Tiempo de soñar por ella
Andaba uno de estos días en labores de campaña, ya sabéis, esa actividad extraña que consiste en detener viandantes para aportarles documentación, papeletas, té y simpatía, cuando me la encontré con su hija.
Salían de un postal modesto y ella, con no menos de 90 años a cuestas, muletas y un andar renqueante, se apoyaba en su hija, también mayor. Les cedí el paso, pero prefirieron dejarme a mí la prioridad para no entorpecerme. Sonreí y no quise dejarles la propaganda, más que nada para no hacer más difícil su camino con más bártulos e impedimenta de la que ya sumaban a sus muchos años.
Casi terminado el reparto, volví sobre mis pasos y las encontré de nuevo. Hice esta vez amago de darles la bolsa y la más joven, la hija, me mostró un pequeño bulto blanco, cuidadosamente doblado para que no se viera el anagrama del PSOE. "Lo hemos cogido de un coche, para poder tener todo bien preparado", dijo la anciana con una sonrisa llena de ternura y añadió "Dios quiera que tengáis suerte: siempre he votado y siempre lo hice por vosotros, y me gustaría que ganarais por mi hija".
Le repliqué " por su hija y por usted, que después de tantos años merece una alegría, ¿no le parece?". "Pues sí, qué pena que mi pobre marido murió sin poder ver a su partido en el gobierno de Santander. Era socialista, pero era muy buena persona".
Estaba conmovida con el recuerdo, era dulce, frágil y amable. Había cogido la bolsa del puño y la rosa con ese temor ancestral de tantos años oscuros y la medio ocultaba con prudencia y mimo. Parecía querer disculpar a su marido con ese curioso añadido: era socialista, pero buena persona. Y en unos minutos nos dejó claro lo duro de haber sido de izquierdas en cierto país en ciertos malos tiempos, nos habló sin saberlo del miedo. Pero sobre todo, de la esperanza.
Siempre hablamos del Santander posible, del Santander de la gente, del Santander abierto y joven, del Santander alegre que sea el futuro de sus chicos y chicas. Pero hoy tengo más ganas que nunca de que ese Santander llegue. Y de pasear otra vez por Tetuán, y encontrarlas y brindar con la coca cola prometida por los viejos nuevos sueños.
4 comentarios:
Muy bonito, y magnífica redacción. Sabes transmitir las sensaciones muy bien, enhorabuena.
De vez en cuando la política se convierte en cosa de "personas normales".
No comparto el comentario anterior.
Sí en lo que se refiere a la redacción y lo entrañable de la anécdota. Pero, ¿de verdad es una persona normal la que asume un compromiso político y se expresa y siente como lo hace R.?
En lo que se refiere al día 28, primero de la nueva legislatura, espero que el vuelco que deseo en el Ayuntamiento de Santander ponga en tus manos alguna de las parcelas de la administración que mejor conozco para que podamos olvidar los últimos 70 años.
Gracias a los dos por vuestros comentarios. Al menos parece que paso el examen de redacción, jejejeje (en el de matemáticas otro gallo cantaría).
Bueno, insistir sobre todo en que me haría mucha ilusión poder encontrarme el próximo martes con esta señora y darle un abrazo. Y alguna más que me he encontrado en otras zonas de la ciudad. Y que si bien es verdad que nuestra responsabilidad es sobre todo el mundo que viene, es justo no olvidarnos de los sueños y el bienestar de quienes con su esfuerzo hicieron que este mundo fuera un poquito mejor y que tuviéramos oportunidades que ellos y ellas nunca tuvieron (un día os hablo de mis grupos de lectura con mujeres rurales: un sueño).
Y sobre la normalidad, jejejeje, Enore y Tentirujo, creo que en el fondo habláis de lo mismo. No sé, entiendo que cuando Tentirujo habla de gente normal, habla de personas conectadas con la realidad, con el día a día, capaces de darse cuenta de lo que pasa en la calle, de lo que viven las personas. Y ojalá esa mirada, que espero tener, no se me apague nunca. Cuando Enore habla del compromiso y la expresión, ojalá que todos fuéramos capaces de asumir que cambiar las cosas no es tarea (no sólo) de quienes practican la política en primera línea, y que ciertos personajes están encantados de que asociaciones, colectivos y personas dejen su responsabilidad pública en estado de letargo.
Que el Santander posible sea uno vivo, de personas activas, comprometidas y capaces de luchar por aquello en lo que creen. Que sea un Santander de personas curiosas, que estudien, lean y traten de saber más para ser más. El Santander de las personas, por las personas y para las personas.
Suerte en las elecciones y que toda transcurra con normalidad.
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