sábado, febrero 25, 2012

EL PORQUÉ DE UN PASEO REIVINDICATIVO


Aunque el tiempo no nos acompañe, mañana Glenda, Gin y yo estaremos en el Paseo Reivindicativo que ha convocado la asociación Huellas Cantabria para protestar por las políticas restrictivas, recaudatorias y criminalizadoras del Ayuntamiento de Santander en materia de mascotas en general y de perros en especial. Y sobre todo para denunciar la incapacidad demostrada por nuestros munícipes año tras año para encontrar soluciones justas y equilibradas que permitan dejar de minar la convivencia ciudadana, soluciones que no necesitan siquiera de imaginación o inteligencia, ya que están bien aplicadas en la mayor parte de las ciudades de la Europa Occidental y hasta en algunas españolas: Bastaría con que el gobierno popular de la corporación santanderina y su ingenierísimo se molestaran por una vez, por una sola vez, en escuchar, en estudiar, en conocer, en comprender. Porque los lugares comunes son tan antiguos ya y tan cansinos que han acabado consiguiendo que Huellas, siempre desde la sensatez y el conocimiento, convoque esta primera protesta.

Basta asomarse a foros y redes para que de forma inmediata en cuanto se habla de la presencia de los perros en las ciudades, los argumentos se acaben reduciendo a 1/ los perros me dan miedo, 2/ los perros hacen caca y si la piso me da asco y 3/ los pobres, en pisos, con lo bien que están en el campo, que la ciudad no es para ellos. Opiniones bien asentadas entre aguerridos ciudadanos anónimos o no tanto y concejales no tanto a los que sin embargo nunca se escucha proponer una sola solución, una sola queja ante el maltrato o el abandono, y que suelen estar sordos a cualquier posibilidad de convivencia o siquiera al reconocimiento básico de que una persona maleducada o incívica lo es con independencia de que tenga perro o no. Pues no hay pequeño catálogo de barbaridades, cochinadas y salvajadas que cada día vemos sin necesidad de intervención de perro alguno.

Son restrictivas, estúpidas, recaudatorias y criminalizadoras las ordenanzas municipales de Santander, sí. Lo son desde siempre, pero la caja de los truenos la ha destapado una actualización acrítica de las mismas dirigida sólo a incrementar el monto de las multas.

Que sí, que ya. Que quienes tenemos perros tenemos obligaciones hacia el resto de los ciudadanos y estamos obligados a comportarnos con un código de conducta que permita suavizar el problema. Pero también estamos obligados hacia nuestros compañeros, y tenemos la obligación (moral y legal) de preocuparnos por su bienestar. Y en ese bienestar se incluye como eje fundamental la posibilidad de jugar, la oportunidad de correr y liberar energía. Porque sólo desde el juego un perro puede ser equilibrado y educado. Y las ordenanzas idioto-santanderinas comienzan por partir de una absoluta contradicción. ¿Cómo se puede pedir tenencia responsable si se prohibe que nuestros animales cuenten con una sola oportunidad legal de esparcimiento?

Para que vean qué niveles de sinrazón habitan las geniales ordenanzas, piensen que la sanción por abandonar un animal es tres veces inferior a la sanción por dejar un excremento en la calle. Piensen que se sanciona la venta sin licencia en establecimientos públicos o mercados pero se permite la cría indiscriminada de animales en viviendas privadas y la venta o regalo entre particulares. Ni una sola medida dirigida a control poblacional, ni una sola medida para fomentar la esterilización, ni el más mínimo intento de regulación de tiempos o espacios. En una ciudad que ha decidido ignorar la existencia de perros salvo para intentar cubrir las deficiencias de gestión económica de los listísimos concejales a base de multa tras multa.

Y es que quienes vivimos en Santander sabemos que igual que hay una temporada de caza para asesinar animales y luego abandonar a los perros, que igual que hay una temporada para torturar y asesinar animales para festejar a santos que imagino preferirán mirar hacia otro lado, también hay una temporada de multas. Multas que se imponen con arbitrariedad absoluta, que se falsean (donde alguien estaba con un perro suelto sentado a su lado cuentan que estaba defecando, para darse más publicidad), que son selectivas por zonas y afectan a los espacios por los que transitan los turistas pero no a otras áreas, que tienen como víctimas preferidas a ancianos y niños. Y que en general tienen por diana a quienes tienen a sus animales de manera responsable que a quienes los dejan en la calle a la vida bohemia.

