Tiene la dama de la foto la virtud de irritarme hasta lo más profundo. Todavía no tengo claro si esas declaraciones que arroja un día sí y otro también contra la decencia y el sentido común son producto de un cinismo sin parangón, de una ignorancia supina, de una frivolidad febril, de una capacidad genética para la demagogia más burda. Pero sí tengo claro que se está riendo de todos y cada uno de los españoles con una desfachatez fuera de control.
Chirriaba en días recientes su desafortunada comparación de los escraches con el nazismo. Un híbrido este caso de ignorancia y demagogia. Demagogia por lo facilón y burdo de la estrategia de acusar al enemigo de nazi, eso para lumbreras como Cospedal cierra toda discusión. Frívola, por lo que sipone de indigno poner al mismo nivel a los millones de víctimas de Hitler y sus bastardos con la incomodidad de los privilegiados del poder al tener que enfrentarse a la cara a lo que cada vez más personas opinan de sus modos, sus trampas de trilero, su ausencia de la realidad. Ignorancia, por demostrar que del origen, desarrollo y contenidos del nazismo sabe tanto como de decencia: nada. ¿Quién va a ser capaz de soportar a esta dama explicando que los nazis son quienes defienden una justicia y un reparto favorable a la mayoría y no quienes imponen sacrificios y estrangulan sólo a otros?¿puede el poder llamar nazi al desfavorecido, a quien no lo ejerce?¿pueden quien se ha significado en la exclusión del otro, en la homofobia, en el clasismo, en la xenofobia, quien ha avalado las peores políticas de su PP en estas direcciones llamar nazi a quien sea sin sonrojarse siquiera un poquito?
Hoy todaba desayunarse con nuevas perlas de Cospedal. Su afirmación de que quienes votan al PP antes dejan de comer que de pagar sus hipotecas y cumplir sus compromisos. Imagino que lo de dejar de comer no lo dirá por su colega Arias Cañete, ese que se indignaba porque los camareros extranjeros no le preparaban bien las tostadas de manteca colorá. Pero que seguro que tiene las hipotecas al día. Pero sí lo dice insultándonos a todos y mostrando de nuevo o su frivolidad o su desconocimiento de una realidad que no le importa nada: la de todos los que vivimos a un mínimo de 300 metros de la calle Génova, o de su cigarral blindado, o de su hipocresía con blonda. Qué bonito le queda el discurso, qué dignos y responsables hace a militantes y votantes del Partido Popular. Qué malos y rastreros a todos los demás, que según semejante intelectual preferimos comer.
El caso es que uno, que está como tantos españoles hipotecado, que tiene el sueldo más corto y los impuestos más largos, que carga con la desvergüenza de un rescate bancario que se ceba, cómo no, entre quienes tenemos números cortos y hasta rojos pero transparentes, esa mayoría que no recibimos sobres ni favores, que no intrigamos para que las empresas de los coleguis del marido se queden con la sanidad pública, que no tuvimos la opción de autosubirnos el sueldo al comienzo de la crisis y de seguir cobrando por trabajos no desmpeñados, pagamos nuestras hipotecas y deudas al límite de lo que podemos soportar. ¿Sabe usted por qué, doña Dolores? Porque cuando nuestras nóminas llegan al banco, éste se encarga de descontar puntualmente cada adeudo que le parezca, de la misma manera que las empresas de energía y suministros básicos cortarán luz, gas o agua con eficiencia. Y sí, después de que todas esas deudas queden saldadas tendremos margen, o no, para comer.
Que desde el privilegio inmerecido una señora que se ha merecido por nombre público el de La bien pagá se atreva a proferir semejantes palabras ante quienes tratamos de salir de cada mes con el menor daño posible, en un país en el que somos inmensa mayoría los que no podemos sostener el día a día, me provoca irritación, hasta diría asco.
A ella no, claro. Porque ya sabe que todo se arregla con un mohín arrogante, con un gesto despectivo y con una mantilla hipócrita que le valdrá las indulgencias de una iglesia aún más hipócrita para seguir despotricando, faltando al respeto, arrogándose el derecho de explicarnos a los demás cómo debemos vivir, cuánto debemos recortar, cuál es el límite de nuestro sufrimiento.
Y es que claro, si no tenemos pan, comamos pasteles. Y si no nos llega para pasteles, hagamos dieta en incosol, con la hipoteca al día.
5 comentarios:
Lo suscribo de quilla a perilla. Bravo!.
Y me tienes maravillado, pues has conseguido no escribir ninguna de esas "palabrotas" que a mi me salen espontaneamente cuando pienso u oigo hablar de ella.
Gracias.
"Si no tienen pan, que coman pasteles", eso mismo dijo Marie-Antoinette, y ya sabemos cómo acabo.
Espero que no lleguemos a esos extremos, pero será mejor que la doña no provoque al "populacho".
Un saludo, Ruka.
reflejas sin duda lo que muchos pensamos, y la foto si la analizas, esa risa fingida es de lo más Pantoja cuaando se paseaba por el Rocío con muñoz y comentaba dientes, dientes....
Reflejas sin duda lo que muchos pensamos, y la foto si la analizas, esa risa fingida es de lo más Pantoja cuando se paseaba por el Rocío con Muñoz y comentaba dientes, dientes....
Parece que a la derecha más carca y demagógica le ha cogido el gusto a lo de "nazi". También le llamaron eso (y asesino) al doctor Montes, en Madrid.
Opino que es una ofensa, pero más que eso, me parece que son carcajadas en nuestras caras. De la manera más barata intentan desacreditar a quienes no piensan como ellos y no actúan como ellos quieren (ay, demócratas). Tú vota cada cuatro años y el resto calladito y en casa, nos dicen.
A mí lo que me sorprende es que todavía haya una inmensa mayoría de gentes, creo, que se traga estas palabras. Cuando realmente vivamos al margen de estas estupideces institucionales, hagamos nuestra política sin estar influenciado por modos anacrónicos, cuando realmente nos informemos fuera de estos circuitos oficiales (con sus ecos de prensa), entonces seremos más libres.
Ya va siendo hora.
Saludos.
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