viernes, diciembre 07, 2012

VIEJA


“En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada” (Luis de Góngora)

Qué difícil mirar a Glenda sin sentir pudor ante su fragilidad. A ella, a Glenda, que jamás ha estado enferma, que nunca mostró el menor síntoma, la menor dolencia, que caminaba siempre segura, firme, alerta, feliz, que derrochaba alegría y que de repente ha sido derrotada por el peso de la edad.

Glenda, robándome un jersey por la noche y echándose a dormir encima para conservar el olor de quien ya había elegido como compañero de vida la noche que llegó a casa. Glenda, increíblemente diminuta jugando con un gran dado amarillo que no cabía entonces en su boca. Glenda, una cachorrona loca buscando perros y niños con los que jugar hasta el agotamiento. Glenda, descubriendo asombrada la existencia de unos seres más bien antipáticos llamados “gatas”. Glenda, pinchando balones como portera de fútbol, lamiendo rostros infantiles, encontrando pelotas de tenis bajo los coches. Glenda, saltando una y otra vez las verjas de la bolera en una exhibición de potencia y de vitalidad. Glenda, devenida en poeta de pronto y olisqueando atónita el vuelo de una mariposa. Galopando en la playa, señora de las olas. Mirando los fuegos artificiales por la ventana. Cuidando a Leo, echando de menos a Leo. Panza arriba en busca de cosquillas. Glenda intentando controlar los desmanes de su niña Gin. Glenda.

Cómo no le iba a resultar duro a un corazón tan grande trabajar tanto tiempo con tanta intensidad, cómo no iba a pasarle factura tanta vida.

Fue de repente, en octubre, apenas mes y medio, cuando Glenda se volvió vieja. Tras un verano de sol y ligereza, empezaron las patas a moverse torpes imprecisas, empezó su respiración a ser jadeo. La artrosis muerde sus vértebras, un pequeño velo de cataratas nubla su mirada, y su ritmo es lento, como de zarabanda triste cuando se tumba en plena calle para recuperar las fuerzas o contempla esas escaleras y cuestas que se le han vuelto terribles enemigas. Y eso a pesar de que se resiste a la ayuda, de que no le gusta que la tome en brazos para subir hasta la puerta de casa.

Está a la puerta cuando voy a salir, porque no quiere renunciar a sus paseos. Espera un grito de ánimo, un absurdo “vamos, chiquitina” para encontrar en su debilidad un poso de energía. Soporta con estoicismo los mimos locos de Gin, que la espera coleando, que le lame los hocicos y la nariz intentando insuflarle sus ganas. Olisquea y mordisquea inapetente la comida hasta que por fin me ablanda y acabo buscando una golosina, un poco de carne, algo que le apetezca para comer aun con desgana. Se me tumba al lado cuando estoy al ordenador, cuando leo, cuando duermo, como estirando las horas que nos quedan juntos, preocupada por lo que le pasara mañana a ese insensato que fue el objeto de su guarda y sus cuidados durante tantos años.

Y es que creo que sabe que se está yendo, con esa dignidad con la que nos dejan los animales: obedientes a los dictados de su propio cuerpo y con sus almas siempre limpias. Lenta, llena de paz, Glenda, que siempre ha sido, que es, una estrella, un don, una perra buena.

http://www.youtube.com/watch?v=7utC-Gg3bm4

lunes, diciembre 03, 2012

ANTISISTEMAS EN EL GOBIERNO

¿Liberales? Resulta difícil descubrir en este momento rastro alguno de Liberalismo en el gobierno ultramontano que más bien no-capitanea en estos momentos la nave España pero que aprovecha las tormentas financieras internacionales y la sed de venganza contra todos los avances sociales y cívicos de legislaturas anteriores para implantar ese credo ultraconservador que apenas habían podido disimular pero que les crece como colmillo vampírico cuando tocan poder.

Del Liberalismo, que en sus orígenes fue una apuesta por el progreso social, una lucha contra la arbitrariedad del poder bien asentada sobre la idea de la división de poderes, de los mecanismos de control y de la generación de espacios de inmunidad y defensa del espacio individual, poco o nada encontramos (ya ni siquiera ese anarco-liberalismo de las escuelas económicas más radicales que tanto gustan, dicen, a la Condesa Consorte de Murillo) en la realidad de un gobierno empeñado en destruir a través de la perversión institucional el sistema del Estado Social y Democrático de Derecho consagrado en la ya tan depauperada Constitución Española de 1978, que llegará esta semana a su trigésimo cuarto aniversario apoyada en un tacataca de incierta solidez.

De ninguna manera se puede considerar liberal a un gobierno que desprecia al Parlamento y sus funciones constitucionales, que gobierna a golpe de decreto a sabiendas de que una holgada mayoría absoluta convierte a Congreso y Senado en meros comparsas del Ejecutivo. A un gobierno que promueve hacia altas magistraturas del estado, precisamente a las que en el entramado constitucional deberían realizar la labor de control de desafueros y desviaciones de poder, a miembros señeros del clan, de independencia ya no discutible sino evidentemente nula, como a Soledad Becerril, Marquesa de Salvatierra (les pierde la titulitis, ya ven), elevada a la distinción de Defensora del Pueblo, aunque parece que no acaba de entender ni cuáles son sus atribuciones ni quién debe ser el centro de sus desvelos. Como a Andrés Ollero, quien difícilmente podrá aportar una visión jurídica neutral o al menos equilibrada, siquiera en apariencia, tras años como diputado del PP (y sin entrar en otras dependencias).

Me preocupan mucho más, si cabe, las agresiones contra las esferas de la privacidad, como la planteada reforma de la legislación sobre interrupción del embarazo que quiebra incluso el viejo consenso de mínimos plasmado en la vieja ley, al impedir a las mujeres víctimas de violación ejercer su derecho a una maternidad libre y querida. Y todavía más las reformas encaminadas a impedir la propia defensa, la vieja idea de la inmunidad personal, de los ciudadanos. ¿Liberales quienes convierten en delito grabar, fotografiar o registrar por cualquier medio las agresiones y excesos de las fuerzas de orden público? Se avala así no solo la arbitrariedad sino la impunidad y la brutalidad. ¿Liberales quienes introducen toda una serie de trabas y muros, económicos por supuesto, para acceder a la administración de justicia? De nuevo una agresión sectaria (y clasista) contra quienes menos pueden y menos tienen que convierte en imposible el sistema de garantías establecido en nuestra legislación y avalado por la opción del recurso a instancias más altas del Poder Judicial. O esa cadena perpetua revisable que sin justificación alguna más allá de la propia hipocresía de quienes indultan a los ricos para cebarse en los pobres en un sistema penal qu

Las disculpas son muchas, a cuál más kafkiana. Sí, cada vez tiene uno más la sensación de encontrarse prisionero en El proceso o en El castillo. Desde el racarraca de la herencia recibida a las posibilidades sobrepasadas o las penurias económicas. Pero ni bastan ni convencen para ocultar la cruda realidad, la de que el Partido Popular pre-totalitario de Mariano I desde la desfachatez y la demagogia ha decidido tomarnos a los españoles como rehenes y destruir desde la amenaza, el miedo, la demagogia, la mentira y la inestabilidad un sistema lleno de defectos, sí, pero cargado también de virtudes, que llegó con la Constitución y que hasta ahora había encontrado caminos para seguir adelante.

Y es que ya lo decía Machado, Hay que ver, don Manuel, cómo son los liberales.

martes, noviembre 27, 2012

¿Y SI NO SE TRATARA DE PEDIR PERDÓN?



Circuló primero por redes y medios, a modo de mantra, la idea de que el PSOE debería pedir perdón como único medio para poder recuperar la confianza del electorado. Creció la bola y en estos días nos hemos encontrado desde algunas tímidas intervenciones con tono penitencial de algunos líderes a otras voces que de forma más abierta recogen la idea y hasta un video en el que varios militantes de diferentes puntos del país concretan y directamente piden perdón. Yo mismo, en un Comité Regional del PSOE de Cantabria hice referencia a esa necesidad de reconciliación con la sociedad. Pero…

A partir de esa idea básica con la que estoy más de acuerdo que en desacuerdo, se me vienen planteando algunos problemas de concreción. El primero de ellos es la propia idea de perdón, culpa y demás referencias a los salmos penitenciales, porque no sé si me cabe en una cuestión de gobernanza pública o de integridad ideológica ese peso de la mentalidad judeocristiana. Del gobernante me importa más la responsabilidad que la culpa; del ciudadano más el diálogo crítico que el perdón. Por otro lado, tampoco tengo claro quién debería pedir perdón. Ahora son varios militantes quienes lo han hecho pero no tengo claro que un militante, la militancia, tenga que soportar ese peso moral sobre sus hombros por decisiones que no fueron ni consultadas ni explicadas. Así que más allá de un cierto maquillaje y de una sanación personal de quienes se sienten apelados por el mantra de la culpa, no sé si lo veo, no sé si esa responsabilidad debería recaer sobre el partido como organización y sobre sus líderes como principales voces y como representantes públicos del mismo.