Tengo perro desde hace muchos años, tantos ya como 25 años. 25 años en los que salvo accidentes muy puntuales, nunca me han faltado una bolsa o unos pañuelos de papel en el bolsillo. 25 años de convivencia con perros bien educados, nunca agresivos, que siempre se han comportado estupendamente bien más allá de alguna travesura en sus años de cachorros. 25 años también en los que he visto una fuerte evolución en el comportamiento de los propietarios de perros hacia una mayor responsabilidad hacia sus mascotas y hacia la convivencia. Una evolución a mejor que nada tiene que ver con campañas y acciones del ayuntamiento y mucho con la conciencia que ha ido trasmitiéndose boca a boca, veterinario a paciente, asociación a prensa, etc. Una evolución a mejor que nada tiene que ver con el creciente salvajismo, mala educación y cabreo institucional que tropezamos por la calle y que sigue aumentando.

Por eso, como la mayor parte de las personas que conozco que comparten su tiempo y su vida con la bendición de un perro, o de varios, quiero que de una vez Santander se comporte como si fuera una ciudad civilizada, como si le importaran los problemas de sus ciudadanos, como si tuviera algún interés por regular y mejorar la convivencia. Y que aportara soluciones en vez de panfletos intimidatorios.

Por eso mañana responderé a la convocatoria de Huellas Cantabria, iré a las doce y media a la Playa de los Peligros y tomaré parte en la manifestación / paseo reivindicativo que nos llevará hasta la Plaza del Ayuntamiento. Y pediré a Glenda y a Gin que ladren tan fuerte como puedan, que hagan ese ruido que tiene que venir para que también a nosotros se nos escuche. Porque Glenda no es una criminal, Gin no es una criminal, y hasta donde hayan podido probar yo no soy un criminal. Y hace ya mucho tiempo que estamos hartos de que se nos trate como a tales.


martes, febrero 21, 2012

LETICIA DÍAZ SAVONAROLA, NO SÉ SI LES SUENA


Me encuentro en la Constitución Española con el artículo 14, que proclama el principio de igualdad ante la Ley de todos los españoles, una igualdad que prohibe expresamente la discriminación por razón de opinión y etcétera. Me encuentro con el artículo 16, que garantiza la libertad ideológica; con el artículo 18, que garantiza el derecho al honor, la intimidad y la propia imagen. Y me encuentro con muchos otros artículos constitucionales, entre ellos el relacionado con el derecho al trabajo. Artículos que explican por qué el hecho de que el autor de este blog tenga una determinada afiliación política, unas determinadas ideas, un determinado nivel de mala leche, no es relevante a la hora de desarrollar algunas de sus pocas e irrelevantes capacidades, y de hacerlo en el mundo digamos laboral.

Entre estas pequeñas e irrelevantes capacidades está no sólo el amor por la literatura, un amor profundo y sincero, sino la cualificación crítica que año tras año, libro tras libro, página tras página, se ha ido calentando y acrecentando. Está también una buena capacidad de comunicación, ese pequeño milagro pedagógico que amanece cuando desde el encuentro y la cercanía se tejen relaciones humanas en las que se puede crecer, aprender, compartir y soñar. Amor y pedagogía, dos bellas palabras que su unieron cuando hace años la entonces Directora General de la Mujer, Chabela Méndez, me preguntó si conocía alguna estrategia, alguna experiencia, que pudiera acercar a la cultura a las mujeres rurales de Cantabria, y en concreto abrirles la puerta del sagrado mundo de los libros. En busca de una mayor libertad, de un espacio de encuentro personal entre las mujeres y las palabras, de un ocio creativo y formativo.

