martes, diciembre 31, 2013

… AUNQUE TAMBIÉN ES CIERTO QUE ...


Pues sí, el 2013, el año en que aprendimos a estar solos y en el que tuvimos mucho, mucho frío. Pero también es cierto que …

En el 2013 Harley llegó a casa y muy pronto empezó a hacerse croquetas por el suelo para llamar la atención y pedir cariño. Es tan bueno que ni siquiera ha dado mucho juego anecdótico para el blog de La Poligonera.

En el 2013 regresaron, imitando a las oscuras golondrinas como cada año, la UIMP y los estudiantes de español de la Michigan State University. Siempre es una oportunidad y un placer poder trabajar con ellos. Y en esta ciudad tan complicada, es toda una experiencia sentir que alguien da valor a lo que haces.

¿Que alguien da valor a lo que haces? En el 2013 siguieron en clase, impasibles a mis disparates, mis alumnas y unos pocos alumnos de las Aulas de la Tercera Edad de Literatura Universal, mis lectoras de Unquera, renovando el placer de la amistad y de la lectura libro tras libro, mis chicas y chico de las clases de música, que siguen empeñados en continuar aunque de vez en cuando les torture con Messiaen y Schönberg.

Me compré unos calzoncillos de Aussiebum que me quedan súper sexis, aunque permanezcan siempre bien ocultos. 

El 2013, locos por el cine, nació Piensaencines. Así que tuvimos que ver mucho mucho cine, compartir mucho mucho tiempo con un grupo de chiflados estupendos (y chiflada) , ordenar ideas, organizar las defensas del Lado Oscuro y dejar salir a la Paqui que todos llevamos dentro. Cajera del Lupa de Cuetobanús, por supuesto.

En el 2013 vi de nuevo sonreír a Isa, después de mucho tiempo demasiado seria. Y la sonrisa de Isa vale un potosí. Que bueno que esté bien, al menos casi bien.

Carmen sigue luchando con el maldito cáncer pero sigue resistiendo y es posible levantarle la sonrisa y la amabilidad que lleva de serie.

Fue como un sueño escuchar el concierto de la Joven Orquesta de Cantabria, con una primera de Mahler que me hizo llorar, pero de felicidad.

Jaroussky siguió grabando discos maravillosos. Y yo pude seguir escuchándolos.

En el 2013 tuve que levantar la sentencia de correa perpetua para Gin y volví a disfrutar viéndola correr y correr y correr como si el mundo fuera un campo gigante que nunca se acabara, con ese hocico que pone cuando es de verdad feliz.

Hicimos la "Ruta de los pucheros de Cantabria" completa, en familia, saturándonos de Olla Ferroviaria en La cu

chara del Camesa, de cocido lebaniego en el Hotel Picos de Valdecoro y de cocido montañés en El mirador de Trasvía. Una disculpa más para que a pesar de tantas cosas la familia siga siendo un espacio seguro.

Se casó mi ahijada con un chico estupendo, aunque no tanto como ella, y unos meses después nos anunciaron que iban a ser tan valientes como para seguir trayendo cántabros al mundo.

Aunque muchos más perros y gatos fueron abandonados, fueron también muchos los que encontraron un buen hogar. Cada vez hay más conciencia y más consciencia. La agria polémica Chabela - El Mundo señaló que nuevas voces se alzan en defensa de los animales. Y que otras seguirán consintiendo y justificando el maltrato y el abandono. Así que en el 2013 nos crecieron las ganas de luchar, porque ellos no tienen más voces que las nuestras para hacerlo. 

En el 2013 leí "En la orilla", de Chirbes. Eso casi por sí mismo justifica todo el año.

Los Basura han ido madurando, pero no por eso han dejado de ser una tropa de locos maravillosos.

En el 2013 sellé mi adiós en diferido de la política, pero cansado y triste, harto tantas veces, enfadado muchas, no dejé de luchar o de comprometerme con las cosas que me importan y con las armas que mejor puedo manejar. No me he rendido. Y eso no es poco, con la de mierda que nos está cayendo.

En el 2013 en fin siguió ahí, a mano, a voz, a corazón mucha gente buena y apareció mucha más. Hubo música, copas, amistad, libros, jilgueros y petirrojos  Hubo razones para levantarse de la cama, para caminar y para afilar la mirada. Así que …

Brindo en este momento final con todos vosotros por todos vosotros. Por todo aquello que nos ha sostenido y que nos ha dado seguridad frente al abismo. No viene un buen año, lo siento, va a ser tan duro como este y vamos a estar tan saturados de cretinos malvados como ahora. Pero ojalá estéis entre los privilegiados que dentro de doce meses puedan decir "contra todo pronóstico, el 2014 fue un gran año, un año feliz, un tiempo memorable".

Disfrutad de la vida, bebeos el tiempo. Sed compasivos, comprometidos, entregados y felices. Y no os olvidéis de decirle de vez en cuando "te quiero". 

¡Feliz 2014!

lunes, diciembre 30, 2013

EL AÑO QUE APRENDIMOS A ESTAR SOLOS


Me dice Leonor, la mujer-poema, esta mañana que sigue viéndome triste y que necesita que vuelva a soñar. Me dice Nacho Trova que a ver si me nos vemos en Nochevieja y que bueno, que al menos este año algo se me ha visto el pelo (es una forma de hablar) y que se me ve más animado.

Las dos caras de una misma tristeza con un intervalo de 20 minutos. Esa especie de soledad que se te va enquistando en los ojos y al tiempo esas ganas de vivir, de regresar, de apoderarte de nuevo de los días. Las dos caras de un 2013 que siguió a la perplejidad de 2011 y al abismo de 2012 luchando cada día por levantarme de la cara, por mantenerme en pie, por tratar de sonreír, de aparentar normalidad, inmerso sin embargo en una oscuridad densa como una niebla en la que se extraviaban proyectos, apuntes, horizontes, minutos. Porque nada volvió a ser igual sin Leo, y sólo una extraña energía me ha permitido caminar sin desplomarme en esa vieja conocida llamada depresión. Podríamos jugar a dar un nombre a tanto tiempo ya, tal vez "depresión de baja intensidad", tal vez y sin más tontuna. Pero lo cierto es que no, que nada volvió a ser igual.

Algunos cambios en el 2013, como esos brotes verdes que nos dice le gobierno que ve pero que no puede mostrarnos porque se los ha fumado para continuar alucinado. Retomé los estudios de Filología, me cambié de plan de estudios y comencé a marear la perdiz por Bolonia. No acabo de centrarme pero de momento, al menos, voy cumpliendo las rutinas de trabajo básicas y no pinta mal el primer cuatrimestre, por mucho que la Morfología de la Lengua Española se haya conjurado contra mí. Volví a salir, cierto que no demasiado, pero tiene razón Nachete, algo se me ha visto por los antros canallas en general y hasta por los de hombres nocturnos en particular, que diría la momia casposa del obispo de Alcalá de Henares. Tener algunos buenos amigos en la noche ayuda a buscar esa cerveza en El Trovador, ese Tequila Sunrise que Leo adoraba en el Drink, empujado por la alegría impenitente del bueno de Luis Jorde, que se cree malo pero también flipa. El juego adolescente del gin tonic buscando al camarero de la sonrisa más asombrosa aún que sus bíceps con José Luis Gallo y Vito y Néstor. A pesar de que ahora ya no hay Disculpa para encontrarlo.

Algunos cambios en 2013 como los pequeños avances en la novela aparcada que le gustaba al Putojacktwist, y unos pocos poemas que conseguí terminar a pesar de cuánto me cuesta tropezarme con la memoria cada vez que trato de emborronar folios en blanco y cada palabra se escribe Leo. Conseguí iniciar la operación limpieza por casa, aunque de momento casi ni se nota, tal era la envergadura del caos. Pero han ido saliendo bolsas y bolsas de trastos y basura, y hasta conseguí enfrentarme a alguno de sus cajones y vaciarlo. Uno o dos, nada más, pero por algún sitio había que empezar. Hasta he cocinado alguna vez para mí solo, y lo que es más duro, hasta volví a hacer para la cena alguna de esas tortillas de patata que tanto le gustaban.

Ha crecido, sin embargo, la ciudad interior de la que ya os he hablado. Una ciudad en la que puedes camuflarte y recargar la energía como hacía Supermán en su Fortaleza de la Soledad. Una ciudad tejida con calma pero también con renuncias. En ella no están presentes emociones y pasiones que fueron importantes. La política se ha hundido en un pozo de decepción y de desinterés y, creedlo, ya no queda nada, nada más que el intento de ser honesto y cumplir, malcumplir creo, algunos compromisos adquiridos en el último congreso regional del PSC antes d, el apartamiento definitivo. Se han hundido los sueños y aspiraciones en lo profesional y personal, dirigiendo los pasos hacia una irreversible pero apacible mediocridad. El amor se marchó. Con él se fueron la pasión, el deseo, el sexo. Y es que uno se va haciendo demasiado viejo y patético para ponerse otra vez en busca de nada y pesan demasiado esos versos de Cernuda que rezaban "Mano de viejo mancha … ". Y hasta hubo algún susto hospitalario porque cuando el alma está mal poco bien le puede ir al cuerpo, ya veremos.

