"El blog anteriormente conocido como Un Santander Posible y como Desde una habitación desordenada"
lunes, marzo 19, 2007
viernes, marzo 16, 2007
Mientras algunas cabezas preclaras continúan de pancarta en pancarta como si de artistas en busca del bolo veraniego se tratara, otras muchas se preocupan por transformar la sociedad española y hacerla más habitable. O como dijo el Presidente Rodríguez Zapatero, con ocasión hace dos años de la reforma del Código Civil en materia de matrimonio, "más decente".
El Congreso de los Diputados ha aprobado ayer, como siempre sin el apoyo de un partido que cada vez parece más volcado en la bronca y menos en la ciudadanía, una Ley de Igualdad que no deja de ser polémica y, por qué no, cuetionable. Pero que también es necesaria y viene a ser instrumento de ayuda, de educación, de transformación, de camino hacia un futuro, ojalá bien cercano, en el que acabemos olvidándola por innecesaria y obsoleta.
Venimos de una cultura patriarcal y heterocentrista en la que el papel de la mujer ha sido siempre lateral, ancilar, secundario. Pero también en una cultura que poco a poco y con considerable esfuerzo se ha ido abriendo y en la que la mujer ha ido conquistando un espacio que por dignidad y derecho le corresponde.
Cuando se habla de medidas en las que la mujer se promociona, incluso a través de medios correctivos, siempre se escuchan, también entre las propias mujeres, ideas como las de "no tienen que estar ahí si no lo merecen", "no quiero ser una cuota", "la libertad debe permitir al empresario bla bla bla". Pero se obvia las dificultades que tantas mujeres encuentran para conciliar su trabajo y su vida, para compartir tareas con sus compañeros. Se elude la mayor tasa de desempleo entre las mujeres, se mira hacia otro lado cuando se evidencia que sus salarios son inferiores a pesar de ser iguales las tareas, se callan las causas del llamado techo de cristal, se tuerce el gesto cuando se conoce la práctica de tantas empresas (también en Cantabria) de despedir a las mujeres embarazadas o incluso se justifica. Y un largo etcétera.
Las mujeres empujan con fuerza. Y como afirmé hace unos días en el Foro de Feminismo organizado por la Dirección General de la Mujer del Gobierno de Cantabria (pequeño paréntesis, al parecer a algunas de las asistentes les molestó que intervinieran en el coloquio dos hombres, pero eso también es igualdad), los hombres deben, debemos aprender a pensarnos, aprender a destruir los estereotipos machistas que también dificultan la vida a nuestros hijos y los hacen deudores de una tradición y de unas conductas impuestas. Los hombres debemos aprender a reconstruir lejos de esos tópicos asfixiantes nuestra propia identidad y a luchar por nuestro espacio en una sociedad en la que ellas, vosotras, os imponéis con vigor, con compromiso, con esperanza, con ganas, con esfuerzo.
Ese es el reto de la igualdad. Creemos imágenes positivas, aprendamos que todas las personas que tenemos alrededor, todas esas buenas gentes que nos han dado el aliento de la vida, que han compartido escuela, trabajo, vida, amistad, amor tienen igual dignidad, iguales derechos. Llenémonos de oportunidades y aprendamos a elegir nuestro camino sin entorpecer ni anular los suyos. Aprendamos en compañía. Seamos más. Seamos más iguales.
¡Enhorabuena, chicas!¡Enhorabuena, chicos! Hoy hay un poco más de luz sobre nuestras cabezas.
(ufffff, cómo cuesta usar lenguaje no sexista y además evitar el no muy literario todos y todas, jejeje, pero creo que lo he conseguido)
lunes, marzo 12, 2007
Leo en el DM los datos sobre la evolución de la población en Cantabria durante el último año y pienso. Pienso que muchas zonas de Cantabria están perdiendo a un ritmo bajo pero constante población y que nuestros bellos valles interiores van camino del desierto, y eso a pesar de los diferentes programas de desarrollo rural o de la mejora de las comunicaciones. La población se vuelca hacia la costa, hacia una franja costera con muchas más oportunidades laborales y sociales, hacia una franja costera que va camino de configurarse como un gran frente metropolitano al borde del mar, con pequeños parques temáticos olvidados aquí y allá por Madre Naturaleza y salvados in extremis de la especulación (¿A que a ninguna de las personas que leen este blog le ha extrañado el brutal ascenso en el escalafón internacional de millonarios de los mafiosos españoles del ladrillo?).