Nada nuevo bajo el sol. Le hablé a Chabela de los clubes de lectura, de los distintos formatos que podían adoptar, de la maravilla de la lectura compartida. Una iniciativa hermosa que llevaba años viva y fuerte en muchas ciudades y regiones españolas como uno de los ejes de cualquier política cultural que no se basara en el fasto nefasto sino en la cercanía y el crecimiento desde la base ciudadana. Nunca hasta hoy se me había ocurrido pensar que el origen de los clubes de lectura en España está en ciudades, comunidades, asociaciones y personas cercanas a la izquierda. Baste ver que en esta Santander de mis dolores, el club de lectura sigue siendo un fenómeno extraño, como lo es toda manisfestación cultural que no permita al señor alcalde de turno una foto estelar, poniendo cara de que alguna vez antes en su vida habían visto un cuadro o escuchado un cuarteto. Le gustó la idea, hablamos de cómo articularla, me pidió un proyecto escrito y me preguntó si yo podría coordinar o animar alguno de esos clubes. Amor y pedagogía: la respuesta, por supuesto, fue sí.

Y así pasaron muchas horas felices en Unquera y en Villanueva de la Peña, dos lugares de Cantabria donde encontré una nueva casa. Y también Selaya, Cabezón de la Sal, Entrambasaguas, Arenas de Iguña, Solórzano, Marina de Cudeyo, Ribamontán al Monte, Piélagos ... Municipios de todos los colores políticos y mujeres de todos los colores políticos con las que compartimos la lectura de obras tan sectarias, dogmáticas y abominables como Historia de una maestra, de Josefina Aldecoa, Estupor y temblores de Amèlie Nothomb o Por amor a Judit de Meir Shalev. En una espiral de páginas y palabras que probablemente ha sido lo mejor o una de las mejores cosas que he hecho a lo largo de mi vida.

Me encuentro también con el diario de sesiones del Parlamento de Cantabria del lunes, 20 de febrero de 2012, también con páginas y palabras. Donde no hay ni amor ni pedagogía. Pero sí rencor, odio, espíritu de revancha y bramidos de una digamos señora, aunque tras las últimas sentencias judiciales del ámbito carquiconservador también podríamos definirla, simplemente, como una mujer astuta: la Consejera de Presidencia y Justicia del Gobierno de Cantabria, Leticia Díaz Savonarola. Alias Baby Inquisition.

La biblioteca personal de Díaz Savonarola tiene excesos de libros de leyes y evidentes carencias en poesía francesa, mucha Biblia y poca Rayuela. Y conocidas las pocas ideas que se albergan en su sectaria cabecita y que ha tenido a bien irnos contando para justificar el sueldo público al que llegó de rebote cuando hubo que recurrir al banquillo para solucionar la dimisión senatorial y forzada de ese hombre apellidado Bárcenas, tampoco es que nos vaya a pillar de sorpresa su aversión por la libertad, su poco respeto por las mujeres y sus derechos y, lo que viene todavía más al caso, la indiferencia evidente de Baby Inquisition ante ese extraño mundo, la cultura. Lo que no quita para que haya sido tantas veces delicioso escucharla con la guitarra post-conciliar cantando alabarés a lo Sor Domenique Nique Nique. Y más delicioso todavía escucharle cantar en pleno éxtasis electoralista "Vota Pé Erre Cé , Para San Tan Der" . Claro que eso fue antes de ciertos episodidos familiares de transfuguismo con jugosas recompensas en la administración cántabra. En uno de esos particulares currículos que tanto gustan como mérito preferente para convertirte en Santa Súbita y Martillo de Herejes entre las hordas populares.

Leticia Díaz Savonarola tiene una obsesión esencial, que debería hacerse mirar por un buen psicólogo. Necesita destruir cualquier resto de trabajo, bueno, malo o mediopensionista, del anterior gobierno cántabro. Necesita acabar con cualquier atisbo de las políticas desarrolladas en favor de las mujeres, desde la prevención de la violencia de género a los programas de desarrollo y promoción de las mujeres rurales. Porque eso no es bueno ni santo para una mujer-mujer a lo Botella, ni para las cantarinas parroquiales del "somos madres, mantenemos nuestra casa limpia y pura". Y en esa obsesión nada va a parar a la Hidra Rubia. Mucho menos el trabajo, el trabajo bien hecho me atrevería a decir, ya sea de esas peligrosas agentes marxistas que son las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl ya sea el mucho más insignificante de Regino Mateo Pardo, no sé si les suena.