Que sí. Que está la familia, maravillosa y horrible, como siempre ha sido y como siempre ha de seguir siendo. Haciendo de muro de carga y de cimiento inconmovible a pesar de tantas cosas. Y están, estáis, los amigos, dando fuerza y color a las paredes de la casa, y mi gente de las redes sociales, que me deja gritar y hasta me ríe las gracias, abriendo las ventanas y ventilando. Está el sentido del humor que se ha ido agriando y convirtiendo en un poco más cínico y más airado pero que sigue latiendo. Están Gin y Harley y las gatas y la necesidad personal de aportar un esfuerzo que sirve de poco en este país que es solo mierda, mierda de la peor, para los animales que tuvieron la mala suerte de encontrarnos en su camino. Pero cuya calma cuando duermen, esa seguridad que encuentran a tu lado a pesar de que tú no volviste a encontrarla, vale todavía un mundo. 

Son todos esos mimbres los que fueron trabando la cesta del año que se acaba. Un año en el que poco a poco se afianzó la soledad pero en el que de alguna manera estuve aprendiendo a caminar solo. Sí, solo, a pesar de la multitud, del ruido y sobre todo de quienes estáis cerca y os cobráis la cercanía en cariño. Porque hablo de esa soledad íntima, profunda, angustiada del Ser-Para-La-Nada. Al fin y al cabo esa es la ciudad interior de Ataraxía, esa donde no se desea nada, donde no se necesita nada, donde, en fin, ya nada duele. Al menos demasiado.

domingo, diciembre 29, 2013

ESE PEQUEÑO PACTO DE AMORES RENOVABLES.


Estuve anoche en la Filmoteca de Cantabria para, por fin, asistir a la proyección de "La gran familia española" , de Daniel Sánchez Arévalo. A buenas horas, mangas verdes, pero por alguna razón siempre se me habían acabado truncando los planes cuando pasó por las salas comerciales de Santander. 

En estos tiempos navideños en los que las ausencias pesan demasiado, en este tiempo oscuro y sin esperanzas de un 2013 que cierra sin dejar ver un resquicio de optimismo para el 2014, el tiempo empleado en disfrutar de La gran familia española fue también un tiempo de reflexión, de reflexión acerca del por qué nos resulta tan importante el cine, por qué un día sellamos con la gran pantalla una especie de pacto de amor que a pesar de tantos pesares hemos ido renovando cada vez que, tal vez sin esperarlo, nos tropezábamos con una película que volvía a hablar con nosotros. 

Poco importa en realidad qué nos cuenta Daniel Sánchez Arévalo en su largometraje, porque en realidad lo importante siempre es cómo nos lo cuentan. Y de entrada nos lo cuenta con un claro homenaje al cine, esa mirada constante a la divertida y vitalista Siete novias para siete hermanos pero también, creo, en el propio título que parecería anunciar una revisión de La gran familia. No porque tengan nada que ver las películas, sino porque de alguna manera nos lleva a una familia numerosa que sin embargo podría ser representativa de tantos cambios, actitudes y novedades en esa institución que, dicen algunos, siempre ha permanecido inmutable pero tantos y tan evidentes saltos ha ido dando.

Divertida y vitalista comienza La gran familia española , en clave de comedia, con una fotografía luminosa, llena de colorido fuerte, optimista, veraniego, celebrando la vida, celebrando el amor, celebrando también esa extraña pasión que parece volver locos a países enteros, el fútbol.  Aunque quizás sea ese comienzo lo menos interesante de la película, con algunas caídas en el tópico, que sin embargo muy pronto levantan el vuelo de la mano de un excelente guión y de unas excelentes interpretaciones, de unos diálogos ágiles, precisos, de unas miradas y unos gestos cargados de emoción y de significado, de una sabia combinación entre momentos emocionantes y hasta amargos que sin embargo nunca nos dejan caer de la nube de felicidad y de ternura familiar que nos ha ido envolviendo, eso sí, con alguna lagrimilla furtiva, y momentos divertidos. Entre los que tengo que destacar el personaje de Benjamín (qué bueno Roberto Álamo), una inteligente recuperación del tonto, del fool, del teatro renacentista, con una vena de Azarías, que con su simpleza cautiva, despierta sonrisas y canta verdades.

No sé explicar muy bien por qué me sentí tan a gusto en el cine mientras Daniel Sánchez Arévalo iba desgranando su historia fresca. Tal vez porque en diciembre las noches son largas y la película está llena de luz, tal vez porque es un canto a las familias que luchan, sufren, viven, sienten, celebran y aman unidas, lejos de ñoñerías y rancias perspectivas, tal vez porque nos habla de los amores que llegan y que se marchan como los que una vez nos llegaron y nos dejaron, tal vez porque habla de lo irreversible y de la necesidad de aceptarlo. Tal vez porque las sonrisas hoy son difíciles de levantar, los sueños son difíciles de soñar, y de pronto querías ser parte de la película, querías estar en aquella boda absurda y reír y llorar con una gran familia que a veces se parecía demasiado a la tuya. 

Tal vez porque al acabar sentías ganas de llegar a casa, de abrir la nevera, desenvolver un quesito y olerlo hasta el colofón mientras buscabas en la videoteca Siete novias para siete hermanos y aprendías otra vez a bailar cantando Goin' courtin' ...

sábado, noviembre 16, 2013

THE MUFFIN PROJECT . Presentación y Farsa del cantor y la madrina.



1. PRESENTACIÓN

Tenía claro que a pesar de que La Ciudad Anteriormente Llamada Santander (LCALS en adelante) y hoy más conocida como Botinga tenía que recuperar el espacio perdido en mi blog por más que vea imposible que recupere lugar en mi preocupación y mis afectos desde que me mudé a la plácida ciudad de ATARAXÍA (por fin le encontré nombre a mi nuevo vecindario). ¿Sería mejor un nuevo blog o más acertada y sencilla una nueva y definida etiqueta para la habitación desordenada? 

Opto por esta segunda solución y abro esta nueva ventana titulada THE MUFFIN PROJECT . Porque en Botinga nada es interesante ni moderno si no titula en inglés desde que LCSMS se convirtió en la smartjoya de la crown para Pavisoso. En adelante TT (léase tití) , siglas de TastelessTurkey. En otros tiempos Proyecto La Magdalena hubiera sonado espiritual y religioso, veraniego y monárquico, racionalista e ilustrado, según las circunstancia

s. Pero nada como un buen muffin para acabar con toda magdalena que se oponga a la modernidad tecnotóntica que nos abruma.

¿Qué quiero contar en The Muffin Project? Pequeñas historias de los entresijos mafiosillos de Botinga, imágenes  narraciones costumbristas y populares, o directamente robadas de la proteica y empecinada realidad. Con cierto nivel de desolación y mucho de sarcasmo. Para explicados a vosotros y para no olvidarme yo de por qué decidí darme de baja.

Así que hoy, aquí y ya me encomiendo a vuestro juicio con la primera narración. Maquillaje necesario para una anécdota conocida el pasado jueves y que da un buen apunte de los modos de los padrinos y madrinas de nuestros pequeños poderes locales.

2. FARSA DEL CANTOR Y LA MADRINA

"Tú sabrás lo que haces" es una vieja frase que no ha perdido un ápice de actualidad en la transición de LCALS a Botinga. Y es que nunca ha sido una buena opción en estos pagos tratar de sostener discursos, ideas o relaciones diversas de las normativas. O te besa el capo y te proclama Uno de los nuestros o estás, de momento en sentido figurado, muerto. Se lo garantiza uno que hace tiempo recibió el apercibimiento, literal y entrecomillado, "tú sabrás lo que haces" de boca del Homo Antecessor. Pero esto es otra historia que tal vez merezca ser contada.

Había llegado El Cantor a la ciudad de Botinga desde extraños mares, con ideas y músicas que compartir. Y todavía utópico y desconocedor de los engranajes había trabado amistad con Dealer Spring , opositor oficial y declarado enemigo de TT, antes de acercarse por The Big House para hablar con una de Las Madrinas sobre una iniciativa cultural que veníale bullendo en la cabeza o head.

Pidió cita con Ella. Concedióle Ella, siempre magnánima, hora temprana, para recibirle con el gesto más bien torcido, la mirada más bien aviesa y el sarcasmo amenazador en el tambor listo para el disparo. "¿Así que hoy vienes a verme a mí o a Dealer Spring?", eco de aquel viejo saludo, "Pero ¿tú no eres el que pasa mucho a visitar a Dealer Spring?" con el que había atajado el primer encuentro con El Cantor.

Y es que en la ciudad de Botinga cualquier amistad no normativa, cualquier palabra un poco más alta, cualquier idea razonablemente alejada de los deseos del Señor y de los intereses de su primer esbirro, TT, por necesidad acabarán formando parte del despectivo escupitajo con el que a la cara o por la espalda te explicarán los miembros y las miembros de La Famiglia que no has sido bendecido con sus oraciones, que no eres bien recibido, que no eres de los suyos.