Pero pienso otras cosas, y una de ellas me llama bastante la atención. Centrado el DM en averiguar por qué Ruente tiene dos habitantes menos (aunque crece de censo a censo) pasa de puntillas por un dato alarmante: Entre 2005 y 2006 nuestro Santander pierde más de 1000 almas. Se me ocurre contrastar los datos sobre Santander y sobre Cantabria con el censo electoral de 2003 y me encuentro con una Cantabria que ha aumentado población en unas 23000 personas con una capital que en 4 años ha perdido alrededor de 5000. Y sigo pensando.
Llevamos años de ayuntamientos democráticos (o así) y en nuestro Santander posible siempre ha gobernado la misma esquina del espectro político, con un nombre o con otro en las siglas, repitiendo hasta la saciedad los de las personas y, que aquí nos conocemos todos, los mismos clanes en la sombra. Los mismos. Así que supongo que a pesar de que como cada cuatro años nos quieren convencer de que regresan, y regresan cargados de proyectos nuevos y maravillosos para la ciudad, habrá que pensar que alguna responsabilidad tendrán en la ciudad que pierde población y en las causas de ese goteo.
Sería interesante saber por qué Santander se nos está volviendo una ciudad antipática o apática para vivir, por qué somos cada día unos poquitos menos (en un cálculo rapidillo por aproximación, los datos de 5000 ex-santanderinos en cuatro años vienen a dar cuatro por día). Y se me ocurren algunas razones, que seguramente podréis ampliar, analizar o criticar.
En primer lugar, un patente envejecimiento de la población (en relación con lo que escribo después) que nos va llevando a esa idea que ya se impone y se hace lugar común en los análisis sobre la realidad santanderina: la ciudad-balneario.
Un precio de la vivienda desaforado. Es un mal común a casi todo el país, pero que en Santander tengamos zonas situadas entre los metros cuadrados más caros del país, cuando la renta anda más bien de capa caída y nuestros índices salariales o nuestras espectativas de desarrollo profesional no están entre los mejores, no deja de resultar paradójico.
Creo sinceramente que nunca hemos planteado el Santander-para-vivir y siempre nos hemos preocupado del Santander-para-pasear. Nuestros barrios no cuentan con centros vecinales, alternativas de ocio, centros culturales. Toda la actividad se centra en el centro (redundante verdad) pero en un centro que cierra los fines de semana (pasear Santander un domingo puede resultar desolador). Hasta hace un par de años éramos la capital de provincia con menos espacio infantil de España, y algo hemos mejorado pero no sé cómo andaremos ahora. Continuamos llenos de barreras arquitectónicas (si nuestra población envejece tanto ¿cuándo vamos a solucionar ese problema?). Y podría seguir, pero siempre criticáis que mis entradas son demasiado largas así que vamos a dejar algo para el debate y la comunicación.
Un Santander que cada vez envía más población a los municipios del llamado arco de la Bahía y zonas costeras cercanas (todos crecen menos Santander y Penagos) es un Santander condenado a envejecer y convertirse no tanto en ciudad-dormitorio como en ciudad-de-paseo.
Luchemos por un Santander-para-vivir. Por un Santander lleno de espacios ciudadanos, de niños y de sonrisas, de jóvenes y alegría, de adultos participativos y solidarios, de mayores abiertos y cada día más sabios. Un Santander posible, claro.
domingo, marzo 11, 2007
Recuerdo algunas cosas. Que me enteré tarde, porque no soporto despertar con las noticias y prefiero poner música. Que Santander era una ciudad poblada por personas que íbamos y veníamos desconcertadas y en silencio. Que me encontré con un amigo por el Paseo de Pereda y no dijimos nada y nos abrazamos llorando. Que me volví loco intentando hablar con Clavel, con Quique, con Zalín, con Beatriz, con ... un montón de amigos y familiares de Madrid, pero los teléfonos no funcionaban. Recuerdo que al día siguiente todo Santander estaba en la calle a pesar del diluvio que arreciaba, que era imposible avanzar, que el silencio y el dolor se podían tocar con las manos, que unos metros por delante iban dos chiquitos cogidos de la mano y nadie les decía nada ...
