Como todos sabéis, la piratería era una actividad aventurera que reunía bajo un concepto más o menos universal diversas categorías de individuos (e individuas, que como las meigas, haberlas las hubo). Entre ellos, existían unos, menos simpáticos y románticos que el resto, que robaban y atropellaban mares, ciudades y gentes ajenas con autorización de la ley dictada por sus monarcas, la llamada "patente de corso". Estos ladrones al amparo de la ley eran denominados "corsarios".
Debo reconocer que, como cántabro de pro, tenía cierta simpatía por los corsarios, por culpa de un buen amigo, Enrique San Miguel, y sus escritos recordando las fazañas del almirante Pero Niño, Conde de Buelna, cuya torre familiar sigue en pie (a pesar de las políticas de protección del patrimonio llevadas a cabo por nuestra ristra de consejeros de cultura populares y regionalistas) allá por San Felices de Buelna (si no recuerdo mal en el pueblo de Sovilla). En parte por ser cántabro de verdad, en parte por haber saqueado al corso la ciudad de Londres (qué le vamos a hacer, mi militancia pro-irlandesa me ha hecho siempre tener pelín de manía a la Pérfida Albión), concluía que los corsarios eran unos tipos descarriados pero al fin y al cabo majetes.
El tipo de la foto, el de aire chulesco vallecano, anda en cruzadas contra lo que ellos llaman piratería, y que abarca incluso fenómenos que por activa y pasiva los tribunales han dicho que no lo son (como los intercambios P2P). En su afán recaudatorio, que más nos recuerda al Tío Gilito que a un "intelectual" (con tal adjetivo se define sin rubor alguno el tipo de la foto), cada vez que compramos un CD virgen, o una escáner, o una impresora, o un ordenador, o hacemos una fotocopia, etc. nos pasan el chico y sus amiguetes de las "sociedades de (indi)gestión" unos céntimos de euro estupendos, que luego se reparten. La máxima es la del café publicitario: tacita a tacita. Y de taza en taza, la SGAE acaba con más presupuesto anual que el Ministerio de Cultura. Y eso sin sumar los dineros de otras bandas corsarias como la VEGAP o CEDRO.
A ver: uno sabe alguna cosilla de leyes y está totalmente de acuerdo en la necesidad de proteger no sólo el llamado "derecho moral de autor", sino también los derechos económicos que de la creación pudieran derivarse. Pero es que las cosas empiezan a pasar de castaño oscuro.
La última en la frente es la del canon sobre el préstamo de libros en bibliotecas. Apoyada la demanda de las sociedades gestoras al corso por los Tribunales de la Unión Europea, esa Europa de los mercaderes a la que le parece bien la deriva fascista de los gemelos polacos pero a la que no le debe de gustar mucho que en España se lea, la Ley del Libro Española ha visto anulada por esos simpáticos jueces la disposición que eximía de pago de derechos de autor al préstamo de libros en bibliotecas. De tal manera que ahora cada vez que alguien quiera leer un libro de, por ejemplo, Cervantes, la bolsa corsaria del tipo de la foto y sus amigos hará tilín con una monedita de 20 céntimos. Da igual que los libros prestados no estén sujetos ya a derechos de autor; da igual que el autor del libro haya expresado su disconformidad con el préstamo: las sociedades gestoras siempre acaban arbitrando criterios "objetivos" que no permitan salida o válvula de escape para sus espurios intereses.
La Ministra de Cultura se ha apresurado a decir, creo que sin la vehemencia necesaria, que los lectores no pagarán esos 20 céntimos, y que del canon se harán cargo los presupuestos públicos. Los corsarios se han apresurado a decir chulescamente que ese dinero es suyo, que algunos países europeos (seguramente con tradiciones de consumo cultural y lector más asentadas que las del solar patrio) lo pagan desde hace tiempo sin problemas y que además son sólo un par de milloncejos de euros. Y los demás, pues nos quedamos con ese sabor agridulce de saber que si nos empeñamos en no pagar el impuesto revolucionario a los corsarios de la cultura, deberemos pagar cada día una multa brutal a las instituciones europeas. Así que no queda otra que aguantarse y cotizar. Y rezar para que ahora los fontaneros no pidan cinco céntimos por cada vez que abramos un grifo.
Poco puedo hacer desde mi Santander posible. Firmé el manifiesto de autores contra el canon (aquí lo tenéis colgado), a pesar del pudor que sigue dándome autotitularme de autor. Y a la espera de conocer cuáles son los criterios que los corsarios fijan para satisfacer su voraz afán de rapiña cultural, plantear dos cuestiones básicas. Por un lado, espero que ni bibliotecas ni autoridades culturales colaboren con el de la foto y sus mariachis: no facilitar listados de préstamo, o de socios de biblioteca o cantidad de volúmenes en el fondo de biblioteca tal vez sirvan para tocar un poco las narices (recuerden el axioma de Libertad, la revolucionaria amiguita de Mafalda, de que "una pulga no puede parar una locomotora, pero siempre podrá llenar de roñas al maquinista"). Y por otro ... ¿qué tal si esos dos milloncejos de nada salen de los presupuestos con los que Ministerio y otras entidades públicas colaboran con los festivales, publicaciones y saraos de las sociedades de gestión? Una pequeña resta de nada, vamos.
Postdata: Que conste que el canon es malo para incentivar la lectura, pero hay otros enemigos. Que el Ayuntamiento de Santander destine 2000 euros 2000 en sus presupuestos de 2007 para repartir entre las 5 bibliotecas 5 que tiene por los barrios, parece más que una cantidad una broma de mal gusto. Y eso que según unos sondeos recientes a los que tuve acceso, los santanderinos calificamos de notable la gestión cultural de nuestro municipio. Sic Transit Gloria Swanson.
3 comentarios:
Totalmente de acuerdo. Ya me expresé en términos similares en mi artículo"¿Promoción de la lectura?" de 31 de marzo, colgado en mi blog de Los Panes y los Peces. Aquí se trata de que unos cuantos idiotas paguemos las veleidades de cuatro listillos como el de la foto; por cierto, ¿será que necesita chupa nueva? Pocas cosas hay tan lamentables como un macarra viejo con pretensiones de tío guay. En efecto, Sic Transit Gloria Swanson...
Es curioso que cada vez pagamos más cánones por todo, mp3, cds, reproductores y seguimos siendo piratas. Si no págaramos eso ¿Qué seríamos? ¿Repiratas?
Muy bueno el artículo. Sólo añadir que a Ramoncín el aire vallecano se lo quitaron a la vez que la "tocha", en la mesa de operaciones. Sin embargo, el aire chulesco parece que le aumenta con los años. Y la cara: ahora, como ya nadie compra sus discos (porque de vez en cuando aún saca alguno, dicen) se cree con derecho a sacarnos el dinero directamente del bolsillo. ¡Y luego llaman piratas a los demás! ¿Cómo era eso de Gloria Swanson?
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