Amén.




sábado, noviembre 09, 2013

EL VIEJO Y EL PETIRROJO


Sonrisas fugaces para momentos inesperados y fugaces. Una noche de noviembre, a eso de las tres de la mañana con los perros por el parque, Gin corriendo feliz de un lado a otro, el viejo Harley amansado y trasquilón a mi lado después de haber realizado sus propias carreras e investigaciones. Se mueve sólo si yo me muevo, se sienta si me detengo y me mira con esa cara que casi casi sonríe. Cuando de pronto … 

Un petirrojo revolotea cerca. Aunque sé que son aves residentes por esta zona, suelo verlos en el Parque de Jado en las estaciones frías. Sé que prefieren el día, pero a veces comen o cantan de noche, quizás para que se escuche mejor su melodioso trino cuando la ciudad ya se ha dormido y con ella la constante de su ruido. No suelen recelar del hombre y dicen que no resulta tan difícil lograr que coman en tu propia mano. Aun así, parece el pequeñajo descarado y atrevido como pocos. Me apoyo en la verja y se posa sobre la misma al alcance de la mano. Me muevo, revolotea y regresa, se posa en el suelo a un mordisco del hocico de Harley que le observa sin moverse, parece que complacido. Cuando de pronto …

Supongo que de nada hubiera servido tener a mano el teléfono o una máquina de fotos, porque los momentos fugaces se caracterizan por eso, por ser fugaces. Y es que mientras Gin, ajena a la anécdota diminuta, corre y corre de extremo a extremo, camino dos pasos, me sigue Harley, se acerca el petirrojo y, sí, imprudente, se posa sobre la cabeza del viejo setter. Que se queda quieto como una estatua, como si temiera molestar a su huésped. Un instante, unos segundos, quizás ni eso. Imagino que no impone demasiado el veterano cazador de andares bonachones y tranquilidad clamorosa. Ningún problema les supuso a las gatas aceptarle en la casa, ningún miedo parece que le cause al petirrojo.

Un instante, unos segundos, una sonrisa. Una imagen definida en medio de la helada, un viejo setter inmóvil, con expresión de tonta y bondadosa sorpresa, un pájarillo otoñal con el pecho de fuego contra el oscuro manto de la noche detenido de pronto. De pronto otra vez a la verja, al árbol, hacia el cielo.

miércoles, noviembre 06, 2013

DIGNIDAD



He vuelto a ver A Late Quartet , esa película emocionante e íntima que en España han maltraducido como El último concierto. Y de nuevo me han conmovido sus pequeñas historias, he entrado en un diálogo pequeño y personal con los distintos personajes, me he sentido interpelado, me he llenado de interrogantes y de dudas.

Ha crecido en esta segunda visita la presencia, inmensa, de Christopher Walken. Una interpretación sobria, excepcional, para el rol de Peter Mitchel, el veterano y reconocido violonchelista al que diagnostican un inicio de Parkinson. Será ese anuncio el que desencadene una ligera tormenta en las relaciones interpersonales y artísticas de los miembros del cuarteto. Será ese anuncio el que nos guíe hacia una decisión medida y tratada de manera antirromántica, sin convertir en tragedia o en melodrama lacrimógeno la elección de Mitchel/Walken: abandonar la música, dejar el cuarteto para no verse arrastrado a una decadencia constante.

Retirarse a tiempo. Hacerlo sin aferrarse ni al pasado ni al espejismo, afrontando con dignidad el dolor, la realidad, la renuncia. 

Creo que es esa dignidad, escenificada en una escena final memorable, la que más me ha provocado en este segundo encuentro. Qué difícil nos resulta a todos abandonar lo que nos fue querido, el espacio en el que nos sentimos una vez importantes, quién sabe si imprescindibles, aceptar que se han terminado algunos segmentos de nuestra historia personal y que puede que sea bueno que así sea. Cuántas veces hemos visto a las manos rodear con esfuerzo patético el clavo ardiente hasta abrasarse, cuántas veces hemos sentido la necesidad de comportarnos como los misteriosos protagonistas del Queremos tanto a Glenda de Cortázar y cortar por lo sano ante la vanidad, ante la incapacidad para decir adiós, ante la pataleta a veces, la ira otras, la desoladora cuesta abajo siempre.

Me vino a la memoria un pasaje de José Luis Sampedro, de su Congreso en Estocolmo, en el que el viejo profesor excluido por los sabios oficiales que llega en voz baja al congreso matemático y de alguna manera nos enamora de nuevo de la vida, visita el zoo. Allí le impresiona la estampa soberbia aún de un reno viejo, cansado, un reno que habría sido el líder respetado de la manada pero que ahora se esquinaba en el recinto y dejaba su trono a un macho joven y presuntuoso. La dignidad de nuevo, la dignidad con la que los animales se retiran discretamente, tratando de no molestar, como la vieja querida Lola que se refugió debajo de un armario imposible al experimentar una parálisis facial para dejarse morir. La de la vieja tía Chavita que siempre decía "el primero, no molestar" y que se fue rápido, moviendo los dedos alrededor de un rosario invisible, sin despertarse siquiera en aquellos días finales. 

En este tiempo pienso que no podía ser de otra forma, que el encuentro con esa dignidad del retiro del sabio tenía que llamarme la atención. No por sabio. Pero sí por el encontronazo con los segmentos cerrados, con la aceptación de que los caminos se han ido quedando atrás y ya no quedan puertas para otro amor, no queda fuerza para luchar, siquiera pensar, por una mejoría laboral, que lo que uno llevaba dentro y que trató de salir en la poesía y en la música ya dio lo que era, que jugar a la política, jugar a apostar por una sociedad mejor, fue una apuesta necesaria que se perdió y que deja ya sólo el apartamiento de la mesa de juego para que ocupen el lugar otros jugadores y otros tahúres.

Leer, escuchar, pensar, caminar, acariciar a Gin y querer a Harley por lo que no le quisieron, creer que las vidas que vivimos en el cine y en la literatura fueron las nuestras y que así pudimos ser quienes no fuimos es lo que ahora resta. Sin hacer ruido perdernos en la niebla, esa niebla que tal vez haya llegado demasiado pronto pero que de pronto ha teñido el universo de una cierta tristeza resignada, inexorable, con olor a crepúsculo.

sábado, octubre 26, 2013

CAMBIO DE DOMICILIO


Algunos amigos se sorprenden cuando les cuento que ya no vivo en Santander. Y eso a pesar de que ya eran muchas y claras las pistas que había ido dejando en el día a día real y virtual entre las cuales no fue la menos evidente el cambio de nombre de este blog al que tanto quiero y tanto debo. Si, este que se llamó en su día Un Santander Posible , como todavía consta en su link, antes de transformarse en la habitación del caos. 

El Santander Posible se devino en mi consideración Imposible primero, profundamente Antipático más tarde, Inhóspito ahora. Algo que me sorprende si pienso en todo lo que he querido a mi ciudad natal, y, vamos a dejarlo aquí que todavía me quedan algunas historias sorprendentes por contar que no sé si contaré, lo que arriesgué por ella o a lo que renuncié. Santander es la terra patris , el lugar en el que mi familia se desarrolló durante generaciones maternas y paternas, un conglomerado de calles, de objetos, de recuerdos que te impregnan casi a cada paso. Al menos en la mitad sudoriental de la ciudad. Santander es también, lo fue y lo sigue siendo, el contenedor de muchas personas a las que quiero o aprecio. Familia, amigos, alumnos, compañeros de aventuras variopintas de otros tiempos y de estos. Pero ha ido creciendo dentro de mí cada vez con más fuerza la sensación de ser extranjero, una sensación que se ha hecho más fuerte cuando las últimas decisiones sobre el futuro de la ciudad han ido dando forma a un proyecto vacío, que no me gusta pero que no tiene vuelta atrás. Ante el silencio y complacencia de santanderinas y santanderinos.

Así que me he ido. Son muchas las razones que hacen difícil el cambio físico, por no decir imposible. La cobardía, seguro, entre ellas. También las responsabilidades adquiridas, la edad, algunos afectos. Y aunque no descarto salir algún día de aquí, vivo o muerto, he decidido plantar mi casa en un lugar más amable. Y he recuperado algo de aquello que los historiadores de la posguerra hispánica denominaron el exilio interior. Desaparecer hacia dentro. Vivir mi tiempo mental, mi realidad afectiva y emocional, donde me dé la gana, sin atarme a la tierra ni a la realidad sensible. Me quedo, pues, con las responsabilidades, cada vez menos, y los afectos. Elijo de Santander ya tan sólo una parte de su gente y me la apropio para llevarla conmigo. Corto compromisos y cierro puertas traseras, quemo naves y construyo cierta evidente esquizofrenia en la que mi cuerpo quedará, ¿cuánto tiempo? atado a este universo limitado que llaman Santander, mientras mi mente, mis sueños, mis intereses, yo, a un tiempo nos proyectamos en el espacio hacia fuera y hacia dentro. Lejos, en cualquier caso, sea la dirección cual sea.

Así que ya lo sabéis, y aclaro las dudas de quienes me habéis mirado extrañado ante la broma del "Ya no vivo en Santander". Porque hablo completamente en serio. Vivo dentro de mí. En un territorio al que algunos estáis invitados. Cada vez más definido, cada vez más lejano, ya no Santander, eso es claro, creo que tampoco Cantabria, puede que ni siquiera España. 

Y es que al final quienes se empeñaron en hacer de este lugar, de estos lugares, tierra muerta y cansada han ganado la partida. Me rindo y me voy. Hacia dentro.

martes, octubre 22, 2013

INCÓMODOS DERECHOS



He tenido que estar bastante al tanto de lo que se iba publicando sobre la Doctrina Parot y leerme las sentencias para resistir en las redes a ese tsunami de ira colectiva que en diversos tonos pasaba de mostrar su desconcierto, irritación o ira a arremeter con todo un bonito surtido de calificativos a quienes hemos tratado de comprender y de defender la resolución del Tribunal Europeo de Derechos Humanos sobre el recurso presentado por la asesina etarra inés del río . Pero al final creo que prefiero escribir en un tono más personal y menos analítico. 