Más cosas que no tengo claras, como la del perdón a quién y por qué. De entre quienes repiten a cada segundo esa exigencia de que el PSOE pida perdón, de quienes lo hacen con más virulencia, muchos son militantes o simpatizantes de otros partidos que de esta especie de muerte civil decretada por las redes están obteniendo réditos. Su estrategia me parece legítima, claro, pero no sé si en concreto mi partido les debe algo. Más allá, si nos ponemos sacramentales, a la asunción de culpa y el propósito de enmienda y todo lo demás debería corresponder el perdón de quienes andan autoinvistiéndose de sacerdotes de la sociedad. Y no deja de ser curioso pero quienes exigen esa inculpación, cuando se produce, más clara o más tímida, nunca responden con el rece tres padres nuestros y queda perdonado. Sino que atacan más a fondo, aprovechando la debilidad mostrada, insistiendo con nuevos mantras “No me lo creo” , “Ahora ya no sirve” , “¿Por qué no lo dijisteis antes?” y otras fórmulas cercanas que demuestran la impostura del juego. Si se trata de pedir perdón a la sociedad en su conjunto y como tal, tras dos legislaturas veo luces y sombras, veo aciertos y errores, aprecio traición de ciertos principios con el fin, me temo, de salvaguardar otros. Lo previsible, normal, lógico, más o menos. Hacia una sociedad que, bueno es recordarlo, vivió amodorrada en su propio confort hasta bien entrada la crisis, una sociedad que en España se ha caracterizado por su escasa combatividad, por su bajo índice de participación, por su pasotismo. Algo tendrá ella también que reflexionar.

Retomo la idea de que no acabo de entender bien qué función tiene ya el escarnio público (como auto de fe ya han funcionado las distintas convocatorias electorales), al menos desde el punto de vista del PSOE. Pero sí que creo conveniente, urgente y deseable un ejercicio de explicación y de transparencia. Un ejercicio en el que debería repasarse toda la acción de gobierno de las dos legislaturas presididas por Rodríguez Zapatero, desde una perspectiva crítica, en el que debería ponerse sobre el tapete la información de que se disponía, los datos que se manejaban y por qué esos y no otros. Deberían explicitarse, con nombres y apellidos, con tiempos y exigencias, las presiones y chantajes llegados desde instancias institucionales y financieras nacionales y extranacionales. Debería aclararse por qué el gobierno decidió someterse a esa presión, qué pretendía conseguir con la sumisión y qué se consiguió de hecho. Y por supuesto, realizada esta evaluación, desarrollado este ejercicio de transparencia, valorar y dejar claro ante la opinión pública en general pero sobre todo de cara a militantes, simpatizantes y votantes en general cuáles de las decisiones fueron forzadas, cuáles acertadas y cuáles hoy, desde una perspectiva diferente, fueron un error y hasta un horror.

No creo que se trate de un problema de culpa y perdón, sino un ejercicio de responsabilidad y de transparencia al que la política y la sociedad españolas están poco acostumbradas. A partir de ahí, se ganará credibilidad o no, se podrá recuperar el pacto civil, la comunicación, el diálogo con quienes configuraron las mayorías electorales de otros tiempos o no. Pero el PSOE podrá, por fin, cerrar un capítulo, y dejar de revolcarse en el pasado para intentar respirar hacia el presente y hacia el futuro.

lunes, noviembre 26, 2012

EULOGIOS Y MATAMOROS


Dicta su sentencia, por fin, tras tantísimo tiempo de incomprensible silencio, el Tribunal Constitucional sobre la reforma del Código Civil que en 2005 permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo en igualdad de condiciones. Como no podía ser de otra forma, vistos los muy endebles argumentos del recurrente Partido Popular y de las diversas tribus contrarias a la equiparación en derechos civiles de todos los ciudadanos, avalando la constitucionalidad de la norma.

Para quienes hemos vivido bien cerca todo el proceso, desde los primeros intentos de sacar de la exclusión social y jurídica nuestra realidad afectiva hasta la conquista del matrimonio, supongo que era parte de la batalla que el enemigo, ese que siempre ha representado la interdicción de la diferencia y la violencia contra la misma, desde el insulto y el acoso hasta la prisión o el asesinato, hasta conseguir hacerla invisible y culpable, ese mismo enemigo enarbolara sus armas con la mayor dureza. Y así tuvimos que sufrir cada día agresiones e insultos de la Conferencia Episcopal, de dirigentes y militantes del Partido Popular, de la Caverna mediática, de presuntos intelectuales y juristas hasta un punto en el que llegó a dar la impresión de que no había otro problema en el país, ni mal mayor posible, que la apertura del matrimonio para gays y lesbianas. Y así fueron pasando la ridícula Ana Botella con sus sumas de peras y manzanas o el indigno Polaino, invitado como experto del PP al Senado para insultar a nuestras familias y hacernos hijos de madres violentas y padres ausentes y alcohólicos. Así se fueron ganando a pulso el carácter de paladines de la homofobia más virulenta tantos obispos que llegaban a convertirnos en responsables de esas prácticas que les resultan, curioso, tan cercanas y que tanto disculpan en la cercanía. Así periodistas gritones como la Durán, la Zorrilla o la San Sebastián, como Eulogio López y su panfleto Hispanidad y tantas y tantas otras. Así Hernando, HazteOír o el Foro de la Familia. Compitiendo en la difamación más absurda o el golpe más doloroso. Y provocando con sus vómitos mucha violencia, mucho dolor, mucha sinrazón. Esos dolores que a tantos nos han afectado muy personal e íntimamente y esas sinrazones como las que llevaron a un jurado popular gallego a decretar que la culpa de un doble asesinato especialmente truculento la habrían tenido las víctimas y no el asesino, pobrecito asesino, que habría sido víctima de un ataque de “pánico homosexual”.

Uno que dejó de creer hace mucho en los gnomos nunca creyó que la sentencia del Constitucional que algún día tendría que llegar fuera a evitar estos constantes desafueros. Pero tampoco pensó que se fuera a reabrir la competición entre machirulos presuntamente heteros a ver quién escupe más lejos, quién mea con más ganas o quién acosa con más gracia al homosexual que se le ponga a tiro en el patio del colegio. Pero ahí estamos otra vez, en el concurso de matones homófonos en el que poco importa qué tipo de barbaridad se arroje por la bocaza porque todas están consentidas siempre que tengan a gays y lesbianas como diana. Y así podemos escuchar a gentuza como Coto Matamoros espetar en máxima audiencia y ante el bufón oficial que él es homófobo y lo será hasta que los niños nazcan por el culo, o al director de Hispanidad, ese que se pretende culto e ilustrado y no pasa de cursi pedante, definirnos como monfloritos y derramar en tinta virtual su odio acusándonos de ir de víctimas por el mundo cuando el problema, su problema y el de otros como él, comenzó precisamente el mismo día en que dejamos de ser víctimas y comenzamos a plantar cara a abusones y matones.

¿Alguien, alguna persona lesbiana, transexual, gay, fue tan inocente como para soñar con un mundo en el que al encender la radio por la mañana, al tomarse un café en el bar de siempre, al hojear el periódico o sintonizar en la televisión la cadena habitual no se le insultara, no se le vejara, no se buscara su pública humillación? Pues va a ser que no. Va a ser que por fin ha quedado claro que ahora sí somos parte del entramado social y jurídico, que nuestro amor es constitucional y que tenemos las mismas opciones ya que cualquier otra pareja, que cualquiera de nuestras vecinas y vecinos.

Pero también está claro, una vez más, que no van a parar, que continuarán como terroristas de la palabra alimentando a quienes por falta de palabra y neurona pasarán a serlo de la obra. Porque cada vez que Jorge Fernández, o Eulogio López, o Paloma Zorrilla, o Ignacio Arsuaga, o Gádor Joya, o Coto Matamoros, o tantos y tantos otros nos apuntan con la lengua vuelven a ponernos en la diana del odio. Porque cada vez que un puño golpea, un animal mata, un descerebrado insulta a uno de los nuestros, a una de las nuestras, fueron ellos quienes cargaron su arma. Ellos los responsables.

Y, francamente, estoy más que harto.

miércoles, noviembre 21, 2012

MANDA HUEVOS



Tras esta larga ausencia pensaba que podía ser una buena idea arrancar con alguna de las series tradicionales del blog. Un “Imbéciles sin fronteras”, sin ir más lejos, y dada la proliferación de candidatos casi diaria. Pero admitir a Carlos Delgado, Consejero de Turismo de las Islas Baleares, en la particular ONG nacida en esta habitación siempre tan desordenada sería reconocer que en la cabeza tendría sesos, aunque fuera a la romana y con rodaja de limón, en lugar de criadillas empanadas. Poco hechas y chorreando sangre.

No quiero hablar de la caza, una actividad que me disgusta pero que abre la puerta a alguna de mis insalvables contradicciones (tengo que reconocer que me gusta la carne procedente de la caza, como algo excepcional pero sabroso, aunque sé que acabaré prescindiendo de ella). Pero sí voy a recordar que cuando se habla de la brutalidad de los cazadores, sobre todo en la espinosa cuestión del maltrato y abandono de perros de caza, los propios cazadores suelen hablar de amor por la naturaleza y respeto a los animales. Una imagen sin duda alimentada por relatos y experiencias en que el instinto a veces, la inteligencia otras, la valentía muchas de la “pieza” habían hecho al cazador admirar y valorar el trofeo.