Con esa expresión, "Regino Mateo Pardo, no sé si les suena" vomitó ayer mi nombre desde el estrado público Díaz Savonarola para ponerlo como ejemplo de su inshidiosha afirmación de que el programa Espacio Propio había sido un chiringuito de rojos y amiguetes para hacer caja. Y entre tantas personas como allí colaboramos les fue a Savonarola y a su subordinada Igor tan difícil encontrar un nombre vinculado al PSOE, que tuvo que dejarme grabado en los diarios de sesiones, en contra de mi prestigio personal y profesional, de mi honorabilidad, por los siglos de los siglos. Señalando con el dedo como si mostrara el camino hacia la hoguera o pusiera tu rostro y tu nombre en el centro de una diana. Demostrando que no sabe lo que dice (¿se habrá molestado en entender dos segundos qué ha sido Espacio Propio, el esfuerzo que tantas personas hemos desarrollado, el bienestar y las sonrisas de tantas mujeres?) pero sí lo que aborrece. Escupiendo ese "no sé si les suena" perfectamente estudiado en su mejor momento de mujer astuta para poder decir que estoy sacando las cosas de quicio y que no dijo nada, pero que por detrás sugiere todo un pornográfico e indecente escenario oscuro.

No voy a ocultar a estas alturas de la película, no lo he hecho nunca, que desde 1998 milito en el PSOE. No voy a ocultar mis luchas, mejor o peor encaminadas, durante muchos años en favor de los derechos humanos, del desarrollo cívico. Pero sí voy a defender mi derecho a trabajar, mi derecho a desarrollar proyectos e iniciativas, a hacerlo con eficacia y con pasión. Y desde luego no voy a tolerar que la Bruja del Noroeste cuestione mi trabajo sin datos y sin decencia.

Si ella tiene la tribuna del Parlamento, el sectarismo y los modos de santurrona intrigante, yo tengo mi blog, mi mala leche y más gracia, mucha más gracia.

Nos seguiremos viendo, Leticia. Porque por mucho que te pese ni esto es Florencia, ni se llevan ya esas hogueras purificadoras y asesinas que tanto molan a las aprendices de savonarolilla.

sábado, febrero 18, 2012

IMBÉCILES SIN FRONTERA: MERCEDES MILÁ Y LOS NIÑOS DEL MUNDO


Si es que estos ataques de bondad repentina van a acabar conmigo y con mi blog. Será que no hemos escuchado patochadas, necedades, sandeces y tonticuleces en los últimos tiempos como para haber provocado una saturación de flamantes académicos en la Simpar Organización No Gubernamental Imbéciles Sin Fronteras, que lleva tiempo premiando y reconociendo desde este blog la oxidación neuronal de mentes y mentecillas más o menos públicas.

Pero por mucho que me superen a un tiempo bondad bondadosa y pereza perezosa, ¿qué va a hacer uno después de escuchar la anteúltima sinsorgada de esa señora de la foto, empecinada en convertirse en una caricatura de sí misma, con unos humos que le acercan a Cruella de Vil o Madame de Merteuil, pero en hortera de bolera.

El último juguete de Mercedes Milá, en ese Gran Hermano al que tanto quiere y del que tanto gana, era un cachorrito, Torso, que debía acompañar a la intelectual caterva encerrada por su propia voluntad y ansia de famoseo en La Casa. Supongo que nadie había preguntado a Torso su opinión. Pero el caso es que pronto hubo algunas quejas sobre la situación del animal. No porque se le maltratara, o la casa fuera un espacio horrible o angosto o la compañía no fuese la adecuada. Y mira que es difícil que los concursantes de GH sean adecuados para nadie. No. La cuestión, que se impuso por el lógico criterio de un veterinario, es que se estaba desvirtualizando a Torso, que se le estaba privando de la posibilidad de experimentar, jugar y conocer el mundo que debería habitar como perro tras el programa, y que de alguna manera se le estaba impidiendo un crecimiento adecuado y equilibrado entre mimo de concursante y mimo de concursante. O lo que es lo mismo, que para jugar una Barbie o un balón de fútbol hubiesen sido estupendos.