Vaya por delante mi más absoluto desprecio por esa criminal llamada inés del río y la más profunda repulsa ante quien es y ante lo que ha hecho. De la misma manera, vaya también por delante mi comprensión ante el dolor y ante el enfado de las víctimas. Pero ni el desprecio ni la comprensión, en tanto categorías morales y, por así decirlo, viscerales, bastan para modificar lo que pienso de la Doctrina Parot y de la sentencia que ha dado un tirón de orejas internacional al Reino de España.

Quizá mi primera reflexión es que me gusta que los derechos humanos sigan resultando incómodos. Porque esa incomodidad del poder y de todos los tentáculos a los que puedan llegar sus manipulaciones nos demuestran que esa esencial conquista del espíritu humano sigue retándonos, sigue interrogándonos, sigue siendo en cierto modo profética y certera. Derechos humanos, derechos de todas y de todos, grandes principios y valores que pese a quien pese (y pesa a muchos) no se reconocen de forma selectiva ni discriminatoria, no se dejan manejar a la carta, no sirven a tales o cuáles intereses. Y precisamente por eso continúan siendo el gran referente de la ética civil universal. 

¿Para qué nos sirven? se preguntan hoy en España muchos, agitados por discursos políticos y mediáticos que de año en año han ido trazando una clara línea interpretativa en la que apelando a las tripas más inmediatas se planteaba que si se hablaba de derechos, de garantías, de seguridades, no debía incluirse en esos límites a la arbitrariedad del poder a terroristas sobre todo, violadores también. Quién sabe si en el futuro otros serán incorporados a la lista. Ya ha quedado escrito, nos sirven como límites a la arbitrariedad del poder, como espacios de inmunidad personal, familiar, grupal, como faros que determinan nuestra capacidad para determinar nuestro propio proyecto de vida y para caminar en pos de la felicidad, como formularan inocentemente como un derecho más los revolucionarios franceses.

Claro, al poder no le gusta que se le limite, a ningún poder. Al poder le gusta de alguna manera actuar con las manos libres, poder tomar las decisiones a su aire y según sus conveniencias ... que rara vez son las de los ciudadanos. Así como el control, el límite le incomoda, en las aguas de la arbitrariedad nada a su capricho. Y nada más fácil que utilizar los viejos y ya bien conocidos métodos de la propaganda para crear estados de conciencia social que justificarian cualquier cosa, o casi cualquier cosa, al son de la música que les toquen. Los judíos en alemania eran monos, animales, no iban con ellos los derechos humanos. Los burgueses y antirrevolucionarios ante Stalin eran degenerados, infrahumanos. Por no seguir siempre con los viejos ejemplos, los tutsis, en las masacres de Ruanda, eran cucarachas. Qué fácil para el discurso dominante convertir a quien desee en una categoría que no merece protección de la ley, de la sociedad, de las instituciones.

Pero el grave problema es que si aceptamos el comportamiento arbitrario de las decisiones del poder, del que sea, me da igual económico, judicial, ejecutivo, legislativo, si aceptamos que esas decisiones pueden saltarse o bordear la legalidad, atentar contra esa seguridad jurídica que nos dice qué podemos hacer, qué debemos hacer, qué podemos esperar de nuestras conductas, si decidimos que no importa que nuestros compromisos nacionales e internacionales con el código ético básico de los derechos humanos se quebranten a capricho del de turno, entonces ... ¿dónde y cómo vamos a poner el freno, dónde los límites? ¿Vamos a volver a hablar de ciuadanos de bien y malvados, vamos a volver a afirmar como en los peores episodios de la historia de la humanidad o de la historia patria que si no te metes en problemas no pasa nada, vamos a volver a recitar aquello de "Primero vinieron a por los judíos pero yo no lo era"? No. Cuando abrimos la puerta a la degradación de las garantías abrimos una compuerta peligrosa para todos.

Sí, para todos. Los derechos humanos nos protegen a todos, también a los violadores, a los asesinos y a los terroristas. La quiebra de los derechos humanos nos deja inermes a todos, también a nosotros, también a quienes pretendemos ser ciudadanos de bien que no nos hemos metido en problemas. ¿Admitimos que quiebre el principio de irretroactividad de la ley penal? Vale, pero entonces nadie podrá garantizarnos que en el futuro se nos condene por sorpresa quién sabe por qué acción del pasado que en el pasado era correcta. Lo mismo si admitimos que se pueda cambiar al gusto las condenas y el régimen de esas condenas, lo mismo si olvidamos que la pena no sólo tiene un elemento de venganza social, tiene otro de reeducación, de apartamiento de la sociedad durante un tiempo que debe ser de transformación y de cambio.

Eso es lo que se discutía con la Doctrina Parot. Si principios esenciales para la seguridad jurídica de todos, como el derecho a tener una información clara y precisa sobre nuestros actos y sus consecuencias, sobre los procesos en los que podamos vernos inmersos, si la irretroactividad de las leyes penales, recogida con claridad en los convenios internacionales de defensa de los derechos humanos suscritos por España pero también en nuestro derecho interno son valores importantes o no lo son y quiebran ante algo tan peligroso como el clamor social por una venganza que probablemente no tendría fin. Las interpretaciones del Supremo y el Constitucional (bastante cuestionadas por cierto en el seno del Constituional, con relevantes votos particulares) que dieron origen al problema bordeaban el principio de legalidad, estiraban y forzaban en busca de una decisión que saciara a los justicieros de a pie y, por qué no, a los propios deseos de los magistrados. Pero desde el primer momento fueron muchas las voces lúcidas y preparadas en este país que advirtieron del peligro. Advirtieron también de que esa doctrina no tenía pase ante las instituciones internacionales y que se corría el grave riesgo, así ha sido, de que fueran denunciadas por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos y se pudieran utilizar como una victoria por los asesinos y sus amigos. Así como ha sido.

Termino. Escuché hace mucho que la gran utopía de Platón no era La República sino Las Leyes. Puede que esa sea hoy también nuestra gran utopía, ser capaces de sostener un sistema de reglas claras, respetuosas con la dignidad humana, fiduciarias de ese gran patrimonio internacional que son los derechos humanos. Y que sostener ese sistema sea hacerlo vivo y respetado en una sociedad educada, capaz de entender el funcionamiento de los mecanismos legales y judiciales, de respetar (con toda la crítica que se quiera) las decisiones adoptadas conforme a las reglas y combatir las que se desvíen de las mismas. Incluso cuando duela hacerlo, incluso cuando supongan que alguien como inés del río (ya os habréis dado cuenta de que uso las minúsculas en su nombre con toda la intención) pueda ser de alguna manera beneficiado. Porque también en la humanidad de inés del río está la nuestra, porque también garantizar sus derechos es garantizar los nuestros, porque de verdad nos creemos que los derechos humanos son importantes, esenciales, vitales y que sin ellos nuestras propias vidas podrían estar en riesgo en cualquier momento.

Así que sí. No me voy a felicitar por que inés del río esté de camino a la calle, no me voy a felicitar por el sentimiento de humillación que hoy podrían estar sintiendo muchas víctimas. Pero sí me voy a felicitar por comprobar de nuevo que en este tiempo de incertidumbres en el que a veces me siento tan desolado, los derechos humanos siguen iluminando el camino, sostenidos con criterio, rigor y pasión por quienes son sus custodios.

NOTA. Por mínimos comentarios en esta línea ya me han llamado pedófilo, asesino, fascista, rojo, intolerante, imbécil en las redes, ya han deseado que violen y maten a mis familiares para que yo sepa lo que es bueno, así que no os molestéis en seguir por ese camino. Mis convicciones son fuertes, mis ideas claras, y mi compromiso con los derechos humanos y su defensa no se va a resentir ni siquiera con las amenzas, que también alguna (cobardona y anónima) ha caído. Irretroactividad de las leyes. Seguridad Jurídica. Derecho al Proceso Informado. Etc. Exactamente eso. Y tanto más.

miércoles, octubre 16, 2013

BLOG ACTION DAY 2013 . LOS DERECHOS HUMANOS. ¿QUO VADIS, FRANCIA?


Como otros años, me sumo a la convocatoria mundial del Blog Action Day, convencido de que la posibilidad de tejer redes, de hacernos presentes a partir de las herramientas que nos proporcionan las TIC, de empuñar la palabra se encuentran entre esas pequeñas herramientas que nos permiten apostar por ese otro mundo posible. 

Para este 2013, nos han propuesto escribir sobre los derechos humanos. Sobre esos espacios de inmunidad que con el esfuerzo de tantas y tantas generaciones se fueron edificando para proteger a todo hombre y mujer de la arbitrariedad del poder, de los poderes. Esos espacios que fueron creciendo y ganando espacio para tratar de garantizar la dignidad, el control de cada persona sobre su propio plan de vida y sobre sus libres aspiraciones. Esos espacios que cada vez más seguros de sí mismos apelaron a la responsabilidad intergeneracional. 

Esos mismos espacios que aparentemente fortalecidos por tantas declaraciones ampulosas y vanas en bocas mentirosas, incapaces, impotentes en el mejor de los casos, se rompen con tanta facilidad, con tanta frecuencia, haciendo añicos nuestras esperanzas.

No lo puedo evitar. Leí esta mañana en el diario que frecuento una historia más sobre la expulsión en Francia de gitanos procedentes de países del este de Europa. Una historia con un nombre propio sobresaliendo, el de Leonarda Dibrani, una romaní de quince años que llegó a Francia huyendo de la guerra y el racismo de Kosovo y más tarde de los asaltos a campamentos gitanos en Italia. Una romaní cuyo nombre es hoy un nuevo rostro de la vergüenza de Occidente en general y de ese país que un día tejió una revolución para que la primera generación de los derechos humanos fuera una realidad y que escribió que los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos.