Nada que ver esa actitud, real o impostada, de la que han llegado tantos testimonios con la cara cubierta de chorretones de sangre que gotean sobre la expresión fronteriza de un memo solemne. Alguien que para regocijarse del éxito en la cacería en la que ha tomado parte se convierte a sí mismo en un bufón y degrada a ese ciervo abatido que, sin duda alguna, tiene más dignidad y más valor.

Siempre me he preguntado qué extraña obsesión testicular obliga a los machos heterosexuales de la especie humana a intentar toquetear cojones, adminículos y pelotas varias, qué tipo de estupidez ancestral transmitida de generación en generación les hace sentirse más hombres por cortar los cojones al mísero y doliente Toro de la Vega. O por convertir en sombrero estrafalario y sádico los testículos de un ciervo. Pero debe de ser la mar de natural eso, oigan, normal del todo.

Ahí tienen la foto: Se juzga sola, se comenta sola, se escandaliza sola. Y no me vengan a decir ahora que el animal es el ciervo.


lunes, octubre 01, 2012

RONDANINI






Tiene ya el poema casi un año, pero no lo había compartido en el blog. Sigo buscando el tono que me permita hablar de Leo en mis poemas sin descontrolar demasiado palabras y emociones, y bueno, puede que esté aquí un principio de ese tono. El poema recrea el último instante, ese justo en el que se marchó mientras lo sostenía entre los brazos para ayudarle a incorporarse un poco.

RONDANINI

Un cuerpo se desploma sobre un cuerpo.

Hay que afianzar los pies sobre la tierra
y arquear las rodillas con el ángulo
necesario para que no se rompa
la imagen nebulosa pero firme,
la imperfección del mármol que se enreda
en su propio silencio.
                                   Llueve afuera.

Un cuerpo se desploma sobre un cuerpo.

Hay que extender las manos, abrazarlo
sin fe, acompañarlo en su desmayo
contra una cama blanca y extranjera
en la que será sólo peso muerto
mientras el hospital –las cinco treinta-
despierta poco a poco.
                                   Llueve afuera.

Un cuerpo se desploma sobre un cuerpo.

Se desploma. Elige la ceniza,
abandonar la carne y detener
–veintisiete de octubre- el calendario,
caerse contra ti, marcarte a frío
igual que te marcaba a fuego entonces
la piel con piel de hierro.
                                   Llueve afuera.

viernes, septiembre 28, 2012

INFILTRADOS Y PROVOCADORES



Fue hace ya muchos años, 1987, Reinosa.

Aunque yo estaba estudiando en Santander, alguna de las visitas al hogar familiar coincidieron necesariamente con los desafueros de un estado de excepción no declarado de cuyos responsables, Barrionuevo, Roldán, Pallarés, no me olvido. La extraña y desagradable sensación de estar siendo permanentemente espiado y controlado por los helicópteros, la impotencia de los controles aleatorios que la guardia civil realizaba por las calles a cualquiera que les cayera en gracia, la sensación de rabia e injusticia por el acoso a un pueblo, a una sociedad, a una ciudadanía que no merecía semejante trato. El miedo también, el miedo de que en cualquier momento el polvorín estallara, como de hecho estalló el Jueves Santo, dejando un muerto, muchos heridos, miles de destrozos y tanta confianza rota.

No me voy a extender en aquellos sucesos. Pero sí en una anécdota, en algo mucho más que una anécdota, que presencié con mis propios ojos una de esas tardes, un domingo, en el que tras la tensión habitual entre manifestantes y el despliegue desproporcionado de guardias civiles equipados como para intervenir en la Guerra del Líbano, pareció que llegaba el punto final. Iba a misa, por aquel entonces todavía era creyente y practicante, y se me ocurrió pasar antes por cerca del cuartel de la GC, por aquello de echar un vistazo. Lo que vi, me da igual que algún lector no se lo quiera creer: un grupo de guardias civiles, en general bastante jóvenes, desde la altura en la que se situaba el cuartel, arrojaban, ante la mirada divertida y complaciente de sus mandos, piedras y objetos metálicos contra los manifestantes que continuaban reunidos y a tiro. No tardó en primer objeto de vuelta, el mismo objeto que se buscaba como disculpa para hacer ejercicio, para salir con las tanquetas y las armas a responder al ataque ciudadano.

A lo largo de estos meses, las redes sociales, las herramientas que nos ofrece la tecnología para certificar hechos como el comentado, el de la provocación a la violencia de quienes tienen como responsabilidad el sostenimiento del orden público y la paz social, no la generación de la algarada, se han venido sucediendo y documentando. La foto muestra el episodio de Barcelona, en el que esos discretos "perroflautas" que apenas disimulan el disfraz fueron grabados azuzando a los manifestantes, iniciando disturbios para luego proceder a cambiar de bando y colaborar en las detenciones. Los videos nos muestran perfiles similares el pasado miércoles en Madrid, y se ha hecho tristemente popular el "Que soy un compañero, coño" de uno de estos agentes que, apaleado por sus colegas, trataba de impedir la tunda. ¿Había sido atacado por los UIP porque estaba arrojando objetos y protagonizando algún episodio violento? Malo ¿Era un atacado al azar, alguien al que le había tocado por puro capricho de un agente recibir candela? Peor.

Por supuesto. Se veían venir incidentes. Y quienes convocaron ese 25S que no me ha convencido demasiado nunca deberían haber contado con mayores medios o iniciativas de control de extremistas y violentos varios. Propios y ajenos, que tanto monta monta tanto.

Pero me enfada, me indigna, me preocupa, me estremece, me horroriza la constatación, una vez más, de que alguien obtiene ventajas del conflicto violento, de que alguien saca rentabilidad del quebrantamiento de la paz social y de la gresca. Y que ese alguien esté en el propio gobierno, en sus delegados, en los mandos policiales o en los agentes que deberían cuidar por el bien común.

Sé lo que ocurrió en Reinosa. Sé lo que he visto, esta vez a través de las redes, en Madrid. Y no me gusta.

jueves, septiembre 27, 2012

COLORES



Hace hoy justo dos años nos anunciaba el doctor Rivera que el cáncer de Leo continuaba activo, y se estaba manifestando de nuevo con una especial virulencia. Anunciaba una quimio mucho más agresiva y la entrada en un nuevo tiempo de incertidumbres.

Leo quiso un par de días después una foto después de pasear un poco al sol, delante de la casa de los Calderón, vestida ya con los colores del otoño, con ese talento suyo para la escenografía, con esa obsesión por dejar rastro fotografía tras fotografía como si algo le dijera que le quedaba poco tiempo. Aunque no dejó ni un sólo día de luchar, aunque siempre estuvo convencido de que superaría la guerra a pesar de que ese 27 de septiembre de 2010 hubiera perdido una batalla importante. ¿Cómo olvidar sus ojos de asombro, su voz temblorosa y casi infantil preguntando en un susurro al doctor si de verdad no quedaba esperanza, si se iba a morir, cuando sólo tres semanas más tarde la realidad volvió a golpear duro? O tal vez quería simplemente evitar preocupaciones a quienes le quisimos, a quienes le queremos. De nuevo, ¿cómo olvidar ese "yo me voy a poner bien, porque quiero vivir, porque tengo ahora muchas cosas por las que vivir, así que no me mires así que vas a preocuparme" cuando no podía evitar mirar de reojo con los ojos asustados cómo día tras día se iba convirtiendo en apenas una pizca.

Esta foto, la última foto de Leo, la compartió en su Facebook escribiendo "La vida son colores. Colores. Eso pongo en mis días. Y les doy gracias a todos porque me ayudan a conseguirlo".

La vida y la muerte marcan nuestros calendarios. Sólo la vida y la muerte con seguridad nos dejan fechas exactas para el recuerdo. Pero el 27 de septiembre de 2010, el 27 de septiembre, se ha quedado también clavado en la memoria. Tal vez porque desde entonces Leo y yo hemos estado muriendo cada día. Tal vez porque desde entonces el tiempo se ha parado y la vida se ha quedado para siempre sin colores.

martes, septiembre 25, 2012

COSPEDAL UN RATITO


       
Tengo que confesarlo: María Dolores Cospedal (ya sabéis que es de esas que en un arrebato egótico se autoimponen el "de" para darse importancia) me supera. He escuchado sus mentiras descaradas sin que le creciera la nariz ni le subieran los colores, afirmando que sus programas decían lo que no decían. He visto sus mantillas devotas y su hipocresía cabizbaja de procesión en procesión, en el exhibicionismo hipócrita de quien se perdona todo a sí mismo pero pretende dar lecciones morales al resto del universo y se aprovecha de la vieja alianza entre el trono y la cruz para que nos vaya quedando claro que en su ansia de poder no hay pantomima que se le resista. He sido testigo como todos los ciudadanos de cómo abría la caja para engrosar los haberes no merecidos, con especial descaro aquel sueldo de senadora que cobraba puntualmente sin pisar por la cámara alta y sin haber presentado una sola moción o propuesta, sin haber abierto una vez la boca en toda la legislatura.