Ante el dictamen veterinario, la cadena decidió sacar al perruco. Y ahí fue donde la diva se escandalizó y mostró su habitual altanería, esa con la que se enfrenta a cualquier crítica como si el mundo estuviera habitado por millones de idiotas y una sola diosa verdadera. Así que explicó a los teleespectadores la razón de la salida del monísimo Torso. Y espetó, imbécil pinturera cual ninguna, "Si nos preocupáramos tanto por los niños, no habría hambre en el mundo".

Que sí, que me diréis que demagoga mucho pero que original nada de nada, que esa frase se escucha con cierta frecuencia en bares, calles, parques y medios. Lo que sólo viene a significar que imbéciles hay muchos, pero no tan señeros como para merecer entrar en Imbéciles Sin Fronteras. Porque muchos son los llamados pero pocos los escogidos.

Uno pensaría que una dama que va de estupenda, de intelectual, de sabelotodo, podría ser un poquito menos simplona en sus argumentos, podría ser capaz de enhebrar una razón en su palabrerío vacuo en vez de atacar como Miura borracho (al fin y al cabo, también se ha declarado fan de la tortura a los toros doña Milá, la joya). Y podría informarse un poco.

¿De verdad la fantoche televisiva se piensa que el hambre en el mundo depende de que nos gusten más o menos los animales, de que nos moleste más o menos que se torture, maltrate o abandone a perros y gatos? ¿Pero a esta dama no nos la habían vendido poco menos que como toda una intelectual, que debería saber algunas cosas sobre relaciones económicas internacionales, explotaciones, regímenes perversos, cambio climático, guerras civiles, comercio no justo, monocultivos y monzones? ¿De verdad Mercedes se cree que por tener un perro o ser socio de una protectora eres indiferente a la miseria humana, cuando la realidad es más bien la contraria, que quien empatiza con el sufrimiento, se conmueve ante todo ser que sufra. Y que quien como ella disfruta con la tortura, probablemente esté seca también ante el dolor humano?

Una afirmación como la realizada por la presentadora de Gran Hermano es escandalosa en este país, líder mundial del abandono y el maltrato de perros y gatos, investigado por la Unión Europea ante el clamor de los más de 200 000 perros y gatos sacrificados cada año en las cutres perreras dispersas por todo el territorio nacional. Una cifra en la que obviamente no se cuentan los galgos abandonados cuando dejan de correr lo suficiente en el canódromo, o los colgados de una cuerda por Castilla y Andalucía cuando no son buenos para la caza, no se cuentan los atropellados en nuestras carreteras víctimas de la desolación que les supone el abandono, los apedreados, desollados o despeñados para jolgorio de la canalla, los tiros de gracia que los amables cazadores regalan a sus perros cuando se hacen viejos. Tampoco se cuentan los que viven encerrados en jaulas de dos por dos toda su vida, o los que vieron como su dueño amado les arrancaba media oreja para que no pudieran localizarlos a través del chip informático, o los que mueren por enfermedades que serían anecdóticas si una vez, una sola vez les hubieran llevado al veterinario.

Las protectoras en España saben bien cómo tratamos en este Españistán de mis dolores, donde triunfa gentecilla como la Milá, a perros y gatos. Y francamente, no creo que si esta señora supiera lo que dice se atreviera a afirmar que para acabar con el hambre en el mundo bastaría con tratar a los niños como tratamos a los perros. Salvo que sea todavía más imbécil transfronteriza de lo que ya parece y pretenda encerrar en jaulas a los niños del mundo antes de colgarlos de una palmera con un cordón que lentamente les rebane el cuello.