Leonarda Dibrani. Quince años, muchos de ellos sometida a la exclusión social y huyendo. Alumna brillante, como su hermana mayor, en un liceo francés. Detenida con modos indecentes durante una excursión escolar, en presencia de todos sus compañeros de clase como si se quisiera poner en escena la vergüenza que al parecer Leonarda debería sentir sólo por pertenecer a una familia que apostó por una vida mejor, que intentó conquistar la dignidad, que quiso que sus miembros fueran libres e iguales en dignidad y derechos. Trataron de obtener los malditos papeles como refugiados, cumplían todos los requisitos establecidos por el propio estado francés para regularizar la situación de quienes entraron sin papeles pero se han integrado en la sociedad francesa. El padre tenía trabajo, tenían vivienda habitual, los niños estaban escolarizados, los más pequeños sólo saben hablar francés. Pero el racismo que nos late tan hondo, el odio a la miseria que nos recuerda que nuestro pasado bienestar estuvo edificado sobre el dolor de millones de semejantes, fueron más fuertes. El padre fue deportado y a pesar de que la familia lo ha desmentido una y otra vez, pidió la reunificación familiar (la madre ha afirmado que eligió permanecer con los hijos en Francia para que Leonarda y sus hermanos tuvieran futuro).

La cuna de la Ilustración, de la racionalidad, de los derechos del hombre y el ciudadano se plegó sobre sus propios miedos, sobre su propia miseria, sobre esa creciente ola de intolerancia que lleva a las más altas expectativas a Marine Le Pen. Y optó por traicionar esa historia, por traicionar su memoria más digna. Sin procedimientos, sin garantías, sin formas mínimas para ejecutar una decisión más que cuestionable. Tomada desde los despachos y los alientos de quien dice ser de izquierdas, hijo de emigrantes sin papeles, de republicanos españoles que también cruzaron un día la frontera en busca de la seguridad, de la dignidad de los derechos.

Aunque quizá lo peor de todo sea renovar la consciencia de que hoy, en todo el mundo, muchos millones de Leonardas han visto aplastado su futuro porque otra vez, ¿acaso dejaron de hacerlo alguna vez?, los viejos y repulsivos poderes siguen haciendo de los derechos humanos papel mojado para poder seguir haciendo de nosotros sus tristes marionetas.

viernes, octubre 11, 2013

EN EL MUNDO HAY AMORES QUE MATAN



Cuando estás al tanto de la realidad, no es raro que te sorprenda la manera en la que la cuentan determinados periodistas, determinados medios, determinados intereses. Pero como yo no soy del gremio, voy a abstenerme de consideración alguna en torno a conceptos como objetividad, informaciones contrastadas y otras quisicosas. 

Pero tampoco voy a dejar de pronunciarme sobre un pequeño revuelo vivido esta semana en Cantabria y amanecido en buena medida en las páginas dominicales de El Mundo Cantabria. Porque ese revuelo afecta a una de mis preocupaciones particulares, el maltrato y el abandono de mascotas, de animales de compañía. No creo que a los lectores residentes y mediopensionistas del blog os vaya a pillar de sorpresa. Y es que si algo tienen de bueno las redes sociales es que han roto el monopolio de la información y de la comunicación y nos dan pie a los ciudadanos para difundir nuestras ideas y precupaciones, sueños y banalidades. También nuestras propias versiones. 

No siempre es cierto eso de que los políticos permanezcan levitando en una burbuja ajena a la sociedad. A veces tienen los oídos atentos, escuchan, hablan y tratan de transformar esa realidad siempre perfectible que nos preocupa y que denunciamos. Así, la diputada del PSC-PSOE en el Parlamento de Cantabria, Chabela Méndez, escucha desde hace mucho tiempo a activistas vinculados con el mundo del bienestar animal, implicados en la lucha contra el maltrato y el abandono y ángeles para esos miles de gatos y perros que cada año sufren en Cantabria la desgracia de haberse creído aquello de "mejores amigos del hombre". Ha estudiado la situación, se ha documentado, se ha preocupado y desde esas tres patas ha decidido comprometerse en una mejoría administrativa y legal que permita superar un marco francamente ineficaz e insatisfactorio. Un marco de cambio legal que es ya un clamor en todas y cada una de las regiones de España y que ya está atravesando nuestras fronteras: la situación de los animales de compañía en nuestro país provoca estupor y horror en la Unión Europea.

Consecuentemente con esas tres patas, Méndez dio el primer paso obligatorio antes de proceder a iniciativas de mal calado: tratar de completar la información (si la consejera de medio rural Blanca Martínez tiene a bien responder y enfrentarse de una maldita vez al problema) preguntando como parlamentaria al ejecutivo cántabro una batería de preguntas relacionadas con datos de abandono y maltrato, denuncias, situación de centros de recogida, relación con protectoras, campañas de información, situación sanitaria, iniciativas sobre esterilización, control de chips, etc. 24 en total, bastante centradas esta vez en el mundo de los perros aunque son de esperar las que incidan en las particularidades de los gatos. De esas 24, 4 concretaban y pedían datos específicos sobre maltrato y abandono en el entorno de la caza. Y son esas cuatro las que han indignado a un periodista de El Mundo, al periódico como tal (dos editoriales) y a la Federación de Caza.

Les cuento, según El Mundo, Ana Isabel Méndez sólo ha presentado esas cuatro preguntas (en todo momento se ha ignorado deliberadamente la existencia de las otras 20) para protagonizar un ataque que entienden vejatorio y gratuito para los cazadores de Cantabria (10.000 licencias, nos dicen) al afirmar que hay cazadores que maltratan y abandonan a sus perros , y además insultarlos llamándoles escopeteros. Afirma que según el SEPRONA las denuncias sobre abandonos en la caza son mínimas, un 28% (aportan la cifra), por lo que parece absurdo preocuparse por cosa tan nimia. Le exige el medio a la diputada que presente disculpas a los cazadores y, hoy, se regodea con su victoria (de haberlo sido, triste victoria sería esa que para satisfacer determinados egos y status se mea encima de las víctimas, en este caso los perros de caza). 

Pero ... Hagamos cuentas. ¿Que el 28% de los abandonos no es relevante? Ese porcentaje supone que uno de cada cuatro perros abandonados lo ha sido por un cazador, supone que si aplicamos  criterio de unidades familiares de cuatro por familia habría 40.000 cántabros directamente relacionados con los perros de caza (un 7%) que abandonaría al 28% de los perros. ¿Problema insignificante? Más bien al contrario, gravísimo. Más que suficiente para justificar la especificidad de las 4 preguntas.

Pero hay más, no es cierto que haya ataque alguno a los cazadores y se haya obviado otros maltratos y abandonos: ya dije que las cuatro preguntas de la polémica forman parte de un total de 24. Así que El Mundo miente, o tal vez podríamos decir de forma más precisa que esconde parte de la realidad, justo la que no se ajusta a su tesis. Tampoco es verdad que se ataque, humille o denigre a los cazadores. Las preguntas son asépticas, formales, y se limitan a preguntar por las cifras que se conozcan en la consejería. Si los cazadores, abandonadores del 28% de los perros, se han sentido tan molestos a lo mejor es porque la diputada ha abierto la puerta a una realidad incómoda para ellos. 

Tampoco los llama escopeteros. En una pregunta se dice "cazadores y escopeteros", diferenciando pues entre ambos. Es cierto que el término escopetero es despectivo entre los cazadores: a muchos de ellos les he escuchado personalmente echar la culpa de los maltratos a esos escopeteros a los que diferencian de los cazadores cumplidores con la ley y con la decencia. Pero, ella misma lo ha explicado, el uso del término se debe a una confusión terminológica que asume, debería haber escrito perreros, los que dentro de las cuadrillas se encargan directamente del control de los perros. Pero un ruido en la comunicación hizo que se confundiera y pensara que esta función era desarrollada por quienes ella creyó escopeteros.

Hoy, como dije, El Mundo celebra que la diputada haya pedido perdón a los cazadores. De hecho, anoche el director de EMC me envió por twitter un mensaje jubiloso, celebrando esas disculpas a los cazadores. Disculpas que tampoco han existido: no se ha retractado la diputada de sus preguntas, no las ha retirado, no ha hecho matiz alguno y siguen pendientes de respuesta por parte de Blanca Martínez. Con una sola salvedad: ha explicado el error terminológico y ahí sí ha dicho que siente la confusión y la ofensa que con ella haya podido causar. Nada más. 

24 preguntas sobre maltrato, abandono y bienestar animal, responsabilidades personales e institucionales están ahora en la mesa de la Consejera de Medio Rural de Cantabria. Mientras tanto, en Cantabria las verdaderas víctimas de esta historia, los perros, continúan en un limbo legal que supone un maltrato institucional y generalizado. Muchos perros de Cantabria, también muchos perros de caza, están en manos responsables que les quieren, les cuidan y les respetan. Muchos otros están en manos infames, también muchos perros de caza. Y sus condiciones de vida, de higiente, de salud, de alimentación, sociabilidad, bienestar son deficientes hasta el escándalo. Buena parte de ellos acabarán muertos a manos de sus propios e indignos propietarios, otros serán entregados en las perreras para ser sacrificados como quien deja la basura en una incineradora, muchos serán echados a la calle, provocando por cierto serios riesgos de salud pública y de seguridad en el tráfico por los que nadie responderá.