Dignos antecedentes para quien con boca de jarro dispara que el 25-S (con el que por otra parte y como sabréis no siento cercanía alguna: siempre me aterrorizó el naïf) es idéntico al golpe de estado de Tejero el 23-F. Sobre todo para quien, llevaba tiempo sin encontrar el momento de ponerme manos al blog para comentarlo, minusvalora la actividad política tanto que después de hacer cálculos de puro rédito electoral para saber bien cómo puede mantener su mayoría en Castilla-La Mancha, si aumentando diputados, recortando diputados, o depende de la hora del día o las copas de la noche, concluye que hay que retirar el sueldo a los diputados autonómicos. Toma, toma y toma. Sírvame demagogia de salón con tres cuartos de populismo de garrafa y un par de guiños rebeldes de mayo. Con un poco de sifón.

Está de moda el odio a la política y sobre todo a los políticos. Así que siembra sobre campo abonado el proclamar que un diputado no debe cobrar por su trabajo y su responsabilidad, su muy alta responsabilidad. Para escandalizarse con mohín de cartón-piedra cuando se le dice que se trata de una medida absurda que sólo implicaría que, a la manera de la antigua Roma, los patricios quedarían al cuidado de los asuntos públicos (ese otro viejo maridaje entre zorras que cuidan gallineros) y los curritos a lo suyo, que es trabajar para que haya muchos impuestos que solucionen la crisis y permitan que Cospedal siga con sus tan pingües como probablemente inmerecidos ingresos. Y para pagarle a la señora la seguridad pública de su búnker habitacional de luxe y el agua gran reserva que por lo visto se echa al gaznate a precio de vodka en los Consejos de Gobierno.

“No entiendo por qué eso va a suponer que se dediquen a la política nada más que los que sean ricos. No entiendo por qué una persona que tenga su oficio y que se gane la vida con su oficio, una persona que tenga un negocio, que tenga un bar y tenga empleados o no los tenga, y pueda sacar un rato libre, o un fontanero, un electricista o una persona que tenga un taller, no entiendo por qué no se pueden dedicar a la política. Estoy radicalmente en contra” nos dice Maricospi de Cospi. En una gramática parda y torpe que no nos acaba de dejar claro qué es lo que pone a su señoría radicalmente en contra. Pero que nos delata lo que piensa de los políticos y del servicio público: que siempre se podrá sacar un rato libre para cumplir, comosi ejercer de diputado fuera podar los bonsais, tomarse unas cañas o dar un paseo a la sombra de una sombrilla de encaje y seda.

Me pregunto qué responsabilidades sobre su dedicación y trabajo podríamos pedir a los diputados que no van a cobrar, que no van a poder centrar su día a día en la actividad pública, y que deberán estar más pendientes de liquidar el IVA y asegurar la clientela del bar que de sus altos intereses. Que deberán encontrar "un rato libre" para desplazarse desde Ciudad Real o Guadalajara a Toledo para debatir sobre asuntos que no habrán tenido tiempo de estudiar. Me pregunto si no crecerá, todavía más, la alarmante corrupción, y no serán multitud quienes se entreguen al poder de los sobres. Si habrá alguien capacitado que vaya a renunciar a su escaso tiempo libre para dedicarlo a una actividad que, de entrada, le supondrá todo un saqueo de oportunidades en una larga lista de incompatibilidades durante y post mandato. De hecho, me permito recordar que hay antecedentes de cámaras y tiempos en los que en vez de sueldo había dietas de desplazamiento y asistencia en la que el resultado a fin de mes era más suculento que ahora.

Yo, que creo en la política y en los políticos (que no en la demagogia ni en los profesionales de la política crecidos a la teta de los aparatos), que creo en la transparencia, que creo que debería haber un régimen todavía más severo de incompatibilidades y de exigencias, de controles y de responsabilidades, que creo que la política es, debería ser, una de las más absorbentes y altas dedicaciones de un ciudadano, con o sin bar, creo en justa correspondencia que ese trabajo tiene que estar remunerado y remunerado de manera correcta y justa para las responsabilidades asumidas, entre otras cosas porque esa remuneración es la garantía de que puedan ser los mejores, vengan de donde vengan, quienes se ocupen de esos asuntos que hoy están en manos de gentes como Cospedal. La bien pagá, que desde hace tiempo le dicen.

lunes, septiembre 24, 2012

PRAY FOR LORETO


Llevaba tiempo ya como la crónica de una muerte anunciada. En esta ciudad imposible en la que uno asumió hace ya tiempo que las administraciones están sordas y ausentes para toda voz, toda propuesta, toda opinión, que no emane de la propia iluminación de sus gestores y los diversos intereses asociados. En esta ciudad en la que todo proyecto se forja en el silencio y la opacidad, cobra luz sólo cuando la marcha atrás o la modificación es punto menos que imposible, cuando ya se ponen a trabajar los engranajes de la maquinaria propagandística y se acumulan las cartas al director para celebrar las buenas nuevas sin el más mínimo espíritu crítico, con las mismas firmas siempre repetidas, fáciles, demasiado fáciles, de rastrear hasta encontrar la madre de todas las opiniones.

Loreto se marcha para siempre. La vieja draga varada en Gamazo que había conseguido preservar ese aire portuario y canalla, ese olor a salitre y a brea entre las gradas del dique seco, junto a la singular casa de bombas. Los nuevos aires demandan nuevas vistas, paseos amplios en los que está por llegar pero cercano el día en el que no sabremos si caminamos por A Coruña, por Alicante, por Manacor o por nuestro Santander imposible.

Cierto, la draga es una vecina no demasiado antigua. Ocupa su lugar desde finales de los 60 o principios de los 70. Y desde su lugar ha luchado contra el Ábrego, contra la humedad, contra el óxido. Contra la desidia sobre todo. Contra la incapacidad para imaginar de gestores en general poco capaces y con alto grado de miopía social y cultural. ¿Cómo íbamos a pretender que vieran en Loreto y en todo su entorno un espacio para la recuperación y la dignificación, cómo pedirles un mínimo esfuerzo para que el área de Gamazo fuera un espacio señalado de arqueología industrial en el que la memoria del puerto, de ese puerto que ya no está allí pero que fue el sentido de la ciudad, de su nacimiento y de su evolución, de sus mejores galas y de algunas de sus más terribles catástrofes? Hubieran sido posibles espacios de ocio y de recreo junto a espacios culturales, hubieran sido posible centros de interpretación sobre la actividad ribereña, sobre la carpintería de Rivera, sobre la caza de la ballena, sobre el hermanamiento de mercancías y pasajeros con las Américas. Memoria, identidad, el alma de un Santander capaz de asentar y de explicar su propia personalidad.

Nunca olvidaré ese momento en el que la draga Loreto cobró nuevo protagonismo y nos abrió la puerta a soñar con nuevas misiones y nuevos proyectos en su entorno. Celebraba la Galería Siboney su décimo aniversario, y eligieron sus responsables la draga y el puerto para toda una fiesta cultural en un espacio al que los ojos oficiales de la ciudad no sabían mirar. Fue mágico escuchar aquella noche a esa extraña sirena que es Fátima Miranda, observar el cuerpo en movimiento del singular bailarín que es Cesc Gelabert. Pero claro, en esa ceguera institucional ¿sabe alguien quiénes son Miranda y Gelabert?

Pasaremos de nuevo por Gamazo, echaremos de menos a Loreto y a todo lo que hoy está muriendo entre los dientes de la grúa que va arrancando pedazos de su carne metálica y corrompida. Echaremos de nuevo ese escenario particular donde entre la draga, los tinglados, la casa de bombas y el dique seco la ciudad y el puerto podrían haberse abrazado de nuevo gracias a la cultura. Lo que pudo haber sido y no es. Otro de esos trenes que aquí siempre perdemos.

miércoles, septiembre 12, 2012

EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE SANTANDER MIRA HACIA EL FUTURO (3)


Y vamos a continuar hasta la docena en esta serie de reflexiones en torno al FIS que se nos presenta después de la cesantía de Ocejo. Al menos de momento.

9. RECUPERAR LA CALLE. El traslado, necesario, del Festival Internacional de Santander de la Plaza Porticada al Palacio de Festivales de Cantabria trajo muchos beneficios y algunas pérdidas. Entre ellas, aquel Festival que se imponía a los ciudadanos como parte del propio entramado urbano, aquel en el que era posible intuir parte de la maravilla interior dando un paseo a pesar de que no quedaran entradas o de que el presupuesto no llegara, aquel en el que era posible por muy pocas pesetas obtener un lugar en la bancada de la C lateral. El espacio cerrado ha fomentado la sensación de que el Festival es un espacio cerrado en vez de una fiesta cívica. Y tal vez sería el momento de invitar otra vez a la ciudadanía a tomar parte en el mismo.

Es evidente que no es posible ampliar el aforo de la Sala Argenta. Pero sí puede ser interesante el desarrollo de una parte del Festival a pie de calle. Una toma de la calle que implicaría un mayor dinamismo, una presencia festiva y real, y sobre todo la captación de nuevos públicos. Modelos existen muchos en los que fijarse, desde el Fringe del Festival de Edimburgo a los Proms londinenses, desde las propuestas de calle de Avignon o Barcelona a la presencia cotidiana de artistas en Praga o París. De hecho, en la propia Santander han sido, creo, celebradas y exitosas las salidas a la ciudad del MAF y algunas otras propuestas. Recuperar la calle será para el FIS recuperar la vida, el tono, la implicación con el territorio y con la gente.

