Me comenta un buen amigo y seguidor de este blog casi desde sus inicios "ya nunca escribes de Santander". Y tiene razón. Desde este exilio interior autoimpuesto veo cada vez más a la ciudad en la que nací como un ente lejano, marciano, que no reconozco, en el que no me reconozco y que, francamente, ha dejado de importarme. Pero por aquello de dar gusto a los fieles de aquel blog, Un Santander posible que hubo de rendirse a la cruda realidad y virar hacia un espacio más íntimo, volvamos por un momento a Santander.
Volvamos a esa ciudad presidida por un alcalde empeñado, desde el altísimo concepto en que a sí mismo se tiene, en dejar huella faraónica de su paso por una ciudad que debería rendirle pleitesía y admiración por rebajarse a estar entre nosotros. Bueno, no entre nosotros, un poco más arriba que cualquiera. Y que a falta de contenidos de verdad transformadores de la vida cotidiana, a falta de mejoras reales en el bienestar de la ciudadanía santanderina, se regodea en fastos, escenografías y trampantojos, casi todos al servicio de interesas nada transparentes, de intenciones poco claras y, eso sí y siempre, Ad Maiorem Delasernae Gloriam. Que es de lo que se trata.
Leía ayer en la canallesca local que el Consejo Superior de Deportes se retiraba de su compromiso financiero con las infraestructuras necesarias para la celebración del Mundial de Vela 2014 y que no aportaría los 2,2 millones de euros a la construcción del nuevo CEAR de Vela. Y me surgían algunas preguntas y reflexiones. Por ejemplo, ¿cómo es que en aquellas presentaciones estupendas y multisonrientes no se fijaran tales compromisos por escrito, de manera que pudieran ser exigibles incluso ante los tribunales de ser necesario? Por aquel entonces, el compromiso en favor de Santander lo decidía un gobierno de ese PSOE que, siempre según De la Serna, maltrataba a Santander con una saña especial que se había manifestado en algunas de las inversiones más fuertes que se recordaban hacia la capital de Cantabria en particular, como a Cantabria en general. Con menos bramidos y más sumisión habla ahora nuestro alcalde, cuando Santander deja de percibir una partida comprometida gracias a ese PP que siempre, parece, ha mimado a Santander más que a ninguna. Por ejemplo, me pregunto de dónde, en el estado actual de cosas y las poco edificantes finanzas municipales, se van a sacar los dineros perdidos, y si en la cabeza del Magnífico estará continuar subiendo impuestos, tasas y precios públicos, multiplicar multas, o quién sabe qué escarnios a la ya muy maltrecha economía doméstica de las familias santanderinas.
Leo hoy en la misma canallesca local que no pasa nada, atención, ciudadanos, que no pasa nada. Que el Sheriff Delaserna se queda sólo ante el peligro como el gran hombre tranquilo que es. Y que nada peligra en la financiación del proyecto sin que, atención, ni Ayuntamiento de Santander ni Gobierno de Cantabria tengan que aportar ni medio euro más a lo que ya les correspondía. Y siguen las preguntas y las incertidumbres, además de un regusto a esos modos opacos que nos han traído hasta la situación actual de crisis, de malestar y de cuestionamiento de instituciones y políticos. Porque por un lado, en la prensa aparecen hasta cuatro valoraciones diferentes sobre lo que va a costar el CEAR: ¿a cuál nos atenemos? Por otro lado, se nos quiere hacer ver que se había presupuestado al alza pero que en realidad iba y va a costar mucho menos: Ejem ¿cómo? ¿y entonces con los excesos presupuestados qué iba a pasar? Se nos cuenta que se va a hacer lo mismo por menos dinero: ¿entonces por qué se pensaba hacerlo con más? Y acaba uno por abundar en la sensación de que desde el brillo ilustre de esos que llevan tanto tiempo capitaneando nuestro barco hacia la zozobra siguen vigentes tres afirmaciones incontestables. Primera, el poder se hizo para su servicio, prez, gloria y beneficio. Segunda, la ciudadanía es de tonta a muy tonta en la Escala de Richter. Tercera, con lo cómoda que resulta la opaca oscuridad ¿quién necesita transparencia?
Pero tranquilos ustedes vosotros. Que De la Serna maneja cabos y trapos con soltura y mantiene Santander a toda vela. O así.
3 comentarios:
Excelente!.
Pero lo siento mucho por el inmenso "ego" de nuestro Alcalde-Presidente-Ingeniero-Dios, para mi la ciudad antiguamente conocida como "Fachander" no llevará el nombre de "Sernagrado", sino el más acorde de "Botinburgo".
Saludos.
Sí, se queda de esbirro mamporrero en Botinga
y como colofón puedes añadir la noticia de hoy sobre la excelentérrima gestión portuaria que se queda sin ayudas de 2014-2020...éstooooo era Sieso,no?
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