Afortunadamente las preguntas siguen adelante. Y tras ellas, tendrán que venir acciones parlamentarias y sociales de mayor calado para acabar con la lacra del abandono. Pero me pregunto, visto hoy El Mundo, ¿de verdad habría que regocijarse así, que festejar que la diputada Méndez hubiera retirado las preguntas? ¿de verdad eso sería una victoria? Pues qué victoria más triste, Félix, Alfonso, qué victoria más triste.

miércoles, octubre 09, 2013

CARTA DE HARLEY A CHABELA MÉNDEZ


Estimada Señora Méndez:

Espero que no le moleste que le haya robado al jefe el ordenador un rato y me haya aprovechado de su blog para escribirle unas líneas que me parecen importantes, aunque yo no soy escritor como Gin o como Glenda y lo mismo no me sale bien lo que quiero.

Además ya soy un vejete, así que la cabeza no me funciona del todo bien y mi memoria confunde mis propios recuerdos con los de otros perros de caza que conocí durante nueve años. Pero sí creo que aunque mezcle algunos, se podrá hacer una idea bastante ajustada de cómo vivimos muchas veces, me temo que la mayoria, los perros de caza. Y se lo cuento porque he visto en el periódico que hay un periodista y unos cazadores que la están atacando porque ha preguntado en el el Parlamento de Cantabria cuál es la situación real del maltrato y el abandono, las condiciones sanitarias, el bienestar, el cumplimiento de la ley, las medidas de protección para los animales de compañía en general, para los perros en particular y hasta se ha acordado usted de dedicar cuatro preguntas específicas a los perros de caza. 

Creo que sólo fui feliz de verdad cuando era cachorro, muy cachorro. Durante unas pocas semanas viví junto a mi mamá y a mis hermanos, comía, jugaba y aprendía a expresarme, a disfrutar de la vida. Muy pronto me vendieron por primera vez, queda rastro en mi microchip, imagino que sin cumplir ninguna de las garantías que exige el artículo 13 del Tratado de la Unión Europea, porque en España nadie hace caso de ese artículo. Fue la primera de tres. 

A partir de ese momento, mi vida cambió. No le voy a decir que haya sido horrible, porque conozco los casos de muchos compañeros que han vivido en un auténtico infierno, ni siquiera les daban de comer así que ya se puede imaginar el resto. A mí me estuvieron entrenando para que aprendiera a seleccionar las piezas que mi dueño quería cazar, codornices, perdices y becadas, sobre todo. Y muy pronto me llevaron a cazar cuando era la estación correspondiente.

Tengo que decir que tuve suerte de ser un valiente y no asustarme con los disparos. De ser bien dispuesto, obediente, atento y eficaz en el trabajo. De no tener alguna tara congénita como la sordera o un accidente que me hubiera estropeado una pata. Porque entonces no estaría escribiéndole esta carta, no habría sobrevivido mucho tiempo, no habrían tardado en , como dicen ellos, quitarme.

Por lo demás, viví casi todo el tiempo con unos cuantos compañeros dentro de una jaula, en las afueras de un pueblo. La jaula no era demasiado grande, aunque más o menos podíamos movernos un poco. De vez en cuando, muy de vez en cuando, el jefe o alguien enviado por él venía a traernos comida y agua, llenaba unos depósitos para que fuera racionándose, si tenía buen humor y tiempo nos dejaba salir un poco de tiempo, y se marchaba. Si el agua o la comida se acababan, pues esperábamos así como medio tristones y débiles y ya estaba. En general no iba al veterinario, y era el propio jefe el que se encargaba de pincharnos una vez al año para ponernos las vacunas, aunque conocí en otras cuadrillas a perros que no sabían ni lo que era el veterinario ni lo que era una vacuna. Y que a veces se marchaban por culpa de enfermedades como la parvovirosis, que en teoría afecta sólo a los cachorros, pero claro, no te afecta si estás bien protegido.

También nos desparasitaban de vez en cuando. Y en eso también tengo que decir que yo tuve más o menos suerte. He conocido a compañeros que deambulaban por el bosque cargados de garrapatas o de pulgas, algunos con graves problemas en la piel debido a las picaduras. Los que no morían infectados por los bichos no tardaban en desaparecer. A unos los quitaban directamente. A otros los llevaban a unos sitios llamados perreras, donde también los quitaban.

Recuerdo una vez que estuvimos cazando por la montaña palentina. Un jefe se alejó un momento con su cuadrilla de compañeros, se alejaron, al rato escuchamos unos disparos y yo no sé por qué sentí un escalofrío, porque por allí no había codornices.  Luego volvió el jefe solo, sin los perros, y dijo a los otros "ya los quité". Y nos fuimos. A veces pienso que esos compañeros eran los siete setters que mi nuevo dueño se encontró una vez acribillados por esa zona, cuando hacía senderismo con unos amigos. Pero ya digo que estoy viejo y no sé muy bien la localización exacta del crimen.

Al final llegó ese momento temido por todas las criaturas, los años empezaron a pasarme factura. Bueno, los años y que no me sacaban nunca de la jaula, así que fui perdiendo el músculo de las patas traseras y me volví torpe. Cuando llegó la temporada de verano cacé bastante mal, por primera vez cacé mal, a veces me caía o me negaba a saltar obstáculos porque mis patas no me dejaban intentarlo. Y cuando llegó el otoño mi cuarto dueño dijo que había que quitarme. Una tarde me sacó de la jaula, a mí solo, dejando atrás a mis hermanos, y me llevó a ese sitio, la perrera. Dijo que me había encontrado perdido, así que no le pidieron más datos. Luego allí comprobaron el chip, le llamaron por teléfono, él dijo que sí, que me había perdido pero que no le interesaba ir a recogerme (el muy mentiroso) y por eso me llevaron a una jaula, a esperar mi turno para esa inyección que ponían a los pobres peludos de la perrera para hacer sitio, para matarles.

Un día vinieron unos chicos de una organización que se llama SOS Setter, pagaron a los de la perrera para sacarme de allí y me volvieron a cambiar el chip. Yo no sabía qué podía esperar, ya no creía en ningún humano y estaba verdaderamente triste, deprimido. Pero llegamos a un lugar maravilloso, Setterland, donde me dijeron "Sigue el camino de baldosas amarillas". Y me soltaron y yo sin saber por qué corrí hacia una casa donde había muchos setters, algunos viejines, o enfermitos, otros felices. Todos esperando una nueva oportunidad. Y allí descubrí que era posible volver a ser feliz, que no era verdad que un perro estuviera bien si le tenían en una jaula medio alimentado y medio limpio, siempre encerrado y hacinado. Aprendí que hasta hay juguetes para perros, pero como nunca aprendí a jugar, no sé cómo hacer cuando me ponen uno cerca. 

Una tarde me llevaron a la ciudad y me presentaron a un señor que tenía una perrina setter muy requetelinda. Me cayeron bien, así que una semana después me mudé a su casa. Tenía miedo al principio, por las noches me escondía para dormir seguro y lloraba durante toda la noche por las pesadillas. Me peleaba por la comida, por si acaso llegaba ese día en el que se acababa y tardaban en traer más. Pero ahora estoy mucho más tranquilo y más contento, me gusta dormir cerca del jefe y casi nunca tengo pesadillas. Hago ejercicio todos los días y a veces voy a nadar porque dicen que me viene bien para recuperar el músculo que había perdido, así que ya no me caigo y hasta me atrevo a dar algún salto. Seguro que hay perros que viven mucho mejor que yo, pero la cara me ha cambiado y mi expresión, lo dice todo el mundo, es mucho más contenta. La comida es estupenda y también lo son las caricias del jefe y sus amigos. ¡Y además no tengo que cazar para ganármelas!

Así que queria contarle mi vida para pedirle que no se deje vencer por las presiones del periódico, del periodista y de los cazadores. Hay muchos perros que están sufriendo, muchos que han sufrido tanto como ni se imagina. Y como nosotros no votamos, ni podemos tomar medidas, necesitamos que humanos de buen corazón se muestren sensibles hacia nuestra realidad, nuestra terrible realidad, y consigan minimizar el sufrimiento. Por primera vez en Cantabria, alguien se preocupa de verdad en el Parlamento por los perros, y no se olvida de los perros de caza. Nos ha despertado muchas ilusiones, por favor, no haga que volvamos a quedarnos tirados en una cuneta. No se rinda.

Suyo afectísimo, Harley Davidson. Aunque la Gin me llama Tío Harley.

martes, octubre 01, 2013

LA FUENTE DE LA EDAD. EN EL DÍA INTERNACIONAL DE LAS PERSONAS MAYORES


Pues sí, personas mayores. Porque así es como prefieren llamarse a sí mismos. Con una de esas malvadas expresiones políticamente  correctas. Porque anciano o viejo les suenan a vetusto, a caducado, a inútil, a trasto, por mucho que para mí suenen entrañables a veteranía, a experiencia.

Recuerdo a Carmina, en el grupo de lectura de Mazcuerras, una de esas mayores borrachas de vida y de ganas de seguir aprendiendo, decir que pocas cosas le daban tanta rabia como ver que en la televisión llamaban ancianas o viejas a mujeres mucho más jóvenes que ella, porque ella se sentía cargada de energía (y de verdad era todo un torbellino), que ella no era para nada vieja, que no se sentía así. Y a las demás mujeres asintiendo, desde sus venerables arrugas. Brotadas unas del esfuerzo, de la vida, otras de esa risa que tan bien cultivaban.