10. RECUPERAR EL TIEMPO. Puede que una de las falacias más burdas del discurso oficial de Festival e Instituciones en los últimos años haya sido precisamente el de que el FIS era un gran escaparate cultural que aportaba gloria y oropel a Santander y Cantabria, y que por lo mismo actuaba como relevante imán para el turismo.

La realidad y la lógica, siempre tan duras, nos explican (más allá de lo ya comentado sobre el mínimo o nulo interés del FIS para los medios de fuera de Cantabria) qué difícil resulta atraer turismo cuando la programación se presenta solo unos pocos días antes del inicio de su calendario. No sólo porque no es posible organizar unas vacaciones en fechas especialmente difíciles (agosto) con sólo unas semanas de anticipo, sino porque además no se prevén formas de adquisición de entradas a través de banca, Internet o intermediarios que no sean Caja Cantabria. ¿De verdad alguien se cree que una familia va a planificar sus vacaciones en Santander pensando en el Festival sin saber cuál es el programa y sin saber si va a disponer de entradas? ¿Podemos ser un poco serios?

Otra cosa será que quienes de costumbre o por casualidad se encuentren veraneando en Santander puedan aprovechar para asistir a alguna velada del Festival. Pero desde luego un Festival con un programa sólido y una gestión más sólida aún debería tener una gran proyección económica.

11. EVALUACIÓN. A la hora de analizar la vitalidad y el desarrollo del Festival, no basta con la reunión de un patronato y de las instituciones que colaboran con el evento. No, si permanecen sordas a la voz del público y de la sociedad en general. La realización de encuestas de satisfacción de público son, hay otros medios también claro, un buen indicador si se hacen con rigor. Roza el ridículo poner una urna para que de forma anónima y en un cutrepapel se pueda opinar, roza el ridículo evaluar la repercusión económica del Festival preguntando sin orden ni concierto a algunas damas si esa tarde pasaron por la peluquería o si se habían vestido de manera especial para la velada. Hablamos de una evaluación seria capaz de generar resultados estadísticamente mensurables y razonables. No es el único medio pero sí uno más para saber si el Festival se encuentra en el buen camino.

12. LA DIGNIDAD DEL DETALLE. Un poco cajón de sastre va a resultar esta duodécima reflexión, pero allá va. La importancia de las pequeñas cosas es parte de la importancia de las grandes. El Festival debería mimar los detalles. ¿Es presentable un Festival Internacional en el que a cambio de una entrada de 150 euros recibes un programa que viene a ser un folio doblado en papel satinado y prácticamente sin información? ¿Es presentable que en esos programas haya faltas de ortografía o errores de bulto en los nombres de artistas y compositores? ¿Cómo es posible que en los folletos generales aparezcan intérpretes y autores pero no obras, de verdad alguien piensa que al público le da igual lo que vaya a escuchar o presenciar esa noche?¿Libretos y textos originales y traducidos de lo que se vaya a cantar/interpretar no forman parte de una experiencia conjunta?¿Qué hay de aquella vieja puntualidad que tan a rajatabla se llevaba en La Porticada? ¿No es posible a estas alturas encontrar una forma de que durante los diez o veinte primeros minutos de una representación o un concierto no se estén escuchando permanentemente los disparadores de las cámaras fotográficas de la prensa?¿Un diseño más actual y atractivo de cartelería, programas de mano y en general los recursos de comunicación e imagen?




lunes, septiembre 10, 2012

EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE SANTANDER MIRA HACIA EL FUTURO (2)


Y después de un par de días, continuamos apuntando algunas ideas en torno a lo que según mi opinión debería ser la historia hacia el futuro del Festival Internacional de Santander.


6. ESTABILIDAD PRESUPUESTARIA. He defendido aquí y en otros foros que una costumbre pendiente a favor la transparencia de la gestión pública debería ser la realización de auditorías independientes, que permitieran conocer el estado de la gestión antes de que una nueva etapa diera comienzo (de hecho, en otros casos, antes de que se realizaran nuevas elecciones). Pienso que además en instituciones que no consisten en cuadrar cuentas, sino que se definen además por otros rasgos, esa auditoría debería investigar comparativas de precios, sobrecostes, etc. Pero como ya dejé de creer en los Reyes Magos no creo que nunca se nos vayan a aclarar las presuntas oscuridades que corren desde hace tanto tiempo de boca en boca, incluso a muchos kilómetros de Santander.

En todo caso, existe una deuda pendiente considerable, que no debería obstaculizar la labor de los nuevos responsables del FIS. Cierto que habrá que darla respuesta, cierto que estamos en un momento de crisis especialmente delicado, pero cierto también que si de verdad queremos que el Festival encuentre un espacio propio y una revitalización las estrategias de cierre contable no deberían ser un obstáculo para una nueva frescura. De la misma manera, opino que debería buscarse el modo de que el Festival tuviera una dotación estable asegurada, aunque fuera sobre mínimos, que le permitiera tomar decisiones y dar forma a proyectos con antelación adaptada a las agendas de las primeras figuras.


7. SIGLO XXI. Frente al estatismo absurdo de quienes consideran que no es posible transformar una sola coma de las herencias culturales, todo tiempo, todo gran artista, ha sido capaz de integrar la historia y los mitos que le precedieron y de darles nuevo sentido, adaptado a un tiempo diferente y una mentalidad diferente.

Con algunas brillantes excepciones (Penderecki, Kantor o Bèjart , por poner un ejemplo de cada una de las artes en las que el Festival ha venido interviniendo) la mayor parte de la contemporaneidad más interesante y consolidada ha vivido ajena al gran evento veraniego. Así, en música nada o prácticamente nada hemos sabido en los programas de Gubaidulina, Pärt. Corigiliano, Menotti, Taverner, Gorecki o Glass. Y hemos sabido demasiado de Tomás Marco. Pero, curioso, incluso hacia el pasado el Festival ha permanecido opaco, ignorante de nuevas corrientes y prácticas interpretativas, ignorante del redescubrimiento de grandes compositores que en realidad eran prácticamente desconocidos (¡qué diferencia la valoración actual de Händel o Vivaldi tras descubrirse y reivindicarse tanta obra dormida en archivos!).

Generar interés, abrir el espacio, es también proponer, provocar, reinventar y llenar de fuego los escenarios. Porque en el arte buscamos también el espejo que nos estremezca y nos ensalce o nos rompa, buscamos en este tiempo convulso e inseguro nuestra propia insignificancia. No solo la exaltación arqueológica de las glorias y caídas pasadas. Y esto significa necesariamente compartir la mirada de nuestros grandes creadores y la reinvención de los clásicos.


8. PROGRAMACIÓN PROACTIVA. Desde hace mucho tiempo hay una impresión generalizada de que son los agentes, unos pocos agentes, y las giras internacionales las que marcan la práctica totalidad de los programas.

La existencia de una dirección nueva, esperemos que articulada ante un proyecto de crecimiento y no como una mera proyección personal, tendría que dirigir. Esto es, tendría que tener claro cuál es el mensaje, cuál es la intención de cada edición, y trabar a partir de ahí los mimbres de la cesta, sin limitarse a una pasiva recepción repetitiva de lo que otros programan, otros deciden, otros marcan.

La falta de criterio que ha implicado reiteración de artistas y de obras, pero que además ha perdido la oportunidad de reivindicar con ciclos o incluso ediciones dedicadas a las grandes celebraciones internacionales de la música, el teatro o la danza, frustró fechas que tendrían que haber sido centrales, como la conmemoración de Argenta o la de Händel. Este mismo año, el bicentenario de la Constitución de 1812 podría haber significado una gran fiesta del Romanticismo desde múltiples lecturas, y no limitarse a abrir con la Octava de Beethoven. Elección correcta y hasta obvia, pero desde luego insuficiente.

miércoles, septiembre 05, 2012

EL FESTIVAL INTERNACIONAL DE SANTANDER MIRA HACIA EL FUTURO (1)


Puesto el punto final a la satrapía de Ocejo en el Festival Internacional de Santander son muchos los interrogantes que ahora se abren, algunos de los cuáles irán encontrando respuesta inmediata con la previsible reunión del Patronato a principios del otoño. Otros deberían formar parte de un debate social amplio y enriquecedor, capaz de definir cuál es el Festival que queremos, el que necesitamos, el que podemos. Capaz, en suma, de devolver la ilusión alrededor del vetusto y ausente evento, de recuperar su carácter de fiesta colectiva, y de dotar de renovados bríos, de esperanza y de futuro a la aventura que Ataúlfo Argenta iniciara junto a José Manuel Riancho en el lejano 1952.


Desde este blog me atrevo a poner en abierto algunas de las cuestiones que me parecen relevantes y que tal vez sirvan nada más para un debate privado en esta habitación desordenada. Organizadas de cinco en cinco.

1. DEFINICIÓN DE LA ESTRUCTURA JURÍDICA. A lo largo de estos años, ha sido patente que la personalidad jurídica del Festival está anticuada, que no responde a las necesidades y criterios de una mirada contemporánea, mucho menos a las exigencias que hoy la sociedad plantea a una institución que gestiona dinero público y que por tanto está al servicio del común y no de intereses privados. Esta modernización del status jurídico del Festival necesariamente debe contener unas normas precisas sobre nombramiento y responsabilidad del director y el equipo responsable, sobre el control que alrededor de la gestión y resultados deben ejercer quienes sostienen económicamente el evento, la garantía de libertad en la definición del proyecto artístico y su desarrollo, la limitación temporal en el desempeño del cargo, y seguramente muchos otros extremos que estarán apreciando ojos más avezados.