No es que Antonio Gala sea santo de mi devoción. Pero en sus Charlas con Troylo confesaba sentirse más afectado cuando encontraba un perro abandonado que cuando lo hacía con un niño perdido. El niño, decía, sería recogido, acogido, festejado y bien cuidado hasta que sus padres o parientes pudieran ser localizados. Al perro en el mejor de los casos le aguardaban insultos, patadas y pedradas. Sí, doña Milá, en este país donde somos más protectores y familiares con los niños que en cualquier otro país de nuestro entorno; en este país donde somos más bestias y sádicos con los animales que en cualquier otro país de nuestro entorno.

Así que sea bienvenida a la humilde ONG de este humilde blog: Imbécil Sin Fronteras Con Mordisco de Gin (setter abandonada) en el Corvejón Derecho.

miércoles, febrero 08, 2012

LOS UNOS Y LOS OTROS (Lenguajes y congresos)



Los míos orinan, los otros churran.

Los míos negocian y acuerdan, los otros intrigan y pastelean.

Los míos presentan una candidatura, los otros quieren colocarse.

Los míos tienen una gran trayectoria, los otros supergén para no mover el culo de la silla.

Los míos evolucionan, los otros traicionan.

Los míos cantan, los otros graznan.

Los míos argumentan, los otros rebuznan.

Los míos critican, los otros insultan.

Los míos tienen curriculum, los otros pasado

Los míos hacen política, los otros demagogia.

Los míos toman unas copas, los otros se emborrachan.

Los míos están cansados de tanto trabajar, los otros son unos vagos.

Los míos son leales, los otros sectarios.

Los míos sueñan, los otros deliran.

Los míos usan perfumes exóticos, los otros apestan.

Los míos son firmes, los otros tiránicos.

Los míos integran, los otros secuestran.

Los míos son coherentes, los otros excluyen.

Los míos comentan con la prensa, los otros filtran.

Los míos organizan, los otros enredan.

Los míos se reúnen, los otros conspiran.

Los míos defecan, los otros cagan.


… Y así hasta el infinito. Y hasta los cojones.


Cualquier parecido con los precongresos, los congresos, los intercongresos y los postcongresos del PSOE, es pura coincidencia. O no. Y que me digan ahora que el lenguaje es inocente, neutral y da esplendor.


jueves, febrero 02, 2012

JOSÉ IGNACIO WERT Y LAS HORDAS MARXISTAS


Uno, que todavía conserva cierta inocencia impoluta, bien que muy muy en el fondo, y que cultiva ese viejo jardín que identifica con melancolía a la juventud con la felicidad perdida, fue todavía capaz de sorprenderse y de concebir ciertas esperanzas al conocer el nombre del nuevo y flamante Ministro de Educación y Etcétera, José Ignacio Wert. Un poco perdidos sus pasos en el tiempo, lo recordaba como compañero de militancia en una vieja y romántica aventura ochentera, como un profesional prestigioso y como un opinante sensato.

Ya sé, ya sé que gira el Mundo gira en el espacio infinito. Que hemos crecido, acumulado desencantos y perdido pelo. Que la sociedad inició un giro conservador un punto alarmante y riza ahora el rizo cuestionando algunas de esas conquistas que creíamos asentadas e irrenunciables. Y aunque uno, testarudo como es por capricho de las estrellas y los toros, ha conservado más o menos a salvo sus grandes principios y sus líneas maestras, ¿por qué iba Wert a hacer lo mismo?

Hemos vuelto a encontrar a Wert, en fin, en uno de esos lugares del gobierno en el que son precisos talento y cintura para tratar de una vez de lograr ese pacto por la educación que los populares boicotearon a un Ángel Gabilondo que, desde luego, jugaba en una liga muy superior a la de Wert, y que sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes de este país, este, empecinado en aprobar por los pelos y ni eso en la convocatoria de septiembre. En un gobierno conservador, muy conservador, que parece que no hizo en su día los deberes y que ahora se nos muestra más sectario y estupefacto que resolutivo y capaz. Y no había de dejar el sociólogo de aportar su granito de arena a las perlas cultivadas y rancias del día.