Recuerdo a la Nena o a María hablar con rabia o con tristeza de la guerra y de la penuria que siguió. A Evangelina contando cómo aún no conseguía entender cómo su madre había sido capaz de hacer una tortilla para ocho con una patata y dos huevos. No porque vivieran en el pasado, ni estuvieran ajustando cuentas con nadie, no. Sí porque sus vidas son también memoria, surcos que fueron quedando en sus pieles con cada dolor, con cada jornada. También con cada alegría : "Muchas veces me preguntan a cuál de mis obras le tengo más cariño. Pues tengo que decir que sin dudarlo, a mi hijo. Esa sí que me salió bien. Y no lo digo por lo bien que nos lo hubiéramos podido pasar haciéndolo ... (guiño pícaro) pero yo no era tonta, sino ..." (Ana María Matute en la UIMP hace un par de años).

Recuerdo a la abuela Rosalina, preparándose para la cena leche frita o manzanas asadas, disfrutando antes de cada comida de su vasito de "vino rico" (como llamaba a la quina), sonriendo apacible desde su butaca y diciendo con cada actuación musical de la televisión "Yo no digo que os guste o que no os guste, pero nadie ha cantado nunca como Raphael". Y a la tía Chavita, discreta, entrañable, una de esas mujeres que tal vez perdieron una parte de su corazón en convenciones pasadas, libre e independiente hasta donde pudo, que acabó viviendo para toda su larga lista de sobrinos y resobrinos sin hacer ruido. "El primero, no molestar" decía con frecuencia.

En esta sociedad vertiginosa en la que tan poco espacio le queda a la serenidad, a la calma, se nos han vuelto invisibles, pesados y molestos. Pero ellos, sobre todo ellas, se empeñan en afirmarse, en conquistar espacios y edificar futuros a pequeña escala. Se han quitado lutos y tristezas, van a la peluquería, al cine, a bares y cafés, marchan de viaje, se arreglan con pulcritud modesta y hasta se arriesgan a veces a encontrarse otra vez con el amor. Estudian lo que no pudieron. Pintan y bailan. Quizá ya no les importa el qué dirán porque la edad les ha dado sabiduría, y la sabiduría les ha hecho libres.

Y la libertad les ha hecho serenos, dueños de su lentitud y de sus pasos, señores de sus deseos. Así que hoy, en este Día Internacional de las Personas Mayores, quiero celebrar que la vida me ofreció como un regalo el encuentro con su libertad y su sabiduría y darles las gracias. A mi madre, que se ha hecho mayor aunque nos parezca mentira. A la abuela, al abuelo, a la tía. A los alumnos y alumnas de literatura de las Aulas de la Tercera Edad de Santander. A las mujeres de los grupos de lectura de tantos pueblos de Cantabria. A las hermanas Solar y su tertulia mañanera del Siboney. A Marcelina, la única vecina capaz de preguntarme cómo estaba Leo. A ese marica viejo que a veces me cuenta qué bonito y qué difícil fue. A Ana María Matute y a Ramiro Pinilla (qué placer haber compartido tertulia y mantel con su lucidez). A todas esas generaciones que se han ido adentrando en la edad de la calma sin renunciar al placer de exprimirle a la vida cada hora.

Gracias.


martes, septiembre 17, 2013

PARA VULCANO, TORO DE LA VEGA 2013



Cada segundo martes de septiembre, una orgía de sangre vuelve a regar de muerte las vegas de Tordesillas. Una vieja costumbre bárbara que nos quieren vender de cultura o tradición donde sólo habita el asco. En unas horas, Vulcano, el animal inocente de la foto, será acosado, perseguido, alanceado, torturado hasta el pánico y la muerte, para rendir homenaje a la Virgen de la Vega en un pueblo castellano cuyo nombre es sinónimo de indignidad, cobardía y vergüenza.

Así que hoy este blog es para Vulcano, para su dolor, para su miedo. Y mis palabras un soneto recién improvisado en su memoria y en la de tantos animales que le precedieron en el conocimiento de las peores bestias.

PARA VULCANO, TORO DE LA MASACRE DE LA VEGA

Era fuego tu nombre,  y tierra brava. 
Era libre tu estirpe, y poderoso 
el peso de tu paso cauteloso 
cuando la muerte infame te buscaba.

La turba sucia que te atormentaba, 
que te aterrorizaba con su acoso, 
no sospechaba apenas tu asombroso 
coraje de animal lleno de lava.

Tu vida fuego y viento, ellos miseria;
tu cuero parda gloria, ellos violenta 
vergüenza entre sus lanzas amarillas. 

Tú Vulcano, denuncia de esta Iberia 
que con tu sangre limpia se alimenta,
que hace del dolor fiesta en Tordesillas.

viernes, septiembre 13, 2013

A LATE QUARTET, EL ÚLTIMO CONCIERTO


Amo la música, amo la poesía, amo el cine. Cuando los años avanzan y se van sedimentando las capas de decepción, de soledad, de ausencia, me han permanecido fieles, desvelando a cada nueva vivencia pliegues más hondos en los que buscar refugio y aprender, otra vez, la maravilla. Pensaba escribir regalando en lugar de desvelando , pero hubiera sido una palabra mentirosa. El encuentro con la música, el encuentro con la literatura, mis dos mayores pasiones, en menor medida el encuentro con el cine, han sido citas laboriosas, fruto de muchas horas invertidas, de mucho esfuerzo a veces, de una decisión constante de superar pruebas y continuar siempre adelante.

Por eso el cine que me interesa, que me interesa más, lo mismo que la música y la literatura, no es aquel de consumo fácil y masivo, sino aquel que me permite establecer un diálogo íntimo y emocionante, una aventura personal escrita con letra pequeña que de pronto se ve reflejada a veces, a veces cuestionada, en la pantalla. No voy a decir que una película me vaya a hacer mejor o peor persona, nada de eso, pero sí que algunas  películas me han ofrecido un espejo hermoso o terrible sobre el que construir una parte de mi propia identidad, que me han preguntado de forma pertinente y me han empujado a buscar las respuestas.

El último concierto, mala traducción que renuncia a los matices y polisemias del original A late quartet, es sin más una historia humana, demasiado humana. Un cuarteto de cuerda famoso, eficaz y de largo recorrido común, un violonchelista enfermo al que el diagnóstico de Parkinson obliga a abandonar la escena, desatando todo un contenido torrente de viejas vanidades, de rincones oscuros, en las relaciones de esos cuatro personajes condenados a ser, gracias a la música, uno solo. La música tiene, claro, una presencia protagonista, articulada sobre todo en torno al maravilloso Cuarteto Op 131 de Beethoven, pero también en torno a los diálogos, los ensayos, las vivencias, las clases magistrales, la propia vida de cuatro personas que no encontrarían sentido sin ella. La poesía se hace presente a través de diálogos contenidos, precisos, exactos, afilados ... necesarios. Y también de los silencios que acompañan a la cámara cuando se recrea en los gestos maduros y prudentes de los actores en esos siempre arriesgados primeros planos en los que un mero movimiento de cejas, una simple mirada, puede conmovernos. La poesía se hace presente en las interpretaciones magistrales, contenidas y exactas de Philip Seymour Hoffman y de Mark Ivanir, que rondan el milagro en el violonchelista de Christopher Walken y la viola/madre/esposa/amiga creada por Catherine Keener.

He llorado durante la película. He llorado sonriendo mientras reconocía mis propios miedos, mis propias pasiones, mis propias ausencias en la vida narrada de los cuatro personajes. He viajado con ellos hacia esa madurez que descubre lo esencial, que se enfrenta a la muerte, a la enfermedad, al misterio, al cansancio, también a la autenticidad y a la sabiduría simbolizadas por ese gesto de cerrar la partitura y tocar de memoria, sin red ni guías para la memoria y para el sentimiento. Más allá de la eficacia, del oropel, de la técnica, justo ante ese abismo al que sólo quienes viven con furia saltan.

Amo la música, amo la poesía, amo el cine. No sé cómo podría enfrentarme a mis fantasmas y a mis ya escasísimos sueños sin apoyarme en el alma poderosa de las artes como metáfora y ejemplo.Y por eso he amado de noche, de pronto, desde los primeros segundos, El último concierto. Porque me ha abierto puertas y silencios por los que he transitado hacia esa serenidad que de alguna manera está llegando.

Os dejo con la Canción de Marietta, de La ciudad muerta de Korngold. Un bello ejemplo de música y de poesía que en El último concierto  se hacía cine también, en esta misma hermosa voz, la de Anne Sofie von Otter.

http://www.youtube.com/watch?v=WN_vsAUEE8s

sábado, septiembre 07, 2013

OBRAS, AMORES Y RAZONES


Cuentan algunos medios que el Papa Francisco, de soltero José María Bergoglio, habría llamado por teléfono a un joven francés para tranquilizarle y afirmar que no importa ser gay para ganarse el cielo. Una llamada que se habría producido tras recibir el Sumo Pontífice una carta en la que el muchacho expresaba su desazón ante la seguridad de acabar por su orientación en el Infierno y le expresaba lo duro que se le hacía continuar siendo católico tras la durísima campaña de la Iglesia gala contra las personas lgtb y su igualdad de derechos durante el pasado proceso de reforma del Código Civil francés para posibilitar el matrimonio entre dos personas del mismo sexo.