2. DEFINICIÓN DEL PROYECTO/PROYECTOS. Me parece importante que el Festival orbite en torno a uno o varios proyectos coherentes y de medio recorrido. Considero que el pastiche o el patchwork están fuera de onda desde hace tiempo, que la capacidad de un gran evento para atraer la atención exterior y la satisfacción interior pasa por la adquisición de una personalidad propia y diferenciada. Una singularidad que defina al Festival no sólo frente a otros eventos de cercanas características, al menos en España, sino también frente a las programaciones regulares que están hoy al alcance de la mano si no en Cantabria sí en Bilbao, San Sebastián, Oviedo, Madrid o Burgos, ciudades todas que están recibiendo a un público cántabro ya demasiado desencantado con los ardores locales. No se puede seguir sosteniendo que la identidad del Festival sea “la calidad” (ese es un mínimo exigible, no un objetivo per se) o “la excepcionalidad” (sobre todo cuando se habla desde la repetición de propuestas y artistas o desde la presentación de lo que es normal a lo largo del año en tantos programas).

3. ACCESIBILIDAD. De entre las críticas que han sido frecuentes en los últimos años, una ha sido la de los precios imposibles de las entradas. El Festival ha tenido una financiación esencialmente pública, y por tanto sus precios deben ser sí o sí precios públicos. Es impresentable que las instituciones de todos financien un chiringuito vip para la exhibición de vanidades políticas, económicas y variopintas. Basta echar un vistazo a programas similares a los del FIS en estos años atrás para que resulte evidente que idénticos programas con idénticos artistas suponían en otros foros entradas un 40-50% más baratas que en Santander. Sin contar descuentos específicos para determinados grupos. Una parte de la relación sentimental entre Santander y su Festival se basaba en la capacidad de atracción de la música, la danza y el teatro hacia públicos que mostraban curiosidad o fascinación y que descubrían un particular universo. Una función en cierto modo iniciática que se ha perdido, en buena medida por, me repito, unas entradas a precios escandalosos.

4. MARCO TERRITORIAL. Uno de los puntos de consideración obligatoria en cualquier estrategia moderna de gestión cultural es la relación entre la institución/programación y el territorio en el que se desarrolla y, en este caso, del que depende. Resulta necesario abrir un diálogo fructífero entre el Festival y la sociedad santanderina y cántabra, y en especial un diálogo entre el Festival y los artistas de Cantabria. Que se perciba la mayor propuesta musical y escénica de nuestra región como un espacio ausente, como una oportunidad imposible para los intérpretes y creadores cántabros es, sin duda, una fuerte pérdida. Desde la excelencia, pero también desde el riesgo, el Festival tiene que abrir espacios de crecimiento y proyección, tiene que ser también oportunidad. Y tiene que ser también impulso: que tras 61 años de grandilocuencia Cantabria sea hoy, por ejemplo, la única comunidad autonóma que no cuente con una formación orquestal, sea en formato grande, sea medio, sea pequeño, sea estable sea temporal. Vale, estamos en crisis. Pero no siempre lo hemos estado. Y el Festival no ha sido capaz, no ha querido o no ha estado interesado en provocar y aportar vitalidad.

5. COMUNICACIÓN. Frente a la narración oficial del Festival, que lo propone como gran referente cultural y gran embajador de Cantabria, la realidad, la triste realidad, es que desde hace años ni la crítica, ni los medios, generales o especializados, muestran mayor interés por lo que ocurre en los agostos festivaleros santanderinos. Sumergirse en las hemerotecas es constatar un amplio silencio que desde luego contradice el discurso autocomplaciente. Encontrar la definición, la personalidad, la singularidad es, sin duda, un buen camino para una nueva carta de presentación capaz de atraer el interés. Pero no es la única tarea pendiente. Hay toda una estrategia de comunicación y de relaciones públicas abiertas por desarrollar frente al estatismo, las puertas cerradas y la conformidad con las valoraciones cada vez más escasas de los viejos amigos.




viernes, agosto 31, 2012

ECCE OCEJO


La elección era suya: podía marcharse con dignidad o podía organizar uno de esos melodramas que tanto le gustan, movilizando masas “espontáneas” que le aclamaran al tiempo que gritaban a los responsables últimos de su cesantía, movilizando opinadores pejinos o directamente interesados en los foros de Internet, revolverse panza arriba e incorporar un par de dislates a la larga suma de “nadie podrá hacer algo diferente con el Festival”, “¿Retirarme? Yo no soy torero”, “Vamos a seguir ahora que somos jóvenes”, “¿Proyecto artístico? Ser el Director del Festival durante más de la mitad de su existencia” y ese largo etcétera que nos ha hecho siempre públicas la vanidad y el descaro de ese Fraile Infinito que de pronto se tornó Finito.

Eligió, como era previsible, la segunda opción. Mostrar su rabieta, hacer patente su disgusto y tratar de frenar el golpe con las viejas mañas que hasta ahora tan buenos resultados le habían dado. Unas mañas que de nada le han servido ya porque, como reza el tradicional adagio, “Se puede engañar a unos pocos mucho tiempo; se puede engañar a muchos un poco de tiempo. Pero no se puede engañar a todos todo el tiempo”.

No queremos ser injustos. En esa historia tan larga, interminable, de degradación constante, al frente del que había sido el gran escaparate cultural de Santander hubo algunos haberes notables, sobre todo al principio. Un repunte del interés, una actualización de los contenidos, una reivindicación de compositores y obras que habían estado tradicionalmente fuera de los circuitos hispanos. Pero muy pronto la vanidad y la verdadera vocación del personaje, la de bon vivant , redujo su mirada a una larga sucesión de viajes, hoteles de lujo, privilegios y bolsas repletas. A un mundo que sin duda no le correspondía y que pronto quiso eterno, porque ¿para qué aguardar otros paraísos si lo había encontrado ya en la tierra?

Pronto se iniciaron transformaciones del Festival más que discutibles, como esa obsesión enfermiza por la ópera que acabó por descabalar todo presupuesto sensato, por rellenar la programación de veladas kitsch dedicadas a repetir y repetir hasta la saciedad coros, arias y dúos de ópera en vez de apostar por contenidos serios y por engarzar al Festival de Santander en una red de intereses y bolos muy lucrativa para tanta gente. Pronto la repetición ad nauseam de intérpretes y contenidos, rizando el rizo en la repetición de obras en años sucesivos que ha ocurrido con, por ejemplo, la Sinfonía del Nuevo Mundo de Dvorak o con la Muerte de Isolda de Wagner. Pronto la programación a rebufo de otras, la disculpa de los homenajes que en realidad nunca lo fueron. Pronto el desatino en la gestión que empujó al Festival por el negro pozo de la deuda y que, me temo, ha sido el detonante principal de un cese anunciado ya desde hace tiempo. Pronto, en fin, la cima de la irrelevancia, la desaparición de cualquier referencia a nuestro antaño gran evento artístico en los medios nacionales.

Tuvo Infinito-Finito una oportunidad de oro para terminar. Con el pabellón a media asta pero con cierta imagen positiva entre políticos y ciudadanía en general, a pesar de que en los círculos de aficionados ya el nombre resultaba banal y molesto. Fue cuando cumplió 25 años al frente de la casa, una cifra redonda en un año redondo. Pero no supo renunciar a la gran vida, continuó prisionero de la importancia que se otorgaba a sí mismo y prefirió empujar al Festival Internacional de Santander hacia el abismo.

No a todos todo el tiempo. Llegó el momento de que alguno de los responsables políticos, esos que durante años miraron hacia otro lado y consintieron porque ¿de cuándo acá les ha interesado la cultura, de cuándo acá se han preocupado por la música, la danza, el teatro?, se hiciera eco no solo del malestar que era ya clamor, sino de la más que ineficaz gestión de los recursos públicos y la incapacidad absoluta para obtener réditos artísticos o siquiera turísticos. Y ese alguien entiendo que fue el Alcalde de Santander, Íñigo de la Serna, por más que los foros se hayan cebado con el Opus y con Serna.

En el Año del Señor de 2012, Fray Infinito se nos volvió Finito y se nos dedicó a viajar de medio en medio y de calle en calle con expresión tan doliente como impostada, a la manera del Ecce Homo de Borja recién “restaurado”. Se abren ahora, pues, tantos interrogantes como esperanzas, tantas dudas como posibilidades. El sueño, en suma, de que el Festival Internacional de Santander pueda, con más o con menos recursos, pero con ilusión, con nervio, con mirada al futuro, ser por fin un programa digno, ambicioso, grande.
En cuanto al personaje, como cuentan que dijo un sacerdote veneciano al enterarse de que el que fue Juan XXIII dejaba el Patriarcado de Venecia para ocupar la silla de San Pedro … “Tanto bien lleve como paz deja”.



lunes, agosto 20, 2012

76 AÑOS


Imaginad que escribo en Twitter que durante un telediario en la pública han afirmado que "Julio César fue asesinado por unos mercenarios escitas". Imagino que las respuestas podrían clasificarse en a/Carcajadas, b/Protestas de ignorancia de medios y periodistas y c/Reenvío compulsivo de tamaño absurdo.

