domingo, septiembre 16, 2007

LA ENFERMEDAD MORAL DE LA ALCALDESA DE TORDESILLAS

Tengo la costumbre de escribir entradas demasiado largas, lo sé. Y también la de dejarlas reposar para ver si os animáis a participar. Así que frente a épocas de grandes silencios, tengo tantas ganas de hablar (y tanto cabreo) últimamente, que se me acumulan los temas. Tengo pendiente hablar de Educación Para la Ciudadanía, y de las razones por las que los de siempre quieren evitar que se hable a los adolescentes de los valores constitucionales o de que se les permita reflexionar sobre las causas del botellón. Tengo pendiente una mirada sobre un cada día más repetitivo y cateto festival internacional de santander (con minúsculas artísticas) en la que mucho dinero público se pone al servicio del engorde de la vanidad de un pavo, digo de un ¿director?, hace mucho sin ideas, hace mucho brazo ejecutor de unas cuantas mafietas musicales. Tengo pendiente hablar de lo que le quieren al nuevo alcalde de Santander el Diario Montañés y algunos de esos panfletos del marujeo y la insidia, tanto que hasta cuando los responsables de una noticia (buena) son otros, la foto es Ad Maiorem Ignatii Gloriam. Tengo pendientes tantas cosas, que ni me felicité a mí mismo por un año de blog (nunca pensé que llegaría tan lejos) ni tuve tiempo para explicar, a petición de una amiga, el origen del nombre Rukaegos.
Pero vista la foto, creo que toca hablar de bárbaros hispanos. Y de bocazas políticas. En este caso la de la alcaldesa de tordesillas (con minúsculas morales), del PP, pero da igual porque el PSOE ha gobernado tordesillas y ni la dignidad, ni la piedad ni los toros no lo notaron. La iba a decir señora pero me callo en cuestión, milagros zarzuelo capellán, ha declarado ante los medios, y ante la presión nacional e internacional que ha hecho de tordesillas una de las capitales internacionales de la vergüenza que la tortura y ejecución del Toro de la Vega suponen una forma de honrar a la Virgen de la Peña y un digno final para el animal, en un duelo en igualdad de condiciones. Aunque habría que ver si el espectáculo de una alcaldesa en pelotas alanceada por unos cuantos centenares de ¿hombres? a pie y a caballo (o mejor, por unos cuantos toros bien astados) le merecería igual simpatía a la tal. Y sus conciudadan@s.
Esa "muerte digna" es la que produce fotos como la que he encontrado en internet y os presento. Con el animal atravesado de lado a lado por dos largas lanzas, picado por muchas otras, intentando escapar de la pesadilla y encontrar refugio al otro lado del río. Fotos que no deben de gustar mucho a la escoria fiestera, ya que ni en la página web que dedican a la exaltación de la tortura al animal en tordesillas cuelgan estas fotos, ni permiten la llegada de medios de comunicación gráficos al pueblo para tomar testimonio del sufrimiento del toro y de las rijosas expresiones de sus verdugos.
Estoy harto, realmente harto, de que una cierta parte de este país no sepa divertirse sin molestar. Pero todavía más de la que no sabe disfrutar de las fiestas sin que la muerte, el dolor y la tortura de un animal esté presente. Se apela a la tradición, pero la tradición también disfrutaba con las ejecuciones públicas, con los combates de gladiadores, con la exhibición y marca a fuego de las adúlteras y con tantos miles de barbaridades que no tengo ni ganas ni espacio. El dolor debe conmover, al menos a quienes un resto de humanidad, de alma, de generosidad, de grandeza moral conserven entre sus emociones y sus carnes. No conmovía a los nazis el de los judíos, porque para ellos los judíos eran menos que animales. Como el dolor de los animales no conmueve a la gentuza de tordesillas ni a la escoria de otros muchos pueblos y ciudades de esta nuestra tradicional españa (con minúscula avergonzada). Porque la grandeza moral, la evolución a mejor del pensamiento ético les pilla lejos, no habla con ellos.
Recuerdo una bella frase que encontré en La insoportable levedad del ser, de Milan Kundera, al hablar del estupor que sentimos (quienes tenemos sentimientos) ante el dolor animal -en la novela el de la vieja y enferma perra Karemia-. Decía el checo "Los animales nunca fueron expulsados del Paraíso". Nunca pecaron, y por ello nunca merecieron la maldición bíblica del sufrimiento y la enfermedad que castigó a Adán y Eva. Y sin embargo, nuestros hermanos pequeños, como los llamó Francisco de Asís, sufren hasta la extenuación por causa de los a sí mismos llamados "reyes de la creación".
La decencia y la presión han hecho que algunos lugares de la españa de la vergüenza cambien su cara festiva. Ya no se tira al burro desde el campanario en nosedónde de riolejos, y se le sustituye por un muñeco. Ya no se arranca de cuajo la cabeza de gansos ni gallos vivos desde traineras o a caballo en nosecuál del páramo, y se lleva a la víctima festiva desde una pollería ya debidamente desplumada y lista para cocinar. Pero son muchos los animales que claman contra los santos patrones de sus pueblos al llegar las fiestas un doloroso ¿por qué?. Y con especial rabia, los toros alanceados en tordesillas, dardeados en coria, arrojados al mar en alicante, con antorchas en los cuernos o el rabo en olite y tantas localidades mediterráneas, etcétera. Y toreados en casi toda la españa de la sangre, cantabria incluida.
Sí. No nos vayamos tan lejos ni nos horroricemos ante los vandalismos ajenos. Aquí, en esta mi cantabria, en esta mi santander, se corren toros: se les pincha, se les tortura en nombre de la tradición y para risa del populacho, ante la complacencia de iglesia y autoridades y el silencio de los demás. Y hasta se nos exhiben en carricoches por las calles tirando caramelos y luciendo su mejor cara de fiesta progre en algunos casos y casposísima en otros, pero cruel en todos.
Está aquí tumbada a mi lado, plácida y bonachona. Y mirando con esa cara dulce y entregada que no podría entender nada de la mierda sobre la que escribo. Glenda, mi perra. Y me hace recordar, cómo no, esa frase que ya ni se sabe quién dijo de tantas autorías como se le han adjudicado, pero que yo hago ahora mía: Cuanto más conozco a los hombres, más quiero a mi perra. De verdad.
O como cantaría Roberto Carlos ... Yo quisiera ser civilizado. Como los animales.
Espero que haya una eternidad. En la que la Virgen de la Peña de Tordesillas recorrerá tranquila las dehesas llenas de toros mártires en su nombre, y que allá pastarán felices. Mientras la alcaldesa moralmente enferma y su enferma ciudadanía (y el cabrón de salamanca que este año remató al animal) sufren una espero que dolorosa e infinita agonía. En igualdad de condiciones como dice la tal, como la del toro. Ni más, ni menos.