Como reguero de pólvora abriéndose camino entre sahumerios se ha extendido el caso, recordando los entusiasmados comentaristas de una noticia que, parece, el propio Vaticano ha negado. Pero que de haber sido cierta vendría a suponer, nos cuentan, un nuevo paso adelante tras esas tibias palabras expresadas a los periodistas durante su viaje a la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. Esas de que él no es quién para juzgar al homosexual. 

En fin ...

Imagino que tras dos papas obsesionados por la homosexualidad, marcados por esa profunda aversión que nos mostrara siempre el cesante inquisidor Ratzinger, y tras la suma de aberraciones que las hordas episcopales y cardenalicias han ido publicando por acá y acullá, cualquier discurso desde la jerarquía católica y desde no pocas de sus bases más movilizadas que no mezcle homosexualidad con pecado, enfermedad, aberración contra la naturaleza, infierno y antros de hombres nocturnos es todo un adelanto. En eso seguramente podríamos convenir, a pesar de que el Papa Francisco, de soltero Bergoglio, atacó con saña la propia condición de gays y lesbianas durante el debate argentino previo a la aprobación del matrimonio entre personas del mismo sexo. Palabras durísimas las de entonces que, siento ser una nota discordante, no vienen a ser rectificadas ni matizadas por las actuales. Y es que de blanco visten las pacíficas ovejas, pero también los lobos disfrazados de cordero. 

De antes y de ahora, así nos lo han recordado algunos epíscopos locales, hay una cierta continuidad en lo que la Iglesia Católica nos cuenta como doctrina oficial sobre la homosexualidad. Una doctrina que tiene como punto de partida la aversión a la sexualidad como una expresión más de la libertad humana, del amor humano, de la comunicación humana, y que con la boca grande proclama nefando cualquier acto carnal que no tenga como diana la reproducción. Y que probablemente odia por eso al homosexual como exponente más claro de quien practica el sexo, manifiesta la afectividad, al margen de su plan de control social y universal a través de un modelo único e inmutable de familia. Modelo único e inmutable que, por cierto, ha sido variopinto y cambiante a lo largo de la historia y que incluso en ciertos momentos y lugares incluye aceptación e incluso institucionalización de las relaciones homosexuales: echen un vistazo a las investigaciones de Boswell y pregúntenle por Santas Perpetua y Felicidad o por San Sergio y San Baco.

El discurso oficial actual, hipócrita hasta la médula, se centra en un juego perverso. Aceptamos al homosexual pero no la homosexualidad, acogemos, toleramos, queremos al homosexual pero no a sus actos. Y por tanto consideramos como casi presentable (insisto, casi presentable: hay órdenes estrictas de que un homosexual no pueda ser ordenado sacerdote por casto e impoluto que sea) al homosexual con una única condición: que se niegue a sí mismo.

Cierto, es característica de la doctrina cristiana esa llamada a la negación del propio ser. Pero al heterosexual no sólo se le disculpa, sino que además se le abren las puertas de una posibilidad real para proyectar su sexualidad. Aunque sea tan pacata y limitada como el matrimonio tradicional, aunque suponga la mirada hacia otro lado desde la seguridad de que en los matrimonios pasan muchas cosas, muchas, que no tienen consecuencias natalicias. Aunque se haga la vista gorda y se permita el matrimonio de quienes no pueden tener hijos. Mientras que al homosexual se le mantiene siempre bajo sospecha.

Recuerdo aquí el llanto de un amigo explicándome que había dado igual que su comportamiento hubiera sido impecable durante años de seminario, que su evidente pluma había supuesto varias reservas y negativas primero que le impidieron ordenarse sacerdote, como quería su vocación, y que concluyeron con su expulsión del seminario en el que tanto sufrió y en el que se dejó tantos años de su vida. Porque al final de cada trayecto, alguien decía algo así como "estoy moralmente convencido de que eres homosexual y no puedo permitir que seas sacerdote". Toma hipocresía. Toma violencia.

Nada de esto se corrige en las blandas palabras de Francisco. El homosexual puede seguir al Cristo de los cristianos católicos siempre y cuando no sea homosexual. Sólo así merecerá nunca respeto pero sí al menos conmiseración, se le "perdonará la vida" bajo una mirada escrutadora constante que aguardará cada día su caída.

Mientras tanto, de red en red, de obispo en obispo, de beato en beato, nos siguen invitando a sus programas de cura, nos siguen ofendiendo, siguen educando a quienes luego nos humillan y nos agreden. Para de vez en cuando mirarnos con suficiencia, por encima del hombro, y con sonrisa beatífica, puede que más insultante y humillante aún que sus injurias, nos digan con la baba complaciente supurándoles por los labios, que nos quieren y nos aceptan porque así se lo manda Dios. Pero que para hacérselo más fácil, nos la cortemos.

Lo siento, Su Santidad. Sigo convencido de que uno solo de esos besos de Leo que tanto añoro, que una sola de las horas que tuve que sangrar cuidándolo, que un solo minuto a su lado, demuestran más amor que toda su hipócrita palabrería. Y si ese amor le condujo al Infierno, es a ese bendito Infierno al que encaminaré mis pasos para arder junto a su ternura por toda la Eternidad. 

jueves, septiembre 05, 2013

A LONG WALK TO SANTANDER



Hace ya algunos meses me tropecé de forma casual con LONG WALK, un CD publicado por la Deutsche Grammphon en el que sobre un fondo oscuro despuntaba el primer plano de un joven realmente atractivo que prometía, haciendo caso de las letras amarillas, un programa integrado por obras de Bach, Buxtehude y el propio intérprete. Puesto que Bach y Buxtehude son dos autores por los que siento una pasión especial, y porque como dijo con la lengua afilada una amiga me atraía tanto el intérprete como los compositores, eché un vistazo al disco.

La propuesta, recrear aquel largo viaje de Johann Sebastian Bach en busca de LA MÚSICA, en busca, como si se tratara de una gruppie actual, de la maravilla que sería poder escuchar a su ídolo, a Dietrich Buxtehude, al teclado de su órgano de Lübeck.  La propuesta incorpora algunos matices que la hacen especialmente interesante, habla de la utilización no sólo del piano sino también de diversos elementos y recursos electrónicos y de la incorporación de obras concebidas por el propio artista, Francesco Tristano, inspiradas por la poderoso imagen del viaje del joven maestro al viejo maestro que ya hemos soñado otras veces (¿Recordáis esa preciosa película francesa, Tous les matins du monde, en la que se nos narra el encuentro entre el joven Marin Marais y el Señor de Sainte-Colombe?).

Lo compré. Y tengo que confesar que me robó la atención desde los primeros compases, en el mismo momento en el que lo acoplé al reproductor. Uno tiene cierta predilección por las interpretaciones de corte historicista pero ante todo ama la música. Y Francesco Tristano mostraba musicalidad, dominio técnico, una comprensión lírica de frases, contrapuntos y ornamentos, a las que acompañaba de un perfume arrebatador a libertad, a capricho. Ese mismo perfume que uno percibe en las grabaciones de Glenn Gould. Ese perfume que da sentido al encuentro entre el Barroco, el Jazz y la Performance electrónica, estilos marcados en buena medida por la necesidad de improvisar, de recibir la aportación del intérprete y de la atmósfera definida por su comunicación con el público a los viejos pentagramas académicos. 

Me gustó mucho, y fue toda una sorpresa encontrar ese nombre, Francesco Tristano, en la programación de las actividades culturales previstas por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo para su verano de 2013. 

Confirmé en el concierto todo lo que ya había aprendido acerca del joven músico luxemburgués. Aprendí su naturalidad, su desparpajo, su capacidad para integrar rituales y liturgias desde la propia puesta en escena. Así, a la vetusta imagen del teatro de CASYC y la soberbia estampa del Bösendorfer de la casa, la incorporación de sintetizadores y ordenadores portátiles o la propia vestimenta de Tristano, vaqueros, camiseta y americana, que le aproximaban vagamente a la idea de un modelo de Prada mejor que a la de un pianista de la vieja escuela. La ritualidad mezcló tres sensaciones, la del estudio de grabación en el que explorar sonoridades, la de la discoteca en la que provocar ritmos  y músicas capaces de despertar la emocionalidad salvaje del auditorio, la del concierto clásico en el que la dicción perfecta de los dedos de Tristano desgranando, una vez más, la compleja serenidad de Buxtehude y de Bach, nos invitaba a reflexionar y a sentir.

Siento gratitud por este concierto. Fue el milagro de la música en ebullición el que una noche, hace ya muchos muchos años me devoró en Reinosa y me abrió la puerta de un universo de placeres infinitos. Y es el milagro de la música el que cada cierto tiempo vuelve a morderme, me arranca otra vez el voto de la fidelidad a la música, a la Gran Música, tenga la forma que tenga, tenga el estilo que tenga, me recuerda que el sonido te puede acelerar el corazón, te puede invitar al recogimiento, es capaz de arrebatarte lágrimas. Que la Música te ayuda a vivir, te obliga a vivir, te invita a celebrar la vida. Y fue ese milagro, ese pacto, esa intensidad la que viví tecla a tecla, minuto a minuto, en el largo concierto en el que Francesco Tristano ejerció como Sumo Sacerdote de La Maravilla.
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Un Santander Posilbe by Regino Mateo is licensed under a Creative Commons Attribution-NonCommercial-NoDerivs 3.0 Unported License.
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