Ah, sí, pero ... ¿y si escribo que en un telediario de la pública han afirmado que "Federico García Lorca fue asesinado por un grupo de soldados"? No voy a encontrarme risas, eso por descontado. Nadie va a hablar de ignorancias, puede que unos pocos sí de manipulación. Algunos reenvíos, es probable que bastantes. Pero lo que sí me encontraré de seguro, como con cualquier otra referencia a la II República, la Guerra Civil y la represión franquista, es alguna reprimenda, áspera, cariñosa o mediopensionista, con la que me echarán en cara vivir anclado al pasado, no pensar en el presente y menos en el futuro, y puede que me recuerden que todos eran iguales, y todos somos iguales, y todos seremos iguales.

Se han cumplido los 76 años de un asesinato vil, como todo asesinato. Un asesinato que tenemos especialmente presente por la categoría literaria y artística de la víctima, pero también porque es un símbolo perfecto del absurdo de la violencia, de cómo la mentalidad totalitaria actúa ciega a cualquier mirada humanitaria o racional, y se alimenta de odios atávicos y de prejuicios inscritos en las testas más duras y los corazones más agrios por años y años de palabras, violencias institucionalizadas, crueldad social.

Habrá quien diga que en la Guerra hubo muertos en los dos lados, que es lo que pasa en una guerra. Pero se enfadarán si les recuerdas que sí, que claro, pero que unos protagonizaron la asonantada y otros no. Se enfadarán más si les preguntas exactamente cuál fue la participación de Lorca en la Guerra, si Granada cayó en manos de los golpistas desde el primer momento, y si Lorca era una persona más bien ajena a los devenires políticos.

Habrá quien diga, "joder, Regino, tú siempre con lo mismo" cuando comentes el terrible "tiro en el culo, por maricón". Como si ya no hubiera agresiones a gays, lesbianas y transexuales, como si ya no hubiera exclusión social, ni acoso, ni insultos. Ni muertos. Ni tribunales capaces de absolver a un criminal porque es lógico temer que un gay te vaya a violar y más lógico coserles a puñaladas aunque estén ya muertos, hasta regar de sangre el suelo.

Habrá quien, como el Telediario, diga que fueron unos soldados. Para seguir alimentando el actual modelo revisionista sobre la Guerra Civil que se propone desde los sectores más rancios, para justificar y ocultar sus propias vergüenzas, y así convertir a Lorca en víctima de una conflagración bélica y no de odios, envidias, recelos, prejuicios y venenos de quienes decidieron destruir la convivencia, abrir una dolorosa fractura que seguiremos sin curar si nos empeñamos en esconder los hechos. Y se enfadarán cuando les cites los nombres de los delatores, los cooperadores necesarios, los ejecutores, que documento tras documento y prueba tras prueba han ido quedando claros a pesar de las dificultades, a pesar de que parece que tanta gente preferiría que nunca salieran a la luz, que no se esclareciera nunca la insidia. Nombres que no pertenecían a soldados, sino a señoritos, políticos de la Falange y de la Derecha más conservadora, y a sus sicarios y mamporreros.

76 años después, Federico García Lorca continúa siendo el rostro, uno de los rostros, de la vergüenza. Una referencia incómoda que sería mejor acallar y relegar a la historia de la literatura donde, piensan, nadie va a ir a buscarle y donde, piensan, basta con sus textos y su talento, no hace falta hablar de biografías. 76 años después, Federico García Lorca continúa podrido en una cuneta o en una barranca. 76 años después en España, la tantas veces madrastra, criminal, sanguinaria España, muchas personas prefieren disparar contra el poeta una ráfaga de silencio que le entierre para siempre donde habite el olvido.


miércoles, agosto 15, 2012

EL PROBLEMA NO ES EL OPUS



Tras muchos años en los que la llamada Doctrina Trillo mantuvo al Tribunal Constitucional Español bajo un auténtico asedio terrorista, hace unos meses el Senado primero y el Congreso de los Diputados después fueron capaces por fin de alcanzar un acuerdo de mayoría suficiente para renovar los cuatro y cuatro magistrados constitucionales cuyo nombramiento corresponde a cada una de las cámaras parlamentarias.

Este largo e indecente proceso de regulación ha incorporado algunas novedades particularmente repugnantes a la ya de por si más bien fétida praxis política española. La primera de ellas, que conforme a las reglas del juego actualmente vigentes, uno de los partidos mayoritarios puede jugar a ser el gamberro del patio, romper toda posibilidad de acuerdo y tratar de imponer condiciones leoninas de tal manera que o se admiten sus faroles o todo el entramado institucional corre peligro. Eso ocurrió cuando el Partido Popular decidió proponer dos nombres especialmente problemáticos, uno de los cuales además no cumplía siquiera los requisitos legales para ser magistrado constitucional. De seguro, con un nombre duro sobre la mesa y otro más neutro, más de consenso, se hubiera llegado al acuerdo. Pero la jugada diseñada por ese capitoste de la moral macarra que es Federico Trillo consistía precisamente en provocar el enfado del resto de participantes en el proceso para impedir que el Tribunal Constitucional se renovara en tiempo y esperar a unas elecciones en las que la composición de las cámaras resultara más favorable para sus intereses y les fuera posible convertir al vigía de la Constitución en una suerte de tercera cámara muy conservadora y muy debida a sus patrones genoveses. De entrada, la jugada fue parcialmente exitosa, ya que hoy el TC cuenta con un nombre más de los que hubiera correspondido a propuesta del PP.

Una segunda novedad. Por primera vez entra en el Tribunal Constitucional (y ya hablaremos del Defensor del Pueblo) un político profesional, un miembro de esa casta que se perpetúa en las mieles del poder y que salta de asiento en asiento, de responsabilidad en responsabilidad, sin cesar nunca en el ejercicio del privilegio y tantas veces (no es por cierto el caso de Andrés Ollero) sin que se les conozca actividad o mérito profesional alguno. Y es que en efecto, Andrés Ollero Tassara, uno de los cuatro magistrados recientemente incorporados a la institución por decisión del Congreso, ha sido durante muchos años diputado en esa misma cámara, dentro de las filas del Grupo Popular. Primero como militante del PDP / Democracia Cristiana fundado por Óscar Alzaga, y más tarde como miembro de plena derecha, perdón, de pleno derecho, del Partido Popular.

Uno, que perdió hace ya mucho tiempo la inocencia y que sabe perfectamente quiénes son los Reyes Magos (Melchor, Gaspar y Baltasar, si no recuerdo mal) no va a caer a estas alturas de la película en la ingenuidad del Montesquieu que exigía al juez que actuara como boca muda de la ley. La ley tiene demasiados recovecos, demasiadas lagunas, demasiadas ambigüedades; la ley viaja por el tiempo a un ritmo mucho más lento del que la vida acostumbra. Y tal vez sea bueno que así sea. El juez es el intérprete de la ley, y el juez constitucional es el intérprete de la ley constitucional. Por otro lado,, y de nuevo vuelvo a la ausencia de ingenuidad y los conocimientos sobre magias reales, tampoco voy a imaginar un juez inmaculado, un juez criado, crecido y formado en una burbuja de pureza normativa, sin ideas, ni conceptos ni creencias propias. De hecho, me espantaría la existencia de un juez así. Los jueces todos y los jueces constitucionales lo son también con su bagaje humano, con su experiencia, su vida, su corazón, su mente.

Pero sí debemos exigir al juez en general y seguramente con mucha mayor exigencia al juez constitucional la capacidad para elaborar argumentos jurídicos, para construir sus resoluciones lo más lejos posible del prejuicio. Y en este sentido me parece muy importante que podamos confiar, por poco que sea, en que son los razonamientos técnicos y no los meramente políticos y axiológicos los que marcan la tarea del Tribunal Constitucional. De hecho, así ha venido siendo, y en general las sentencias emitidas lo han sido con una calidad técnica notable incluso en asuntos tan polémicos como el del famoso Estatut. Nos gusten más o menos los resultados. O demuestre el tiempo que fue un error y un horror la solución hallada (qué a gusto volveríamos al tiempo en el que el TC dijo que el escaño era propiedad del diputado y no del partido para suplicarles de rodillas que no abrieran el camino a tantos tránsfugas y corruptos).

Andrés Ollero, a quien por cierto conocí personalmente hace tiempo, es muchas cosas. Es un académico correcto, catedrático de Filosofía del Derecho, con publicaciones bien trabajadas a veces, cierto es, más flojas y poco objetivas cuando afectan a cuestiones relacionadas con los ámbitos morales. Es miembro del Opus Dei. Y no va a ser nuevo para nadie recordar que una de las esencias de tal organización es la de promover un estilo de vida cristiano ultraortodoxo dentro del mundo para influir y cambiar las estructuras sociales y políticas. Ollero es también una persona con una larga trayectoria política.

