viernes, diciembre 07, 2012

VIEJA


“En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada” (Luis de Góngora)

Qué difícil mirar a Glenda sin sentir pudor ante su fragilidad. A ella, a Glenda, que jamás ha estado enferma, que nunca mostró el menor síntoma, la menor dolencia, que caminaba siempre segura, firme, alerta, feliz, que derrochaba alegría y que de repente ha sido derrotada por el peso de la edad.

Glenda, robándome un jersey por la noche y echándose a dormir encima para conservar el olor de quien ya había elegido como compañero de vida la noche que llegó a casa. Glenda, increíblemente diminuta jugando con un gran dado amarillo que no cabía entonces en su boca. Glenda, una cachorrona loca buscando perros y niños con los que jugar hasta el agotamiento. Glenda, descubriendo asombrada la existencia de unos seres más bien antipáticos llamados “gatas”. Glenda, pinchando balones como portera de fútbol, lamiendo rostros infantiles, encontrando pelotas de tenis bajo los coches. Glenda, saltando una y otra vez las verjas de la bolera en una exhibición de potencia y de vitalidad. Glenda, devenida en poeta de pronto y olisqueando atónita el vuelo de una mariposa. Galopando en la playa, señora de las olas. Mirando los fuegos artificiales por la ventana. Cuidando a Leo, echando de menos a Leo. Panza arriba en busca de cosquillas. Glenda intentando controlar los desmanes de su niña Gin. Glenda.

Cómo no le iba a resultar duro a un corazón tan grande trabajar tanto tiempo con tanta intensidad, cómo no iba a pasarle factura tanta vida.

Fue de repente, en octubre, apenas mes y medio, cuando Glenda se volvió vieja. Tras un verano de sol y ligereza, empezaron las patas a moverse torpes imprecisas, empezó su respiración a ser jadeo. La artrosis muerde sus vértebras, un pequeño velo de cataratas nubla su mirada, y su ritmo es lento, como de zarabanda triste cuando se tumba en plena calle para recuperar las fuerzas o contempla esas escaleras y cuestas que se le han vuelto terribles enemigas. Y eso a pesar de que se resiste a la ayuda, de que no le gusta que la tome en brazos para subir hasta la puerta de casa.

Está a la puerta cuando voy a salir, porque no quiere renunciar a sus paseos. Espera un grito de ánimo, un absurdo “vamos, chiquitina” para encontrar en su debilidad un poso de energía. Soporta con estoicismo los mimos locos de Gin, que la espera coleando, que le lame los hocicos y la nariz intentando insuflarle sus ganas. Olisquea y mordisquea inapetente la comida hasta que por fin me ablanda y acabo buscando una golosina, un poco de carne, algo que le apetezca para comer aun con desgana. Se me tumba al lado cuando estoy al ordenador, cuando leo, cuando duermo, como estirando las horas que nos quedan juntos, preocupada por lo que le pasara mañana a ese insensato que fue el objeto de su guarda y sus cuidados durante tantos años.

Y es que creo que sabe que se está yendo, con esa dignidad con la que nos dejan los animales: obedientes a los dictados de su propio cuerpo y con sus almas siempre limpias. Lenta, llena de paz, Glenda, que siempre ha sido, que es, una estrella, un don, una perra buena.

http://www.youtube.com/watch?v=7utC-Gg3bm4

lunes, diciembre 03, 2012

ANTISISTEMAS EN EL GOBIERNO

¿Liberales? Resulta difícil descubrir en este momento rastro alguno de Liberalismo en el gobierno ultramontano que más bien no-capitanea en estos momentos la nave España pero que aprovecha las tormentas financieras internacionales y la sed de venganza contra todos los avances sociales y cívicos de legislaturas anteriores para implantar ese credo ultraconservador que apenas habían podido disimular pero que les crece como colmillo vampírico cuando tocan poder.

Del Liberalismo, que en sus orígenes fue una apuesta por el progreso social, una lucha contra la arbitrariedad del poder bien asentada sobre la idea de la división de poderes, de los mecanismos de control y de la generación de espacios de inmunidad y defensa del espacio individual, poco o nada encontramos (ya ni siquiera ese anarco-liberalismo de las escuelas económicas más radicales que tanto gustan, dicen, a la Condesa Consorte de Murillo) en la realidad de un gobierno empeñado en destruir a través de la perversión institucional el sistema del Estado Social y Democrático de Derecho consagrado en la ya tan depauperada Constitución Española de 1978, que llegará esta semana a su trigésimo cuarto aniversario apoyada en un tacataca de incierta solidez.

De ninguna manera se puede considerar liberal a un gobierno que desprecia al Parlamento y sus funciones constitucionales, que gobierna a golpe de decreto a sabiendas de que una holgada mayoría absoluta convierte a Congreso y Senado en meros comparsas del Ejecutivo. A un gobierno que promueve hacia altas magistraturas del estado, precisamente a las que en el entramado constitucional deberían realizar la labor de control de desafueros y desviaciones de poder, a miembros señeros del clan, de independencia ya no discutible sino evidentemente nula, como a Soledad Becerril, Marquesa de Salvatierra (les pierde la titulitis, ya ven), elevada a la distinción de Defensora del Pueblo, aunque parece que no acaba de entender ni cuáles son sus atribuciones ni quién debe ser el centro de sus desvelos. Como a Andrés Ollero, quien difícilmente podrá aportar una visión jurídica neutral o al menos equilibrada, siquiera en apariencia, tras años como diputado del PP (y sin entrar en otras dependencias).

Me preocupan mucho más, si cabe, las agresiones contra las esferas de la privacidad, como la planteada reforma de la legislación sobre interrupción del embarazo que quiebra incluso el viejo consenso de mínimos plasmado en la vieja ley, al impedir a las mujeres víctimas de violación ejercer su derecho a una maternidad libre y querida. Y todavía más las reformas encaminadas a impedir la propia defensa, la vieja idea de la inmunidad personal, de los ciudadanos. ¿Liberales quienes convierten en delito grabar, fotografiar o registrar por cualquier medio las agresiones y excesos de las fuerzas de orden público? Se avala así no solo la arbitrariedad sino la impunidad y la brutalidad. ¿Liberales quienes introducen toda una serie de trabas y muros, económicos por supuesto, para acceder a la administración de justicia? De nuevo una agresión sectaria (y clasista) contra quienes menos pueden y menos tienen que convierte en imposible el sistema de garantías establecido en nuestra legislación y avalado por la opción del recurso a instancias más altas del Poder Judicial. O esa cadena perpetua revisable que sin justificación alguna más allá de la propia hipocresía de quienes indultan a los ricos para cebarse en los pobres en un sistema penal qu

Las disculpas son muchas, a cuál más kafkiana. Sí, cada vez tiene uno más la sensación de encontrarse prisionero en El proceso o en El castillo. Desde el racarraca de la herencia recibida a las posibilidades sobrepasadas o las penurias económicas. Pero ni bastan ni convencen para ocultar la cruda realidad, la de que el Partido Popular pre-totalitario de Mariano I desde la desfachatez y la demagogia ha decidido tomarnos a los españoles como rehenes y destruir desde la amenaza, el miedo, la demagogia, la mentira y la inestabilidad un sistema lleno de defectos, sí, pero cargado también de virtudes, que llegó con la Constitución y que hasta ahora había encontrado caminos para seguir adelante.

Y es que ya lo decía Machado, Hay que ver, don Manuel, cómo son los liberales.

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