Hoy es once de marzo. Un día para recordar a tantas víctimas, para llorar por tantas vidas truncadas. Pero también para reflexionar sobre la locura que esa fecha trajo sobre nuestra España, donde una mujer insulta a la madre de una de las muertas en el vagón, sólo por ser musulmana. Y donde ciertos personajes de la política, el periodismo y la insidia continúan jugando con fuego, desprestigiando a las instituciones, asaltando la convivencia. Sólo porque el poder se les fue de las manos tres días más tarde.
Un par de meses después del atentando, recibí por e-mail una invitación para participar en un libro de poemas dedicado al recuerdo del 11-M. Construí unos pocos versos con emociones, sensaciones y fragmentos de las biografías de algunas de las personas asesinadas tal como las había ido leyendo, lágrima tras lágrima, en El País.
Hoy, que es once de marzo, quiero compartir ese poema con vosotros. Porque está celebrándose un juicio en el que muchos pensamos que se aplicará la ley, la del estado de derecho, la de una sociedad democrática, a los culpables. Pero que no servirá para que se calmen nuestras calles y nuestros medios de comunicación, porque hay miserables que viven mejor en el insulto y la mentira. Y en estos años nos han robado tanto corazón y tanta esperanza que me he estremecido cuando he cogido 11-M, Poemas contra el olvido para copiaros aquí mi texto y he visto que los ingresos de su venta fueron a parar a la Asociación de Víctimas del Terrorismo. Que entonces no estaba manipulada por el tal Alcaraz, y se suponía que integraría también a las familias que luego han preferido constituir asociaciones específicas, como la dirigida por Pilar Manjón y su brechtiano fuego de Madre Coraje.
Aquí os va el poema
Después de marzo
Qué dífícil ser hombre.
Regresar cada día a la rutina
del tren de cercanías, el café
con la leche templada y el trabajo
para que el pan no falte.
Qué difícil la ausencia.
Conjugar el lenguaje de los verbos
caminar, estudiar, jugar al fútbol,
nacer, reír, parir, manifestarse,
besar la boca amada, acariciar
al perro por la noche, atravesar
las fronteras, viajar de nuevo a casa ...
Qué difícil la calma. Qué difíciles
ahora la esperanza, la alegría
del pájaro pequeño que renuncia
a festejar la nueva primavera.
Qué difícil labrar, codo con codo,
con millones de hermanos por las calles
de todas las ciudades que hoy se llaman
Madrid, la paz que amamos, con el gesto
sereno y la mirada transparente.
Qué difícil cantar, cuando en la boca
el sabor de la sangre nos abrasa.
En este aniversario, un abrazo lleno de paz para todos.
sábado, marzo 03, 2007
Hace una semana, Iván y Manu se pasaron por el Palacio de Soñanes de Villacarriedo para conocer las instalaciones pensando en organizar allí su boda. Al día siguiente, llamaron para concretar la fecha y condiciones y todo estupendo hasta que al ¿responsable? del departamento comercial se le ocurrió pedir los datos de los contrayentes. En ese momento, cambio de tercio: "aquí no se celebran bodas de esas". Y no será porque nuestros chicos no lo habían dejado todo claro durante su visita del domingo. Pero según explicó el director comercial, era la norma de la empresa. Hasta el punto de llegar a informar a los perplejos novios de que en los estatutos constituyentes de la sociedad propietaria del hotel restaurante se especifica que no se celebrarán bodas entre personas del mismo sexo.
Para que luego digan que somos provincianos: las mismas gilipoyeces y las mismas actitudes fascistoides, homófobas, discriminatorias e impresentables que las esgrimidas en plena capital del reino por el restaurante La Favorita hace unos meses.
