey pero que "anda" por la red y la novela/ensayo "ANATOMÍA DE UN INSTANTE" de Javier Cercas que, si bien no afirma que el Gran Cazador "Penitente" fué culpable si le considera responsable entre otros más.
Saludos cordiales.
Empezó su carrera política naciendo Borbón. Franco le nombró su sucesor. Nuevos tiempos y nuevos aires para que todo siga igual. La democracia no llegó gracias a él, ni un grupo de golpistas se rindió por temerle; justo los mismos que le rodearon en su juventud y toma de poder.
Resumes perfectamente lo que representa una institución medieval y aristocrática.
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