Y desde ese perfil, muchos medios, partidos y organizaciones de la sociedad civil piden ahora a Andrés Ollero que se abstenga (o en caso contrario sea recusado) por la influencia que puede tener en ciertas decisiones del TC su militancia opusina, al hacerse público que por herencia de las carpetas pendientes de Elisa Pérez Vera le correspondería redactar la propuesta de fallo sobre la ley del aborto, la ley de plazos, promovida desde el gobierno de Rodríguez Zapatero y aprobada con amplio consenso social y parlamentario del que quedó fuera, como de costumbre, el PP.

¿Sería igual el clamor si Ollero procediera de la judicatura y por no ser un personaje de tamaña proyección pública se ignorara su pertenencia al Opus? ¿Incapacita la pertenencia a un determinado grupo religioso para ejercer con dignidad la función jurisdiccional? No lo creo. O al menos no debería ser así. De hecho, en buena medida creo que la amplia penetración del Opus en la judicatura, la universidad o la sanidad lo es en no poca medida por haber medido con cierta prudencia los puntos de encaje de dos extremos, la fe y la responsabilidad profesional. Sin dejar de evidenciarse que en algunos de los temas más comprometidos de la agenda social y política contemporánea se suele perder esa capacidad para integrar ambas dimensiones. En todo caso, creo que se puede ser ultraconservador, hasta ultrarreligioso, y ser un magistrado responsable en el Tribunal Constitucional y una aportación positiva a debates y sentencias. Porque en una sociedad plural en la que el diálogo es, debiera ser, el instrumento esencial de convivencia también legal e institucional, no es malo que el TC sea un organismo plural y permita que se escuchen voces diversas.

A mí me preocupa mucho más su historial político. Creo que quien ha sido durante tantos años parte del incendio difícilmente puede formar parte de las brigadas de bomberos, que quien ha sido integrante activo del ruido y de la crispación, del sectarismo y de la edificación de los cimientos de esa casta aberrante que nos gobierna, desde la implicación permanente en la disputa social y política escuchando solo los propios argumentos, sordo siempre para las razones de los otros, no es capaz, no va a ser capaz, de mudar la piel y transformarse en un árbitro razonablemente técnico, razonablemente objetivo. De hecho, por sus palabras a la prensa en estos días, ni siquiera parece ser consciente de su dificultad para razonar de manera transparente y técnica, lo que por ejemplo le diferencia de otro ultraconservador e integrista religioso, Hernando, ingresado en el turno del Senado, procedente de la judicatura, que sin embargo motu proprio se ha abstenido en el recurso del Partido Popular contra el matrimonio igualitario, por ser consciente de que es un caso que ya prejuzgó cuando promovió el informe no solicitado del CGPJ sobre la reforma del Código Civil. Tal vez salve a Hernando su condición de juez y su entendimiento de que hay caso en los que un juez debe abstenerse para no enturbiar ni cuestionar el procedimiento y la resolución. Por todo ello, eso no dejo de sentirme estupefacto ante la petición del PSOE de que Ollero se abstenga. Porque Ollero, a mi modo de ver, nunca debería haber accedido al Tribunal Constitucional, ni para juzgar el aborto, ni para juzgar el matrimonio entre personas del mismo sexo, ni para caso alguno cualquiera. No tanto, voy a insistir, por sus creencias religiosas por ultramontanas y manipuladoras que sean, como por su militancia política sistemática durante muchos, muchos años.

El Tribunal Constitucional, el Defensor del Pueblo, y cualquiera otra de las instituciones que velan o deberían velar por el cumplimiento de la legalidad, que protegen a los ciudadanos frente a las desviaciones del poder, que ejercen una labor de control, de arbitraje, de corrección, no deberían, NO deberían, caer en manos del turno de colocación de los gerifaltes de los partidos, de los viejos elefantes que se le han ido cayendo a la casta a las orillas del camino. 

Claro que es un problema, y va a seguir siéndolo, que Andrés Ollero forme parte del Constitucional. Pero el problema no es, al menos no solo, su pertenencia al Opus Dei. Hay fallas mucho más graves, mucho más grandes, mucho más peligrosas.

domingo, agosto 05, 2012

¿DEBE SER EL DOLOR OBLIGATORIO?


Nada tiene que ver la crisis con muchas de las decisiones que el gobierno del Partido Popular está adoptando. Con muchas decisiones que vienen a alterar el estado de las cosas desde una perspectiva claramente ideológica, extremista, contraria a las propias declaraciones y programas con los que los conservadores obtuvieron el respaldo mayoritario en las últimas convocatorias electorales. De hecho, algunas de ellas no gustan siquiera a sus votantes. 

De entre ellas, el estupor y el enfado ante una concreta me hacen regresar a este blog al que tanto quiero, tanto debo y que sin embargo tan abandonado tengo: la reforma que el ministro Gallardón propone para la regulación de la interrupción del embarazo. En especial, aquel extremo en el que se prohibirá la praxis del aborto en el caso de malformaciones graves en el feto, tal como estaba previsto en la primera de las regulaciones, en el tan lejano 1985, y que por cierto pasó sin demasiados problemas la prueba de la constitucionalidad. 

Significa esta decisión, primero, un regreso a la consideración de la mujer como ser parcialmente incapacitado, alguien que no tiene altura intelectual ni moral para adoptar sus propias decisiones sobre su propìa vida y a la que hay que controlar desde la superioridad perifrástica del gobierno. Porque en el fondo, eso es lo que supone la anulación de una ley de plazos: volver a arrebatar la interrupción voluntaria del embarazo del centro de decisión que lealmente le corresponde, la mujer que habrá de soportar la preñez, el parto y en buena medida todavía hoy la mayor parte del peso de la crianza. A cambio, el regreso a la casuística, esta vez con cuentagotas. 

Tengo para mí que la razón última de esta deriva de Gallardón responde a dos factores. El primer de ello, ese conservadurismo tradicionalista del que muchos estábamos seguros pero que él, ciertos medios, y una gran campaña de mercadotecnia política, se habían encargado de nublar. El segundo, más importante, la condición de ambicioso arribista de don Alberto, que a la vista de los malos tiempos que corren para la popularidad de Mariano Rajoy, la indefinición acerca del futuro de país y gobierno, y la pérdida de espacio de su gran oponente, la condesa consorte de Murillo, ha decidio congraciarse con los sectores más carpetovetónicos y ultramontanos de la derecha hispánica, precisamente aquellos que había perdido por jugar a la equidistancia y a la modernidad y que ahora ensalzan las virtudes de Alberto el Justiciero. 

Son muchas las reflexiones, cartas y documentos que he leído estos días. En su mayor parte hablando de la experiencia terrible que familias y niños sufren cuando se hacen presentes tantas enfermedades crueles e irreversibles. Cartas en las que no se niega el profundo amor al hijo, pero que siempre se tiñen de una tristeza profunda, densa, cortante, la provocada por años de lucha sin esperanza, la de horas de lágrimas y de impotencia junto al doliente. Y es que, como bien decía en una espléndida mirada ética el jesuita Juan Masiá en El País, al hablar de malformaciones en el feto son muchas y muy diferentes las situaciones, algunas que hoy consideraríamos de gravedad menor, que permitirían cierta autonomía, cierta normalidad, a sus afectados (lo que por cierto no impediría el esfuerzo, la implicación, el exceso que se exigiría a las familias). Pero otras en las que el niño nacería no ya con una condena a muerte temprana e irreversible, sino sobre todo en las que nacería sólo para sufrir. Enfermedades degenerativas, enfermedades neurológicas, enfermedades que suponen fortísimos dolores que un niño de corta edad apenas podrá soportar, frustraciones sociales, inmovilidad, incapacidad para llevar una vida de calidad mínima. Niños que de llegar a la juventud estarían condenados a vivir recluidos, a desconocer el amor. Seres para el dolor. Un dolor contagioso para familias que dejarían de vivir, dejarían de encontrar otro estímulo en el mundo diferente del cuidado, querido o no, del enfermo extremo. ¿Van a resistir esa prueba todas las parejas? ¿podrán con tal responsabilidad todas las madres? ¿cuántos hijos odiarán a sus padres, les echarán en cara el haber abandonado al resto de la progenie? Nadie habla del aborto con frivolidad. Claro que la interrupción del embarazo es fruto será siempre dolorosa. Pero podría, tendría que ser una decisión propia, un dolor elegido. Y de aquí el título de este regreso al blog. ¿Puede el dolor ser obligatorio?¿Quién se cree Gallardón para imponer a miles de personas un sufrimiento extremo e inhumano? ¿Quién va a llorar cada noche junto a la cuna, quién va a quemar sus días junto al enfermo obligado a pasar operación tras operación, a atravesar tratamientos constantes, a soportar los mordiscos de los más crueles dolores en su cuerpo?¿Quién va a pagar todos esos gastos, ahora que el gobierno del que forma parte el propio Gallardón retira prestaciones educativas, sanitarias, sociales? Sobre todo, ¿quién va a sentir cada día la noche en el alma, el grito interior o exterior de que sería mejor no haber nacido? 

Sí. Es cierto. Hay quienes piensan que se puede infligir dolor a otros, quien cree que puede provocarlo de manera activa o pasiva, quien permanece ciego ante el sufrimiento. Hay pervertidos, hay asesinos psicópatas, hay psicópatas sociales. Y me temo que hay una tercera razón para que Gallardón decida obligar a miles de personas a retorcerse de dolor mientras sus familias se retuercen de impotencia. Es un sádico psicópata. No encuentro otra explicación.
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