En fin, ahora que ha llegado el progreso hasta nuestras montañas, tengo algunas reflexiones. La primera es, claro, que todavía falta mucho para ciertos tipos de mentes cerriles se enteren de que en nuestro país hay una Constitución que prohíbe, en su artículo 14, toda discriminación injusta. Y que las conductas apoyadas en el racismo, sexismo, homofobia y otros síntomas barbarie y/o estupidez se encuentran reguladas en nuestro ordenamiento, haciendo posible, según los casos, la sanción penal o la sanción administrativa de quienes las cometan.
Habrá quien piense, bueno, si en las escrituras de la sociedad está así determinado, pues nada que hacer salvo buscar otro sitio. Y no es así. Según nuestras leyes, toda condición o cláusula de un contrato inmoral, ilegal o imposible se tiene por no puesta, así que los de Soñanes pueden prohibir las bodas de negros, las de judíos, las de maricas, las de bolleras, las de nacional y extranjero y todas las que quieran (siempre podrán fijarse en las Leyes de Nuremberg de los nazis, si están faltos de ideas). Pero eso no significará nunca que puedan imponer esas barbaridades a los ciudadanos de un país libre y decente, como a grandes rasgos resulta el nuestro.
Habrá quien piense, no, claro, si es una barbaridad, pero como tienen reservado el derecho de admisión ... Y se olvidan de que el tan manido, traído y llevado derecho de admisión no avala comportamientos discriminatorios en locales abiertos al público como lo es el Palacio de Soñanes. Los clubes privados pueden restringir el acceso según sus criterios (hecha, claro, la salvedad del párrafo anterior), pero son motivos tasados (comportamientos violentos, ebriedad, desaliño grave) los únicos que posibilitan que a una persona se le impida la entrada en un local o se le invite a abandonar el mismo.
Habrá quien diga, bueno, y después de lo que les han dicho, qué más da lo que se haga si no se van a casar allí. Eso está claro, que no se van a casar allí. De hecho, un restaurante / hotel maravilloso les ha confirmado ya su disponibilidad para la celebración (Lo siento, chicos, igual que hay que hablar de lo impresentables que son en Soñanes, tendré que recordar que en San Román de Escalante son estupendos, ¿no?). Pero no es esa la cuestión.
La cuestión es que en España, lesbianas, gays, bisexuales y transexuales son, somos, ciudadanos en pleno ejercicio de nuestros derechos. Y se confunden quienes piensan que sus trasnochadas morales van a poder imponerse a nuestras bien ganadas libertades. Así que habrá que esperar a que se plantee de manera pública la denuncia (ALEGA tomará la iniciativa, con el apoyo de los afectados). Pero no me resisto a plantear en este blog algunas preguntas.
Cuando el Palacio de Soñanes aparece distinguido con la etiqueta de calidad cantabria ¿quiere esto decir que para hablar de calidad es suficiente con unas escaleras monumentales y unas camas limpias, que se permite insultar a los clientes? ¿no deberían nuestras autoridades responsables en el área de turismo revisar el uso que el Palacio de Soñanes hace de calidad Cantabria, Cantabria infinita, año jubilar y demás? ¿no deberían las autoridades municipales de Villacarriedo y el Gobierno de Cantabria iniciar el trámite de las sanciones oportunas en cuanto se materialice la denuncia?
Yo lo que sé es que no volveré a poner los pies en el Palacio de Soñanes, suceda lo que suceda a partir de ahora. Y que intentaré que cualquier tipo de iniciativa pública que favorezca a ese monumento a la homofobia quede sin efecto, en la escasísima medida de mis posibilidades en tanto en cuanto no quede claro que todos y todas son tratados en el hotel y el restaurante como cualquier cliente que paga se merece.
Habrá por último quien diga, Soñanes está en Villacarriedo, no en este nuestro Santander posible. Vale. Pero el Santander posible deberá ser uno en el que no ocurran cosas como estas. De momento no han pasado y las bodas entre personas del mismo sexo en Santander como en toda la región, hasta ahora y salvo noticias en contrario, se han desarrollado con normalidad, como no podía ni puede ser menos. Un Santander posible, lleno de tolerancia, convivencia y sonrisas que permitan que cada día luzca el arco iris. Un Santander sin directores comerciales ni empresas como Palacio de Soñanes. Homofobia con Calidad Cantabria.