Ya nos ha anunciado Wert que se acabó la malvada y perniciosa asignatura de Educación para la Ciudadanía, esa que creó un grave conflicto en las conciencias de unas cien familias en todo el estado. Porque, nos dice el brillante y lúcido ministro, es una asignatura que adoctrina. No adoctrinan los profesores de francés que se ríen ante sus alumnos de esa sandez del "mariconio" (si son maricones, cuando se soban habrá que llamarlo así, decía sonriente y feliz Cayo hace unas semanas). No se adoctrina cuando se imparte doctrina (oh, paradoja) en las clases de religión. No se analizan conceptos polémicos en Historia, Literatura o Ciencias. Sobre todo si tenemos en cuenta las delicadas y cristalinas mandíbulas de HazteOír, el Foro de la Familia y otras secciones del Cristianismo integrista más rancio, que ya no para mientes incluso en introducir cortaypegas de los discursos de sus primos integristas evangélicos, como la negación de la Evolución, no digamos ya de un Big Bang que por definición negaría (oh, blasfema perversión de descreídos) la existencia de Dios (Hawkings dixit).

Pues eso, que a don Wert le parece provocador, adoctrinador y polémico el contenido de Educación para la Ciudadanía. Y por eso, cual Reina de Corazones, ha bramado "que le coooooorten la cabeza". Y propone en su lugar una Educación Cívica, para así cumplir las recomendaciones de Europa acerca de la necesidad de una formación social y política básica en el currículo obligatorio. ¿Educación Cívica en vez de Educación para la Ciudadanía? ¿Cuáles serán los puntos perversos del temario y los textos? Incapaz ha sido Wert de responder a esta pregunta, y cuando explica entusiasmado lo que contendrán sus cívicos evangelios desgrana, sin saberlo (sancta ignorantia) precisamente el temario del que de boquilla abomina.

Le han preguntado tanto a don Wert que identifique esos temas polémicos (para HazteOrín y los chicos de Benigno Blanco son esencialmente lo que llaman "ideologia de género", vamos, que resulta perverso hablar de la igualdad entre los sexos a los adolescentes, para prevenir entre otras cosas la lacra de la violencia machista, y más perverso aún decir que hay diversos modelos familiares, y que entre ellos se incluyen las familias homoparentales, cuando todo el mundo sabe que lo que de verdad hace falta es una lluvia de azufre como en Sodoma). Y como ha llegado a curarse en salud diciendo que en sus evangelios cívicos también se hablará de diversidad sexual, claro que a lo mejor es para comprender y sanar, pues seguimos in albis.

No no no, in albis no. Gracias a la SER y a algún medio más, hemos conseguido saber que los párrafos que demuestran el maligno programa adoctrinador no es un decreto ministerial, no una resolución judicial ante los recursos presentados, no un debate parlamentario, no un temario ni un perfil docente. No. Son dos frases, dos. Extraídas de un libro llamado "Educación para la ciudadanía" y publicado por Akal que no sólo NO es un libro de texto de la asignatura (si así fuere, habría varias decenas de textos alternativos, por cierto) sino que es una obra de pensamiento, extremadamente crítica desde la izquierda con Educación para la Ciudadanía desde una perspectiva marxista clásica y que nada tiene que ver con los contenidos del programa, los índices de los libros de texto, con la realidad. Pero que han sido esgrimidos con intencionada doblez por los defensores de las Católicas Dignidades por los movimientos integroides antedichos.

En fin, que por complacer a los ultras, que seguirán siendo insaciables con o sin cabeza de la EPC, cambiará una asignatura por su idéntica don Wert. Con los costes asociados a tan destacada necesidad patria en un momento tan complejo. Demostrándonos que le ministerio le queda grande. Porque si toma sus decisiones sin siquiera saber de lo que está hablando, sin haberse leído un sólo documento oficial sobre la materia, sin haber tocado la práctica docente, menudo ministro. Es más, si en sus sesudas investigaciones la única prueba que justifica sus absurdos palabros es la referencia al Marxismo revolucionario del libro de Akal, sin siquiera contrastar el dato ... menudo sociólogo.

Estos del gobierno popular sí que son hordas marxistas. De las de Groucho. Pero sin gracia.
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