EN DEFENSA DE LAS FAMILIAS
Ya he recibido un par de broncas amigas por el retraso en publicar una nueva entrada en este blog. Como disculpa, exceso de cosas en la cabeza y fuera de ella. Y una saturación de información externa que me hace difícil centrarme en un tema sobre el que escribir. Pero allá vamos.
Algunas veces el Santander posible se nos hace real y luminoso. No sólo porque cuando los vientos llegan desde el Norte los cielos helados de la noche se cubren de estrellas y los mediodías se llenan de sol y de alegría. Sino porque nuestra ciudad se llena de gente, de valores y de futuro.
Eso fue lo que sentí durante el fin de semana pasado cuando la Asociación de Gays y Lesbianas de Cantabria (ALEGA) y la Federación Estatal de Asociaciones de Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transexuales (FELGT) posibilitaron la celebración en Santander del I Encuentro Estatal de Familias Homoparentales. Y en los locales de la Escuela Oficial de Tiempo Libre Carlos Gárcía de Guadiana, en pleno Parque de Mataleñas, vivimos un tiempo de diversidad, donde padres y madres con hijos gays, parejas de mujeres o de hombres con su prole procedente de adopción, fecundación asistida o "familia tradicional" después disuelta, o personas solas con hijo adoptado (todo un crisol de vidas y experiencias) pudieron hablar, plantear sus miedos y esperanzas, sus dificultades y su profunda ternura.
El flamante nuevo obispo diocesano no estuvo (ni se le esperaba), pero sí hicieron acto de presencia numerosas organizaciones sociales y políticas, así como los responsables de juventud y familia de diferentes organismos públicos. Pero lo importante fue compartir tres días, tres días especiales, con un centenar de nuevos rostros y nombres que fueron cobrando vida.
Son sólo ejemplos, pero allá estaba Esther, quien reivindica como madre de hijo gay que las familias "de toda la vida" pidan de una vez perdón por haber construido una sociedad en la que muchos no cabíamos. Y de haber provocado, aunque fuera de forma inocente e inconsciente tanto dolor. Y estaban José y Caty, contando cómo su hijo, adolescente gay, sufrío acoso en su centro de enseñanza hasta que todos juntos fueron capaces de afrontar la situación hasta llegar el ahora, el momento en el que están orgullosos de Alex y del valor con el que ha sabido afrontar su realidad de sólo 16 años. Y María y Marisol, con sus preciosas gemelas y Jordi, proclamando que si el Tribunal Constitucional se atreve a echar para atrás la nueva y esperanzadora legislación española, se encontrará con las calles llenas de tigres y leonas en defensa de sus familias, de sus hijas e hijos. Y Muriel que contó, en presencia de Eva y Amparo, sus madres, lo que ha sido crecer en una familia homoparental cuando todavía se habitaba un limbo legal. Y Estuvo Daniel, ese niño mágico y gaditano que no quitó nunca la sonrisa de la boca mientras a sus dos papás se les caía la baba. Y Aitor, el crío rubito que volvió loco al grupo de monitores que se encargaron de la recría. Y los Arrancacorazones y Garma, que pusieron música y cariño a unos encuentros en los que mucha gente acabó llorando. Y toda la gente de ALEGA, entregada y llena de ilusión y con ganas de más.
Pero no fue sólo el paisaje humano. Se trabajó mucho, se analizaron las causas de la homofobia social y cómo esa homofobia provocaba miedo en nosotros y nuestras familias. De cómo la familia debe ser un espacio seguro y libre, en el que cada persona encuentre sus pautas de dignidad y desarrollo. De las particularidades sanitarias o educativas que afectan a las familias homoparentales y la necesidad de que la sociedad española asuma de una vez que hoy la llamada familia tradicional es ya minoría y que urge en libros, cuentos, textos, cine, dar nueva forma a una institución llena de futuro.
Y compartiendo fechas, un álamo lleno de hojas rojas en Mazcuerras, proclamando definitiva la llegada del otoño. Y la voz de Leo, cada día un poco más cercana y más tierna. Y mis chicas de Selaya y Villanueva leyendo como locas y disfrutando con cada página. Y Baremboim y Jacqueline Du Pré abrasando de pasión las sonatas para cello y piano de Beethoven en una vieja grabación recién descubierta.
Y más allá ... tantas voces desafinadas perdidas en estúpidas querellas de bufones y llenando de ruido tanto sueño sin ser capaces de entender las cosas que de verdad importan. Ese ruido que fue llenando la semana y que me obligó a darme cuenta de que al marcharse Amparo y Marisol y Ester y Joseba y Carlos había regresado a Santander el frío.
Post Data: Ann Bottle no estuvo en el encuentro pero nos envió un mix de apoyo