7 comentarios:

Sir John More dijo...

Si en eso se escudan, en que saben que ni la Virgen de la Peña de Tordesillas ni ninguno de sus compañeros santos y arcángeles va a estar esperándolos. Si creyeran realmente en el otro mundo, seguro que estarían acojonados. Joder, pues ¿no voy a estar yo ahora lamentándome de que no exista el otro mundo? Lo que no consigan estos bárbaros... Abrazos solidarios.

Anónimo dijo...

El infecto populacho que gusta de este tipo de espectáculos es el que sume a España en el pozo en que se halla (que no conseguimos sacar la cabeza, oiga). Lo que describes es repulsivo, como repulsivas son tantas vejaciones a que se somete a los toros en tantos rincones de este estúpido país nuestro; precisamente a los toros, que por supuesto no es que posean un estatus superior al de otros animales, pero que por su tradición histórica tan hermosa y por su específica vinculación a nuestra Península (kaire, Estrabón) deberían ser objeto de especial respeto y admiración. En fin, qué quieres, entre la foto de este post y la del inmediatamente anterior me parece que ya tenemos retratado el percal. Dan ganas de hacer la maleta y largarse a otro lugar... Un beso, cielo.

Anónimo dijo...

Les he leído tu texto a Jana y Trosky y me han dicho que te mande un abrazo. Paco Valcarce

Anónimo dijo...

Lo que ocurre es que el populacho no alcanzamos a comprender que la alta alcurnia de la sociedad moralmente disminuida sufre con la no-existencia de esa inquisición de los asesinatos públicos, y como analgésico utilizan el asesinato cruel de animales. Quien sabe, igual si restituímos la pena de muerte y la hacemos pública y notoria conseguimos vaciar las plazas de toros a cambio de llenar las salas de condenas.

¡¡¡Qué triste!!! Salu2.

Richard dijo...

Yo no voy a Tordesillas , ni loco...

Me acaba de llegar una multa de tráfico que me pusieron este verano en la playa de Langre... y es que a algún subnormal, le ha dado por pintar rayas amarillas por toda Cantabria...¡ Qué poco lucen los impuestos que pagáis en Cantabria!
Por cierto que la pagué al día siguiente en Correos.
¡Cómo se nota que este año ha bajado el turismo en Cantabria!

Rukaegos dijo...

Un amigo murciano, más majo que las pesetas, me ha hecho llegar esta referencia a la tortura animal del youtube. Os dejo con ella.

http://es.youtube.com/watch?v=4wWhaDdPm9w

Anónimo dijo...

«En todas las épocas, los hombres más profundos han sentido piedad de los animales…»

F. Nietzsche, Schopenhauer como educador.

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